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M0775
¿Cómo se consigue la fuerza para perdonar?
Por Martinus

1. Castigando a los hombres según las leyes jurídicas se infringe la ley cósmica del perdón
A través de Cristo se les ha dicho a los hombres que uno tiene que perdonar a su prójimo no sólo siete veces al día, sino hasta setenta veces siete veces al día. Esto quiere, en realidad, decir que no hay ninguna situación en la que no hay que perdonar. ¿Puede ser correcto seguir esta enseñanza? Para el hombre moderno de orientación intelectual no es suficiente que Cristo o alguna otra autoridad haya dicho tal cosa, se quiere poder ver la lógica en ello, y, aparentemente, esta enseñanza es contraria a toda razón. Para que esta enseñanza sea aceptable para los hombres de nuestro tiempo, debe aparecer como un resultado científico, que es lógico, es decir, en contacto con las leyes de la vida. Pero, entonces los hombres también deben conocer a fondo las leyes de la vida, no sólo las leyes que actúan en la materia física, sino también las leyes espirituales que existen tras toda la estructura externa del universo. Si la humanidad terrena puede estar alguna vez en condiciones de desplegar una cultura más elevada y humana, que la que actualmente domina en el planeta, sólo puede ser a base de un conocimiento detallado de las leyes cósmicas y un despliegue de vida de acuerdo con estas leyes. El individuo concreto debe aprender a descubrir la presunta lógica que sólo es local y sin contacto con las verdaderas relaciones y fenómenos de la vida. Debido a una lógica local así, muchos hombres creen que la enseñanza de Cristo de perdonar y perdonar de nuevo es disparatada e ingenua. «Cuando alguien ha hecho un agravio a otro» dicen ,«no se puede, simplemente, perdonarlo, debe ser castigado, de modo que tema repetir su manera equivocada de actuar; ¿cómo se conseguirá, si no, exterminar el mal?». Para una determinada época evolutiva es natural que este modo de ver sea la más alta expresión de razón, y esta época evolutiva todavía no ha terminado; dicha época crea la base del sistema jurídico y de la policía de la sociedad. Cada individuo que comete una injusticia, de tal manera que infringe las leyes jurídicas, tiene que ser castigado según los artículos de la ley. En ciertos lugares del planeta el castigo más duro es, sencillamente, el asesinato, aunque se conozca con la denominación de «ejecución» o «liquidación». La institución moral, que se llama administración de leyes y de justicia es, en ciertos casos, una institución asesina, y sus asesinatos y otras condenas a castigo están autorizadas por las más altas autoridades, también en los denominados países cristianos. Pero, una sociedad, cuyas leyes jurídicas se basan en un concepto moral así, no es, en realidad, ninguna sociedad cristiana. Dentro de este campo, es pagana en su cultura, está «cósmicamente subdesarrollada», aunque en otros campos pueda desplegar mucha habilidad técnica y competencia científica.
2. La humanidad todavía no puede manifestar plenamente el principio del amor al prójimo en su legislación
Que algo esté subdesarrollado quiere simplemente decir que no está completamente desarrollado, que se está desarrollando en dirección a un estadio más alto. Y a nadie ni a nada se le puede recriminar que todavía no haya alcanzado un estadio más alto de desarrollo o evolución. No se puede recriminar a un mono que no sea un hombre, ni a las autoridades de las sociedades mencionadas que todavía no manifiesten totalmente el principio del amor al prójimo en sus leyes y manera de ser. Llegarán a ello en una evolución más avanzada y, entonces, verán retrospectivamente su estado actual como barbarie inhumana e increíble ignorancia. Pero todavía son de la opinión de que asesinato debe ser combatido con asesinato, ira con ira y molestias con otras molestias, o sea, el principio «ojo por ojo y diente por diente». Se cree verdaderamente que la guerra se puede abolir con la guerra, el asesinato con el asesinato y, en resumidas cuentas, liberarse de las molestias que los denominados delincuentes infringen a la sociedad causándole molestias al delincuente. Estos métodos se han usado durante milenios, y, sin embargo, la guerra, el asesinato y otros delitos no son hoy menos destacados que hace milenios. No parece, por consiguiente, ser ningún método especialmente efectivo para extirpar estos fenómenos, y es muy natural que no lo sea. Todos sabemos, sin embargo, que no se puede apagar fuego con fuego, tiene que apagarse con agua, es decir, con una sustancia que tenga un carácter totalmente opuesto al fuego.
