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"La filosofía" como el comienzo de la ciencia del espíritu. Los cuerpos espirituales y el gran nacimiento. Cuando el individuo toma las realidades físicas por "puntos fijos". Cuando el concepto de Dios del individuo no aparece teniendo como base "puntos fijos". El concepto falso de Dios como camino hacia la verdadera Divinidad  238. Pero sin embargo, la vida sigue avanzando. Después de que el individuo, de esta manera, ha llegado al límite de la esfera de existencia física o material y ha experimentado que en ella no hay realidades verdaderamente fijas, comienza a ceñirse a realidades no físicas o a apoyarse en ellas, y su conocimiento o ciencia forma ahora parte de lo que llamamos "filosofía". Por consiguiente, la filosofía es en realidad el comienzo de la ciencia del espíritu. Pero, antes de que la filosofía pueda transformarse en verdadera sabiduría o ciencia del espíritu, es necesario que los cuerpos espirituales se desarrollen hasta una perfección tal que las realidades no físicas, de las que el individuo en cuestión se ocupa, no puedan solamente ser experimentadas como pensamientos, representaciones o teorías, sino como hechos verdaderos. Pero los cuerpos espirituales sólo tienen una perfección así cuando su capacidad sensorial alcanza la energía del amor. Cuando los cuerpos espirituales del individuo llegan a tener esta capacidad, éste experimenta "el gran nacimiento", y con él comienza a ser fundamental la experiencia cósmica o proceso de pensar "desde arriba". Y el individuo entonces es envuelto en una existencia transfigurada. El mundo físico comienza a ser aquí para este individuo una etapa ya recorrida, ya que sus experiencias se hacen y se experimentan a partir de verdaderos "puntos fijos" y no a partir de movimientos. Esto, a su vez, quiere por lo tanto decir que su experimentación de la vida se apoya aquí en realidades eternas y se transforma en la expresión de los resultados absolutos de la vida, lo cual es, a su vez, lo mismo que "la verdad eterna". Mientras el individuo anteriormente sólo experimentaba resultados variables, ahora experimenta resultados invariables. Para comprender esto hay que recordar que allí donde un individuo toma movimientos materiales, es decir, las realidades materiales o los detalles físicos por realidad, por "puntos fijos", vive en una ilusión. Cuando ve una casa, un árbol, una montaña, una roca, una estrella, etc., y cree que cada una de estas realidades constituye un "punto fijo", un análisis real o un resultado final, esto quiere decir, tal como anteriormente hemos descrito, que todavía vive en el mundo físico. De este modo, no puede ver lo que hay tras estas realidades y constatar que sólo constituyen determinadas formas de vibración o movimiento, y que la escala con la que se midieron eran los propios movimientos del individuo. El individuo no experimentó, por consiguiente, que las realidades aparentemente verdaderas sólo expresaban un contraste entre su propio movimiento y el movimiento propio de lo que lo rodeaba, y que dicha escala está sometida constantemente a un cambio. Lo mismo sucede con el concepto de Dios que tiene el individuo. Mientras se manifieste en forma de una imagen, por ejemplo, un ser que está sentado en un trono de oro y dirige el universo, este individuo es víctima de una ilusión. Adora un resultado variable en vez de un resultado invariable, una realidad temporal en vez de una realidad eterna. Un concepto de Dios de este tipo será la manifestación de una realidad material, de una imagen creada o pensada que no tiene nada que ver con el análisis verdaderamente cósmico e invariable de la Divinidad. Dicha imagen sólo había surgido a base de la relación de unos movimientos particulares y determinados con los movimientos propios del adorador y, por consiguiente, tiene que cambiar en el mismo grado que los movimientos de éste cambian. Y cuanto más se le vinculan a esta imagen de la Divinidad características de un tipo determinado y se le niegan otras, cuanto más se le dota de las presuntas "buenas" cualidades y se le niegan las presuntas "malas" cualidades, en mayor producto artificial se convierte un concepto de Dios de este tipo. Una "divinidad" así es idéntica a un conjunto de movimientos clasificados. Pero un conjunto de movimientos clasificados no puede jamás ser un análisis justo o satisfactorio de "un ser vivo". La "divinidad" mencionada no es, así pues, en realidad un ser vivo, sino un ser muerto, no es un dios, sino un ídolo. Pero aquí debemos apresurarnos a indicar que un ídolo es idéntico al incipiente reconocimiento del verdadero Dios. Es el concepto de la Divinidad en su estado embrionario. Y el individuo, que todavía sólo puede percibir el concepto de Dios en este estado o sólo alcanza a representárselo así, no tiene, por lo tanto, ningún motivo para ponerse nervioso, porque un estado embrionario es lo mismo que un camino hacia un estado verdadero, y por medio de este concepto de dios será conducido al verdadero concepto de dios, a la verdadera Divinidad viva.


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