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Capítulo 6
Los procesos creadores acabados e inacabados de la manifestación de Dios
Con el conocimiento de la existencia de un ser vivo como origen de todos los movimientos, creaciones y funciones del inmenso océano de desencadenamientos de energía del universo, es más fácil comprender que todos los procesos creadores de la naturaleza son, en su resultado final, para alegría y bendición de los seres vivos. Aquí se nos confirma que no sólo existe un ser vivo u origen tras toda la manifestación del universo, sino que este origen también convierte en un hecho que su aparición o modo de ser es exclusivamente «amor» absoluto. La vieja denominación «Dios es amor» se convierte, de este modo, en realidad aquí. Si contemplamos nuestro propio organismo y los organismos de todos los otros seres, todos ellos en su estado normal existen, sin ninguna excepción, para ser una alegría y una bendición para su origen. Si contemplamos todos los otros grandes procesos creadores de la naturaleza, existen así mismo en su resultado final para ser una alegría y una bendición para seres vivos. La lluvia y el sol, ¿no son una alegría y una bendición? La rotación de la Tierra sobre su eje, de modo que alternativamente haya verano e invierno, día y noche sobre todo el planeta, ¿no es también una bendición? La creación de todos los diversos productos alimenticios o comestibles, que hoy tiene lugar por todas partes ¿no es una alegría y una bendición para los seres vivos?
      Es cierto que en la creación del hombre por Dios hay todo un océano de procesos creadores cósmicos que todavía no están terminados. Es natural que no parezca que estos procesos sean una alegría y una bendición para los seres vivos. ¿Cómo pueden las guerras, las desgracias y los sufrimientos ser una alegría y una bendición para los seres vivos? ¿Cómo pueden las catástrofes de la naturaleza, los terremotos, las inundaciones y cosas parecidas ser una alegría y una bendición para los seres que se ven afectados por ellas? ¿Cómo pueden los muy diversos tipos de enfermedades mortales, los destinos desdichados con muerte por hambre, muerte en campos de concentración, tortura o crucifixión ser una alegría y una bendición? Sí, ¿no sucede precisamente que el mundo, para el hombre terreno común, se muestra como un único e inmenso océano de injusticia? ¿Por qué un niño nace a una vida con enfermedad, miseria y sufrimiento y otro a una vida en el esplendor y la alegría, a la fama, la riqueza y el bienestar? ¿Por qué no nacen todos los hombres al mismo destino feliz? ¿Dónde está la bendición divina en todo esto? Como veremos a continuación, todos los estados desdichados sólo se deben a una única cosa, a que la Divinidad aquí no ha terminado de transformar a los seres vivos en «el hombre a su imagen y semejanza». Si observamos a los seres vivos en la zona mesocósmica, es decir, plantas, animales y hombres, es fácil ver que estos seres no están igual de avanzados en el proceso creador divino. Mientras las plantas y los animales todavía se encuentran en una especie de estado embrional, los hombres terrenos han avanzado tanto en esta creación que en su psique y modo de ser se puede empezar a vislumbrar el incipiente nacimiento del hombre perfecto. Y cuanto más ha avanzado el hombre terreno en este proceso de nacimiento, mayor amor se muestra en su modo de ser ante los otros seres y su entorno, y está más cerca de cumplir el objetivo del proceso creador divino, de constituir el hombre perfecto a imagen y semejanza de Dios.


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