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M0538
El reino del hijo de Dios - 2
por Martinus

1. La mayoría ve las enfermedades como un asunto puramente físico
El organismo del ser vivo es una vivienda, un reino para microseres, ante los cuales el hijo de Dios se convierte en un macroser. Por esto, este reino ofrecerá una vivienda de luz o una vivienda de oscuridad a los microseres según el macroyo construya y mantenga su organismo de una manera sana, natural y amorosa o maltrate o destruya su organismo. Para entender la necesidad de la salud e higiene verdadera no es suficiente leer y releer sobre nuevos métodos de alimentación, condiciones de sanidad exteriores etc. Tampoco es suficiente ir al médico, dejarse operar, acudir a un tratamiento físico exterior cuando hay enfermedades en el organismo. En todo el mundo civilizado existen grandes hospitales, en los cuales los hombres enfermos podrán encontrar salud o curación de sus enfermedades, y esto es en sí mismo una disposición divina. Pero es insensato creer que se ha llegado al final del camino y que se ha alcanzado el medio perfecto para devolver el estado normal y absolutamente sano a los seres. ¿Qué son, en realidad, los hospitales alrededor del mundo? Y ¿qué son los organismos enfermos o mejor dicho las enfermedades, que tienen que tratar? La manera general de ver estos organismos, y en especial entre los médicos, es que sólo son cosas físicas destrozadas que se pueden reparar de alguna manera como se repara un zapato, una prenda de vestir, un coche, una casa, etc. Dicho brevemente, se opina que la enfermedad sólo es cuestión de un asunto puramente físico, sólo es cuestión de una reparación física, un asunto para un taller.
2. Nuestro organismo es un reino o universo para seres vivos
Nada puede ser más erróneo que esta comprensión muerta o este malentendido total de los hechos reales. El hecho es que todas las enfermedades orgánicas son un asunto anímico, son un asunto del espíritu. Un organismo no es, desde luego, una cosa muerta tal como un zapato, una prenda de vestir, una casa o un coche, etc. Un organismo es un conjunto, una multitud de seres vivos en distintos estadios de evolución y perteneciendo a distintos ciclos de espiral más altos o más bajos. Están enlazados en una unidad por el estado de conciencia del macroyo. Son atraídos o llamados y rechazados o alejados, según el macroyo con su manera de ser crea condiciones perfectas para la colaboración o arruina esta colaboración. Las condiciones de vida de todo este conjunto, su destino y bienestar dependen, así, de cómo el macroyo trata su organismo, qué alimentación y qué aire, qué luz y qué calor el macroyo deja fluir a su organismo. Los microseres del mismo organismo dependen de esto. Si el macroyo trata correctamente a su organismo, lo alimenta con la comida correcta, la luz correcta y el calor correcto, etc. depende, claro está, de la comprensión o conocimiento del macroyo sobre la verdadera estructura cósmica de su organismo. Si no entiende que el organismo es un reino, un universo para seres vivos y que todas las condiciones de la naturaleza, las fuerzas de la naturaleza y condiciones de vida dentro de este universo dependen completamente de la voluntad, estadio cultural y condiciones de destino de este origen, entonces este mismo universo sigue siendo una esfera oscura cuyo rey u origen es, en mayor o menor grado, su perseguidor y enemigo más grande.
3. La única medicina absoluta: conocimiento, voluntad y carácter
Todas las enfermedades del mundo no son, así, sólo un asunto de hospital, sino que son, en mayor grado, también un asunto de espíritu. Por eso las enfermedades o los sufrimientos orgánicos corporales nunca cesarán exclusivamente a base de inventos exteriores. La causa verdadera no es, en su análisis básico, un asunto exterior sino interior. Es una cuestión de conocimiento, voluntad y carácter. Cualquier enfermedad sólo se puede «curar» con esta medicina única y absoluta: conocimiento, voluntad y carácter. Sin esta medicina cualquier otro fenómeno terapéutico no vale. ¿No es precisamente un hecho que los hospitales por todas partes son demasiado pequeños? Allí no caben todas las personas enfermas, aunque cada hospital en si es una pequeña ciudad con muchos edificios, funciones y jefes, con muchos profesores, médicos, médicos jefes, enfermeras, camilleros etc. Hay que ampliar constantemente y construir y construir infinitamente, y sin embargo hay largo tiempo de espera para los enfermos que desean ser ingresados. De hecho, sin la ciencia del espíritu, sin la comprensión de que el amor al prójimo también abarca a los microseres de los organismos, la necesidad de hospitales crecerá y crecerá y en cualquier momento exigirá más hospitales, médicos y enfermeras que los que se pueden conseguir.
