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Índice de Dos clases de amor   

 

 
Capítulo 13
Adán en el reino de la bienaventuranza
«El Adán» de la Biblia es, por consiguiente, un ser que ha vivido hasta el final tanto la culminación de la oscuridad como la culminación de la luz, y ahora se encuentra en la época final de un ciclo de espiral que está desapareciendo y en la tierna incipiente época de un nuevo ciclo de espiral. Estas dos épocas forman, de este modo, un estadio intermedio. En este estadio intermedio los seres no tienen ninguna conciencia externa, ni física ni psíquica. Tienen conciencia diurna, pero esta conciencia es soportada exclusivamente por su sentido de la memoria o recuerdo, que precisamente aquí se encuentra en su mayor perfección y en su mayor estado de despliegue. Los seres aquí no pueden vivir nada en absoluto en la parte del mundo espiritual que llamamos «el mundo espiritual exterior». Sus facultades de percepción, fundamentales para hacer experiencias físicas y espirituales exteriores, han degenerado hasta un estado latente. Por consiguiente, el ser aquí, en este estadio intermedio, sólo puede experimentar sus recuerdos del ciclo de espiral que ya ha vivido. A este mundo suyo de recuerdos lo denominamos «su mundo interior». En este mundo interior suyo experimenta la vida en forma de sus recuerdos, mientras que al mismo tiempo, de manera automática y no consciente, pasa del ciclo de espiral ya vivido al incipiente comienzo del nuevo ciclo de espiral.
      Como sólo experimenta la vida en forma de sus recuerdos, este estado se convierte hasta un cierto grado en una especie de estado de descanso divino en una atmósfera de luminosa bienaventuranza. Los recuerdos tienen, precisamente, la propiedad de volverse cada vez más luminosos y radiantes cuanto mas viejos se hacen o cuanto más tiempo ha pasado, desde que surgieron por medio de la experimentación del mundo físico y del mundo espiritual exterior por el ser. Por esto, en nuestros análisis cósmicos hemos denominado estos recuerdos de los acontecimientos u objetos que constituyen los recuerdos «copias de oro». Esta época de experimentación de recuerdos o copias de oro en el estadio intermedio entre dos ciclos de espiral ya la conocemos como lo que hemos denominado «reino de la bienaventuranza». Aquí hemos visto que, aunque el ser vivo pasa por una época en el mundo físico y en el mundo espiritual exterior en la que no tiene ninguna conciencia diurna en absoluto, porque toda su estructura orgánica de percepción con respecto a estos dos mundos está latente y descansando, la estructura de su vida es sin embargo tan perfectamente divina y está tan amorosamente dispuesta, que el ser en este paso totalmente falto de conciencia de un ciclo de espiral a otro se encuentra, sin embargo, en una forma de experimentación de la vida que lo lleva exclusivamente a culminar en alegría, felicidad y bienaventuranza. Y de este modo confirmamos aquí lo eterna e inmortal que es la experimentación de la vida.


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