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M0510
Dale al emperador lo que es del emperador y a Dios lo que es de Dios
por Martinus

1. Una instrucción en comportamiento divino
Una vez, algunas personas vinieron a Jesús, enviadas a él por los fariseos con una pregunta muy difícil, a saber, «¿Está permitido dar impuestos al emperador?» Esperaron que Jesús contestara de una manera por la cual pudieron capturarle y llevarle a la justicia. Pero como se sabe él respondió: «Dale al emperador lo que es del emperador y a Dios lo que es de Dios». También puede tener importancia para los hombres de hoy mirar un poco más de cerca la respuesta salomónica que Cristo dio a estos hipócritas fariseos. En esta brillante respuesta se encuentra una de las verdades ocultas más grandes de la vida. No es tanto una advertencia contra la evasión fiscal, que esta respuesta contiene, sino que es una instrucción de un comportamiento divino. Se debe notar que Jesús pidió ver la moneda del impuesto. Y le mostraron un denar, luego de lo cual preguntó: «¿Qué imagen y título es este?» Y respondieron: «Es del emperador». Luego les dijo: «Dale al emperador lo que es del emperador y a Dios lo que es de Dios». Los enviados de los fariseos se asombraron de esta respuesta, pero no podían hacerle nada. La respuesta fue completamente inatacable. Pero ¿por qué se asombraron estos hombres? ¿No fue la respuesta de Jesús una evidencia, una mera y simple advertencia contra la evasión fiscal? No, en la respuesta hay todo un mundo de sabiduría, en relación con la cual esto de pagar impuestos ni siquiera entra, de verdad ni siquiera importa. Y, sin embargo, los enviados de los fariseos tenían que irse avergonzados. Jesús había respondido de una manera que era inatacable tanto para Dios como para los hombres, sin haber respondido directamente a lo que se le preguntaron.
2. Nuestra apariencia física, la forma del organismo en que vivimos y el nombre de este organismo son nuestra única propiedad; todo lo demás pertenece a Dios
Cuando Jesús no dijo que, por supuesto, uno debería pagar impuestos al emperador, sino «dale al emperador lo que es del emperador y a Dios lo que es de Dios», se trata de dos tipos de derechos de propiedad: el del emperador y el de Dios. ¿Qué es, entonces, el derecho de propiedad del emperador y cuál es el de Dios? Jesús mostró directa y explícitamente qué era el derecho de propiedad del emperador, señalando la moneda y preguntando qué imagen y nombre estaban estampados en ella. Cuando respondieron, «el del emperador», dijo que se tenía que dar al emperador lo que era del emperador. El objeto del derecho de propiedad del emperador era, pues, la imagen del emperador y el nombre de la moneda. Jesús no dijo: «Entonces dale al emperador la moneda». Habló explícitamente de la imagen del emperador y su nombre. Nuestra apariencia física, la forma del organismo en el que vivimos y el nombre de este organismo son nuestra única propiedad, ya sea que seamos emperador o lo que sea. Todo lo demás es de Dios y, por lo tanto, ni del emperador ni de nosotros en sentido absoluto. Incluso lo que producimos con nuestro organismo, todo lo que creamos es en sentido absoluto la obra de Dios. Somos órganos en el cuerpo de Dios, es «en Él que vivimos, nos movemos y somos». Es en virtud de este principio, por el cual todos los seres vivos son los órganos de Dios, que nuestro organismo se ha creado. ¿No son nuestros padres los órganos del cuerpo de Dios, en virtud de los cuales nuestros órganos se han creado? Sin estos padres, nuestra existencia actual no podría haberse formado de tal manera como precisamente lo hace. De la misma manera que nuestros padres fueron los órganos a través de los cuales se creó nuestro organismo actual, también somos cada uno de nosotros un órgano a través del cual Dios crea o se manifiesta, independientemente de cómo puede ser esta manifestación. Así que le debemos a Dios todo lo que podamos manifestar, todo lo que seamos capaces de producir. No podemos, en sentido absoluto, poseer nada de la naturaleza o lo que nosotros mismos hemos producido. Todo es propiedad de Dios, excepto nuestra apariencia y nuestro nombre o la marca con la cual nos damos a conocer. Un hombre terreno es un órgano en el organismo de Dios de la misma manera que un ojo es un órgano en el organismo del hombre terreno. Un león o un tigre es un órgano a través del cual Dios puede manifestar el modo particular de ser del depredador. Un caníbal es un órgano a través del cual se manifiesta un comportamiento similar, al mismo tiempo que la capacidad divina de la creación poco a poco ha comenzado a desarrollarse a través de él como fuerza mental humana. La pequeña alondra es un órgano a través del cual Dios crea una forma especial de sonido agradable, canto y regocijo, que durante el verano puede deleitar a otros seres vivos. De este modo, las manifestaciones de todos los seres vivos son obra de Dios, propiedades de Dios, tanto lo que el trabajador hace en la fábrica, el artista crea en su estudio, como lo que producen el científico y el técnico. Esto nunca puede pertenecer legítimamente a ningún otro ser, ni al que lo ha producido.