4. Cuando surgen obstáculos en la cooperación entre los microseres de nuestro organismo
Como al final nadie puede negar que el organismo es un conjunto de seres vivos, que exigen condiciones especiales, calculadas para poder encontrarse bien en dicho organismo, está clarísimo que estas condiciones se tienen que cumplir. Si no se cumplen, surgen obstáculos para la cooperación de estos seres, y la unidad, que el organismo es, empieza a vacilar. En nuestra función de ser el origen de un universo, ser rey de un reino con millones de habitantes, está claro que no podemos ignorar a estos habitantes ya que cada uno de ellos constituye una parte de la unidad construida, que es nuestro organismo. Por eso, si nos acostumbramos a tomar sustancias nocivas: el alcohol, grandes cantidades de tabaco, morfina u otros productos narcóticos, crean estragos en ciertas regiones de nuestro organismo. Y como en él no existe ningún terreno en absoluto, por pequeño que sea, sin que de alguna manera constituya una necesidad para nuestro propio bienestar, este bienestar, claro está, se perturba, cuando más o menos destruimos las condiciones para la existencia de este terreno. Lo mismo es válido si comemos una sustancia cuyo estado digerido o transformado es nocivo para nuestros pequeños habitantes. Los terrenos en cuestión de nuestro organismo entonces se debilitan y no pueden llevar a cabo su misión, lo cual significa, a su vez, funciones vitales debilitadas para el macroyo. Que estas molestias se llamen cáncer, cálculo biliar, arenillas renales, presión sanguínea elevada, etc. no son las expresiones correctas o adecuadas, sino que sólo son en realidad expresiones para efectos exteriores. En realidad deberían llamarse «falta de espíritu», «superstición», «revolución», «sabotaje», «día de juicio».
5. Para sanar tenemos que ingerir la alimentación correcta y pensar amorosamente
Todas las enfermedades son, así, en su análisis más profundo, enfermedades de la conciencia. Se producen por la ignorancia más o menos grande de su origen y su consiguiente falta de amor al prójimo. La primera condición para sanar realmente o para vivir en organismos que no estén afectados por enfermedades es, naturalmente, que uno llegue a comprender que dentro de nuestros organismos estamos rodeados de seres vivos y fuerzas de la naturaleza, de la misma manera que exteriormente tenemos seres vivos y fuerzas de la naturaleza a nuestro alrededor. De la misma manera que se empieza a entender que hace falta que el conjunto aquí trabaje conjuntamente, que todos tienen que trabajar para todos y que la guerra de todos contra todos tiene que cesar, también es necesario hacer que todos los microseres trabajen para todos y que la guerra de todos contra todos también cese aquí. Pero, mientras en el entorno exterior uno no tiene mucho que decir, uno tiene, al contrario, todo que decir en el mundo interior o los terrenos de nuestro organismo. Aquí somos el macroser. Aquí podemos decidir las fuerzas de la naturaleza. Aquí podemos decidir si nuestros microseres en una u otra región del cuerpo tienen que tener tales o cuales condiciones de vida. Aquí, comiendo una alimentación que es absolutamente sana para el organismo e ingiriendo las correspondientes bebidas, podemos crear bienestar puramente físico para nuestros microseres. Y pensando amorosamente, siendo comprensivos y así perdonando a todos y con ello purgando nuestra psique de toda cólera, toda envidia, todo odio, toda avaricia, toda clase de enfado, todo temor al futuro, entonces creamos un bienestar anímico realmente sano para nuestros microseres, creamos regiones espirituales luminosas, donde pueden buscar fuerza anímica y energía para liberarse de todos los obstáculos en su misión natural, en la co-creación de nuestra vida y bienestar.
6. Un viaje con clarividencia cósmica en la psique y el organismo del hombre enfermo
Cuando uno, en virtud de conciencia o clarividencia cósmicas, hace un viaje por la psique y el organismo de uno de los hombres enfermos contemporáneos, vemos un micromundo físico y psíquico que constituye terrenos de desiertos muertos y petrificados, es más, paisajes lunares fríos y muertos. Vemos que hay terrenos que originalmente eran maravillosos terrenos fértiles con una vida floreciente. Todos trabajaban laboriosamente y todos servían a todos. Pero entonces vino el desastre. Las condiciones externas necesarias empezaron a desaparecer. Un desastre natural terrible empezó a surgir y los seres empezaron a morir. Seres inferiores, más rudos, robustos y primitivos se encarnaron en los terrenos brutales, devastados por la catástrofe. Pero también para ellos las condiciones de vida se volvieron insuficientes, y al final ya no se encarnaron seres vivos en los terrenos que poco a poco se habían convertido en terrenos rocosos muertos y fríos. La naturaleza animal sana con sangre y carne se había convertido en desiertos de piedra estériles y endurecidos. Todo esto producido por la manera antinatural de vivir del macroyo. En el hospital tales enfermedades se llaman calcificación y se manifiestan como cálculos biliares, cálculos vesicales, arenillas renales, etc.
