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Índice de Dos clases de amor   

 

 
Capítulo 52
El incipiente hombre bipolar
Con respecto a los incipientes seres humanos bipolares, naturalmente todavía están muy inacabados. Se encuentran, por decirlo de alguna manera, en su primer estado bipolar incipiente. Como todavía son una especie de feto, no muestran la perfección y hermosura tan grandes que más tarde mostrarán como hombres acabados «a imagen y semejanza de Dios». Muchos muestran las huellas de la situación difícil y dolorosa de que son objeto, debido a la insensatez y consiguiente gran antipatía y persecución de la mayoría. Esta persecución no consiste solamente en las acciones por parte de la policía y judiciales, que en el peor de los casos pueden darse, sino también en muy alto grado en el desprecio, la antipatía y las calumnias a que son expuestos los seres bipolares por parte de sus semejantes ignorantes. Que esta persecución no haya podido tener lugar sin dejar rastro es muy natural. A algunos de estos seres también los vemos como seres asustadizos y vergonzosos de una manera no natural. Vemos a otros seres bipolares en los que la evolución de los polos se ha desequilibrado totalmente. Es por esto que vemos hombres que se han convertido en exageradamente femeninos, y mujeres que son extremadamente masculinas. Vemos a otros que han cogido caminos sexuales equivocados, perversidades, piromanía, cleptomanía y deterioros semejantes de su sistema polar. Hay todavía más tipos con desviaciones, pero al respecto debemos remitir a nuestra obra principal «Livets Bog», y a «La Imagen Eterna del Universo». Aquí insinuaremos simplemente que los seres bipolares, debido a estos estados anómalos y, así mismo, a causa de la mayor o menor simpatía o amor que muestran hacia su propio sexo, como ya hemos mencionado, no encuentran absolutamente ninguna comprensión en la inmensa mayoría, cuyos seres todavía no tienen conciencia de la bipolaridad y, por lo tanto, no pueden concebirla o comprenderla como un fenómeno natural. Debido al estado inacabado de los seres bipolares, éstos son considerados por la mayoría como parias, con la denominación común de «homosexuales». Es por esto que aquí queremos llamar la atención sobre el hecho de que el ser bipolar en su sentido más puro, verdaderamente avanzado, posee una delicadeza extraordinaria y un relevante amor al prójimo. Su naturaleza bipolar es tan discreta y disciplinada que nunca molesta a nadie, es más, para terceras personas es difícil de descubrir. Este ser no está, naturalmente, casado, pero hay casos en que un ser así vive en amistad íntima con otro ser bipolar semejante del mismo sexo. Por lo general son muy intelectuales y a veces son genios de gran talento artístico, frecuentemente son un ejemplo para otros. La humildad y la modestia son muy prominentes en estos seres. Son seres que no están lejos del estadio de la gran iniciación o «el gran nacimiento», y con él alcanzarán «conciencia cósmica» permanente, que es lo mismo que «conciencia de Cristo». Tras esta iniciación se convierten en «el hombre acabado a imagen y semejanza de Dios».
      Es por medio del desarrollo del amor universal que la humanidad se salvará. Por consiguiente es estúpido y destructivo para la civilización o cultura y la vida perseguir, castigar, insultar y despreciar a los seres que ya tienen el amor al prójimo como un talento sobresaliente en su modo de ser. Esto es un sabotaje contra la redención del mundo y sus ejecutores y, con ello, un sabotaje de la creación por Dios del «hombre a su imagen y semejanza». Sin el talento del amor universal en el modo de ser de los hombres, la paz y bienaventuranza de la navidad no se convertiría jamás en un hecho para la humanidad de la Tierra. Toda la misión de Cristo y sus palabras sobre el amor al prójimo, toda su crucifixión, sufrimiento y muerte no servirían entonces para nada. Así mismo el martirio de sus discípulos y de la gran cantidad de primeros cristianos habría sido totalmente en vano y, por consiguiente, carecería de sentido. ¿Para qué la predicación estimuladora del amor en iglesias y templos de todo el mundo, a lo largo de milenios, por millones de sacerdotes? ¿No son rayos del espíritu de Dios en la creación del «hombre a su imagen y semejanza»? ¿No es un eco de la voz eterna de Dios en la oscuridad: «Hágase la luz»?


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