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Capítulo 6
La ciencia cósmica es la redención del mundo del siglo XX
Con respecto al modo de ser de los hombres, que hemos mencionado, no hay que reprocharle en absoluto nada a nadie, ni a las autoridades públicas ni a los hombres concretos. Esta época del becerro de oro o del dinero es una fase totalmente natural e inevitable en la evolución cósmica, en virtud de la cual tiene lugar la creación del hombre. Provoca todas las experiencias que la humanidad tiene necesariamente que experimentar para adquirir la evolución o el conocimiento y los consiguientes talentos que pueden transformarla en perfecta. Y del mismo modo que no se han podido eliminar epidemias ni enfermedades por medio de dictadura, sino sólo con descubrimientos científicos y una visión de conjunto de las situaciones, el culto al becerro de oro, o la época del dinero, tampoco puede eliminarse por medio de dictadura, política, religión dogmática, creación de asociaciones ni cosas parecidas. Esta idolatría, basada todavía en la falta de desarrollo de los hombres, este dominio total de la vida y modo de ser de la humanidad, que ejerce el oro o el dinero, sólo puede eliminarse por medio del desarrollo de una ciencia cósmica o de la comprensión del sentido de la vida, del modo de ser de la paz por medio de experiencias propias. Ni los hombres, ni los animales, ni otras formas de vida son juguete de despliegues casuales e ilógicos de energía o fuerza. Están, al contrario, subordinados a un gobierno del universo absolutamente lógico y amoroso. Este gobierno hace que absolutamente ninguna forma de vida pueda seguir siendo imperfecta. Todo es un ciclo. Como lo imperfecto lleva a la oscuridad y los sufrimientos, se crean experiencias, en virtud de las cuales estos seres crean su vida futura cada vez más perfecta. Y así, la cultura del becerro de oro, la época del dinero podrá ir creando poco a poco un complejo de experiencias o una ciencia, que revelen este culto como un factor que lleva consigo la muerte y destruye toda creación de cultura elevada o verdaderamente «humana». Y en virtud de la vitalidad que esta ciencia adquirirá, este culto será poco a poco combatido y sustituido por el culto a la justicia y, por consiguiente, con un culto al amor que deja que cada hombre pague su vida con sus facultades y su trabajo, sin tomar en absoluto en consideración la clase o posición social a que pueda pertenecer. Aquí el dinero ya no existe. Nadie puede comprar con dinero la liberación de sus obligaciones, es decir, de las horas de trabajo necesarias para poder satisfacer sus propias necesidades vitales. Estas horas de trabajo no puede pagarlas con dinero, sino únicamente con un número correspondiente de horas de trabajo en el campo laboral para el que tiene las mejores facultades y el mayor interés. De este modo, cada hombre normal que viene al mundo tiene un medio innato con que pagar por su vida. No es como sucede hoy, que millones de hombres mueren de hambre y pobreza debido a la fuerza mortífera del culto al dinero, que en sí es el arma más horrorosa en la mano del ser que no tiene en cuenta la vida y salud, la ruina y perdición del prójimo, cuando se trata de apoderarse él mismo del gran beneficio o del deseado poder del dinero. El método tiene lugar según el denominado «principio de los negocios». En su forma más pura este principio es lo suficientemente digno de confianza, consiste en que a un precio o valor corresponde el mismo precio o valor, y en esta cultura puede ser un factor de cultura o civilización inmensamente grande y útil. Pero hoy no aparece en esta forma pura, aunque es verdad que lleva el nombre. El concepto «negocio» sólo es hoy en gran medida una cortina de humo o un disfraz, que hace que pueda tener lugar la falsificación del principio de los negocios convirtiéndose en el principio que dice: el valor o beneficio mayor a cambio de la menor prestación posible. Este robo culminante a su prójimo no puede tener lugar donde el sistema monetario ha sido abolido, y el único medio de pago legal es el recibo extendido por las autoridades, confirmando que uno ha pagado con su trabajo. (Véase el Capítulo 4 del volumen 1 de Livets Bog*).
      La humanidad entrará, de este modo, poco a poco en una nueva época de vida, en la cual todos los estados desgraciados, el cataclismo, que hoy en virtud de su ignorancia cósmica crea para sí misma, cesarán en la zona de vida de los hombres terrenos por medio de la luz de la razón y del amor. Esta ciencia cósmica, la ciencia sobre el lugar actual y futuro de la humanidad terrena en la evolución o en la gran creación del «hombre» por Dios «a su imagen y semejanza», es la redención del mundo del siglo XX. Es la semilla en la que serán bendecidas todas las generaciones de la Tierra.
 
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* Nota aclaratoria de la traductora: Martinus ha deseado que el título de su obra capital «Livets Bog», que significa El Libro de la Vida, no se traduzca y que en todos los idiomas se mantenga el nombre original danés.


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