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Segunda categoría del grupo B. Demasiado sentimiento con respecto a la inteligencia. El fanatismo en la relación de los seres con el viejo impulso mundial. La concepción que tienen los individuos de los seres "que se salvan" y "que se condenan". Las infracciones del viejo impulso mundial en forma de intolerancia enmascarada. La actitud justa para con los adversarios del nuevo impulso mundial  145. Segunda categoría del grupo B. Todos los seres de esta categoría tienen, al igual que los seres de la segunda categoría del grupo A, una vida afectiva demasiado desarrollada con respecto a su vida intelectiva o de la inteligencia. Como la vida afectiva es la que es receptiva a la sugestión, estos seres pueden casi ser considerados como "hiperreceptivos" a la sugestión divina o influencia religiosa del viejo impulso mundial. Debido a su deficiente facultad de razonamiento o intelectiva les es muy fácil creer y, debido a ello, a veces su fe y sus conceptos morales se acercan demasiado a lo inverosímil. Así pueden transformarse en partidarios fanáticos de ciertas ideas y formas literales del viejo impulso mundial, que encajan con su especial nivel de conciencia, alegando, por consiguiente, que son dogmas "santos" o intocables, que son la autoridad suprema y más influyente, totalmente al margen de lo anticuados que sean con respecto al actual estándar de la inteligencia de la Tierra o de lo mucho que se opongan a él y, al mismo tiempo, estos seres en cuestión, tal como mostrará lo que sigue, debido a este fanatismo infringen ciegamente otros preceptos y mandatos igual de buenos del mismo impulso. Como veneran más la forma literal que el espíritu o verdadero significado oculto en esta forma, lo cual en muchos casos es un problema que permanece oculto para ellos, tienen la convicción de que su prominente fe y su modo de concebir las cosas son absolutamente valederos y adecuados para cada una de las etapas por las que pasa la conciencia y, debido a ello, no pueden comprender que hay seres que tienen unas capas de conciencia a las que este modo de ver las cosas no puede ofrecerles ningún estímulo ni ninguna inspiración y, por consiguiente, son la causa de que estos seres en cuestión se vean obligados a aparecer como pensando de modo distinto, concibiendo las cosas de otra manera o como perteneciendo a otra secta o religión. Con respecto a estos seres, los primeros sienten, pues, una animosidad muy fuerte y los juzgan como "incrédulos" o "condenados", para diferenciarlos de ellos mismos que, según su propia concepción, sólo pueden ser "los que están salvados" o "los elegidos". Como la vida afectiva de estos últimos seres todavía es, por consiguiente, primitiva y manifiesta, en alto grado, tendencias que están muy lejos de ser desencadenadas por "el amor al prójimo" o el gran mandamiento que dice "Amaos los unos a los otros", por medio de dicha animosidad se les confiere a estas tendencias una base inmejorable para desencadenarse, especialmente porque este desencadenamiento adquiere, precisamente, un lustre de justificación, ya que se desencadena como la idea de que se lucha contra los hijos "del pecado", "de la oscuridad", "del diablo" o "del mal" que, por consiguiente, merecen un castigo o tienen su morada donde hay "llanto y rechinar de dientes", precisamente porque no quieren o no pueden dejarse "convertir" a la fe o concepción de la vida de los primeros seres. Dicho brevemente, esta animosidad se desencadena, por lo tanto, de una forma que, para una conciencia bastante primitiva, adquiere un lustre de justicia. Esta circunstancia también ha estimulado una animosidad muy grande por parte de los presuntos "creyentes" contra los presuntos "incrédulos", de modo que, tal como hemos visto a través de la historia, se ha manifestado directamente en persecución, quema en la hoguera y sufrimientos, lo cual en realidad es en cierto modo un delito, cuando se tiene en cuenta el espíritu o la verdadera intención de la concepción general más extendida o viejo impulso mundial que de un modo absoluto invita a la paz a través de las siguientes palabras: "Vuelve tu espada a la vaina, porque quien a espada mata a espada muere", "No juzguéis, porque tal como juzguéis seréis juzgados", "Al que te hiera en una mejilla preséntale también la otra", "Y lo que queráis que os hagan los hombres hacédselo vosotros igualmente", "Y en esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros", "Padre nuestro..., perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores", "Hijos míos, amaos los unos a los otros", etc. Tal como vemos, del viejo impulso mundial surge luz suficiente que impulsa a la paz, pero el hecho de que estas persecuciones o delitos hayan podido tener lugar es solamente expresión de que han tenido como origen a unos seres, cuya conciencia ha sido de una naturaleza tan primitiva, que se han dejado engañar por la apariencia de justicia con que dichas manifestaciones o persecuciones se han presentado, y que de este modo en realidad han sido, a su vez, el factor desencadenante de la explosión de las tendencias o pasiones bajas, todavía no dominadas, de todos estos seres que, en este caso, se concentran manifestándose simplemente en intolerancia, pero que, naturalmente, sólo se perciben por los seres como "justicia", "ira santa", "en el nombre del Altísimo", etc. El conjunto de estos seres desencadena "las callosidades", que según el apartado 61 fueron en cierto modo necesarias en su tiempo, cuando el viejo impulso mundial tenía que ser transmitido a los bárbaros. Ahora, al contrario, como este mismo impulso se encuentra frente a unos seres con respecto a los cuales está, de modo acelerado, quedando anticuado, se transforma en cambio, en forma del celo desencadenado por la intolerancia anteriormente citada, en un inconveniente que contribuye en alto grado a alejar el interés de los demás seres del viejo impulso mundial y así hace, de un modo indirecto, que la receptividad, la esperanza y los anhelos de estos seres se dirijan hacia una nueva fuerza espiritual inspiradora o impulso mundial.
      Como los seres de la segunda categoría del grupo B, debido a su estado altamente dominado por la sugestión, tienen, por consiguiente, una tendencia muy fuerte a la intolerancia, estos seres cegados por un celo religioso opondrán resistencia al nuevo impulso mundial, pero entonces todos los seres que siguen este impulso deben esforzarse en recordar la oración divina del hijo de Dios que dice: "Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen".


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