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M920
Nochebuena y Nochevieja
por Martinus

1. Las festividades de Navidad y Año Nuevo
La Nochebuena y la Nochevieja son dos noches muy peculiares. Se diferencian de todas las demás noches del año. Son noches de fiesta culminante. Se celebran en honor de dos grandes principios fundamentales de la vida en el eterno orden mundial, que todo lo abarca. Como veremos en lo que sigue, las celebraciones de la Navidad y Año Nuevo son, bajo un punto de vista cósmico, celebraciones del principio del amor y del principio de la inmortalidad respectivamente.
2. Nochebuena y el principio de la redención del mundo
El principio fundamental, del que la Navidad es una fiesta, es el principio de la redención del mundo. Este principio consiste en que el fuerte ayuda al débil, el sabio ayuda al menos sabio, el sano o con buena salud ayuda al enfermo, el rico ayuda al pobre y así sucesivamente. Por eso este principio es el fundamento para el sostenimiento de todo el mundo. Donde esto no ocurra, existe el cataclismo o el fin del mundo. 
Vemos especialmente el despliegue del mencionado principio en forma del principio paterno. Los padres deben cuidar a los hijos hasta que puedan valerse por sí mismos. También vemos este principio en despliegue entre los animales. También aquí los padres se ocupan de la supervivencia de las crías. De hecho, incluso en el reino vegetal vemos como los esquejes o acodos crecen de la planta madre. Esta situación, así como el desarrollo y la protección del feto en el útero, también representa el principio: el ser con madurez protege al ser inmaduro hasta que éste tenga la madurez suficiente para valerse por sí mismo. Vemos este principio en función en niveles más altos y más amplios. Cuando ha existido un Buda, un Mahoma, un Cristo y similares esto es también una indicación de que la dirección espiritual o creación de cultura religiosa de la humanidad es sostenida por el principio: los sabios o inteligentes han guiado a los menos sabios o menos inteligentes. Y si vamos más lejos o ascendemos más en nuestra visión del principio eterno, vemos cómo los seres del microcosmos tienen todas sus condiciones de vida cumplidas en un macrocosmos. Si nos fijamos en este macrocosmos, vemos una vez más que éste en realidad reposa en un macrocosmos aún más grande en el cual sus condiciones para la experiencia de la vida se cumplen, y continuando así hacia arriba indefinidamente. El universo entero está compuesto del principio: la vida más grande cumple las condiciones de vida para la vida más pequeña.
3. La Divinidad como ser vivo
La expresión para la unidad de esta vida tan grande mencionada es el concepto de «Dios». Puesto que todas estas formas de vida, una dentro de otra, constituyen una necesidad mutua absolutamente vital para la existencia de las demás, de manera que ni de un solo intermediario existente se puede prescindir, todas estas formas de vida se convierten en un solo organismo de trabajo eterno e infinito. Y puesto que el trabajo o despliegue de este organismo expresa así la más alta lógica que se puede manifestar a través de una conciencia, es decir, que el ser con madurez ayuda al ser inmaduro, el fuerte ayuda al débil, etc., cumpliendo así el principio del amor al prójimo, tenemos que reconocer que el origen de este gran organismo que trabaja, que expresamos como Dios, es un ser vivo. Solamente un ser vivo puede manifestar lógica y amor.
4. Por qué la Navidad es una tradición sagrada
Cuando los hombres del mundo cristiano celebran la Navidad es para celebrar el recuerdo del nacimiento de Jesús, el recuerdo del ser que vino al mundo para, a través de su mayor sabiduría y comportamiento amoroso, ayudar a la humanidad menos sabia y menos amorosa, y así llevarla a una perfección más grande o un cumplimiento más completo del gran principio denominado don del universo o de la Divinidad y la resultante paz absoluta y gran agrado para la humanidad. La Navidad es, de este modo, en realidad una fiesta en memoria del gran principio denominado don bajo el cual todos los seres vivos viven. Al celebrar así una fiesta por el nacimiento de Jesús, los hombres están, cuando expresan esta simpatía, en contacto con el gigantesco principio denominado don de Dios. Y es debido a este contacto, que esta conmemoración anual del nacimiento de Cristo se ha convertido en una tradición de luz que, por así decirlo, ha hecho saltar todas las fronteras. ¿Se ha visto alguna vez una conmemoración igual? Aunque ahora casi es una tradición de dos mil años, sigue siendo tan fuerte que en el tiempo del solsticio en plena oscuridad del invierno es capaz de penetrar todo el mundo cristiano y por un tiempo animar la mente de millones de personas y ponerla en contacto con la luz celestial. En este momento es como si todo el mundo quisiera ser bueno, todo el mundo quisiera dar regalos, del mismo modo que no se quiere que nadie, durante este pasaje rápido de la luz divina a través de la mente, deba pasar hambre o frío, estar abandonado o sin hogar. Todo el mundo quiere alegrar a todo el mundo. Nadie debe estar fuera en la oscuridad y frío de la noche. Todo el mundo debe sentir el amor. ¡Qué luz divina en una humanidad que vive en la época bélica de su cataclismo o día del juicio final! Millones de cartas con saludos afectuosos y un montón de paquetes de regalos con los que los remitentes quieren alegrar y animar a otras personas son transportados de continente a continente. Millones y más millones de luces extras se encienden en los hogares y en las calles y crean sol en medio de la oscuridad de la noche. En las plazas y espacios abiertos de las ciudades los árboles de Navidad invitan con su luz chispeante a los hombres a participar en el gran principio salvador del mundo: es mejor dar que recibir, para que pueda haber ayuda para una feliz Navidad para los que viven en la oscuridad, en la adversidad y miseria. Verdaderamente, la luz de Belén sigue penetrando el mundo y la canción de los ángeles de «paz en la tierra» ha llegado a tener resonancia en la mente de muchas personas. Todas las personas que trabajan por la paz y la abolición de la guerra entre ellas y su prójimo cantan con el coro de los ángeles. Así, la fiesta de Navidad no es sólo una conmemoración del nacimiento del redentor del mundo, sino también una tradición sagrada en cuya luz se reveló el contacto de los hombres con el principio más grande de la vida: el don, el amor universal de la Divinidad eterna, el fundamento de toda manifestación y eterna experimentación de la vida.
