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Índice de Dos clases de amor   

 

 
Capítulo 21
La conciencia primaria de la Divinidad
Los hombres inacabados no pueden percibir a los seres vivos como instrumentos de Dios o como una unidad coherente, inseparable que constituye la Divinidad. Perciben a los seres vivos como cosas, que han sido creadas, igual que otras cosas u otros fenómenos creados. Perciben a la Divinidad como un ser aislado e independiente, totalmente fuera de la zona de vida de los seres vivos y, por propia naturaleza, totalmente independiente de ellos. Pero el primer e incipiente instinto religioso de los hombres les permite a éstos, mucho antes que su inteligencia esté desarrollada, percibir vagamente que hay una «Providencia», un «Dios» o «dioses» tras todo el mundo material, visible. A medida que el instinto religioso se desarrolló, la creencia en la Divinidad omnipotente se volvió más inalterable, lo cual fue subrayado por Cristo, que definió a la Divinidad tanto como «Divinidad» que como «Padre». Y mejor y más acertada expresión para el origen del universo no existe, ya que este ser supremo es el centro vivo, el absolutamente único ser existente del que emana toda la vida volviendo de nuevo a él, estimulando la sabiduría universal y la omnipotencia, animada por el eterno océano luminoso del amor universal por el tiempo y el espacio, por toda la eternidad.
      Como ya hemos visto, la Divinidad no es en absoluto ningún ser que esté aislado o apartado del ser vivo, sino que, precisamente, existe como idéntico a todos los seres que existen en el universo, que conjuntamente constituyen su X1, X2 y X3, que, a su vez, lo muestran de manera inalterable como «un ser vivo». La conciencia de este ser vivo está eternamente dividida en seis zonas de órganos o experimentación de la vida. A estas zonas ya las conocemos como reino vegetal, reino animal, reino humano, reino de la sabiduría, mundo divino y reino de la bienaventuranza. El reino mineral es una estribación de este último reino en el mundo físico. De estas zonas de órganos de la Divinidad, el reino humano acabado, el reino de la sabiduría, el mundo divino y el reino de la bienaventuranza constituyen conjuntamente la zona de la conciencia primaria de la Divinidad. Por medio de los seres vivos de estos reinos la Divinidad despliega la omnipotencia, la sabiduría universal y el amor universal perfecto y dirige, de este modo, todo el universo.


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