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Índice de Dos clases de amor   

 

 
Capítulo 41
Por qué tenemos que usar la expresión «conciencia diabólica»
Ya hemos visto este lado del hombre futuro desarrollarse más y más como una conciencia animal sin corazón, que, a su vez, es en mayor o menor grado, el fundamento de la vida del hombre terreno prominentemente materialista o ateo. Este lado de la mentalidad del hombre terreno moderno es el origen de todo el moderno estado de preparación para la guerra, con sus bombas atómicas y demás máquinas infernales o aparatos de muerte. Como ya hemos visto, este lado del hombre terreno inacabado es tan superior a la capacidad mortífera del animal, que no lo podemos llamar «animal». Y como el hombre perfecto carece totalmente de mentalidad de homicidio o de guerra, tampoco podemos calificar este lado del hombre inacabado de «humano». Sólo hay, por consiguiente, una expresión para este hombre terreno en la culminación de la oscuridad, a saber, «el diablo», que en la Biblia expresa simbólicamente todo «el mal». Un «diablo» en un sentido absoluto no existe. Absolutamente toda la conciencia del universo, tanto la luz como la oscuridad, es la conciencia de Dios. Ya hemos aprendido aquí que la oscuridad es la conciencia secundaria de Dios, y que la luz es la conciencia primaria de Dios, y que estas dos formas contrarias de conciencia son una condición absoluta para la existencia de toda conciencia. Sin la existencia de estas dos formas de conciencia sería imposible toda forma de experimentación de la vida y de manifestación. Por «conciencia diabólica» se entiende lo totalmente contrario a la conciencia de Cristo que, en realidad, es amor universal. La humanidad terrena actual representa, así pues, un grado muy destacado de esta mentalidad oscura o conciencia diabólica. Es esta mentalidad la que estimula su estado belicoso y mantiene a la humanidad en un estado armado en permanente alerta entre las guerras. En la Tierra todavía no ha existido nunca una paz verdadera. Esto habría, claro está, requerido que los hombres en una época muy temprana ya hubieran evolucionado llegando a ser totalmente «hombres a imagen y semejanza de Dios», lo cual nunca ha tenido lugar en el actual ciclo de espiral.


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