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Capítulo 8
La pesada carga de la autocompasión o del «martirio»
Pero llevar en su corazón y en su cerebro al hombre salvaje y sus leyes no escritas, y dejarlo que participe en el modo de ser es una carga que el hombre moderno del siglo veinte no puede llevar sin lastimarse tanto en su mente como en su voluntad.
Es la carga que, literalmente, crea el cansancio no natural de este ser.
Frecuentemente se arrastra hasta la muerte a causa de esta carga.
Debido a la gran facultad de pensamiento ampliada, que ya hemos mencionado, que ha adquirido debido a otro estado de su naturaleza interior, esta naturaleza de hombre salvaje heredada del pasado puede llevarlo a una especulación sobredimensionada.
Esta especulación es análoga a todos los tipos de pensamientos que se manifiestan como ira, odio y tendencia a la persecución contra quienes uno piensa que son su espíritu maligno o la causa de su destino desdichado.
Como consecuencia de instintos propios del hombre primitivo y la inteligencia moderna, esta especulación pone al hombre en movimiento para, de este modo, afirmar ante sí mismo y otros lo inocente y puro que es en el conflicto con este o aquel prójimo.
Y cuando la especulación ha tenido éxito, de modo que quien la ha creado se ha sugestionado a sí mismo totalmente a ver la pureza de la inocencia de su propio ser, entonces comienza de verdad la destrucción de sus propias fuerzas.
No sólo siente más resentimiento hacia el objeto de su ira, lo que aumenta grandemente su tensión nerviosa, sino que también se deprime, porque ahora, debido a la autosugestión, sólo puede ver toda la situación como un martirio.
Debido a esto, tiene mucha lástima de sí mismo.
Rencor e ira contra otra persona y lástima consigo mismo son ahora como dos grandes campos de trabajo en su vida cotidiana que, en mayor o menor grado, ocupan la función de su pensamiento.
Una persona así se impide a sí misma estar alegre, porque su martirio imaginario mantiene ahora el equilibrio mental fuera de su mente.
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