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Índice de Dos clases de amor   

 

 
Capítulo 54
Lo que nos muestran los análisis cósmicos del universo
Por medio de nuestro estudio de los análisis cósmicos del universo eterno sabemos que el tono básico del universo es amor universal. Hemos visto que todo, según su análisis cósmico, es absolutamente para alegría y bendición de los seres vivos, hemos visto que la oscuridad es, en todas sus manifestaciones, un bien absoluto, aunque por naturaleza sea desagradable. Hemos visto que sin experimentar el mal, los seres no podrían de ninguna manera adquirir la facultad de experimentar la luz. Hemos visto que la época oscura del ciclo de espiral sólo es, con respecto a la época de luz del ciclo de espiral, un corto estado fetal en el que los seres evolucionan para llegar a ser los señores de la vida y experimentar la luz suprema, «el amor universal de Dios» en una época de vida mucho más larga del ciclo cósmico de la espiral. Hemos visto que incluso en la más profunda oscuridad el espíritu eterno de Dios está presente en el acto de apareamiento de los seres unipolares. Hemos visto que esta presencia de Dios en el acto de apareamiento de los seres unipolares se ha hecho posible por medio de una simpatía o amor, mantenido artificialmente hasta que los seres en cuestión han desarrollado ellos mismos la verdadera facultad de amor universal, con el cual evolucionan para poder vivir en la luz suprema y ser uno con Dios. Hemos visto que tanto la oscuridad como la luz es amor. Hemos visto que, en resumidas cuentas, todo aquello a lo que podemos hacer referencia o todo lo que podemos encontrar en nuestro camino a través del universo es, en su resultado final, para bendición y alegría de los seres vivos. Este es el principio básico de la vida. Sin este principio en el modo de ser, ninguna liberación de la oscuridad. Sin esta liberación, ninguna conciencia cósmica. Sin conciencia cósmica, absolutamente ninguna experimentación con conciencia diurna de Dios o solución del misterio de la vida. Dios seguiría, de este modo, siendo un misterio. La vida sería un misterio. La muerte sería un misterio. La oscuridad y los sufrimientos o destino serían un misterio, y la vida eterna del ser vivo sería un misterio. En este dominio de la ignorancia, la única luz es el amor de apareamiento. Pero esta simpatía artificial sólo es para el cónyuge y la descendencia. Además de esto estimula el principio animal o mortífero.
      Así pues, vemos aquí que la unipolaridad o amor de matrimonio no puede salvar de ninguna manera la actual época mundial que está en degeneración. Los celos, el odio y la guerra siguen dominando. Los hombres construyen armas atómicas o nucleares, con las que creen poder liberar a la humanidad de la cultura o civilización mundial basada en la guerra y las armas, bajo las que hoy gimen grandes partes de la humanidad, tanto física como espiritualmente, tanto al este como al oeste, tanto al norte como al sur. No es difícil comprender que si cada hombre amase a su prójimo como se ama a sí mismo, que en realidad es lo mismo que amar a Dios sobre todas las cosas, el problema de la vida de la humanidad estaría solucionado. A la humanidad de la Tierra sólo le falta, así pues, el amor universal en la mente y en el modo de ser para alcanzar el divino estado luminoso: convertirse en la humanidad «a imagen y semejanza de Dios» y así estimular un reino de amor en la Tierra, que solo puede expresarse como «el reino de los cielos» anunciado a lo largo de milenios. Entonces el globo terrestre brillaría y reluciría con la profusión de rayos del espíritu de Dios como una «isla de bienaventuranza» en el espacio infinito y eterno.


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