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| Índice de Dos clases de amor |
Capítulo 15
Junto al punto del ciclo de espiral en que la experimentación de la luz cambia de dirección
Cuando el ser vivo, tras haber concluido su evolución y haberse convertido en «el hombre» perfecto «a imagen y semejanza de Dios», ha vivido esta existencia en la culminación de la luz en los mundos superiores, entonces el principio de la saciedad también se deja sentir aquí.
Y el ser comienza a estar saciado de esta existencia divina y luminosa, bastante indiferentemente de lo divinamente luminosa que pueda ser.
En el ser surge una incipiente atracción hacia el contraste de la luz.
Con esta atracción interior hacia el contraste de la luz comienza la degeneración de esta existencia de luz, y los sentidos externos del ser degeneran hasta un estadio latente, de modo que poco a poco pierde totalmente la facultad de percibir sensorialmente o experimentar en el mundo espiritual exterior.
Y de ahí en adelante no hace ninguna experiencia aquí.
Como hemos dicho, vive totalmente inmerso en la experimentación de los recuerdos de la enorme zona de espiral por la que ha pasado experimentando la vida.
Y como sobre todo es de la experimentación de la luz de lo que se ha saciado, lo que ahora constituye sus copias de oro más luminosas y tiene una correspondiente influencia fomentadora de bienaventuranza en el ser son, en grado equivalente, los recuerdos especiales de oscuridad del reino animal o zona del principio mortífero del ciclo de espiral que ya ha vivido.
Pero estas experiencias de recuerdos también están sujetas al principio de saciedad. Este principio pierde su fuerza a medida que el ser se sacia de estas experiencias. Y la única manera de satisfacer el creciente deseo de oscuridad es que el ser viva de nuevo la oscuridad en el reino animal o zona oscura de un nuevo ciclo de espiral. |
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