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El hombre terreno sólo tiene conciencia de su "mundo interior" de una manera muy primitiva. Por medio de la intuición o de la clarividencia cósmica el hombre terreno puede comenzar a percibir "las copias de oro", no como un recuerdo de la eternidad, sino como una experimentación de ella. La diferencia entre intuición y recuerdo. La naturaleza de la facultad de la vista. "Las copias de oro" no pueden ser percibidas en las zonas en que el cuerpo del recuerdo todavía no puede funcionar. La experimentación de "las copias de oro" en virtud del cuerpo de la intuición y en virtud del cuerpo del recuerdo. "Las copias de oro" sólo pueden experimentarse como "bienaventuranza"  213. Con respecto al mundo interior, debido al estado primitivo de su cuerpo del recuerdo, el hombre terreno con su conciencia diurna despierta sólo tiene conciencia de una fracción de su actual vida local, que a su vez sólo es una parte inmensamente pequeña o microscópica del mundo interior que se le revela en la zona en que culmina el reino de la bienaventuranza. Pero a pesar de que el individuo esencialmente sólo puede recordar su propio mundo en el reino de la bienaventuranza, no carece, sin embargo, de la posibilidad de poder comenzar a utilizar "las copias de oro" en su manifestación exterior en las esferas de existencia que preceden a este reino, cuando ha avanzado tanto que el núcleo de su cuerpo de la intuición comienza a funcionar. Pero esta utilización de "las copias de oro" no da un recuerdo consciente de la eternidad, sino una experiencia de ella. Esta experiencia es, pues, lo mismo que clarividencia cósmica y tiene su zona de culminación en el mundo divino.
      Hay, por lo tanto, una diferencia fundamental cuando el individuo experimenta su mundo interior por medio de su cuerpo del recuerdo y cuando lo experimenta por medio de su cuerpo de la intuición. En el primer caso, la experiencia equivale a un "recuerdo", mientras que en el último caso equivale a una "experiencia nueva". Esta diferencia se hace, así pues, más evidente a medida que se adquiere conocimiento de que la facultad de recordar es una especie de facultad de percepción superior, mientras que la facultad de la intuición es una especie de facultad de visión superior. Con respecto a la facultad de ver, sabemos del mundo físico, que también constituye una forma de facultad de percibir. Pero mientras con la facultad normal de percibir se pueden percibir directamente los componentes orgánicos del propio cuerpo, es decir, las partes por las que pasa el sistema nervioso, pero no las partes inorgánicas, es decir, las partes del cuerpo a través de las cuales el sistema nervioso no puede ramificarse, con la facultad de ver se pueden experimentar, al contrario, realidades de tipo inorgánico o mineral. De este modo, se pueden experimentar reacciones en la realidad que llamamos "luz", que es de naturaleza mineral. Cuando, así pues, vemos un objeto, esto en realidad sólo quiere decir que vemos la reacción entre este objeto y la luz. Por medio de la vista no percibimos el objeto que "vemos", sino al contrario la manera en que éste actúa sobre la luz. Allí donde no se cruza con la luz no estamos en contacto con este objeto, a menos que de algún modo roce directamente los componentes orgánicos de nuestro cuerpo y llegue a nuestro conocimiento por medio de la forma normal de percepción. Nosotros no percibimos, por ejemplo, nuestras uñas ni nuestro pelo, ya que son de naturaleza mineral e inaccesibles para el sistema nervioso. Es por ello que podemos cortarnos las uñas y el pelo sin percibirlo, lo cual dista mucho de lo que sucede con las partes orgánicas del cuerpo, ya que una intervención así sobre estas partes la percibiríamos en forma de dolor. Tenemos, pues, directamente conciencia de las partes orgánicas de nuestro cuerpo físico, mientras que sólo tenemos conciencia de las partes inorgánicas de un modo indirecto, ya que sobre todo las experimentamos por medio de la vista. Del mismo modo que el cuerpo del sentimiento no abarca directamente las partes minerales de la conciencia y, debido a ello, estas partes aparecen como insensibles, el material de recuerdos del individuo o "copias de oro" también son totalmente insensibles en las zonas a las que no llega el cuerpo del recuerdo, que tal como ya hemos dicho constituye un cuerpo superior del sentimiento. Con "las copias de oro" sucede, por consiguiente, lo mismo que con las partes minerales, el individuo sólo puede experimentarlas de una manera indirecta. Para las copias de oro, esta manera indirecta de experimentar es "la intuición", que es la facultad de visión más alta del individuo. Lo que sucede es que el individuo con el cuerpo de intuición puede experimentar la reacción entre dichas copias y la energía de la intuición, del mismo modo que, como ya hemos dicho, podía darse cuenta de la reacción entre los objetos materiales y la luz. La intuición muestra, pues, las leyes de la visión y, debido a ello, ha recibido el nombre de "clarividencia cósmica".
      Con el cuerpo de la intuición no se "perciben", por consiguiente, las copias de oro, sino la reacción de la acción de éstas sobre la energía de la intuición. Y esta experiencia se transforma, por ello, en una especie de experiencia exterior que es lo mismo que "ver". Con el cuerpo del recuerdo no se "ven" las copias de oro, sino que se las "percibe" directamente. Como la energía del peso aparece aquí en forma latente, esta "percepción" no será jamás, en ninguna circunstancia, semejante a dolor, sino que siempre, en virtud de que "la materia" de las copias de oro es materia de amor, se experimentará como la forma de gozo más alta, que, a su vez, es lo mismo que "bienaventuranza".


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