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Capítulo 3
La ciencia material no puede ayudar de una manera fundamental a los hombres en sus crisis anímicas
Por divinos que sean los bienes que la ciencia material les ha dado a los hombres, estos bienes no han podido dar lugar a las contingencias que habrían podido proporcionarles a estos hombres estabilidad y asegurarles una existencia libre de enfermedades y de preocupaciones, del mismo modo que tampoco ha podido liberar a la humanidad del infierno o atrocidades de la guerra, de sus procesos de muerte y mutilación. Sí, sostiene y estabiliza directamente el talento para la guerra al multiplicar la capacidad de asesinato y destrucción de los hombres con gran cantidad de geniales máquinas mortíferas, cohetes transportadores de bombas o armas nucleares. El mundo, ¿no está, precisamente, lleno de instalaciones con reactores o armas nucleares? No se conoce nada sobre el espíritu vivo que existe tras todos los seres vivos. Sólo se cuenta con el cuerpo físico y se cree que este cuerpo constituye el ser vivo. Muchos hombres de este siglo no tienen, por consiguiente, ninguna plataforma verdaderamente espiritual. Han abandonado en mayor o menor grado el cristianismo, que antes era su plataforma. Niegan la existencia de la Divinidad y, en resumidas cuentas, de todo lo espiritual. Es por esto que no pueden experimentar una vida verdaderamente perfecta y estable. Experimentarán enfermedades, no sólo en su cuerpo físico, sino también en muy alto grado en su estructura espiritual o anímica. Pueden ser azotados por el dolor, la melancolía, el hastío de vivir, los celos y la envidia. Pueden sentir odio hacia ése o aquél que creen responsable de su desgracia. Así mismo pueden tener una gran angustia en relación con el futuro o el día de mañana. Pueden tener dudas o crisis religiosas. Pueden tener remordimientos de conciencia. Con respecto a estos fenómenos no es de ninguna utilidad que se sea un gran hombre de ciencia materialista. Tampoco es de utilidad en estas crisis anímicas o psíquicas que se conozca la velocidad de la luz o la órbita de la Tierra en el espacio. Tampoco es de utilidad que se tenga un conocimiento muy grande en el campo del átomo y en otros campos del mundo microscópico. Tampoco es de utilidad ante los destinos desgraciados de los hombres que se conozca la distancia al Sol y la Luna. La ciencia material tampoco puede eliminar el temor que casi todos los hombres tienen a la muerte. Aquí vemos que no es suficiente que se tengan grandes conocimientos sobre las cosas materiales muertas, máquinas, aparatos e instrumentos que ayudan en la vida material. Es imposible que estos conocimientos liberen a los hombres de sus sufrimientos anímicos. Los hombres no pueden en absoluto llegar a ser perfectos exclusivamente con conocimiento material. Y mientras se encuentren en este estado inacabado, las enfermedades, las guerras, la muerte no natural, el odio y la enemistad, la persecución y la calumnia serán fenómenos en mayor o menor grado dominantes en su vida cotidiana.


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