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Capítulo 18
El Adán durmiente de la Biblia
Como hemos visto aquí, la creación del hombre por Dios a su imagen ha entrado en vigor. Adán está saliendo del reino de la bienaventuranza, del paraíso que bendijo su existencia con la profusión luminosa de las copias de oro y que todavía seguirá resplandeciendo sobre su viaje, hasta que por medio de nuevos sentidos comience a orientarse en el mundo físico. Con esta incipiente percepción en el mundo físico el ser se ha convertido en un «ser planta». Además de su facultad instintiva, que dirige automáticamente las funciones de su vida física, tiene ahora la facultad de poder «percibir vagamente». Con esta facultad de percepción vaga puede, de este modo, «percibir vagamente» placer y malestar. Puede abrir sus flores al calor del sol. Y puede cerrarlas al frío de la noche. Pero todavía no puede experimentar o percibir claramente qué es este calor y este frío. Todavía no puede oír ni percibir con los otros sentidos físicos. Éstos pueden considerarse prácticamente como no nacidos todavía. Aquí, en el mundo exterior, Adán todavía es un ser durmiente. Pero en lo más profundo de su ser vive todavía en la profusión resplandeciente de bienaventuranza de las copias de oro. El ser planta todavía aparece, así pues, como el ser al que la Biblia denomina «Adán».


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