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Índice de En torno al nacimiento de mi misión   

 

 
Capítulo 1
Algunos hombres son los primeros en creer en «las revelaciones antiguas», pero los últimos en creer en «las revelaciones actuales»
Dado que mi trabajo ha llegado paulatinamente a muchas personas para las cuales éste, en forma exclusivamente de ciencia del espíritu, es un factor básico de la vida, he creído conveniente darles un pequeño bosquejo de los acontecimientos que fueron el factor que desencadenó mi misión espiritual.
      Estos acontecimientos, que para mí se transformaron en una vocación, son de un carácter tan extraordinario y poco frecuente que su mera descripción detallada será para el no iniciado – como máximo – una especie de aventura fantástica y totalmente irreal. En los seres intolerantes y con capacidad amorosa menos evolucionada provocará directamente escándalo que, bajo el nombre de «cólera santa», los inducirá a calificarme de «endemoniado», «blasfemo», víctima de «delirio de grandezas» u otra forma de anormalidad o enfermedad mental. Los hechos han demostrado, incluso, que hay quienes me consideran el mismo «Anticristo», «un falso Mesías» o cosas similares.
      Estas personas están sugestionadas por la idea de que las llamadas «revelaciones» son fenómenos que sólo tienen relación con antiguos personajes bíblicos. A pesar de que durante milenios, y desde el nivel de conciencia de dichas personas, se ha gritado desde púlpitos urbanos y rurales, desde tribunas al aire libre, en bosques y playas, por calles y plazas, que «el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas», que «Dios habló» a Moisés, que «Dios habló» a los profetas, que Jesús «se transfiguró» en la montaña, que los apóstoles «quedaron llenos del espíritu santo», el cual se apareció como «lenguas de fuego sobre sus cabezas», que Pablo fue «rodeado por una luz que venía del cielo» de camino hacia Damasco, etc., etc.; la mayoría de personas que se encuentran en el nivel de conciencia mencionado serán, sin embargo, las últimas en comprender, serán las últimas en creer que los mismos acontecimientos – justamente y de modo semejante – puedan acontecer actualmente, puedan ocurrir aquí en medio de nuestra época moderna, científica y técnica.
      Desde el citado nivel, se encuentra completamente natural el hecho de que «el espíritu de Dios» apareciera ante Moisés como «una zarza ardiendo», y que «una luz que venía del cielo» rodease a Pablo, a pesar de que el primero era un asesino y el segundo un obstinado adversario y perseguidor de Cristo, ya que se cree firmemente en la veracidad de estos relatos. Sin embargo, si alguien aparece hoy y dice que ha sido «llenado por el espíritu santo», que es «uno con el Padre», que es «el camino, la verdad y la vida», no le creerán sino que, al contrario, se escandalizarán, al margen de lo honesta y pura que sea su vida, al margen de lo científicamente que pueda probar sus afirmaciones.
      Pero esto es totalmente natural. Estas personas, con respecto al pensamiento y al análisis lógico en el campo religioso, aún no son personas libres. Aún no son lo suficientemente independientes como para atreverse a abandonar las ideas oficiales de «la masa», que para ellos son la ley, aunque no escrita, inquebrantable; son las muletas con ayuda de las cuales, desde una perspectiva religiosa, pueden permanecer erguidos, en tanto que la capacidad de su pensamiento de desenvolverse en los laberintos que conducen al descubrimiento de los misterios de la vida es aún dependiente y débil. La vida, fuera del campo de actividad de las antiguas tradiciones religiosas y los antiguos dogmas, debe ser para dichas personas un desierto en el cual, desde una perspectiva espiritual y a causa de su inmovilidad, deben morir de hambre o perecer de modo semejante.


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