3. Una represalia con acento en la venganza o el castigo no puede cambiar el carácter o manera de ser de los hombres, al contrario, con esto se forman todavía peores enemigos de la sociedad
Lo que aquí está en vigor con respecto a las leyes físicas de la naturaleza, está igualmente en vigor para leyes espirituales. Lo que se tiene que usar es una «sustancia» mental totalmente distinta a la guerra, el odio, la venganza y el castigo, a saber, el amor al prójimo. Una represalia con acento en la venganza o el castigo no puede cambiar el carácter o manera de ser de los hombres. En el mejor de los casos, con poder y castigo y ejecuciones se puede infundir en ciertos hombres un terror tal al castigo, que debido a este temor evitan en cierto grado desplegar su innata manera de ser «criminal». Pero, su carácter no ha cambiado en absoluto a causa de esto. Si de pronto no hubiera castigo, dejarían inmediatamente que su comportamiento perjudicial para otros hombres se desplegase. Sólo pueden considerarse como una especie de seres amaestrados que, al igual que los animales, pueden ser forzados a hacer cosas que van totalmente en contra de su naturaleza. Una sociedad, cuyos ciudadanos evitan hacerse mutuamente daño por temor a la ejecución, encarcelamiento u otro castigo, no es una sociedad de cultura con el significado humano de esta palabra.
Pero, ¿cómo pueden, entonces, los hombres crear una verdadera sociedad de cultura? Todavía habrá durante largo tiempo hombres en la Tierra que son tan primitivos que serán una molestia para el desarrollo sano y natural de la sociedad, porque no comprenden las tareas y responsabilidades que de manera natural recaen sobre el ciudadano concreto. Cuando se aprende a ver la vida según la perspectiva de la lógica cósmica, se comprenderá que no se puede exterminar a estos hombres primitivos e ignorantes, que, probablemente, tienen su primera o una de sus primeras encarnaciones en la zona de la civilización y anteriormente sólo han estado acostumbrados a las formas de ley y justicia de los hombres primitivos. El hombre ignorante cósmicamente cree que, cuando estos hombres han sido muertos, se ha terminado con ellos, pero esto es, precisamente, un resultado de la lógica local. Estos hombres no dejan de ser «delincuentes» porque abandonan sus organismos físicos. Su «mentalidad delincuente» está igual de viva en la primera esfera del mundo espiritual como lo estaba en la zona física. Y en la zona psíquica los hombres primitivos están con seres afines, con los que están a la misma longitud de onda. Crean conjuntamente una esfera de mentalidad primitiva, malvada, un conjunto de lo que con una expresión pasada de moda se puede llamar «malos espíritus», que tienen posibilidad de influir sobre los seres físicos que tienen una mentalidad parecida y se dejan «inspirar» fácilmente a actos que son igual de peligrosos para los ciudadanos que cumplen las leyes de la sociedad como lo eran los de los «delincuentes» ejecutados.
Venganza y castigo sólo pueden engendrar nueva venganza y nuevo castigo. Los seres que han sido castigados desean vengarse y «castigar» a la sociedad cuyas leyes aún no están en condiciones de comprender y cumplir. Cuando se encarnan de nuevo en el mundo físico, siguen estando en el lado equivocado de la ley, y en sus núcleos de talentos tienen experiencias de encarnaciones anteriores que los hacen quizá todavía más astutos y peligrosos, porque tienen la capacidad de camuflar sus actividades de tal modo que son mucho más difíciles de vencer que anteriormente. En las filas de los especialistas en justicia sólo se debería saber que frecuentemente con sus juicios y castigos forman enemigos de la sociedad todavía peores que los que se ha tenido antes.
4. Una cultura humana sólo puede crease a base de amor al prójimo
Si se quiere crear una cultura verdaderamente humana, hay que abandonar el error de que ejecuciones y castigos son los medios en los que una cultura así puede basarse. La sociedad debe, naturalmente, protegerse contra individuos peligrosos y antisociales, pero la protección no debe ser asesinato y castigo. En ciertas sociedades más humanas de la Tierra se ha empezado a experimentar con métodos que en el futuro sustituirán totalmente los viejos métodos de justicia. Es necesario privar a los hombres antisociales del derecho de moverse libremente entre otros ciudadanos de la sociedad. Pero, esta privación de libertad no debe ser encarcelamiento que deshonra, debe ser la incorporación en una sociedad, que habrá en el estado, para esa clase de seres. Aquí se les permitirá experimentar los bienes de la cultura y no serán considerados delincuentes, sino alumnos en el estudio de la cultura y del dominio de la libertad. Entrarán en contacto con maestros que los tratarán como personas y no como «delincuentes» y prisioneros. Muchos de estos maestros han estado una vez en «el camino de la delincuencia», pero, por medio de su destino han encontrado en la vida la experiencia y el amor que hacen de ellos pedagogos geniales, precisamente, en este campo. Por medio de esta enseñanza, los alumnos estarán, poco a poco, en condiciones de adaptarse a la sociedad de fuera y, precisamente por medio de estas experiencias que ahora han hecho, podrán quizá convertirse en útiles colaboradores en la creación de una cultura humana.