5. La fiesta del Año Nuevo no seguirá siendo una fiesta puramente materialista
Inmediatamente después de celebrar la Navidad, se celebra el Año Nuevo. Aquí el principio denominado don también está presente, aunque no llega al mismo despliegue que en Nochebuena. Aquí sólo se despliega en forma de los más o menos amorosos deseos de «feliz Año Nuevo», que las personas expresan las unas a las otras. Pero en la fiesta del Año Nuevo no es el principio don que es la causa de la festividad. Es, como sabemos, otro principio fundamental, a saber, el fin de año. ¿Es el fin de año sagrado? De hecho, en realidad el fin de año es un principio igualmente divino y vital en el mantenimiento del universo como el principio don. Pero los hombres todavía no conocen este principio en su verdadera grandeza. Para muchas personas el fin de año sólo es un pretexto para montarse una fiesta feliz, o en el peor de los casos, una excusa para tomar mucho alcohol e ir de juerga. De hecho, para algunas personas es de tal manera que opinan que pertenece a la Nochevieja estar más o menos borrachas y sin inhibiciones. Incluso se vanaglorian de lo mucho que han sido capaces de consumir de diversos venenos líquidos durante esa noche.  Algunas se vanaglorian de que han podido beber grandes cantidades sin estar ebrias. Y otras se vanaglorian de que estaban tan ebrias o inconscientes, que no se dieron cuenta de cómo pasó la noche ni cómo llegaron a casa. Por eso la celebración del Año Nuevo todavía no es, en realidad, nada más que una fiesta puramente materialista para la mayoría de la gente. Pero no seguirá siendo así.
6.  Lo que el ciclo del día y noche y el ciclo del año significan para la existencia de la vida
La causa de la fiesta del Año Nuevo es, por lo tanto, el fin de año. Pero el fin de año es sólo una única manifestación local de un gigantesco principio cósmico, que todo lo abarca, sin el cual una experiencia eterna de la vida sería una imposibilidad absoluta. ¿Qué pasaría si no existiera el fin de año? Si la Tierra no girara alrededor del Sol, no podríamos marcar tiempos y horas de una manera fundamental. La Tierra estaría candente en el lado que daba hacia el Sol, y totalmente congelada en el lado que no daba al Sol. Toda vida animal sería imposible en la forma altamente intelectual, en la cual ahora se despliega en la Tierra. Pero gracias a un principio divino de renovación, que todo lo ilumina y que impregna todo el universo, la Tierra se mueve, no sólo alrededor del Sol, sino también alrededor de sí misma, de manera que se producen día y noche. Esto hace que la cantidad colosal de luz y calor, que la Tierra recibe del Sol, está adaptada para permitir la experiencia de vida física. La Tierra no puede, en virtud de este movimiento, convertirse en una masa incandescente en un lado y un desierto de hielo totalmente sin vida en el otro lado. Es cierto que hay desiertos de hielo en sus polos y mucho calor en el ecuador, pero estos dos contrastes generan en las latitudes entre el ecuador y los polos un clima templado especialmente adaptado para la evolución humana hacia intelectualidad alta. No es en las altas temperaturas de las zonas del ecuador ni en las zonas heladas de los polos que la ciencia materialista ha nacido o ha crecido hasta su genialidad actual.