En otros organismos observamos en este caminar cósmico grandes terrenos, donde antes también florecía una vida cultural magnífica hasta un día en que los primeros síntomas de una catástrofe venidera empezaron a presentarse. Grandes cambios en los terrenos y elementos desafortunados entraron en juego y empezaron a crear condiciones para encarnación y formas de vida que no estaban en absoluto en armonía con la existencia y mantenimiento del organismo mismo. Estas formas de vida significaron muerte y destrucción para los propios microindividuos del organismo. Tuvieron lugar grandes procesos de construcción y creación pero a costa del organismo, es decir basados en su destrucción. Al final los microseres normales habían sido desplazados y nuevos terrenos mortíferos para el organismo habían surgido. En el hospital se denomina a tales terrenos mortíferos de los organismos tumores, pólipos y similares. Y lo mismo pasa con otras enfermedades surgidas en el organismo o cuerpo.
Si caminamos en los mundos anímicos o espirituales del mismo organismo vemos casi sólo terrenos de purgatorio. Detrás de los microuniversos con los terrenos físicos mortíferos y ya muertos no pueden existir estados normales de bienestar. Porque es aquí que el placer o malestar del mundo físico se experimenta. Por eso habrá una zona psíquica, bastante dura y brutal, que todo lo domina, donde la melancólica, las penas, los gritos y el dolor dominan. Que tales terrenos en la psique del ser contribuyen a destruir y sobrecargar los nervios del macroser y refrenar su bienestar mental es, por supuesto, evidente. Son estas corrientes a través del sistema nervioso de la subconciencia o la vida psíquica del cuerpo que contribuyen a crear una depresión anímica que puede terminar en depresión nerviosa.
7. Con amor a todo y todos cesa todo sufrimiento, toda guerra y enfermedad tanto en el mundo interior como exterior
Así vemos aquí con qué exactitud el macroyo está atado a sus microseres, con qué fuerza su voluntad, tendencias y deseos deciden la creación de las condiciones para la encarnación de microseres vitales en el organismo. La población de microseres del organismo sigue con precisión las expresiones mentales del macroyo, su actitud mental ante la vida, el goce, el deseo y la satisfacción de deseos. En el mismo grado en que a uno le falta en su mente el amor universal hacia sus prójimos en el mesocosmos, tendrá tendencia a ataques de ira, inclinación a la indignación, a tener ganas de reprochar, perseguir y vengarse de otros. Uno estará, así, permanentemente envuelto en procesos y en querellas con su entorno, experimentará muchas clases de malestar, y se pensará que es mártir y que todos le persiguen. Vivir con la convicción de ser un inocente perseguido no puede ser expresión de bienestar normal, sino que es la causa de todos los trastornos anímicos que a su vez se extienden al organismo y crean trastornos allí. Mientras el amor universal, que es la sangre y alimentación cósmica de la vida, no esté presente en un grado suficiente en el mundo interior y exterior del hombre civilizado, uno no llegará a experimentar un bienestar permanente. Al contrario, un malestar en forma de toda clase de enfermedades dominará tanto, y la cantidad de pacientes será tan abrumadora que todos los hospitales del mundo no los van a poder contener, y toda construcción de hospitales, por enérgica que sea, sólo puede avanzar a paso de tortuga en relación con el desarrollo o crecimiento de la necesidad general de estas instituciones. Con amor a todo y todos cesa todo sufrimiento, toda guerra y enfermedad, tanto en el mundo exterior como en el interior.
El artículo se basa en un manuscrito de una conferencia de Martinus en el Instituto Martinus, el domingo 1 de mayo de 1949: «Gudesønnens kongerige 2». Corrección y títulos de Torben Hedegaard. Aprobado por el consejo 18.05.2014. Publicado por vez primera en el n.º 10 de 2014 en la edición danesa de Kosmos. Traducido del danés al castellano por Else Byskov con la colaboración del equipo de lengua castellana. ID de artículo: M0538.

© Martinus Institut 1981, www.martinus.dk

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