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Capítulo 17
Los seres y el reino mineral
Desde el reino de la bienaventuranza los seres tienen ahora que pasar al mundo exterior espiritual y físico de un nuevo ciclo de espiral. Este paso tiene lugar de una manera totalmente automática por medio del principio del hambre y la saciedad. Cuando la experimentación de recuerdos del ser de bienaventuranza ha culminado, surge entonces en el ser una saciedad correspondiente o un rechazo de la experimentación de la luz y un hambre equivalente de experimentar la vida y manifestarse en la materia y el espíritu del mundo exterior. El deseo luminoso del mundo exterior de este ser de bienaventuranza se convierte aquí, junto con el hambre de millones de otros seres de bienaventuranza, en una fuerza colectiva, creadora que automáticamente pasa a la materia espiritual y física exterior. La reacción del reino de la bienaventuranza en la materia espiritual y física del mundo exterior es el proceso creador divino que conocemos como cristalización, toda la creación de sustancias sólidas, creación de minerales, desde las piedras más preciosas, cristalinas y de colores que usamos como joyas hasta las formaciones más toscas de rocas y además todas las otras formaciones minerales, platino, oro y plata, etc. La energía de la bienaventuranza es, así pues, la energía más elevada en la aparición de manifestaciones minerales. Estas manifestaciones constituyen conjuntamente lo que denominamos «reino mineral». Las manifestaciones minerales son, así pues, la reacción de la primera incipiente creación de los seres en las materias del mundo exterior. Por medio de la continuación de este proceso creador divino a través de las zonas oscuras, el ser vivo, cual un ave Fénix, surgirá de nuevo de la oscuridad y en el nuevo ciclo de espiral revelará su existencia eterna como «hombre a imagen y semejanza de Dios» y, con ello, culminará como la luz eterna de Dios en las zonas o reinos luminosos del ciclo de espiral.


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