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Lista de artículos

M2600
El matrimonio y el amor universal
por Martinus

1. La confusión mental de la humanidad
Con relación a la disposición de los hombres para la simpatía, a su situación matrimonial y a su concepto de la sexualidad, hay hoy en día una gran confusión. La época actual transcurre de un modo que fomenta una gran cantidad de aflicciones, preocupaciones, envidias, celos, amor desdichado, e incluso asesinatos y homicidios. Promesas de fidelidad y actas de matrimonio son a menudo ignoradas. A esto hay que añadir las desviaciones sexuales, las perversiones, el sadismo, la cleptomanía, la piromanía, y otras cosas semejantes. Algo, que también está causando una gran confusión entre los hombres, es el hecho de que hay seres que sienten una simpatía íntima por personas de su mismo sexo. En relación con esto, los hombres caminan en tinieblas. Oyen y ven, pero no comprenden nada de lo que ven o de lo que están experimentando. ¿Cuál es la explicación a todo esto?
2. El disfrute del árbol de la ciencia
¿Qué es lo que realmente estamos presenciando? Estamos presenciando que los hombres están disfrutando del «árbol de la ciencia». ¿Qué es el árbol de la ciencia? Es todo lo que vive, se mueve y existe alrededor de nosotros: seres humanos, animales y plantas, descendiendo hasta el microcosmos, e igualmente los planetas, soles, estrellas y galaxias, en resumen, todo aquello de la naturaleza o del universo que nos rodea, con lo que podemos entrar en contacto. Este es el árbol de la ciencia para bien y para mal. Toda nuestra experimentación de la vida es un continuo disfrute de los detalles de la inmensa estructura de este universo. Este disfrute es lo mismo que una reacción de nuestro contacto con dicho universo. Si no fuese esto, ¿qué podría si no ser el árbol de la ciencia?; si no fuese esto ¿qué podría si no ser el disfrute de este árbol?, ¿y de dónde obtenemos conocimientos y saber? ¿No es precisamente a través del contacto con los seres y las cosas que nos rodean o con las manifestaciones y fenómenos del resto de la naturaleza? ¿Cómo podríamos vivir y adquirir conocimientos y saber sin esta relación? Es cierto que la Biblia se refiere al árbol de la ciencia de un modo un poco distinto. Eva le dice a la serpiente: «Podemos comer libremente del fruto de todos los árboles del jardín. Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte». (Gen. 3, 2-3). La serpiente le responde entonces a la mujer: «De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal». (Gen. 3, 4-5). Pero esto era precisamente lo que debían hacer. ¿De qué otra manera podían llegar a ser hombres a imagen y semejanza de Dios? Un hombre que no conoce la diferencia entre el bien y el mal no puede ser un hombre perfecto o acabado a imagen y semejanza de Dios. Un hombre a imagen y semejanza de Dios no puede ser un hombre sin conocimiento. Parece ser que este pasaje bíblico pertenece a una secta o concepción religiosa antigua en la que ocuparse de lo puramente material era estimado como algo pecaminoso. Se ha considerado lo material como al árbol de la ciencia, se han visto sus guerras, manifestaciones mortíferas, dolores y sufrimientos y se ha supuesto, por consiguiente, que no se tenía que cultivar este tipo de vida, sino limitarse al cultivo de lo espiritual, al cultivo de los dioses. Por lo tanto la cita bíblica era ya anacrónica cuando fue incluida en la Biblia. Los hombres debían, por consiguiente, comer del árbol de la ciencia. La serpiente no sedujo a Eva, sino que la guió. En consecuencia, la serpiente aparece aquí como la primera manifestación revelada del principio Cristo o de la redención del mundo.
3. La creación del hombre por Dios no es la creación de un ser vivo nuevo
¿Cómo creó Dios al hombre? La creación del hombre por Dios no era algo que podía ser hecho en un día. La creación del hombre por Dios es un proceso que abarca millones de años, que comenzó en el reino mineral y que ha sido llevado a través del reino vegetal hasta el hombre incipiente del reino animal. Éste aún no ha llegado a ser perfecto o a estar acabado a imagen y semejanza de Dios.
