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Capítulo 8
La policía y la justicia no crean paz, sino que son una camisa de fuerza en la que los peores instintos animales del hombre se mantienen bajo control
La paz no es un asunto de poder, sino exclusivamente un asunto de simpatía o amor.
Que las armas y el poder son lo único necesario es, precisamente, la culminación del error o la superstición humana.
En un mundo bárbaro en el que la parte animal del hombre es tan poderosa, como sucede con el hombre terreno con un comportamiento de manada, donde la consideración por el prójimo viene en último término, si es que existe en alguna forma desinteresada, tiene, naturalmente, que haber una autoridad, una policía y una justicia para proteger contra las manifestaciones más bárbaras de este lado animal.
Pero esta protección no tiene nada en absoluto que ver con la paz.
Es simplemente una camisa de fuerza en la que más o menos se mantienen bajo control los peores instintos egoístas de los hombres y, así, se impide la anarquía.
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