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Cuando otro ser tiene una concepción y unos ideales religiosos distintos a los propios. Cualquier forma de intolerancia como una manifestación de la máxima forma de ingenuidad e imperfección y como factor que esparce muerte y terror en vez de luz y amor. La intolerancia y las medidas para proteger la seguridad pública  163. Si un ser tiene otra concepción religiosa, otro tipo de ideales que los propios, esto se debe a la circunstancia de que las fuerzas que dirigen su voluntad, es decir, la inteligencia y el sentimiento, se encuentran en un estadio evolutivo distinto al nuestro. Este estadio evolutivo puede ser anterior o posterior al propio, y el individuo en cuestión cultivará, en grado correspondiente, unas concepciones, una religión o un concepto de la vida que así mismo son más avanzados que esta evolución o van a la zaga de ella, pese a todas las protestas del exterior. Como ya hemos dicho, se puede manifestar oposición contra la concepción religiosa de otros seres y se puede prohibir que ésta se traduzca con una manifestación física, pero no se la puede extirpar del interior de la conciencia del individuo. Éste sigue, a pesar de todo, teniendo su concepción espiritual hasta que la vida misma, por medio de experiencias o vivencias, lo haga evolucionar hacia una concepción superior. El individuo sólo puede avanzar por medio de la evolución – no por medio de un dictado – de una forma de conciencia baja a una forma superior. Dictarle a un individuo una forma de vida o una concepción religiosa para la que no tiene la madurez suficiente es igual de imposible que obligar a un tigre que viva de plantas. Cualquier forma de intolerancia es lo mismo que una manifestación de la suprema forma de ingenuidad o imperfección, expresa una conciencia que todavía está en muy alto grado animada por la moral y las fuerzas de la irradiación oscura, y esparcirá dolor y sufrimiento, muerte y terror, en vez de luz y amor, por todas partes donde esta baja naturaleza se manifieste. La intolerancia no puede jamás, en ninguna circunstancia, ser expresión de amor verdadero. Naturalmente, aquí hay que distinguir entre intolerancia y las medidas que se han llevado a cabo para proteger la seguridad pública. El sistema legislativo y jurídico existente no puede, naturalmente, permitir que los seres humanos terrenos pongan mutuamente en peligro su vida, que se mutilen, asesinen y maten, ya sea en el sentido religioso o bien en otras de las situaciones de la vida cotidiana. Pero esta prohibición no debe, de ninguna forma en absoluto, ser una manifestación de odio o intolerancia, sino que lo que la motiva tiene, al contrario, que ser exclusivamente mejorar y proteger la existencia y el bienestar del conjunto de la humanidad terrena.


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