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Índice de Dos clases de amor   

 

 
Capítulo 48
La zona de los matrimonios desdichados
La persecución descrita puede considerarse, como ya hemos dicho, un sabotaje contra el desarrollo de la nueva facultad. Y esto también ha hecho que esta incipiente facultad divina, a veces, se haya desviado en mayor o menor grado y, de este modo, haya llevado a los seres por caminos sexuales anormales que han dado lugar a grandes sufrimientos psíquicos y físicos para ellos. Pero el desarrollo de esta facultad divina no puede detenerse. Sigue creciendo y da lugar a que entre los seres surjan relaciones de simpatía que conocemos como «amistades», que en realidad se basan en un incipiente amor universal. Pero estas amistades hacen en muchos casos que los matrimonios de estos seres se disuelvan. Un hombre casado que tiene una amistad muy fuerte con una mujer fuera de su matrimonio, o una mujer casada que, de manera parecida, entabla una fuerte amistad con un hombre fuera de su matrimonio, se encuentran muy fácilmente en una situación en la que su matrimonio se desmorona y tiene que disolverse. En innumerables casos amistades así del cónyuge con personas de sexo contrario fuera del matrimonio crean una atracción sexual hacia el amigo o del amigo hacia el cónyuge. Esto lleva, en la mayor parte de casos, a la infidelidad del cónyuge hacia su cónyuge y, por consiguiente, al adulterio con la persona amiga. Por regla general esto conduce, a su vez, al divorcio, al dolor y sufrimiento de la parte abandonada. Aquí vemos que el matrimonio ya no es tomado verdaderamente en serio por muchas personas, y que no retroceden ante el hecho de ser infieles y cometer adulterio. Otras van de un matrimonio a otro, algunas incluso viven toda una serie de matrimonios que de modo sucesivo se disuelven con el divorcio.
      En una gran zona de la humanidad terrena los matrimonios están, así pues, en degeneración y disolución. Muchas personas viven aquí con infidelidad y adulterio sin tener ninguna consideración hacia su matrimonio legal y su partida de matrimonio, sin tener ninguna consideración con el sufrimiento y decepción que esto produce en las partes abandonadas. Engendran hijos sin estar casados y, así, en muchas ocasiones tampoco cumplen con ellos, de modo que los hijos no tienen un hogar o una educación normal. A esta época de vida de los hombres inacabados debemos denominarla «la zona de los matrimonios desdichados». Esta degeneración matrimonial se debe, así pues, al incipiente desarrollo del amor universal en el ser. Esta incipiente, alta simpatía puede tener lugar en contacto con el amor de apareamiento. Y con esta nueva facultad para la simpatía en conexión con la simpatía de apareamiento, ésta última adquiere, de modo correspondiente, unas dimensiones exageradas y el instinto sexual del ser así mismo se intensifica. Al mezclarse con la incipiente simpatía del amor universal, la simpatía del apareamiento ya no se encuentra en su forma pura de normal simpatía matrimonial. El ser ahora no siente sólo simpatía por su cónyuge, sino que, en virtud de la mezcla de esta simpatía con el incipiente amor universal, también siente una correspondiente incipiente simpatía por seres fuera del matrimonio. Y aquí encontramos la propia invitación que la vida hace a los seres para una nueva forma de «disfrute del árbol de la ciencia». Aquí hay un campo muy grande, en el que los seres todavía tienen que aprender lo que es bueno y lo que es malo. La incipiente simpatía hacia el prójimo o simpatía del amor universal, que se ha mezclado con la simpatía del apareamiento, hace que el ser no pueda satisfacer la consiguiente hambre sexual intensificada en la zona sexual reservada al matrimonio. Y con el incipiente amor al prójimo se crean fácilmente las mencionadas amistades, que en múltiples ocasiones llevan al cónyuge a ser infiel en el matrimonio, lo cual por regla general conduce a la disolución del matrimonio y a las penas y sufrimientos consiguientes. Vemos que la humanidad terrena está en tan alto grado llena de desdichados cónyuges divorciados y de hijos de los matrimonios divorciados que son desdichados y se encuentran en una mala situación, y de seres que ya no sirven para el matrimonio, seres que viven permanentemente en el adulterio aquí y allí, que con ello se ve que el matrimonio o el estado de apareamiento animal hace tiempo que ha comenzado a degenerar o disolverse. Pero el amor universal sigue desarrollándose en el ser y gradualmente – como resultado de los sufrimientos y del karma, a que el abandono e infidelidad matrimonial ha dado lugar – aventaja a este amor de apareamiento o de matrimonio y lleva al ser poco a poco a amar a su prójimo como a sí mismo. «El árbol de la ciencia» nos ha enseñado que ser infiel y adúltero o realizar el acto de apareamiento con seres fuera del matrimonio va en contra de la ley del matrimonio. También es, naturalmente, inmoral hacer promesas solemnes con respecto a otras cosas graves, si las promesas se infringen. Mientras un ser se comprometa en matrimonio, tiene que someterse de manera absoluta a la ley cósmica del matrimonio. Al infringir esta ley, uno no puede de ninguna manera disculparse con que uno está muy evolucionado y no puede someterse a la moral y a la ley del matrimonio. Cuando uno tiene corazón para ser infiel, para faltarle tanto al cónyuge como a los posibles hijos del matrimonio, cuando es capaz de destruir el hogar simplemente para iniciar una vida sexual común con una nueva pareja, esto no manifiesta un verdadero y absoluto amor al prójimo. Todo esto forma parte, en mayor o menor grado, de la conciencia diabólica. Tampoco es ninguna disculpa alegar que muchos otros hombres infringen del mismo modo las grandes leyes eternas de la vida.


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