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Índice de Dos clases de amor   

 

 
Capítulo 33
Por qué Jesús escogió la crucifixión
Vemos claramente aquí que el amor del apareamiento o del matrimonio no está calculado para ser el fundamento de la vida de un mundo superior, en el que el principio mortífero está proscrito, y el fundamento o ley de la vida prescribe: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mt. 22,37-39).
      Es fácil ver que este gran mandato divino se refiere a un amor muy distinto al amor de apareamiento. En este gran mandamiento de amor del redentor del mundo encontramos la ley para un estado de cultura, para un reino de la luz o del amor que está muy por encima de las zonas mortíferas, de las zonas infernales y sin amor del reino animal, en las que es una condición de vida matar para vivir. Así se comprende mejor por qué Cristo en el Jardín de Getsemaní escogió la crucifixión en vez de renunciar al mensaje de luz de su Padre eterno que había traído a la humanidad. Este mensaje de luz, que era la mayor revelación de amor que la humanidad jamás haya recibido, este mensaje, acentuado con la crucifixión del mensajero del propio Dios, es nada menos que el nacimiento de una nueva época del mundo, en la que la profusión de rayos del espíritu de Dios brillará y resplandecerá en todos los ojos, bendecirá y acariciará a través de todas las manos y convertirá a todos los hombres de la Tierra en uno con el Padre eterno. Esta nueva época del mundo es «el gran nacimiento» o iniciación cósmica de la Tierra, que convertirá el estadio de la cultura o civilización de la humanidad en una con «el reino de los cielos».
      Así vemos que no era el amor de apareamiento lo que era el fundamento de la vida del redentor del mundo, ni su misión. Su fundamento y su misión era, al contrario, única y exclusivamente el amor universal absoluto, y cada vez está más claro que sólo este amor es la salvación del mundo. Sin la entrada del amor universal en los corazones de los hombres y en la cultura y civilización del mundo, nunca cesará la tiranía y el infierno de la guerra.


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