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Capítulo 5
La receptividad de la humanidad terrena para el nuevo impulso mundial
Las fuerzas que determinan que el hombre terreno sea receptivo para el nuevo impulso mundial  120. Por los capítulos precedentes sabemos que un nuevo y fuerte impulso del "principio creador divino" está pasando por el mundo, y que este impulso da lugar a grandes acontecimientos que, a su vez, se concentran en la creación de una base religiosa y material común para toda la humanidad terrena. Los rasgos característicos fundamentales de esta base material ya los conocemos por el capítulo anterior, y como los rasgos característicos de la base religiosa constituyen el contenido principal de lo que "Livets Bog" tratará en adelante, nos limitaremos aquí, en la introducción, a efectuar el análisis de cuál será la actitud del hombre terreno frente a este nuevo impulso mundial con su correspondiente concepción nueva del mundo y su cultura nueva, su abolición de la superstición y de viejas ideas tradicionales y dogmas, su abolición de la riqueza y la pobreza, su vencimiento de la enfermedad y socavación de la intolerancia, su unión de todos los estados de la Tierra y creación en ella de la gran paz.
      Se podría creer que todos los seres humanos terrenos desearían acoger con gran entusiasmo y con los brazos abiertos un nuevo impulso mundial divino de este tipo, una ayuda tan inmensa y maravillosa, una fuerza tan grande e inspiradora de un mundo superior. Pero no, no es de ninguna manera así. El caso es que la receptividad de un individuo para fuerzas superiores, lo cual en este caso quiere decir su receptividad para una nueva cultura espiritual, no es algo que este individuo pueda decidir con su voluntad, tal como, por ejemplo, puede decidir por medio de ella si quiere estar de pie o sentado, si quiere gritar o susurrar, si quiere abrir o cerrar los ojos, o cosas similares. Lo decisivo para que un hombre terreno sea receptivo para una nueva base espiritual no es, pues, su voluntad, sino al contrario la calidad espiritual que hay tras su voluntad, que, a su vez, está representada por las fuerzas psíquicas que dirigen su conciencia. Estas fuerzas son de naturaleza muy diversa en los individuos, dado que, por lo que concierne a cada uno de ellos, son el resultado del conjunto de sus experiencias o vivencias, de sus disposiciones, costumbres e inclinaciones precedentes, y todas ellas son, precisamente, diferentes para cada individuo. Estas fuerzas serán, así, las que verdaderamente dirigirán la voluntad del individuo y la ajustarán de modo que esté a favor o en contra de una nueva cultura espiritual.


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