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El mundo como "un regalo" a toda la humanidad terrena. El trabajo prestado como único medio de pago. El dinero desaparece del mundo  110. Como todos los bienes privados, a medida que la evolución avance, serán propiedad del estado mundial, finalmente sólo habrá en la Tierra un capitalista o único dueño de los bienes, a saber, el conjunto de la humanidad terrena. Ésta recibió una vez todo el mundo como regalo para "someterlo". Pero cuando comenzó a recibir este "regalo" se encontraba en el estadio animal y por consiguiente, como se desprende de lo que antecede, también lo recibió de una manera "animal". Esto es lo mismo que decir que los individuos más fuertes y más astutos no sólo se apropiaron de la parte del "regalo" que justamente les correspondía, sino también de una gran parte de lo que justamente correspondía a otros individuos, individuos que, por lo tanto, eran menos fuertes y menos codiciosos. La humanidad terrena ha recibido, pues, el globo terrestre del mismo modo que las fieras reciben un trozo de carne. Los animales más fuertes se apoderan de todo sin preocuparse de si a causa de eso sus congéneres menos fuertes se mueren de hambre. Como esta humanidad aún no ha recibido totalmente el mundo, sino que actualmente hay una lucha por los bienes materiales que, a su vez, se traduce en bienes "privados", capitales y fortunas para algunos seres, y pobreza, indigencia y miseria para otros, tenemos aquí una prueba de que la humanidad terrena todavía se encuentra en la zona del reino animal y aún no ha llegado a dominar el mundo. No tiene control con la repartición de bienes. Todavía no ha podido garantizar ni realizar el hecho de que cada individuo concreto reciba su parte justa de la herencia de este regalo divino. Cuando todos los bienes o propiedades del mundo pasen, por consiguiente, a ser propiedad del estado mundial, esto mostrará simplemente que esta repartición se ha civilizado. El que el mundo sea, de este modo, un "regalo" a toda la humanidad no significa, naturalmente, que algunas personas concretas hayan recibido de manera especial como regalo los yacimientos de carbón, otras los de petróleo y otras las minas de oro y de diamantes y los demás yacimientos de minerales como "propiedad privada" y, debido a ello, puedan ser de manera legal "los reyes de grandes negocios" o "magnates" en los campos correspondientes, monopolizarlos y así dificultarle al resto de la humanidad el acceso a los correspondientes artículos de primera necesidad. Cuando los artículos de primera necesidad han sido nada menos que incautados por tales "reyes de la bolsa", que sólo pueden estar interesados en mantener un cambio o una cotización de estos artículos, que sólo se mantiene en relación con el precio máximo que el resto de la sociedad puede ser obligada a pagar, vemos de nuevo que el poder no está unido al derecho. El poder, y no el derecho, decide el precio de los artículos de primera necesidad. Que haya seres que hayan tenido la iniciativa de poner en marcha la explotación de las minas y las actividades de las fábricas es simplemente algo divino, y el desequilibrio comienza cuando estos mismos seres comienzan con "el robo enmascarado" o comienzan a apropiarse del "beneficio o superávit" en forma de bienes materiales por los que no han prestado nada. Como los yacimientos de minerales de la Tierra se han formado sin que le haya costado a la humanidad ningún céntimo ni ninguna gota de sudor, esta humanidad los ha recibido del mismo modo que ha recibido como un regalo el aire que respira. Ningún hombre terreno en absoluto tiene, por lo tanto, derecho cósmico a cobrar por los minerales o la materia ya que, en todo caso, recibirá bienes materiales por los que no ha prestado nada. Sólo cuando ha trabajado la materia de un modo tal que la ha transformado en algo provechoso para la humanidad terrena, puede recibir un pago. Pero este pago no puede ser por la materia, sino al contrario, un pago por el trabajo que ha sido necesario para hacer de la materia algo útil. Este trabajo se muestra como el único bien verdadero que el hombre terreno debe pagar por sus artículos de primera necesidad. Pero dado que, como ya hemos dicho, ningún hombre terreno ha prestado un trabajo por las materias que existen en la Tierra, sino que éstas son la propiedad de todos los seres humanos terrenos, dichas materias tampoco pueden ser de manera justa el pago por un trabajo prestado. El trabajo sólo puede pagarse con trabajo. El único bien material verdadero para pagar en el mundo será, pues, exclusivamente el trabajo productivo o la creación útil de un ser. Cada hombre terreno normal que viene al mundo tiene, por consiguiente, una facultad innata natural de pagar. En el estado mundial esta facultad innata llegará a su pleno derecho, será protegida por la ley, y cualquier posibilidad de abuso y explotación será, tal como se desprende de lo que sigue, imposible. En el estado mundial, el trabajo personal y útil prestado por un individuo será, precisamente, el absolutamente único medio de pago existente. El dinero irá despareciendo del mundo a medida que el estado mundial vaya siendo el dueño de los bienes materiales.


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