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Índice de La salida de la oscuridad   

 

 
Capítulo 6
Los dos frentes exteriores de guerra y su encadenamiento esclavizante de la humanidad en el primitivismo y la oscuridad
Este frente exterior lo constituye la lucha que los grupos de pueblos o estados sostienen por el dominio o soberanía sobre el mundo dentro del conjunto de toda la humanidad. Ahora, el frente exterior se ha simplificado constituyendo, en realidad, únicamente dos grandes frentes, las denominadas potencias del este y del oeste. Todos sabemos bien que estas dos grandes divisiones de toda la humanidad sólo son únicamente dos frentes de guerra entre los cuales, en realidad, sólo existe una tregua muy insegura, basada solamente en el temor de cada una de las partes de comenzar la carnicería y danza de la muerte de la guerra. Ambas partes temen, de este modo, no ser lo suficientemente fuertes para acabar con la otra parte, un temor que, a su vez, da lugar a una competición entre las partes con respecto al rearme. Cada una sacrifica o deja de lado muchos factores culturales importantes exclusivamente para ser la primera en tener las más crueles y refinadas armas homicidas y máquinas destructoras. Una paz o tregua basada en relaciones así es como una chispa cerca de la gasolina. A esto hay que añadirle que las autoridades gobernantes son, en gran medida, ateas, ya que su religión mundial originaria, que sólo ha sido creada para el instinto o la fe y, por consiguiente, no alimenta en absoluto la inteligencia, no puede influir de ninguna manera en seres así, cuya característica es la inteligencia materialista, que son quienes hoy tienen, preferentemente, acceso a los cargos del gobierno y a los cargos con poder y empleos que dependen de él. Seres ateos así sólo tienen, en realidad, la base de vida del animal, «el derecho del más fuerte», en que apoyarse, pero con una facultad de practicar y hacer realidad este método de vida con unas dimensiones colosalmente sobredimensionadas en relación con los animales, debido a la fuertemente desarrollada inteligencia. Que la humanidad tiene que estar permanentemente en guerra, sólo interrumpida por treguas más o menos inseguras, mientras los poderes y autoridades dirigentes no se hayan depurado de esta forma de vida animal o instinto de conservación sobredimensionado, tendría que ser evidente incluso para un ser menos evolucionado intelectualmente. Y, por lo tanto, la humanidad tiene que vivir en un estado que condiciona que todo lo que puede dar de valores y bienes fuera de las necesidades vitales físicas cotidianas tiene que contribuir a crear rearme, militarismo, ejércitos y flotas permanentes y los consiguientes millones de bienes que se mantienen atados a la preparación para la guerra, las armas homicidas y asesinas y todas las demás máquinas destructoras de civilización, por medio de las cuales la sociedad moderna cree poder crear cultura y paz. El principal interés de los dos frentes es, de este modo, destruir al otro en virtud del temor mutuo. Los hombres desean matar a los hombres. Una oscuridad cósmica mayor no existe. El hijo pródigo de Dios adora a la muerte en vez de a la vida.


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