Lee y busca en El Tercer Testamento
   Cap.:  
(1-54) 
 
Búsqueda avanzada
Índice de Dos clases de amor   

 

 
Capítulo 12
«El Adán» de la Biblia no es ni «animal» ni «hombre», no es ni «de sexo masculino» ni «de sexo femenino»
La experimentación eterna de la vida de los seres se forma, así pues, de una cadena infinita de estas épocas de vida en las dimensiones de espacio y tiempo o ciclos de espiral. En cada época de vida, el ser experimenta una culminación de la oscuridad y una culminación de la luz y, de este modo, se predestina a poder continuar experimentando la vida y manifestándose en una nueva época cósmica de conciencia o de vida, que, como ya hemos dicho, en nuestros análisis cósmicos denominamos ciclo de espiral. La Biblia empieza su narración de la creación con el comienzo de un nuevo ciclo de espiral así. Lo que se cuenta en la narración de la creación de «Adán» tampoco es el absoluto comienzo del ser vivo. Como ya hemos dicho, el ser vivo no tiene ningún principio ni fin, sino que constituye una realidad eterna. Pero la narración sobre Adán simboliza algo del estado en que el ser vivo se encuentra en su paso automático de una espiral a otra. Adán es el símbolo del ser vivo que ha vivido hasta el final un ciclo de espiral y ahora va a comenzar en un nuevo ciclo de espiral. Por el momento se encuentra en el reino de la bienaventuranza, es decir, el estadio intermedio entre un ciclo de espiral terminado y el comienzo de otro. Adán es un ser totalmente espiritual que ha pasado por los elevados reinos espirituales, ha sido uno con Dios, ha estado en la profusión de rayos eternos de Dios. Este ser no es ni animal ni hombre, no es ni de sexo masculino ni femenino, no es ni bueno ni malo. No tiene, claro está, ninguna conciencia externa ni ningún organismo. Sólo tiene en él la facultad de experimentar recuerdos del ciclo de espiral que ya ha vivido y, por consiguiente, va camino de pasar a un nuevo ciclo de espiral.
      Ahora vamos a seguir al ser-adán en su despertar y nueva creación de conciencia y manifestación en la aurora de un nuevo ciclo de espiral. Así presenciaremos la creación por Dios del «hombre a su imagen y semejanza» y, con ello, se nos acentuará de una manera total que el amor universal es el tono fundamental del universo. Es la conciencia de Dios. Es el espíritu de Dios que todo lo penetra. Este espíritu en la conciencia, la psique y el modo de ser convierte al hombre en la luz eterna en la oscuridad.


Comentarios pueden mandarse al Martinus-Institut.
Información de errores y faltas y problemas técnicos puede mandarse a webmaster.