Cuando se habla de la creación del hombre por Dios, no se trata de que Dios crea a un ser vivo de modo total. En cada ser vivo hay un núcleo, también vivo, que lo dirige. Este núcleo es una realidad absoluta y eterna. Jamás puede haber empezado y nunca dejará de existir. Este núcleo es lo que, según mis análisis cósmicos de «Livets Bog (El Libro de la Vida)», constituye el yo del ser vivo. Este yo forma, junto con una estructura orgánica cósmica igualmente eterna, lo que realmente está vivo en el ser. Por medio de su existencia eterna está, pues, absolutamente por encima de toda creación. Pero puede ser influido por los fenómenos espirituales y materiales circundantes, del mismo modo que él también puede influir en estos fenómenos. Por medio de esta influencia mutua entre este yo y el mundo que le rodea surge ese proceso en el yo, al que llamamos «la experimentación y manifestación de la vida». A través de este proceso el yo se vincula a la materia y crea su cuerpo físico y espiritual haciéndose asequible a la percepción sensorial. De este modo puede experimentar a los otros seres y al mismo tiempo ser experimentado por ellos. Este cuerpo físico es el que el hombre inacabado cree que constituye el ser vivo total. Este hombre es, en mayor o menor grado, incapaz de comprender el núcleo inmortal y verdaderamente vivo del ser que se encuentra detrás del cuerpo físico creado y visible.
4. La inmortalidad de los seres
El cuerpo físico del ser se halla en las coordenadas de espacio y tiempo. Esto significa, a su vez, que es perecedero. Todo lo que tiene un comienzo debe también tener un fin. Y por esto el concepto de «la muerte» ha entrado en el mundo. El hombre inacabado cree que los seres vivos son mortales. No entiende que aquello a lo que llaman muerte solamente es una separación o liberación de su yo y supraconciencia del cuerpo físico, y que después de esta liberación continúan viviendo. Pero después de su liberación del cuerpo físico no pueden seguir teniendo la misma manifestación y experimentación que tenían por medio de él. No pueden continuar en comunicación física con los seres físicos, con sus amigos y conocidos. Pero al mismo tiempo que el cuerpo físico del ser evolucionó, también se desarrolló un cuerpo espiritual detrás del cuerpo físico. Y el ser, después de su muerte, continúa vivo en este cuerpo. Sin embargo, con él no puede comunicarse de una manera normal con los seres físicos. Es por ello que sus parientes, amigos y conocidos lloran la pérdida del ser que, en mayor o menor grado, creen que dejó totalmente de existir. Pero los amigos, que están unidos por una gran simpatía, se encontrarán otra vez en una nueva vida física. Lo mismo puede decirse sobre los enemigos que no hayan hecho las paces antes de morir, se encontrarán igualmente con el fin de resolver todas sus animosidades y remplazarlas por paz. Ninguna guerra, ni ningún mal en general pueden cesar si no es por la fuerza de la paz.
5. La creación del hombre a imagen de Dios
Cuando se dice que Dios crea al hombre a su imagen, esto no significa - como ya se dijo anteriormente – que Dios crea a un ser vivo, sino una forma especial de manifestación y experiencia, una forma especial de actuar para con respecto al entorno. «El hombre a imagen y semejanza de Dios» es, por lo tanto, un modo especial de ser y el subsiguiente estado de experimentar la vida para un ser vivo, y no la creación del propio ser vivo.
«El hombre a imagen y semejanza de Dios» es, por lo tanto, el más alto modo de ser que hay. Transforma al hombre en un ser con un amor culminante, cuya manifestación e irradiación hacen que sea una alegría y una bendición para todo aquello con lo que entra en contacto. Es, por consiguiente, una copia de la forma de ser propia de Dios.
