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Capítulo 10
Por qué existen el primitivismo y los sufrimientos o la época de juicio final
Esta experimentación de la vida descrita la conocemos todos, dado que todos gozamos de ella. Vemos que esta experiencia, que también contiene manifestación o creación, va de odio culminante a amor culminante, que también significa brutalidad culminante y humanitarismo culminante respectivamente. Y la respuesta a las grandes preguntas: por qué tienen en resumidas cuentas que existir el primitivismo, la ignorancia, el odio y los sufrimientos o el presunto «mal», por qué la experimentación de la vida de los seres no es una experiencia permanente o ininterrumpida de sabiduría y amor, es inevitablemente que para que la experimentación de la vida pueda en fin tener lugar, tiene que ser una experimentación de contrastes. Cualquier experiencia sólo es posible en virtud de que está marcada por contrastes o antítesis. ¿Cómo podría un artista hacer un cuadro si en la existencia sólo hubiera un solo color y todo tuviera así que tener absolutamente el mismo color? ¿Cómo podrían existir las imágenes musicales, las obras de música o cosas parecidas si sólo hubiera un único sonido o tono? ¿Cómo podría, en resumidas cuentas, en un caso así haber un lenguaje hablado? ¿Cómo podría tener lugar una experiencia de bienestar, felicidad y alegría si no se hubiera experimentado de antemano malestar, desdicha y sufrimiento? En el mismo grado en que se ha sido objeto de sufrimientos o de un destino desdichado, se siente el destino contrario como bienestar, luz y felicidad. Para que los seres vivos puedan experimentar la más alta forma de felicidad, bienaventuranza y perfección en la experimentación de la vida, están absolutamente obligados a tener que experimentar el contraste a esta alta forma de experimentación, es decir, la oscuridad y los sufrimientos. Es por esto que todas las formas de experimentación de la vida de los seres vivos están organizadas en ciclos de espiral. Estos ciclos de espiral están divididos en esferas de conciencia especiales, que van de la culminación de la oscuridad a la culminación de la luz, que a su vez es lo mismo que la culminación del odio y la culminación del amor respectivamente. El reino vegetal es la primera de estas esferas del ciclo de espiral, el reino animal la siguiente y el reino humano la tercera. Luego las esferas ya no son de naturaleza física, sino que constituyen reinos de existencia espirituales o psíquicos. Estos reinos están explicados y descritos más ampliamente en mi obra principal «Livets Bog» como reino de la sabiduría, mundo divino y reino de la bienaventuranza.
      La vida eterna de los seres vivos es, así pues, un paso por estos reinos. Cuando han pasado estos seis reinos entran de nuevo en un nuevo ciclo de espiral para del mismo modo, pero con nuevas formas, pasar de nuevo por los seis reinos o esferas de este ciclo de espiral y así continuando a través de nuevos ciclos a lo largo de toda la eternidad. En cada ciclo el ser experimenta la culminación de la oscuridad para, en virtud de esta experiencia, poder adquirir la facultad de experimentar la culminación de la luz en el mismo ciclo. Como los seres, de este modo, renuevan la experiencia de la culminación de la oscuridad en cada ciclo, renuevan así o conservan su capacidad eterna de experimentar la vida y distinguir entre luz y oscuridad, y en virtud de este talento y por propio libre albedrío aparecen en la época luminosa de cada espiral como el hombre que culmina en la imagen de Dios a su semejanza y así son uno con Dios toda la eternidad.


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