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El individuo evoluciona hacia una existencia transfigurada por medio del sufrimiento y el dolor. Los seres que sólo perciben en la esfera física tienen cada vez más dificultades para aceptar lo que la ciencia les muestra. Sin un ennoblecimiento de la vida interior es imposible alcanzar un saber y un conocimiento superior, es decir, la visión de Dios  232. Por medio del gran despliegue de sufrimiento y muerte, guerra y mutilación, por medio de la profunda explotación de otros seres, de la forma de existencia altamente egoísta que el ser anteriormente mencionado u hombre terreno manifiesta en virtud de su superioridad, tanto con respecto a semejantes de su propia especie como con respecto a los animales en general, este ser siembra una semilla de la que, según leyes cósmicas eternas con las que más tarde entraremos en conocimiento en "Livets Bog", inevitablemente recogerá los frutos. Como estos frutos son de la misma naturaleza que la semilla, es decir, dolor y sufrimiento, el individuo tarde o temprano, o bien en su vida actual o en vidas futuras, será inexorablemente envuelto en este estado de sufrimiento que él mismo ha sembrado y pasará a ser dependiente de él. Pero como el dolor y el sufrimiento desarrollan y ennoblecen por excelencia la facultad del sentimiento, por medio de ellos el individuo se hace receptivo y apto para la energía del sentimiento. Pero como la energía del sentimiento, por su parte, cuando está en armonía con la energía de la inteligencia, se transforma en verdadero "amor", y el amor, a su vez, es sinónimo de manifestación de altruismo, calor espiritual, etc., el ser comienza así, a medida que desarrolla la facultad de amar, a sembrar otra semilla cuyos frutos también recogerá más tarde de modo inevitable. Estos frutos no son dolor y sufrimiento, sino que constituyen las facultades o tendencias verdaderamente humanas que, por su parte, llevan al individuo hacia el gran nacimiento, con el cual es envuelto en una existencia transfigurada. Con este desarrollo del amor degeneran, por lo tanto, las facultades y disposiciones animales y el ser se transforma así cada vez más en un animal incapacitado, y cada vez más en hombre. Y los diversos grados de esta transformación representan los diversos estadios del carácter del hombre terreno. Pero al mismo tiempo que el individuo, de este modo, desarrolla la facultad del sentimiento y adquiere la aptitud de percibir la energía del sentimiento, a través de ello comienza a recibir una nueva forma de experiencias, es decir, experiencias que un individuo pobre de sentimientos no puede recibir. Cuando este conocimiento de los sentimientos está en armonía con el conocimiento que el mismo individuo tiene de la inteligencia, surge, tal como ya hemos indicado, "el conocimiento del amor", que es lo mismo que "sabiduría", al mismo tiempo que el individuo con este estado de conciencia desarrolla la facultad de la intuición o clarividencia cósmica. Esto equivale a decir que la ciencia del hombre terreno se transformará en "ciencia del amor" en el mismo grado en que el estándar afectivo de su origen se vaya ennobleciendo o acercando al verdadero reino humano. Pero, en el mismo grado en que se acerca a este reino, comienza también a elevarse por encima de la esfera física. Y en el mismo grado que se alza por encima de la esfera física, es cada vez más inaccesible para los seres que no tienen desarrollada la facultad del sentimiento o del amor. Y, por lo tanto, a la ciencia se le hace cada vez más difícil demostrar sus experiencias y hechos a los seres que todavía perciben únicamente en la esfera material, incluso en circunstancias en que éstos aparecen como "hombres de ciencia" con el estándar común actual. Así vemos que nunca, de ninguna manera, podremos alcanzar un saber y conocimiento superior sin un ennoblecimiento de la vida cognitiva o de la conciencia y de la vida interior. Y sin un saber o conocimiento superior, ningún acceso a la verdad eterna o a ver a Dios con una visión que todo lo penetra.


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