6. Los diferentes estadios de la creación del hombre
Para llegar a transformarse en un maestro de la forma de ser que es la imagen y semejanza de Dios, los yo eternos deben pasar a través de muchas experiencias distintas de vida y de muchos modos de ser. Por medio de su vinculación a la materia mineral, surge la forma mineral de vida, después deben pasar muchas vidas en la forma de vida vegetal y luego en la forma de vida animal para, aquí, ser transformados en la forma de vida humana o el hombre acabado a imagen y semejanza de Dios y, de este modo, transformarse en un ser totalmente espiritual.
A través de las formas de vida mineral, vegetal y animal, el estado de conciencia del yo se desarrolla del primitivismo al intelectualismo, de la inhumanidad al humanitarismo o al amor universal absoluto. Los diferentes estadios del ser, en el reino mineral, vegetal, animal, y la fase del hombre inacabado, corresponden a los diversos estadios inacabados de la creación del hombre. Esta creación es, por consiguiente, la formación de un modo de ser y una facultad de experimentar y crear totalmente perfectos.
7. La experimentación de la oscuridad es una condición vital para poder experimentar la luz
Pero para poder experimentar, que es lo mismo que percibir, el objeto que se experimenta debe ser una combinación de contrastes, cosa que, precisamente, son también todas las cosas creadas. Para llegar a ser «el hombre a imagen y semejanza de Dios» y estar en condiciones de experimentar y manifestar la más elevada luz de la vida, el ser tiene que haber vivido el contraste a esta luz, es decir, la oscuridad. La luz es, en este caso, la manifestación de un amor culminante, mientras que la oscuridad es la manifestación de la culminación del odio. Quien no ha experimentado la oscuridad, no puede experimentar la luz. Por consiguiente, para poder manifestar la manera de ser conocida como «culminación del amor», todos los yo deben haber vivido la manera de ser conocida como «culminación del odio». Estas manifestaciones ocasionan sufrimiento. El sufrimiento crea la facultad de amor universal o la facultad que le hace a uno, gradualmente, incapaz de ocasionarles perjuicios a los demás seres vivos. La vivencia de la oscuridad por parte de los seres es, por consiguiente, una necesidad vital para poder adquirir la facultad de experimentar y manifestar la luz, que es el modo de ser que transforma al yo en el hombre o ser a imagen y semejanza de Dios.
8. La oscuridad es una iniciación
Todos los seres vivos deben, por consiguiente, vivir la culminación de la oscuridad para adquirir la facultad de experimentar la culminación de la luz. Y, ¿qué es esta oscuridad? La oscuridad constituye el principio mortífero, que es lo mismo que la destrucción de toda vida. Ocasiona mutilación, muerte y destrucción. Lo cual, a su vez, se experimenta como la culminación del sufrimiento, del malestar y del dolor. Y esta oscuridad se ha transformado en una condición de vida, entendido esto como que los organismos de los seres son codiciados como alimento por otros seres. Los seres deben, pues, codiciar los organismos de otros seres como alimento, del mismo modo que su propio organismo es codiciado como alimento por otros seres. Y aquí, en esta oscuridad, no hay nada en absoluto que se parezca al amor universal. Que una existencia de este tipo debe ser en sí misma la culminación del mal para los seres, es evidente. Esta oscuridad, vista desde la grandiosa perspectiva del proceso de la creación del hombre por Dios, es indudablemente un mal, un dolor y algo tenebroso; sin embargo, es una iniciación inevitable que transforma paulatinamente al ser en hombre a imagen y semejanza de Dios, es decir, en un hombre- dios. Por consiguiente, se puede decir que la oscuridad es un bien desagradable.
9. La creación de Eva, la serpiente y la caída son representaciones simbólicas de algo que realmente tiene lugar
Pero, ¿cómo pueden soportar los seres vivir en esta oscuridad, en esta zona de vida carente de amor universal? No, los seres no podrían vivir aquí si, en este mundo de oscuridad, no se hubiese abierto un camino para la luz del espíritu de Dios. Pero se ha procurado que los seres puedan recibir la luz eterna del espíritu de Dios y que ésta corra por ellos de modo que reciban estímulos e incitamiento para vivir en el mismísimo infierno o mundo de la oscuridad.
