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Ejemplos de la falta de realidad de las manifestaciones o los movimientos físicos. Los límites del mundo físico o del espacio y del tiempo. Un "algo" que experimenta a pesar de los límites del espacio y del tiempo  235. Si nos encontramos sentados en un tren que se mueve hacia delante, y a su lado se mueve otro tren en la misma dirección, pero a una velocidad algo mayor que la del tren en el que nos encontramos, si nos concentramos en mirar únicamente el tren que se mueve paralelamente, nos parecerá que nuestro tren avanza exactamente en dirección contraria a la dirección que en realidad lleva. Si estos dos trenes corren a la misma velocidad, y la línea férrea del tren paralelo comienza a desviarse, de modo que la distancia entre la línea férrea de este tren y la del nuestro se hace cada vez mayor, e igualmente nos concentramos en mirar el otro tren, entonces tenemos la impresión de movernos en dirección contraria con respecto al movimiento que verdaderamente tiene lugar. Si la otra línea férrea asciende, de modo que poco a poco va encontrándose a mayor altura que la nuestra, nos da la impresión que el tren en que nos encontramos desciende, y la impresión contraria si dicha línea desciende, pero, naturalmente, siempre que sigamos concentrándonos en el tren que corre paralelamente. En este ejemplo hemos mostrado así cuatro movimientos distintos que no eran hechos reales. El hecho real era que no retrocedíamos, ni nos movíamos en dirección contraria hacia arriba o hacia abajo, sino, en cambio, sólo hacia delante. Y estas experiencias de movimientos extraños sólo expresaban, en realidad, la relación entre el movimiento intrínseco de nuestro propio tren y el movimiento intrínseco del otro tren. Pero todavía podemos seguir desarrollando el problema. Por ejemplo, vamos en un tren exprés con una velocidad de 100 kms. en dirección oeste. Pero simultáneamente el globo terrestre se mueve a una velocidad mucho mayor hacia el este, y la marcha de nuestro tren hacia el oeste no es, en realidad, una marcha hacia el oeste, sino una marcha hacia el este. Pero como el globo terrestre no constituye ningún punto fijo, sino que se encuentra en el Sistema Solar, y éste en la Vía Láctea, y ésta, a su vez, forma parte de otros sistemas, y así sucesivamente, y como todos están en movimiento, representando, a una velocidad cada vez mayor, direcciones hacia los cuatro puntos cardinales, nuestro concepto de dirección hacia el este no expresa un hecho real, sino que, al contrario, sólo expresa una relación entre dos formas que conocemos de movimiento particular. Hemos llegado, pues, a una zona de conciencia en la que no hay ningún verdadero este, oeste, sur ni norte. Pero como una zona así no puede ser física, ya que sólo y únicamente puede experimentarse en el pensamiento, y esta forma de experiencia es de naturaleza espiritual, y dicha zona también tiene, por lo tanto, que ser de naturaleza espiritual, hemos llegado aquí al límite del mundo físico y estamos, por consiguiente, en el umbral del mundo espiritual. Del mismo modo que en el ejemplo anterior hemos visto que el tren paralelo al nuestro neutralizaba nuestra percepción del movimiento en el que, en realidad, nos encontrábamos, y pudo darnos direcciones de movimiento hacia delante, hacia atrás, ascendente y descendente, que en realidad no eran hechos reales, así también los movimientos de lo que nos rodea determinan todas nuestras impresiones o experiencias físicas o materiales. Todas ellas serán ilusorias frente a nuestra existencia absoluta, del mismo modo que, en el ejemplo anterior, la influencia del tren que corría paralelamente al nuestro era ilusoria con respecto a la verdadera dirección en que nos encontrábamos, y ésta, a su vez, era ilusoria en relación con los grandes movimientos en que nos encontramos en virtud de nuestra vinculación a sistemas solares, y así sucesivamente. Cualquier impresión material o cualquier concepción y manifestación física, incluso los sistemas de planetas y de galaxias, puede ser neutralizada a un estado que se califica como semejante a "la nada". Pero el hecho de que estas realidades sólo puedan percibirse como semejantes a "nada", hace que esta "nada" exprese el límite del mundo físico o espacio, porque allí donde algo se transforma en "nada" se encuentra el límite de este algo. Pero al mismo tiempo que, de este modo, hemos llegado a la zona del cese de todos los detalles materiales o espacio, también hemos llegado al límite del tiempo, porque el tiempo sólo expresa el tiempo de existencia que tienen los objetos materiales, y como estos han cesado, no puede crearse ningún tiempo. Pero llegando al límite del espacio y del tiempo, ¿habremos entonces llegado también al cese de la vida? Sí, en el caso de que sólo estuviésemos en condiciones de experimentar con el cuerpo físico, es decir, de que sólo estuviésemos en condiciones de experimentar las experiencias de percepciones puramente físicas, que son simplemente lo mismo que las reacciones de la incidencia de los detalles materiales en nuestro cuerpo físico, entonces "la muerte" sería un hecho real, puesto que todos los detalles físicos aparecen aquí como una absoluta "nada", es decir, no existen. Y si no existen, el cuerpo físico o sus reacciones tampoco pueden de ningún modo existir. Y nuestra identidad se descompondría aquí en una absoluta "nada", pero esto es lo contrario de lo que es un hecho real, porque hay "algo" que experimenta esta "nada". Se transforma, así pues, en un hecho el que aquí, en esta zona, donde las realidades físicas aparecen como iguales a "nada", existe un "algo" que sigue pudiendo "experimentar". Esta "nada" no significa, por consiguiente, el cese de la vida, sino al contrario el cese de la vida en el mundo físico. Esto significa la zona limítrofe de lo que se puede experimentar con el cuerpo físico.


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