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Las experiencias propias, hechas directamente por el ser, como el factor más importante de su evolución. La influencia que otros seres ejercen de una manera teórica sobre el individuo es solamente un factor secundario. Cosas con las que hay que andar con cuidado cuando se desea ejercer influencia sobre otros seres con los propios conocimientos.  161. Cada ser que ha avanzado considerablemente en su camino hacia la luz, que desea prepararse para ser receptivo con respecto al gran nacimiento, tiene que estar totalmente de acuerdo con el hecho de que el factor evolutivo fundamental para cada ser es su propia experimentación directa de la alegría y la tristeza, del placer y el malestar, y que cada influencia indirecta o teórica sólo puede ser un factor secundario que, además, tiene que estar fuertemente emparentado con la directa experimentación de la vida del individuo en cuestión si éste tiene que poderlo entender. Cuando, por consiguiente, se desea influir sobre los seres con la propia concepción de la vida o con el propio conocimiento, ante todo hay que tener sumo cuidado en que esta influencia sólo se ejerza sobre seres que muestren interés y, por lo tanto, receptividad y alegría frente a ello, porque a todos los otros seres les creará desarmonía, dado que no tienen ninguna facultad especial para querer o poder comprenderlo o entenderlo. De este modo, en estos seres surge muy fácilmente intolerancia o ira, lo cual es, a su vez, una muestra irrefutable de que se han echado "perlas a los cerdos". Y si además esto, por su parte, da ocasión a que uno mismo manifieste ira o indignación contra dichos seres, entonces se contribuye a la creación de una atmósfera tan turbia y sucia alrededor de la luz que se quería transmitir, que ésta se oscurece de tal modo que, en mayor o menor grado, se acerca a la oscuridad total según la mayor o menor fuerza con que surja la indignación en cuestión. Y, así, en este caso se consigue precisamente lo contrario a lo que se tenía como objeto.
      Con respecto al hecho de influir sobre otros seres con los conocimientos propios, hay que mostrar una gran consideración, prudencia y precaución, del mismo modo que la receptividad de los seres sobre los que se desea influir tiene que ser totalmente voluntaria, sin tener en absoluto en consideración la nobleza y la conformidad con la verdad que la propia concepción o conocimiento tenga.


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