Sabemos por la Biblia que Dios hizo caer a Adán en un sueño profundo. Luego tomó una de sus costillas y de ésta creó a Eva. A través de Eva adquirimos conocimiento de «la serpiente» y «la caída» y «del árbol de la ciencia del bien y del mal», así como de que ella fue creada, porque Dios pensó que no era bueno que Adán estuviese sólo (Gen. 2, 18). ¿Qué se oculta en estas representaciones simbólicas? Que Dios no operó a Adán, literalmente y en un sentido moderno, ni le sacó una de sus costillas creando con ella a Eva, es natural. Estas expresiones son representaciones simbólicas de algo auténtico que sucedió en realidad. Para llegar a una comprensión del misterio que se esconde detrás de este simbolismo, debemos primeramente ver lo que se oculta bajo el término «Adán».
10. Lo que el término «Adán» simboliza
El término Adán no simboliza a un ser, sino a toda una serie de seres. Eran seres que tenían que ser transformados en hombres a imagen y semejanza de Dios. Los seres-adán eran, por consiguiente, seres espirituales que tenían la madurez necesaria para encarnarse en materia física. Se encontraban en el sexto reino del ciclo cósmico, que en «Livets Bog (El Libro de la Vida)» se denomina «reino de la bienaventuranza». Acababan de vivir la perfección total y la culminación del amor de este ciclo hasta el punto de la saciedad total. Por consiguiente, su elevada sabiduría y su talento para el amor, adquiridos en dicho ciclo, habían degenerado. Hacía tiempo que habían dejado de poder manifestarse en el mundo exterior, es decir, el mundo espiritual. Su conciencia despierta diurna sólo constaba de las experiencias de los recuerdos de las zonas superiores - reinos o esferas - del ciclo de espiral, ya vividas y recorridas. No tenían por tanto ninguna clase de conciencia, aparte de sus facultades de recordar. Es por ello que estos seres-adán tuvieron que pasar ahora por un proceso físico, en el cual podrían de nuevo desarrollarse físicamente y así adquirir una conciencia espiritual nueva. Los seres-adán fueron, de esta manera, unos yo con su supraconciencia eterna y su cuerpo del recuerdo. Sus otros cuerpos de manifestación habían degenerado. Sólo quedaban sus núcleos de talentos, que eran los que ahora iban a desarrollarse en el mundo físico.
11. El «Adán durmiente» de quien Dios tomó una costilla
Pero el ser-adán no era un ser de sexo masculino ni de sexo femenino. Era bipolar, tal como todos los seres de los mundos espirituales. En los mundos espirituales no se contrae matrimonio. Como veremos, este fenómeno sólo se da en el mundo físico. Pero este Adán, es decir, los seres con la madurez necesaria para encarnarse en la materia física, se desarrollaron saliendo del reino de la bienaventuranza y se transformaron en seres vegetales. Sin embargo, a través del organismo vegetal, el ser sólo podía «percibir vagamente». Los otros sentidos físicos estaban todavía sin activar. La planta podía, pues, percibir vagamente placer y disgusto. Podía comenzar a abrirse al calor del sol y cerrarse ante el frío de la noche. Era por lo tanto, desde un punto de vista físico, un ser todavía durmiente. Sólo tenía conciencia diurna despierta en su mundo interior de recuerdos que vivía con un sentimiento de placer culminante, que se manifestaba como sentimiento de bienaventuranza. El ser vegetal era este «Adán durmiente» de quien Dios sacó una costilla (Gen. 2, 21-22).
12. La creación de Eva
Cuando la Biblia dice que Dios tomó una costilla de Adán, esto sólo significa que Dios llevó a cabo un proceso interno en el organismo o cuerpo de Adán. Este proceso no fue ni sangriento ni se ejecutó con cuchillo ni tijeras. No obstante, transformó a Adán, es decir a los seres-adán, de modo que pasaron a un estado completamente diferente. Se transformaron en «seres-eva». La transformación tuvo lugar de una manera muy benigna e imperceptible para ellos mismos.
