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Capítulo 10
Condiciones para la experimentación de destellos cósmicos naturales
Hemos visto ejemplos de cómo el espíritu de Dios puede verdaderamente cubrir con su sombra la conciencia o mentalidad de un hombre físico. Esta irrupción del espíritu de Dios en la mentalidad de los hombres no es, así pues, algo que sólo les sucedió a los profetas de Israel. Es algo que también puede suceder hoy. Y creo que en la literatura mundial tiene que haber relatos sobre destellos cósmicos. La humanidad terrena ha avanzado, en todo caso, tanto en su desarrollo que poco a poco irá habiendo personas con madurez para recibir o experimentar destellos cósmicos. Estas personas, que de este modo tienen madurez para esta experiencia, no lo saben ellas mismas de ninguna manera. Por regla general niegan totalmente que hayan avanzado tanto en su evolución. Todos los que, precisamente, creen de sí mismos que están directamente ante la experimentación de un destello cósmico, están todavía muy lejos de esta experiencia divina. La experiencia llega a las personas con una mente humilde y silenciosa, a seres que no tienen ninguna ambición ni deseo en absoluto de llegar a ser algo grande, ni físicamente ni espiritualmente. Tienen por naturaleza un amor muy grande al prójimo y, en realidad, sólo tienen el deseo de poder ser algo para otros hombres. El estar liberado de toda ambición, o el haberse desprendido de ella, unido a una sobresaliente facultad humana es lo que hace que los destellos cósmicos no sean peligrosos. Para quienes todavía son ambiciosos o todavía tienen hambre de gloria y tienen muchos deseos de ser algo grande, sí, que tienen un deseo muy grande de tener facultades cósmicas superiores, la irrupción de un destello cósmico puede ser muy peligrosa. Al recibir la energía cósmica, el clima de pensamientos egoísta de un ser así cortocircuitará inmediatamente, y el ser se encontrará en un estado anormal que, en el peor de los casos, hará que se crea que es Cristo, al que se le ha encomendado que lleve a cabo una gran misión. También puede caer en otras formas o manifestaciones de delirio de grandezas, y sus nervios y corazón pueden ser objeto de una sobrecarga inmensa o sobredimensionada. Una vivencia así puede más bien definirse como una experiencia amarga y, aparte de esto, no puede decirse que sea ninguna bendición especial.


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