7. Cada vida terrena de los hombres constituye un eslabón de una cadena de vidas terrenas en un ciclo cósmico
El movimiento de la Tierra alrededor de su propio eje crea el ciclo del día y noche, al igual que su movimiento alrededor del Sol crea el ciclo del año. Al igual que estos ciclos generan la condición absoluta para la vital distribución de luz, calor y frío de la vida física de la Tierra, del mismo modo existen tanto ciclos superiores como inferiores que son igual de vitales para la experiencia de la vida, manifestación y creación de los seres. Todo movimiento, toda experiencia de vida, todos los procesos de creación sólo pueden existir como partes de un ciclo. De la misma manera que un día, así como un año, cada uno constituye un eslabón en una cadena de días y años, también nuestra vida física actual en la Tierra constituye un solo eslabón en una cadena de vidas terrenas. Al igual que los hombres a través de estas vidas terrenas crecerán y renacerán en vidas cada vez más perfectas hasta llegar al estadio en el cual cumplen el plan de Dios con el hombre, es decir: que han llegado a ser «el hombre a imagen y semejanza de Dios», así los hombres también, en función de las vidas físicas en la Tierra, han crecido de vidas inferiores o menos perfectas hasta el estadio de evolución de la vida que representan hoy en día. Es tal ciclo cósmico que vemos comenzar en el reino mineral y continuar a través del reino vegetal y el reino animal, al cual los hombres terrenos inacabados todavía pertenecen con la parte de su mentalidad que aún no se ha convertido en «humana».
8. Si los ciclos cósmicos no existiesen
Por lado «humano» de la mentalidad humana se entiende el carácter que manifiesta el amor, el carácter que hace que uno no puede matar, que uno no puede soportar la idea de hacer daño a otros seres. Se reconoce en aquellos seres que prefieren sufrir ellos mismos que aceptar que otros seres sufran, que prefieren dar que tomar, seres que aman tanto a Dios como a su prójimo. La mentalidad «animal» del hombre es lo que, en mayor o menor medida, provoca odio y persecución, intolerancia, envidia, celos y amargura. Se reconoce en los seres que viven en guerra con su entorno, los seres que pueden matar, robar, saquear, hurtar y engañar, los seres que oprimen a otros seres y prosperan a su costa, los seres que no pueden perdonar un insulto, los seres que calumnian y hacen daño a otros seres, los seres que burlan e insultan tanto a Dios como al prójimo. Si el estadio de experimentación de la vida de los seres vivos y la consiguiente capacidad de manifestación o creación, no fuera sometido al principio cósmico del ciclo, que les lleva a vidas cada vez más perfectas, ¿cómo llegarían alguna vez a ser totalmente perfectos? ¿Y cómo podrían estar en una existencia eterna si, después de sentirse saciados o llenos del futuro estado perfecto de bienaventuranza o felicidad de la forma humana de experimentar y crear la vida, no pudieran continuar en un ciclo nuevo, y aquí llegar a experimentar la vida en nuevas variaciones de estados que proporcionan la alegría y bienaventuranza de la forma del estado perfecto de experimentar y crear la vida? De hecho, no podría existir ninguna experiencia de la vida si no existieran estos ciclos cósmicos.
9. La humanidad terrena está en la zona de invierno de un ciclo cósmico
Estos ciclos cósmicos también tienen sus estaciones: invierno, primavera, verano y otoño. No puedo entrar aquí en más detalle sobre estas «estaciones», sino que debo remitir al lector a mi obra principal: «Livets Bog (El Libro de la Vida)». Sólo tengo que mencionar que la humanidad por el momento, mentalmente, se encuentra en el «invierno» de tal ciclo cósmico. El invierno es la temporada de la muerte y el frío. Los hombres también viven en la culminación de la muerte o el principio mortífero. Con sus guerras, instrumentos de asesinato y máquinas de destrucción han llevado mucha muerte, invalidez y mutilación a la Tierra. No falta helada mental, hielo y frío en el mundo. Los incipientes vientos de primavera en este invierno mental son la festividad de la Navidad. Es maravilloso saber que el ciclo sin falta llevará a la humanidad fuera de esta oscuridad y hacia la primavera cósmica, después de la cual con la misma seguridad llegará un verano de amor, y que dicha humanidad luego será llevada a la gran época de vida de un nuevo ciclo cósmico hacia la evolución y experimentación de variaciones más grandes y más luminosas de experiencias de bienaventuranza de la vida y así continuando toda la eternidad.
10. La fiesta de Año Nuevo será una fiesta tan solemne como la fiesta de Navidad
Cuando se pone de manifiesto para los hombres cuál es la base del ciclo del año, que esto realmente es una rama de un principio cósmico divino que todo lo abarca, en virtud del cual la capacidad de manifestación y experimentación de los seres es renovada continuamente y que por lo tanto les está garantizada una experiencia eterna e inquebrantable de vida en luz y perfección, entonces su festividad de Año Nuevo llegará a unas dimensiones mayores que lo de sólo ser una fiesta puramente materialista. La experiencia de Año Nuevo será entonces una fiesta divina de la inmortalidad igual de solemne que la festividad de la Navidad lo es hoy para el amor.
Título original: Juleaften og nytårsaften. Publicado por primera vez en la edición danesa de Carta de Contacto n.º 26, 1960. Traducido del danés al castellano por Else Byskov con la colaboración del equipo de lengua castellana. ID de artículo: M0920.

© Martinus Institut 1981, www.martinus.dk

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