Para entender esta transformación, se debe comprender que en cada ser vivo existen dos grandes órganos generales o principales en virtud de los cuales el ser vivo es capaz de experimentar y crear tanto la oscuridad como la luz. Sin estos grandes órganos principales del ser vivo no existiría ni la luz ni la oscuridad, lo cual significa amor y odio respectivamente. Tampoco habría cielo ni infierno. Así de condicionadores para la vida son estos órganos, a los que conocemos con los conceptos de «polo masculino» y «polo femenino». Por medio de una modificación especial de la interacción entre estos dos polos en el ser, éste puede transformarse en un ser de oscuridad o de odio. Igualmente puede, por medio de otra modificación, llegar a convertirse en un ser de luz o de amor. Para que el ser-adán pudiese convertirse en un ser de luz o amor, en un hombre a imagen y semejanza de Dios, tenía que ser predestinado a poderse convertir en un ser de oscuridad. Tenía que tener un organismo en virtud del cual pudiese vivir y manifestar la oscuridad. Y es esta modificación la que se dice que Dios llevó a cabo en el Adán durmiente, es decir, en los organismos de los seres-adán. Dicha modificación consistía en que, en un cierto estadio de la planta, o sea, en los seres-adán durmientes, se paralizó la evolución de uno de los dos grandes órganos generales o polos. En algunos seres fue el polo femenino el que quedó paralizado, mientras que el polo masculino se quedó solo dirigiendo la experimentación de la vida y manifestación del ser. Y, a causa de ello, dicho ser apareció como un ser destacadamente de sexo masculino. En otros seres fue el polo masculino el que se paralizó, y el femenino el que tomó la dirección de la vida del ser. Y este ser apareció, por ello, como un ser destacadamente de sexo femenino. Y los seres ya no eran seres-adán sino seres-eva. La diferencia entre estos dos tipos de seres es que los seres-adán son bipolares, mientras que los seres-eva son unipolares. El término «Eva» no es pues sólo una expresión para la mujer, sino también para el hombre.
13. El espíritu de Dios en la oscuridad
Que Adán no era un hombre se desprende claramente del hecho de que habrían tenido que existir mujeres al mismo tiempo que él. ¿De qué sirve crear un ser de sexo masculino en un mundo donde no hay seres de sexo femenino Vemos que el asunto no era sólo crear una mujer, sino que era igual de importante crear un hombre. Tampoco habría servido de nada crear una mujer si no existía ningún hombre. En consecuencia, los seres-adán fueron transformados en seres-eva, que constituyen seres unipolares en forma de seres de sexo masculino y seres de sexo femenino. Con ello, los seres estaban predestinados a poder vivir en la oscuridad, o el presunto «mal». Como, de este modo, los seres fueron creados como seres de sexo masculino y seres de sexo femenino, a través de este proceso se habían convertido en instrumentos para la activación de la fuerza del espíritu vivificante y estimulante de Dios en sus organismos. Esta fuerza se activa cuando un ser del sexo masculino y uno del femenino realizan el llamado acto de apareamiento. A través de la realización de este acto, esta fuerza engendraba la culminación de una sensación agradable o de placer sensual que era la experiencia más grande que un ser podía vivir. Y, en realidad, esto no era nada extraño, ya que esta sensación de placer era la percepción de las vibraciones del mismo espíritu de Dios en sus cuerpos.
