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M0551
Los sentidos de Dio
Por Martinus

1. Las distintas maneras en que los hombres perciben a Dios
En algunas personas surge, a veces, la pregunta: «Si hay un dios, ¿cómo experimenta la existencia?» A otros una pregunta así les es indiferente, dicen: «Si en resumidas cuentas hay un Dios, debe ser un sádico perverso, cuando permite todo el mal que tiene lugar en la Tierra; pero seguro que no hay ningún dios, todo es un juego de fuerzas casuales de la naturaleza». Los creyentes opinarán que ocuparse con tal tema es una blasfemia y directamente pecaminoso. Creen que Dios existe, pero que tuviera que manifestarse con una mentalidad o conciencia que está sometida a determinadas leyes universales, al igual que nuestra conciencia, no lo pueden comprender. Pero el investigador espiritual, cuya conciencia está orientada a encontrar una solución al misterio de la vida, tiene, naturalmente, el deseo de comprender el ser de Dios tanto como sea posible, para, así, acercarse más a la Divinidad y hacer lo que es la voluntad de Dios.
Quienes opinan que «los caminos de Dios son inescrutables», y que es pecaminoso ocupar su pensamiento con cómo es Dios, y cómo experimenta, tienen, sin embargo, una opinión de cómo es Dios. Creen que venga y castiga todos los pecados del mundo, es más, que directamente aniquila a los pecadores con su ira, o que los manda a los tormentos de un infierno eterno. También creen que bendice y acaricia y que uno puede dirigirse a él en un momento de necesidad con sus preocupaciones y dificultades. Creen que ha creado la Tierra y todo lo que hay en ella y, asimismo, las miríadas de planetas, soles y galaxias, cuya existencia presentimos en el universo que nos rodea. Sin embargo, no quieren oír hablar de que la conciencia de esta divinidad tuviera que estar sometida a alguna ley para el pensamiento o la voluntad. Afirman que Dios es tan grande que no se puede entrar en contacto directo con él ni hacerlo hablar. Un ser que está por encima de todos los más grandes fenómenos creados, tales como estrellas y galaxias, debe verdaderamente ser demasiado grande para poder hablar con la «mota de polvo» que un hombre es, afirman. Es excusable que los hombres tengan tales formas extrañas o imperfectas de percibir a Dios. La mayoría de los hombres sólo son capaces de percibir a la Divinidad por medio de su instinto y su sentimiento y no con la inteligencia. Hombres con mayor acento en la inteligencia tienen frecuentemente la opinión mencionada de que Dios no existe, pero que es un producto de la fantasía de personas ingenuas.
2. En virtud de la facultad de la inteligencia, la ciencia ha descubierto la facultad de reaccionar de la materia, que está sujeta a leyes
Para los hombres terrenos, la inteligencia es, no obstante, una nueva energía de la conciencia, e incluso en los hombres con mayor acento en la inteligencia todavía tiene un carácter muy imperfecto. Por medio de su inteligencia, el hombre terreno en general sólo puede analizar y calcular resultados de pesos y medidas y, en resumidas cuentas, ocuparse del mundo físico. Frecuentemente ve las realidades espirituales como resultados o efectos de la reacción de las sustancias físicas. Hombres con acento en la inteligencia estudian, por ello, con interés estas reacciones y descubren, poco a poco, las leyes que rigen el mundo físico, desde las colosales dimensiones de las galaxias al micromundo de los átomos y electrones. Ni en el macrocosmos ni en el microcosmos se encuentra arbitrariedad, en todas partes se encuentran vestigios de la facultad de reaccionar de la materia, sujeta a leyes. De esta manera, tenemos las dos formas de percibir la vida en contraste la una con la otra, la una, la de los hombres creyentes, que dice que Dios es algo que está por encima de leyes y principios, y que hace milagros y crea algo de la nada. La otra, la de los ateos y materialistas que dice que todo sólo son leyes y principios, fuerzas de la naturaleza muertas, mecánicas, que encajan la una con la otra como los engranajes de una máquina y actúan o bien como destructoras o como fomentadoras de vida en una cadena casual de causa y efecto, con el único sentido que el que los propios hombres crean como deseos ilusorios. La primera de estas dos formas de percibir la vida está dominada en demasía por el sentimiento, la otra está dominada en demasía por la inteligencia.
