Martinus: Dos clases de amor, cap. 50.

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Cap.:
(1-54)

Capítulo 50

La unipolaridad y «el disfrute del árbol de la ciencia». La bipolaridad y «el disfrute del árbol de la vida»

En lo que antecede ya hemos mencionado cómo los talentos para el matrimonio o apareamiento de los hombres inacabados están degenerando. Hemos comentado cómo esta degeneración creaba matrimonios desdichados. Pero esta degeneración de la unipolaridad continúa y aleja a los seres del estado de matrimonio o apareamiento unipolar. Miles de hombres nacen y viven toda su vida solteros. No se sienten en absoluto atraídos por el acto de apareamiento unipolar, es decir, el acto de apareamiento entre el sexo masculino y el sexo femenino. Esto no significa que la necesidad de experimentar «el fuego supremo» también se haya marchitado totalmente en los seres en cuestión. Al contrario, sigue creciendo con el desarrollo del amor universal. Los órganos del amor universal o los talentos de la disposición a la simpatía tienen, claro está, que desarrollarse para una forma totalmente distinta del desencadenamiento del «fuego supremo». Volveremos de nuevo a la experimentación del «fuego supremo» por el hombre acabado o perfecto. Este ser no necesita el enamoramiento o posesión sexual o amor artificial para experimentar el fuego supremo. No necesita el amor artificial, porque tiene el amor verdadero o absoluto. Pero, durante la degeneración de la forma unipolar de desencadenamiento del fuego supremo, el amor universal empieza a originar en el ser la necesidad de un desencadenamiento culminante con otro ser. Pero como la necesidad ahora ya no es unipolar, ya no es el sexo contrario el objeto del desencadenamiento de este deseo. Esto quiere decir que el hombre ya no es atraído sexualmente por la mujer, del mismo modo que la mujer ya no es atraída sexualmente por el hombre. ¿Por quién son entonces atraídos? Son atraídos por otro ser u otra situación que cada vez más es desencadenada por el incipiente amor universal que se encuentra en el ser. El amor universal reemplaza aquí la simpatía de apareamiento o estado de enamoramiento, que está degenerando o agonizando en el ser, y cuyo objeto sólo puede ser un ser de sexo contrario. Cuando el deseo sexual del hombre ya no se dirige hacia la mujer y el deseo sexual de la mujer ya no se dirige hacia el hombre, es natural que sean atraídos por seres de su mismo sexo. El fuego supremo, en su nueva estructura psíquica basada en el amor universal, no hace de ninguna manera que los seres sean atraídos sexualmente por el sexo contrario, del mismo modo que tampoco es una simpatía artificial, un enamoramiento o posesión, sino que es exclusivamente puro amor. Por esto, allí donde los seres están totalmente libres de la unipolaridad, y su conducta sexual es estimulada totalmente por la bipolaridad, no puede surgir ninguna forma del presunto «mal». Aquí no pueden surgir celos, rivalidades, envidia, odio ni deseos de venganza, no puede surgir asesinato u homicidio contra animales ni contra hombres. Todos aman a todos, y todos los hombres bipolares pueden desencadenar el contacto de amor universal del fuego supremo con todos los seres igualmente bipolares. El fuego supremo, basado en el amor universal, hace que los seres vivan la experiencia de ser uno con Dios en todas las situaciones de la vida, gracias a la oscuridad o sufrimiento, y la consiguiente sabiduría y discernimiento, que la época de unipolaridad les da a los seres. Lo que les dio la experiencia de lo que era bueno y malo fue «el disfrute del árbol de la ciencia». Tras haber aprendido esto y haber accedido a la bipolaridad fueron predestinados a una existencia en la que jamás podían equivocarse y, por consiguiente, tampoco podían nunca recibir sufrimientos o un destino oscuro. Aquí los seres disfrutan la luz suprema en su existencia altamente espiritual conviviendo con Dios con conciencia diurna. Esta vida común con Dios es lo que se denomina con el concepto «disfrute del árbol de la vida».

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