14. El acto de apareamiento y el matrimonio como algo sagrado o un oasis en la culminación de la oscuridad
Como un ser de sexo masculino y un ser de sexo femenino podían, de este modo, juntos activar esta iluminadora y vivificante sensación de placer divino que todo lo ilumina y que da vida, el ser de sexo femenino se transformó, claro está, en una necesidad vital para el ser de sexo masculino, del mismo modo que el ser de sexo masculino se convirtió en una necesidad vital para el ser de sexo femenino. La experiencia divina realizada en el acto sexual se convirtió en el fundamento más importante de su vida. Esto les estimulaba y les daba deseos de vivir, lo cual era muy necesario porque ahora los seres debían vivir, a lo largo de muchas vidas, inmersos en la oscuridad. Debían vivir entre seres mortíferos que carecían por completo de amor universal. En el mejor de los casos, sólo sentían simpatía por un ser del sexo opuesto con el que podían aparearse experimentando con él la mayor y más divina sensación de placer. Con respecto a otros seres, sólo sentían simpatía o atracción por ellos en los casos en que era necesario agruparse para salvar la vida. Aquí los seres tenían que matar a otros seres para consumir sus organismos como alimento. Y estaban en guerra contra seres hostiles y belicosos como ellos, cosa que, en el caso de los hombres, no podía ser evitada ya que ésta era su naturaleza religiosa y su manera de rendir culto a Dios. La única luz verdadera que existía en este infierno era el apareamiento con un ser del sexo opuesto. Entre estos dos seres existía una simpatía que también se extendía a su descendencia. El estado de apareamiento de estos seres, que entre los hombres inacabados se llama «matrimonio», era para ellos algo sagrado, un pequeño hogar de paz, un pequeño oasis de luz en medio del cataclismo o infierno. Aquí los seres podían experimentar el propio espíritu de Dios, aunque ignoraban totalmente qué era lo que en realidad experimentaban a través de su acto de apareamiento con un ser del sexo contrario. Aún no tenían ni talento intelectual y emocional ni intuitivo para poder experimentar a la Divinidad desde un punto de vista mental y con conciencia diurna. Imagínense qué divino es el hecho de que el acto de apareamiento sea un camino para el paso del espíritu de Dios por el interior de los seres hasta su mente completamente oscura, donde dicho espíritu estimula y mantiene anónimamente la marcha de estos seres - a través de la culminación de la oscuridad - hasta el mundo de luz donde este mismo espíritu emerge de la oscuridad del anonimato como una salida de sol sobre las montañas oscuras y las neblinas mentales de los seres, creando un soleado mundo de vida superior para el ser humano a imagen y semejanza de Dios.
15. El amor al prójimo o amor universal comienza a surgir
El instinto de apareamiento y el matrimonio son, de este modo, una estructura divina a través de la cual el espíritu de Dios puede dirigir y guiar la evolución de los seres, la creación de su conciencia y su comportamiento, de modo que se conviertan en seres con una conducta semejante a la de Dios, que es lo mismo que seres a imagen y semejanza de Él. Este modo de ser se reconoce por el hecho de que es un gozo y una bendición para quienes se encuentran alrededor de quien ha dado lugar a él, ya se trate de animales u hombres, al mismo tiempo de que el ser también debe participar en la transformación de la materia de modo que tenga una utilidad lógica y produzca bienestar. Pero una existencia de este tipo es aquella en la que la Divinidad educa a los hombres dejándoles actuar libremente de acuerdo con su propio criterio. Van creciendo hacia esta divina existencia debido a que allí donde no tienen ningún conocimiento actúan equivocadamente. Una manera equivocada de actuar ocasiona sufrimiento a su origen. Donde tienen auténtico conocimiento, actúan correctamente. Y allí donde los seres actúan de una manera verdaderamente correcta, experimentan, de un modo proporcional, un destino feliz. Y con este disfrute del árbol de la ciencia en relación con los sufrimientos ocasionados por las maneras incorrectas de actuar, el ser no puede evitar adquirir el talento de discernir entre lo que es bueno y lo que es malo. Con este desarrollo de la razón y el sentimiento, surge una nueva facultad en el ser. Es ésta la que hace que, a medida que evoluciona, sea incapaz de causarle daño a ningún ser. Se trata del comienzo de la facultad de amor al prójimo.
