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Índice de Dos clases de amor   

 

 
Capítulo 42
El nacimiento del amor universal
La humanidad terrena inacabada ha empezado a desarrollar poco a poco un débil, incipiente amor universal. Se reconoce porque va en dirección contraria al animal, que estimula el estado de guerra, la muerte y el asesinato o todo el mal. La mentalidad humana, al contrario, es soportada cada vez más por el amor universal, a medida que el ser avanza en su evolución y pasa por su karma oscuro. El amor universal estimula la luz suprema, la mayor alegría y deseo de vivir existentes. A medida que se desarrolla en el hombre, lo lleva a ser una bendición y alegría para todo aquello con lo que entra en contacto. El hombre adquiere la facultad de amar la vida y, con ella, a Dios y todas las cosas con toda su alma y al prójimo como a sí mismo. Perdona fácilmente a su prójimo, no sólo siete veces, sino hasta setenta veces siete veces cada día. De este modo, ama a sus enemigos y bendice a los que lo maldicen, lo insultan y se burlan de él. Que un cumplimiento así de la ley del amor crea el reino humano perfecto o reino de los cielos en la Tierra se da, naturalmente, por descontado. Pero, ¿cómo se convierte cada hombre en un ser así, en un ser luminoso, afectuoso y, por consiguiente, en un sol vivificante y portador de alegría para su entorno? Para que el ser pueda convertirse en un sol que ilumina y calienta a su entorno, que en realidad es lo mismo que ser un «hombre» evolucionado «a imagen y semejanza de Dios», tiene ante todo que pasar por el mundo de la oscuridad, para aquí, a través del disfrute del árbol de la ciencia, adquirir el conocimiento totalmente perfecto de lo que verdaderamente es bueno y lo que verdaderamente es malo. Y cuando el hombre comenzó a adquirir la facultad humana, se desarrolló rápidamente al servicio del principio mortífero. Y por medio de la inteligencia humana se desarrolló su capacidad homicida o mortífera millones de veces. Pero cuanto más desarrollada estaba su capacidad mortífera o diabólica, más maldad, sufrimiento, muerte y destrucción podía causarle a su prójimo. Pero lo que sucede es que el hombre fracasa con su modo de ser malo. La ley del karma hace que este mal se convierta, precisamente en su destino futuro. Cuanto más mal le hace a su prójimo, más malo se convierte su destino futuro. Y, de este modo, cuanto más mal experimenta, más crece en su conciencia una aversión hacia este modo de ser mortífero. Los sufrimientos desarrollan en el ser la facultad humana o incipiente amor al prójimo o amor universal. Esta incipiente facultad divina está presente en cada hombre terreno avanzado como la facultad que decide el mal que este ser no tiene corazón para hacer. Esta facultad evoluciona surgiendo de los sufrimientos por los que su origen debe pasar según su karma.


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