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Capítulo 39
La conciencia diabólica y sus efectos como destino oscuro
Un hombre muy inacabado sólo es, en realidad, un animal inteligente. Pero como sobrepasa al animal en mentalidad maligna, a la mentalidad de este ser debemos darle el nombre de «conciencia diabólica». Este estado de conciencia en los hombres implica despliegue de asesinato, homicidio y actos de venganza, fraude y mentira o falta de verdad, infidelidad en el matrimonio y en otras relaciones de confianza, adulterio de hombres con esposas de otros hombres y adulterio de mujeres con esposos de otras mujeres, destrucción de matrimonios y provocación de divorcios con la injerencia sexual, ilegal de terceras personas en aquellos, divorcios debido a relaciones sexuales ilegales o adulterio de los cónyuges con seres fuera del matrimonio. A ello se le añade el destino desdichado que a veces sufren los hijos debido al divorcio de sus padres. Así mismo tienen lugar abortos ilegales, asesinato de fetos y de niños. En esta zona de los matrimonios desdichados también encontramos niños que han sido abandonados por sus padres solteros, que los han puesto en el mundo sin pensar en absoluto en crear un hogar para estos hijos suyos. Si otras personas no se ocupasen de ellos no podrían sobrevivir. Mofarse y despreciar toda la parte religiosa y espiritual de la vida también forma parte del estado de conciencia que no puede decirse que sea animal y, naturalmente, tampoco es humano. Y así también tenemos que ubicar toda la intolerancia mortífera en la conciencia diabólica. ¿No ha llevado sobre los hombres mucha desgracia y mucho sufrimiento, creando cientos de mártires? ¿Y qué se ha puesto en vez de la religiosidad tan fuertemente decreciente? ¿No se ha puesto en su lugar el ateísmo, el materialismo y el estado de alerta contra la guerra? ¿No se han cubierto ciertos territorios con armas nucleares, diabólicas engendradoras de muerte y de infierno para salvar con ellas la civilización y la cultura del mundo, aunque en la ley de la vida está escrito de manera inalterable: «Vuelve tu espada a la vaina, porque todos los que se sirvieren de la espada a espada morirán»? (Mat. 26,52) No creen que el mismo mandato divino también está vigente para las armas nucleares o para otras de las máquinas de guerra y de muerte modernas? En vez de salvar la civilización y la cultura del mundo, los seres se han convertido en los instrumentos de Dios para desencadenar todo el karma colectivo, cuya causa han creado los hombres en vidas anteriores, a lo largo de cientos de años.
      ¿Qué han hecho los hombres? Han hecho la guerra y cometido asesinatos en masa contra sus prójimos. Además han matado animales a millones y siguen con esta matanza masiva de animales, tanto en los mares como por tierra. Es un asesinato en masa para el que no existe en absoluto ningún fundamento cósmico que lo haga una condición para la vida. Pero los hombres, debido a un montón de costumbres erróneas y opiniones equivocadas, han hecho de la matanza de animales una condición de vida. A lo largo de milenios se han sugestionado cada vez más con la idea falsa al cien por cien de que la alimentación animal es una condición de vida para el hombre. Como todo lo que se hace contra otros seres vivos regresa a su origen y crea su destino, se comprende qué océano de karma oscuro, enormemente sanguinolento y saboteador de la vida, se ocasionan los hombres solamente con su alimentación animal. Es cierto que la humanidad no puede repentinamente cambiar sus tradiciones y costumbres milenarias. Pero esto no cambia el hecho de que todo este estado de homicidio sea una infracción del quinto mandamiento: «No matarás» (Ex. 20,13). Esta infracción no libera a los hombres del consiguiente karma, ya se trate de efectos del modo de ser mortífero u oscuro de los hombres para con animales o bien para con hombres. Este karma de los hombres se desencadena en gran medida a través de desencadenamientos colectivos en forma de guerras y catástrofes naturales. Pero el karma de cada ser individual encuentra inevitablemente a su origen, a pesar de desencadenarse colectivamente. Cada ser recibe, de este modo, exactamente el karma que él mismo ha desencadenado. Pero el karma de los seres también llega, naturalmente, en gran medida separadamente a su origen, aunque no haya ninguna clase de guerra o catástrofes naturales. La humanidad terrena se encuentra, así pues, en la culminación de su iniciación en la oscuridad. En la época de civilización o cultura moderna vemos por todas partes las llamas mortíferas y portadoras de sufrimiento del infierno o cataclismo. Pero incluso en esta época, la más negra de la vida de los hombres inacabados, la luz del espíritu de Dios está presente en cada ser vivo. Y en esta luz surgirán de la oscuridad, y en la nueva época mundial que está comenzando se convertirán en «el hombre a imagen y semejanza de Dios».


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