3. Grandes investigadores, científicos, artistas y escritores pueden tener destellos intuitivos
Pero, el hombre terreno trabaja en su conciencia con otras energías que el sentimiento y la inteligencia, y entre ellas una energía que todavía sólo se hace valer en un grado insignificante y, entonces, sólo como un destello en la conciencia: la intuición. Estos destellos intuitivos, que están en conexión con el sentimiento y con la inteligencia, ponen a la persona en condiciones, aunque sólo sea una fracción de segundos, de comprender que en el universo todo está relacionado. En épocas anteriores, la persona que había tenido una serie de experiencias intuitivas y trataba de contarlo era, por lo general considerada como una persona santa, sabia o un místico. Pero actualmente, y especialmente en los países occidentales, sucede que grandes investigadores y científicos, artistas y escritores tienen destellos intuitivos que les hacen ver que, a pesar de todo, el universo no es una máquina con rotaciones casuales, sino que detrás de todo esto hay pensamiento y conciencia. Hoy no es nada raro oír manifestaciones de este tipo, pero esto no significa, claro está, que quienes las expresan se hayan vuelto seres creyentes. No renuncian a su conocimiento sobre las leyes y principios del universo. Al contrario, es, precisamente, el descubrimiento de la sutil lógica que existe en todas partes, tanto en lo pequeño como lo grande, que les hace darse cuenta de que todo esto no puede tener lugar como casualidades ciegas, sino que tras lo creado tiene que haber uno que crea, piensa y planifica de acuerdo con determinadas leyes y principios.
4. La actitud humana del hombre, su voluntad de crear paz, puede llevar a breves irrupciones intuitivas en la conciencia
Vemos, por consiguiente, que donde la inteligencia se conecta con la experiencia intuitiva, la persona es capaz de vislumbrar una mayor coherencia entre todo que la que la sola inteligencia está en condiciones de dejar ver. Pero el sentimiento, la actitud humana del hombre, su voluntad de crear paz y armonía en la existencia desempeña también un papel importante como causa que contribuye a la experiencia intuitiva. Cuando la inteligencia de una persona no se usa sólo como una facultad, que de manera fría y calculadora averigua lo que puede favorecerla, de manera que pueda vivir con lujo y confort, aunque quizá pueda perjudicar la existencia de otras personas, sino que es una facultad con la que se busca beneficiar a la totalidad y, por lo tanto, en contacto con la solidaridad y empatía humanas, esta armonía entre la inteligencia y el sentimiento puede llevar a una breve irrupción de la intuición en la conciencia, lo cual quiere decir que un mundo totalmente nuevo se abre para el hombre terreno.
5. Mis análisis cósmicos le muestran al hombre, que busca, que la Divinidad es una realidad científica
Naturalmente, no son sólo científicos escritores y artistas quienes en ocasiones pueden tener experiencias intuitivas, estas personas son simplemente las que quizá tengan mayor capacidad para expresar sus experiencias. Muchas personas, que han terminado con el estadio de «creencia» y quizá se consideren a sí mismas como ateas, porque no pueden creer en los conceptos dogmáticos corrientes sobre Dios, cielo e infierno, pero que son inteligentes y, simultáneamente, poseen sentimiento humano y facultad de amor al prójimo, pueden, frecuentemente, sentir añoranza y deseo de un punto fijo en la existencia. Buscan y, en ocasiones, pueden experimentar el destello de la intuición en la conciencia, sin que puedan, realmente, comprender qué es lo que sucede. Sienten tan sólo un instante que todo tiene sentido, que hay una conexión entre ellos y el gran universo, que es importante, y también que tiene que ser posible llegar a comprender esta conexión. ES posible. Y es mi tarea mostrarle con mis análisis cósmicos al hombre, que busca, que la Divinidad es un hecho científico. Una actitud nueva y más objetiva o científica con respecto a la Divinidad viva dará lugar, con el tiempo, a una nueva época mundial que se diferenciará de la vieja por el hecho de que el hombre no creará, como en ésta última, Dios a su propia imagen, sino que, al contrario, se creará a sí mismo a imagen de la Divinidad. Pero para poderse crear a sí mismo a imagen de la Divinidad, la Divinidad tiene, claro está, que ser un modelo verdaderamente real, algo enraizado en la realidad y la vida cotidiana, y no un ser de fantasía por encima de las nubes. ¿Puede la Divinidad convertirse, entonces, en un hecho así, con base real y científica? Sí, la Divinidad puede verdaderamente convertirse en un hecho teórico para el investigador con mente abierta, objetivo e inteligente. La propia experiencia de la Divinidad por medio de la conciencia o iniciación cósmica no se le puede dar a ningún ser, es algo hacia lo que el ser debe evolucionar y que vendrá una vez, cuando el ser tenga en su conciencia la mezcla necesaria de sentimiento, inteligencia e intuición. Esto es algo que viene con la evolución, de la misma manera que el ser en el pasado adquirió ojos para ver y oídos para oír. Tarde o temprano le llega a cada hombre terreno, exactamente cómo una vez evolucionó de mineral a planta y de planta a animal. Ahora se transformará de animal en hombre verdadero, lo cual, precisamente, quiere decir un hombre a imagen de Dios.