5. Ningún hombre puede ser distinto a como es; su manera de ser expresa su estadio de evolución moral
No es, por supuesto, únicamente en la relación entre la sociedad y sus «enemigos» que la venganza, el odio y el castigo sólo hacen la relación peor de lo que era antes, esto también está en vigor cuando se trata de la relación de la persona concreta con eventuales adversarios o personas con las que uno se ha enemistado. Visto desde una perspectiva local está, aparentemente, de acuerdo con la razón y la lógica, que uno se enoje y quiera vengarse o castigar a las personas que lo perjudican o son intolerantes y desagradables. Pero visto desde la perspectiva cósmica es completamente ilógico y caracteriza, simplemente, al «ofendido» como una persona igual de primitiva e ignorante que el que lo «ofendió». Cada persona está rodeada de personas que se encuentran en estadios evolutivos muy diferentes, algunas son amorosas y comprensivas y sólo raras veces pierden su equilibrio, otras están de pronto de buen humor y de pronto de mal humor, y como consecuencia de ello más o menos tratables, y finalmente otras tienen una mente que los hace verdaderamente difíciles de tratar. Ninguna de estas personas puede ser en el momento presente diferente a como es, su manera de ser expresa el estadio de evolución moral en que está. Están temporalmente en la cumbre de su evolución y todos van de camino hacia un estado más humano y altamente intelectual. Algunas representan lo que podemos denominar un estado cósmico de bebé, otros son un «niño algo mayor», y unos pocos están en una «edad de juventud» cósmica, en la que van de camino hacia mayor madurez humana. Cada cual puede aprender algo de todos ellos, y no es casual con quien entra en contacto. Su entorno son los instrumentos que usa la Divinidad para modelarlo a su propia imagen, es decir, convertirlo en un hombre amoroso que hace que la vida sea más fácil y agradable de vivir para otros y, con ello, para él mismo.
6. Cuando uno, con su inteligencia, intenta comprender que todos los hombres están en distintos estadios evolutivos, consigue poco a poco la fuerza para perdonarlo todo y a todos
Pero, ¿cómo se consigue la fuerza para perdonar al prójimo, cuando éste molesta de diversas maneras a uno y le llena la vida con dificultades y problemas? Intentando comprender con la inteligencia que la persona en cuestión no puede ser, en el momento presente, diferente a como es, de la misma manera que un cardo o una ortiga no pueden ser distintos a como son. Y comprendiendo que cuando este «enemigo» ha sido puesto cerca de nosotros, entonces, visto cósmicamente, no es un enemigo que atenta contra nuestra vida, sino simplemente un instrumento a través del cual la Divinidad nos permite cosechar lo que una vez sembramos. Y así mismo, intentando sentir con su sentimiento simpatía hacia esta persona, que no sabe lo que hace y que, posteriormente, cosechará aquello con lo que uno ahora termina. Por consiguiente, cuando «el enemigo» no es, en realidad, la causa del inconveniente, y cuando, debido a su pasado y con vistas a su futuro, en el momento presente no puede ser distinto a como es, hay todas las razones posibles para seguir el mandato de Cristo y perdonar y, nuevamente, perdonar. Si a uno le parece que a veces le falta la condescendencia y amor necesarios, sólo necesita concentrarse en la fuente de la que fluye todo el amor del universo, entonces desaparece todo el enojo y toda la amargura, y uno siente que el único «enemigo» que uno tiene está en la propia mente, que trabaja en contra del crecimiento y la actividad de la facultad humana.
De una conferencia en el Instituto Martinus el 16 de octubre de 1955. El manuscrito de la conferencia ha sido adaptado por Mogens Møller, y aprobado por Martinus. Publicado por primera vez en la edición danesa de Carta de Contacto n.º 14-15, 1958. Título original: Hvorledes får man kræfter til at tilgive? Traducido del danés por Martha Font con la colaboración del equipo de lengua castellana. N.º de artículo: M0775.

© Martinus Institut 1981, www.martinus.dk

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