3. Es a nuestro prójimo, que debemos todo
Pero ¿quiénes son los órganos de Dios que reciben lo que cada uno crea, y que es la propiedad de Dios? No son ni los reyes ni los emperadores ni otras instituciones establecidas por los humanos, sino cada ser humano o animal, vegetal o mineral, que está bajo la influencia de nuestra manifestación. Cualquier tipo de vida concentrada, cualquier ser vivo que lleguemos a experimentar es nuestro prójimo. Y a nuestro prójimo debemos todo el impuesto, sí, todo lo que podemos hacer. De hecho, es un impuesto mucho mayor el que Cristo impone a los emisarios de los fariseos que el exigido por el estado, el que creyeron que podrían haberle hecho negar. El fraude fiscal general es, de hecho, nada comparado con la evasión de pagar impuestos al prójimo, que es general en el estado evolutivo actual del hombre terreno. Esta evasión de impuestos al prójimo está tan generalizada que parece una condición de vida, algo que es absolutamente necesario hacer para existir, se piensa necesario eso que se apodere de sus propias creaciones y las evalúe a ese o aquel precio y a tal ganancia por hora. Es decir que todos hagan fraude fiscal contra todos, se ha convertido en una condición de vida, un fenómeno común y natural que uno debe vivir para defender su propia vida.
4. No es con fanatismo que se contribuye al desarrollo de la paz y la justicia, sino a través de la lógica
Como la vida humana está en este momento, no hay mucho tiempo o recursos para vivir para su prójimo. El que realmente sólo quiera vivir para su prójimo en sentido absoluto será saqueado y explotado, aparte del hecho de que será considerado un tipo raro o un extravagante, uno que se ha vuelto bastante loco. Terminaría en el asilo de pobres o en instituciones de bienestar social, reduciendo así enormemente su posibilidad de beneficiar a la totalidad. No es con fanatismo que se trabaja en el desarrollo de paz y justicia, sino a través de la lógica, a través de la comprensión de lo que es lo más amoroso que se puede hacer en cada situación. Aquí está la oración, que Cristo le ha enseñado a la humanidad, de importancia fundamental: «Padre, hágase tu voluntad, no la mía». A través de esa actitud de su conciencia, siempre hizo lo que en la situación individual era más beneficioso para el todo, por lo que también podía decir: «Lo que hago, no lo hago solo, sino el Padre a través de mí».
5. La cultura actual es, básicamente, sólo una caza por ganancias, una lucha por dinero
Tal como el orden social es ahora, los padres se ven obligados a dejar que sus hijos se eduquen en las habilidades y aptitudes que proporcionan los mayores beneficios económicos. El objeto de mayor interés de la vida se convierte en dinero. Con el dinero se cree poder proteger su vida para que uno no se convierta en esclavo de otros, sino que uno mismo pueda comprar a otros para que sean sus esclavos. El principal problema de la vida se convierte en un problema de dinero, una cuestión de mantenerse arriba económicamente y los demás abajo. Toda la cultura actual es, básicamente, sólo una caza por ganancias, una lucha por dinero. Y tan complicado es el sistema que incluso se necesitan expertos para decidir la supuesta responsabilidad fiscal de un trabajador ordinario ante el estado y el municipio. Muchos no saben cómo completar sus declaraciones de impuestos, y si van a vender o comprar una propiedad, los expertos también deben hacer esto para evitar que uno sea engañado y verse obligado a pagar más dinero por la cosa que lo que vale. Es natural que una cultura que todavía está tan vinculada a la ley de la jungla o la ley de los más fuertes se convierta en un mundo de discordia, un «infierno». Y esta discordia se basa en un fraude fiscal universal, que domina toda la existencia de hoy y destruye toda alegría, paz y bienestar. Que Cristo aconseje darle a Dios lo que es de Dios no es sólo una frase o algo superfluo, ya que hacer en cada situación lo que es beneficioso para todos es el camino a la paz y al «reino de los cielos».
