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Índice de La salida de la oscuridad   

 

 
Capítulo 3
El lenguaje de la redención del mundo desde arriba y desde abajo
¿Qué es, entonces, lo que, de este modo, hace de un ser el camino, la verdad y la vida y que sigue revelando con fuerza renovada la luz del sermón de la montaña, y seguirá luciendo para la humanidad inacabada en milenios futuros, hasta que sea totalmente perfecta y cada hombre se haya convertido en «el camino, la verdad y la vida», se haya convertido en «el hombre a imagen y semejanza de Dios»? En los capítulos 5, 6 y 7 del evangelio de S. Mateo, el sermón divino de la montaña resplandece desde las páginas del libro. Allí se muestran el camino, la verdad y la vida, tal como este fundamento divino de la vida fue revelado por los labios del redentor del mundo. Aquí hallamos el sentido de la vida y la ley de la existencia. ¿No se dice, precisamente aquí, entre otras muchas cosas: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la Tierra. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando os vituperan, os persiguen y dicen mal de vosotros por mi causa. Gozaos y alegraos, porque será grande vuestra recompensa en los cielos, pues del mismo modo persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros...». Y así continuando vibra la profusión luminosa de la verdad eterna del sermón de la montaña del redentor del mundo a través del mundo el día de hoy, completado y uno con el lenguaje de Dios a través de las revelaciones de la naturaleza en el mundo físico, sintetizado como la luz de la ciencia materialista, de modo que la todopoderosa voz de Dios se revela tanto desde arriba como desde abajo y, así, poco a poco se une en una verdadera ciencia: «El intercesor, el espíritu santo». Esta ciencia divina será, a su vez, el fundamento de la última época de la redención del mundo en su conducción de la humanidad hacia la perfección o conclusión de su creación «a imagen y semejanza de Dios».


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