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Índice de El camino al paraíso   

 

 
Capítulo 34
Por qué todos los seres experimentan un paraíso adaptado a cada uno de ellos
Dado que en la zona física los seres vivos no están igual de avanzados evolutivamente y, por consiguiente, se encuentran en estadios mentales sumamente diferentes con facultades y disposiciones sumamente diferentes, su facultad de pensar y experimentar es también, de modo correspondiente, sumamente diferente. Mientras todos los seres, que han atravesado la época de las reencarnaciones o renacimientos y, con ello, han llegado a experimentar la verdadera realidad, la verdaderamente absoluta solución del misterio de la vida, pueden disfrutar el paraíso primario y absoluto de esta realidad, los seres que todavía están más o menos inacabados no pueden experimentar el verdadero paraíso como una vivencia luminosa divina y culminante. Por lo tanto, sólo pueden vivir el paraíso como la experiencia que para ellos es el más elevado y más feliz ideal con respecto a la experimentación de la vida. ¡Imaginen qué divino es este sistema del universo! Si no fuera precisamente así, todos los seres tendrían que esperar a haber atravesado toda la parte oscura del ciclo de espiral hasta la época del gran nacimiento, antes de poder de alguna manera experimentar algún paraíso o una existencia verdaderamente luminosa. La vida existe, por consiguiente, de acuerdo con unas leyes tan divinas que todos los seres vivos sin excepción llegan a tener una experiencia de paraíso absolutamente luminosa entre cada vida física terrena. Esto está así absolutamente en vigor para hombres de todas las razas, de todos los pueblos, tanto para los seguidores de todas las religiones, de todas las sectas religiosas como para los que no creen en una vida tras la muerte. Esto está así en vigor para hombres con todos los conceptos de la vida, tanto para todos los denominados «malhechores» y suicidas como para los santos. Ningún ser en absoluto se escapa de una experiencia de paraíso entre sus vidas físicas terrenas, ya que las longitudes de onda a través de las cuales las ideas o construcciones mentales, que colisionan con su concepción de su más elevada existencia ideal o deseada, no pueden desencadenarse en la zona espiritual. Por lo tanto, aquí no puede originarse ningún cortocircuito, es decir, clases de pensamientos que se desencadenan como cólera, amargura, envidia, celos, amor desdichado, odio o deseo de venganza, intolerancia o cosas parecidas. Tales construcciones mentales o estados de ánimo forman parte de una zona con una longitud de onda tan baja que es imposible que se desencadenen en ninguna experiencia de paraíso del ser. Este lado de la naturaleza psíquica de los seres es puesto fuera de función al experimentar el purgatorio.


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