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Quinta subcategoría. Los "delincuentes". Causas de los diversos grados de carácter y moral. El camino hacia "la conversión" para los seres de la quinta subcategoría. La actitud justa frente a "los delincuentes"  139. Quinta subcategoría. En esta subcategoría encontramos una serie de seres cuya vida afectiva es todavía más primitiva que la de los seres de la cuarta subcategoría. Mientras la inteligencia y el sentimiento de los seres de esta última categoría están combinados de un modo que las manifestaciones de las tendencias primitivas de su conciencia, tales como el egoísmo, la falta de consideración, la avaricia, etc., están enmascaradas y se presentan de una forma en que, sin embargo, dichos seres están principalmente del lado de "la ley" o "la justicia", los seres de la quinta subcategoría aparecen con una manifestación más desenmascarada y primitiva de estas mismas tendencias tan rudas de la conciencia; su vida afectiva se encuentra todavía muy cerca del estadio del hombre primitivo y se traduce en robo y saqueo manifiesto, y además tampoco se detienen ante el crimen y el asesinato cuando es necesario para satisfacer sus tendencias egoístas. Se encuentran, por consiguiente, en conflicto con la justicia y la moral legales, a cuyas leyes no pueden sujetarse libremente y, debido a ello, el modo en que se manifiestan en la existencia es como "delincuentes". Entre estos individuos no se cuenta, naturalmente, a los que condenados por "crímenes sexuales" son erróneamente considerados como formando parte del "mundo de la delincuencia". Lo que sucede es que estos individuos pertenecen, en la mayor parte de los casos, a un nivel de conciencia mucho más elevado que el del "mundo de la delincuencia", pero son seres enfermos o anormales que, según veremos más adelante en "Livets Bog", tienen que ser tratados con unos métodos muy diferentes a los apropiados para este mundo. Los seres a que vamos a referirnos aquí son, al contrario, individuos totalmente normales, pero con respecto a la civilización son almas jóvenes. Como se desprende de "Livets Bog", la humanidad terrena, en su existencia eterna, evoluciona desde el reino animal por los estadios del hombre primitivo, a través de la civilización y continúa hasta el auténtico reino humano. En este caminar no todos los seres humanos terrenos han avanzado lo mismo. Algunos están muy cerca del vestíbulo del gran nacimiento o se encuentran en él, otros acaban de pasar de la región del hombre primitivo a la zona de la civilización, etc., y es, precisamente, por esto que tenemos tantas formas distintas de carácter y de conciencia con unos estados más o menos evolucionados. De este modo, a los seres que en sus vidas pasadas más cercanas han pertenecido a la región del hombre primitivo, pero que en su vida actual han nacido en el seno de la civilización, no les es, naturalmente, tan fácil someterse a sus leyes o prescripciones como a los que han nacido en el seno de la civilización a lo largo de muchas vidas. Y es natural que su estado innato de hombre primitivo se plasme transgrediendo, en mayor o menor grado, las reglas disciplinarias, y aquí tenemos lo que llamamos "delincuencia". Los delincuentes son, pues, almas más jóvenes por lo que respecta a la evolución, que han empezado a ser "educadas" por la civilización. Por lo que concierne a la naturaleza de esta educación, con sus cárceles y su pena de muerte, hay mucho que se tiene que cambiar y poner en contacto con la verdadera salud corporal y espiritual, por esta razón volveremos de nuevo a estos problemas más adelante en "Livets Bog". Entre todos estos seres más jóvenes con respecto a la evolución, hay algunos cuyo destino ha sido tal que su inteligencia ha sufrido una evolución tan forzada, al mismo tiempo que la evolución de su sentimiento es muy exigua, que no son en absoluto receptivos para la influencia religiosa del viejo impulso mundial. Estos seres serán, por consiguiente, totalmente insensibles a cualquier forma de "conversión" basada en la predicación moral que actualmente tiene lugar en las iglesias, templos, centros parroquiales, por las calles, callejuelas, al aire libre y por medio de las muchas sectas religiosas tan abundantes en el mundo de hoy, ya que estos seres, debido a su relevante inteligencia, sólo pueden considerar esta predicación como ingenua. Y debido a ello, a estos seres se les clasifica en el grupo A. El camino hacia "la conversión" o hacia una existencia más elevada sólo puede, pues, tener lugar para ellos, tal como para todos los otros seres de este grupo, a través del lenguaje directo de la vida y del nuevo impulso mundial con sus análisis y su terminología satisfactoria para la inteligencia.
      Como el lenguaje directo de la vida es de una naturaleza más o menos ruda o delicada según el pulimento o modelado que tenga que realizar en la conciencia de los individuos, todos los seres, que todavía tienen tendencias rudas en la conciencia que tienen que ser pulidas, serán más tarde o temprano objeto de la faceta ruda del lenguaje de la vida, si ya no la están experimentando. Por consiguiente, todas las recomendaciones de desarrollar amor y comprensión hacia estos pequeños seres de la escuela de la vida son pocas. Esto no significa que se los tenga que mimar o festejar como verdaderos héroes, tal como sucede con los grandes "jefes de bandas" que a veces son admirados por el vulgo ignorante cuando alguna vez han hecho capitular a la policía o a los representantes de la ley; porque en estos casos se contribuye a mantener a estas almas infantiles en los bajos fondos de la vida y en los cenagales de la conciencia, se contribuye a que sigan ignorando que existen formas de existencia mucho más hermosas y mucho más felices. Actuando ante estos seres de una manera sana y natural, desaprobando inflexiblemente pero sin odio sus bajas tendencias, dándoles con la propia vida un ejemplo bueno e intachable, comprendiendo que bajo el caparazón duro que envuelve su conciencia, ya se manifieste ésta como robo, crimen y asesinato evidente o como "robo enmascarado" y explotación desconsiderada, también hay un corazón que late con las penas y las alegrías, también se mueve una pequeña vida divina que se está abriendo a duras penas camino hacia la luz; uno avanza por el camino que está en armonía con el venidero reino de paz, el camino que es el único que aleja de la complicidad en el mantenimiento del "mundo de los delincuentes" en la Tierra.


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