6. El anhelo de la paz mundial se hace cada vez más fuerte en cada vez más humanos; es el comienzo de los estados unidos del mundo
No es de extrañar que Cristo diga: «Mi reino no es de este mundo», porque su mundo era en el que uno prefería dar antes que tomar y prefería servir antes que ser servido. Pero también dice: «El reino de los cielos está dentro de ustedes». El anhelo de la paz mundial se hace cada vez más fuerte en cada vez más personas. Cada vez más personas no tienen corazón para matar, no tienen corazón para herir a otra persona, les duele si ven a otros sufrir. Todo eso es el comienzo del «reino de los cielos» o los estados unidos del mundo que se formarán a nuestro alrededor cuando, a través de pensamientos, sentimientos y acciones, sembremos el reino de los cielos que está dentro de nosotros. Con su vida Cristo ha sembrado la semilla en la que todos los pueblos de la tierra serán bendecidos, pero no es suficiente que la haya sembrado, él es el ejemplo para seguir. También dijo: «Toma tu cruz y sígueme».
7. En este momento la humanidad está experimentando el hundimiento de una cultura mundial y el nacimiento de una nueva cultura mundial
Uno no sigue a Cristo al convertirse en un fanático religioso o político, que forzará revolución o intentará de otro modo crear de repente un estado mejor que el presente. Eso no puede suceder ni por milagros ni por dictadura. La humanidad se encuentra en un tremendo proceso de desarrollo y actualmente está experimentando el hundimiento de una cultura mundial y el nacimiento de una nueva cultura mundial, y de la misma manera que ha tardado mucho en desarrollarse de planta a animal y de animal al estado del hombre terreno actual, el desarrollo hacia la paz mundial o «el verdadero reino humano» no puede ocurrir de una vez. Es cierto que la humanidad terrena se encuentra ahora en un desarrollo forzado si se la mira en relación con el tiempo que ha tardado en llegar desde el propio reino animal hasta la presente mentalidad de la jungla del hombre terreno. Pero la humanidad terrena necesariamente tiene que pasar por las fases o estadios de desarrollo donde se hacen las experiencias sin las cuales un mundo de paz nunca puede convertirse en una realidad.
8. Los dogmas y el fanatismo religioso no pueden transformar el mundo; sólo la lógica basada en las leyes cósmicas o en el amor al prójimo pueden crear la paz mundial
Muchos hombres han alcanzado ahora el estadio de desarrollo en el que están a punto de convertirse en una herramienta divina en la creación de «un nuevo cielo y una nueva tierra», lo cual significa una nueva actitud mental hacia la vida y un nuevo comportamiento cotidiano consiguiente hacia el prójimo. Es la misión de la ciencia espiritual ser un factor inspirador para los hombres buscadores en este gran proceso de transformación. Los dogmas y el fanatismo religioso no pueden transformar el mundo; sólo la lógica, que está basada en las leyes cósmicas o en el amor al prójimo, creará gradualmente la paz mundial a través de la actividad del individuo. Sin este cambio, no se debe, para nada, esperar paz en el mundo. Las guerras y las guerras laborales, la carestía, el desempleo y la ociosidad, la pobreza, la angustia y la miseria, el odio y la amargura serán por un tiempo todavía una tradición general en este mundo y en parte evitarán que la verdadera luz humana, la alegría absoluta, la paz y la bendición penetren en el mundo. Pero cuanto más cada individuo intenta «dar a Dios lo que es de Dios», es decir dar a la totalidad su creatividad, su alegría de vivir y su amor, sin pensar primero en lo que él recibe en recompensa, más llega él o ella a estar en longitud de onda con el tono básico del universo y experimentará la gran verdad que se esconde detrás de las palabras del redentor del mundo: «Lo que hago, no lo hago por mí mismo, sino el Padre a través de mí.»
De una conferencia celebrada en el Instituto Martinus el domingo 2 de marzo de 1952. Manuscrito para la conferencia editado por Mogens Møller. La edición fue aprobada por Martinus. Título original danés: Giv kejseren, hvad kejserens er, og Gud, hvad Guds er. Publicado por primera vez en la edición danesa de Carta de Contacto no. 9, 1957. N.º de artículo: M0510. Traducido el danés al castellano por Else Byskov y Javier Romero Tello en marzo de 2019.

© Martinus Institut 1981, www.martinus.dk

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