6. Todos los seres vivos son órganos del organismo de Dios
El hombre terreno ha llegado tan lejos en este proceso de transformación o creación, que está empezando a adquirir un libre albedrío para convertirse en un colaborador o co-creador en el proceso. Una colaboración divina así requiere comprensión y conocimiento, es decir, conocimiento no sólo de las leyes físicas, sino también de las leyes que actúan tras la parte psíquica o espiritual del universo. Son las leyes tras la conciencia de la Divinidad; y el hombre, cuando aprende a seguir estas leyes, entra en sintonía con la conciencia de Dios o tono básico del universo y se convierte en «uno con el Padre». Mis análisis cósmicos son un estudio de la conciencia y organismo de la Divinidad. Por lo que atañe a nuestra propia conciencia, no tenemos ninguna duda de que su facultad de percepción se despliega a través de los órganos de los sentidos, y lo mismo puede decirse de todos los seres vivos con los que estamos en contacto. En todas las distintas experiencias que hacemos, vemos que los seres vivos experimentan y crean a través de instrumentos u órganos adaptados para ello. Se trata de un principio universal. La percepción no puede en absoluto tener lugar sin ayuda de instrumentos de percepción. Para experimentar materia física, es necesario que los seres tengan instrumentos físicos de percepción, y para experimentar materia espiritual, tienen que tener instrumentos de percepción espirituales.
Cada ser vivo está equipado con un conjunto de sentidos que hace que una experiencia así sea posible. Creer que el mismo principio no tendría que ser valedero para la Divinidad, cuyo organismo es todo el universo, es totalmente ilógico. La Divinidad tampoco puede percibir ni crear sin instrumentos u órganos de percepción y creación. Pero, cuando la Divinidad tiene instrumentos de percepción, que están compuestos de materia y trabajan con materia, estos instrumentos tienen, claro está, que poder ser investigados. ¿Dónde en el universo están, entonces, los instrumentos de percepción de Dios? Para poder responder a esta pregunta hay primero que comprender que todo lo que existe forma parte de la Divinidad. No existe nada fuera de Dios. El universo con su espacio y tiempo, sus materias y seres vivos infinitos, tanto los que podemos ver y los que no podemos ver, son órganos de este organismo gigantesco. Estos órganos o microseres están divididos en grupos. En la zona de percepción física del hombre terreno tales «grupos de órganos» pueden observarse como lo que denominamos especies y razas. Los hombres terrenos son centros especiales de experimentación u órganos del organismo de la Divinidad. Constituyen conjuntamente una forma especial de materia orgánica, a través de la cual pueden pasar longitudes de onda y vibraciones de energía especiales. Así también es, claro está, en nuestro propio organismo. Tenemos una clase de centros de experimentación que denominamos células del cerebro, otra células del corazón, tenemos glóbulos blancos y glóbulos rojos, tenemos células nerviosas de muchas especies, tenemos centro de experimentación de la vida distribuidos por todas las zonas de nuestro organismo. ¿No es esta exactamente la misma imagen que vemos fuera de nosotros mismos, simplemente a una escala mucho mayor que en nuestro propio interior? En un organismo macrocósmico así también tiene que haber órganos para la descomposición y disolución de las combinaciones de materia y, así mismo, para la construcción y perfeccionamiento.
7. Dios es la propia eternidad y el propio infinito y lo experimenta todo en su mundo interior
Todo el universo infinito con miríadas de partículas que, conjuntamente, forman partículas más grandes, consta de seres vivos que constituyen, respectivamente, universos y sustancias los unos para los otros. Todos viven, se mueven y están en la Divinidad, y todos son seres eternos que, a partir de sus anhelos y deseos experimentan una eterna transformación, que es lo mismo que una eterna evolución basada en la ley inalterable del principio del contraste. Pero, ¿dónde está, entonces, Dios?, ¿es el más grande de todos estos seres? No, el principio que rige a este ser es eterno e infinito en su estructura. No hay ningún ser ni en el interior ni en el exterior y, con ello, tampoco hay ningún ser que sea el más grande ni el más pequeño. El resultado final de la estructura del universo no es un ser en las dimensiones de espacio y tiempo. Estos seres, independientemente de lo grandes que pudieran aparecer, cada uno de ellos no sería otra cosa que un hijo de Dios, que es un macroser en un ser todavía mayor. No pueden ser la propia Divinidad. Dios es la propia eternidad y el propio infinito, que no tiene nada fuera de él, ninguna divinidad por encima de él. Dios lo experimenta todo en su mundo interior, y en nuestro propio mundo interior también podemos encontrar a Dios. Dios es el YO dirigente del universo, un «algo que es», eterno e inalterable, y el Yo de Dios tiene su residencia en todos los seres vivos. Cuando el ser concreto o hijo de Dios concreto se pone, con sus rayos y ondas, a la misma longitud de onda que la profusión de pensamientos de amor que, desde el «yo» de la Divinidad lo irradian todo en el universo, entonces se convierte en «uno con el Padre, uno con el camino, la verdad y la vida», se convierte en un hombre a imagen de Dios, un instrumento de percepción y despliegue de creación cada vez mayores.
De una conferencia en el Instituto Martinus el domingo 7 de noviembre de 1948. Título original: «Guds sanser». El manuscrito para la conferencia fue editado por Mogens Møller. La edición fue aprobada por Martinus. El artículo se publicó por primera vez en Carta de Contacto no. 21/1958 y en el Kosmos en castellano en 2016 (2). Traducción por Martha Font con la colaboración del equipo de lengua castellana. ID de artículo: M0551. © Martinus Institut 1981.

© Martinus Institut 1981, www.martinus.dk

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