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Índice de El principio de la reencarnación   

 

 
Capítulo 9
Efectos de la auto tiranía
Es imposible conciliar martirio y alegría, del mismo modo que sucede con el aceite y el agua. Y a esto hay que añadirle la ira y el rencor contra la otra persona que, en el estado de especulación, la mantiene constantemente en oposición. Pero ira y rencor tampoco pueden conciliarse con una normal alegría de vivir. Y como el mantenimiento de la salud absoluta, tanto del espíritu como del cuerpo, no puede ser estimulado de otra manera que, precisamente, con una normal alegría de vivir, aquí vemos cómo una persona así, en realidad aunque no conscientemente, se tiraniza a sí misma alimentando los pensamientos de ira y martirio. Como todos los pensamientos son destellos de fuerza que no sólo impregnan el cerebro y son dirigidas por él, sino que también impregnan la estructura de los átomos o microestructura tanto de la sangre y la musculatura como de los nervios, no es indiferente qué tipo de clases de pensamientos atraviesan, de este modo, la microvida y los órganos del organismo. Como los pensamientos alegres constituyen la fuerza vital normal de la estructura del organismo animal, esta fuerza vital es dañada en el mismo grado que la persona está llena de pensamientos de ira, depresión y martirio. Y cuando la fuerza vital ha sido dañada, esto significa, a su vez, que no tiene capacidad suficiente para estimular las funciones normales de la vida que tienen que manifestarse exclusivamente como una permanente alegría de vivir. Y no tener fuerzas para estimular las funciones normales, cotidianas de la vida sólo puede percibirse como «cansancio». Cansancio sólo es síntoma de falta de fuerza vital.
      La causa del cansancio no natural de los hombres es, de este modo, que ya no son hombres prehistóricos en su forma más pura, su evolución a través de los tiempos ha llevado consigo que ya no puedan soportar vivir con las leyes no escritas del pasado o de los hombres salvajes que se concentran, exclusivamente, en la moral del poder: «Ojo por ojo y diente por diente». Sus nervios no pueden, simplemente, seguir tolerando ser impregnados por la mentalidad animal, que también puede expresarse como «que cada cual piense en sí mismo». Para esto ha llegado a ser demasiado «hombre». Sin embargo, actualmente sucede que miles y miles de hombres estimulan en muy alto grado, en su función de pensamiento diaria, los pensamientos de ira y depresión conjuntamente en una sensación de martirio que mantiene toda la alegría de vivir y, con ello, la fuerza vital normal lejos tanto del alma como del cuerpo. Y aquí estamos junto a la causa más profunda de todas las enfermedades y destinos oscuros.


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