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Índice de ¿Qué es la verdad?   

 

 
Capítulo 1
¿Qué es la verdad?
El relato de la pasión de Jesús cuenta que el gobernador romano Poncio Pilatos le dijo a Jesús al final de su interrogatorio: «¿Luego tú eres Rey? Y éste respondió: Sí, como dices, soy Rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que pertenece a la verdad escucha mi voz. Pilatos le preguntó: ¿Qué es la verdad? Y dicho esto volvió a salir donde los judíos y les dijo: Yo no encuentro ningún delito en él». Pilatos no esperaba ninguna respuesta a la pregunta que le había hecho a Jesús. En realidad, con estas palabras no le había dirigido ninguna pregunta; era demasiado escéptico para ello. Había sido educado de acuerdo con las ideas romanas sobre la vida y la providencia y, simultáneamente, era testigo de lo que los judíos pensaban sobre los hechos más importantes de la existencia, así como de la actitud que los diversos pueblos y razas que formaban parte del Imperio Romano tenían con respecto a la Divinidad y a los dioses. Veía como todos, de acuerdo con sus creencias respectivas, se salvaban. Es por ello que esta pregunta no podía tener ninguna importancia para él, dado que pensaba que una respuesta al respecto era imposible; y si la había, ésta era totalmente inaccesible para el hombre. Las distintas razas y los diversos pueblos con los que había estado en contacto tenían una fe inquebrantable en su propio concepto de lo que constituía la suprema jurisdicción de la existencia, y creían que su modo de relacionarse con ella era lo único que era correcto, es decir, era la verdad absoluta. De este modo vemos como Pilatos es la imagen o símbolo de una etapa evolutiva particular y determinada por la que todo hombre de la Tierra debe pasar. Pilatos se erige en el símbolo de la etapa materialista – también calificada como atea –, que consiste en ese estadio en el que se han seguido ciertos estudios de tipo materialista tras los cuales la inteligencia se ha transformado, de forma desmesurada, en el elemento dominante de la voluntad y de la facultad de comprensión. Por esto a la inteligencia de Pilatos le debía parecer que la verdad absoluta era inaccesible para el hombre, y que sus adeptos o adoradores eran almas ingenuas y cándidas, es decir, exactamente el mismo punto de vista por el que una gran cantidad de hombres de la Tierra se deja dominar y dirigir hoy en día. Pero ¿acaso son estos hombres menos supersticiosos que los religiosos? Su negación de la existencia de una Divinidad como algo real y, como consecuencia de ello, de la existencia lógica de un elemento que gobierna el universo y que todo lo abarca con su amor, ¿tiene acaso una base más científica que la creencia de los religiosos en esa Divinidad suprema llena de amor y en esa justicia que emana de ella y que abarca a todos los seres vivos? No, en absoluto. El creer no es algo que solamente atañe a los seres que creen en una Divinidad, sino que también es algo que domina en alto grado a los seres que no creen en una Divinidad o una Providencia viva e inteligente. En el momento en que estos últimos no creen en una Divinidad o Providencia inteligente, revelan con ello que precisamente creen que algo semejante no existe. ¿Qué es entonces más ingenuo o cándido? ¿Creer que existe un gobierno inteligente del universo o creer que no existe? En ambos casos hay que creer, ya que los seres que se hallan en esta etapa no comprenden en absoluto las realidades que se pueden exponer como pruebas, o bien de la creencia en una Divinidad o bien de la creencia de que ésta no existe. Pilatos es para nosotros, desde un punto de vista intelectual, la imagen del hombre terreno altamente moderno y para el que la pregunta: ¿Qué es la verdad? – en el caso de que la formule – sólo puede tener un sentido irónico.


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