16. De la unipolaridad a la bipolaridad
Pero para que esta facultad llegue a ser perfecta y sea activada, el ser debe ser transformado. Tiene que abandonar el estado de eva, o estado de apareamiento matrimonial; los seres unipolares no están creados para el estado de amor universal. Sólo están creados para experimentar simpatía íntima por seres del sexo opuesto. El hombre y la mujer tienen que permanecer juntos y ser una sola carne. Si una de las dos partes ama a un ser fuera del matrimonio de la misma manera que ellos se aman, comete adulterio e infringe las leyes del apareamiento o matrimonio, creando, de este modo, desdicha y sufrimiento. Así como el ser-adán tuvo que ser transformado en un ser-eva para poder vivir el espíritu de Dios en la oscuridad, el ser-eva también debe ser transformado en un ser humano para poder experimentar el espíritu de Dios en la luz. Esta transformación o metamorfosis del ser-eva es lo mismo que la transformación de los polos sexuales. Cuando el ser-eva ha alcanzado la etapa superior del estadio símico, y su organismo puede comenzar a desarrollarse en un cuerpo humano, su polo paralizado comienza a desarrollarse. En el hombre es el polo femenino el que, por consiguiente, comienza a desarrollarse, del mismo modo que en la mujer es el polo masculino el que lo hace. El ser se convierte, de este modo, en bipolar. Deja de ser un ser de sexo masculino y un ser de sexo femenino. Cesa gradualmente de ser hombre y mujer, y con esto también termina, naturalmente, el matrimonio y el acto de apareamiento unipolar. Con esta transformación de los polos, el ser se convierte en el hombre incipiente, y con este crecimiento del polo opuesto en el ser y su experiencia de su karma oscuro, adquiere gradualmente talento y conducta humanos, así como la facultad de amar al prójimo como a sí mismo, y los seres del mismo sexo no son ninguna excepción.
17. La morada provisional del hombre inacabado en la evolución o creación del hombre por Dios
La bipolaridad y los sufrimientos o karma oscuro conducen al amor universal y, con él, al amor hacia los seres del propio sexo. Pero esto sólo sucede cuando el ser comienza a dejar atrás el matrimonio y el estado unipolar y, a causa de ello, degeneran. El matrimonio, tal como ya hemos mencionado, se basa exclusivamente en una simpatía entre seres de sexo opuesto. Por consiguiente, los seres con esta estructura polar no pueden de ningún modo llegar a ser el hombre a imagen y semejanza de Dios. Este ser debe poder cumplir la auténtica gran ley de la vida que ordena amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo (Mat. 22, 37-39). Mientras el ser no pueda hacerlo, no tiene amor universal ni es un hombre acabado a imagen y semejanza de Dios. Su morada en la evolución, o creación del hombre por Dios, se encuentra provisionalmente al final del reino animal, en el que el amor universal todavía se halla en su incipiente y débil etapa. Aquí la atmósfera mental corriente entre los seres, exceptuando a la pareja y a la descendencia, es ante todo fría e incluso carente de amor o cargada de animosidad. Aquí el matrimonio, con el acto de apareamiento, es aún, hasta cierto punto, una necesidad vital manifestándose como felicidad, estímulo y aliciente para el ansia de vivir del ser. El espíritu de Dios, presente en la culminación de la sensación placer o voluptuosidad del acto de apareamiento, la máxima existente, todavía es, en mayor o menor grado, para el hombre inacabado un manantial prominente de luz y un encuentro no consciente con el calor de Dios.
18. El amor universal y el reino de los cielos
Pero el objetivo de la vida no era que los seres tuvieran que continuar habitando en un mundo desprovisto de amor universal y sólo tuviesen una vivencia pequeña y limitada del Dios todopoderoso. El ser no iba a seguir experimentando a Dios sólo por medio del matrimonio y el acto de apareamiento. No iba a continuar haciendo la experiencia de Dios únicamente a través de un cónyuge y, por ello, sólo a través de un ser. Llegará a ser libre y experimentará de un modo real a Dios en todos los otros hombres que le rodeen con los que entre en contacto. ¿Por qué debería si no evolucionar y llegar a amar a sus semejantes como a sí mismo? Así es el plan de Dios, que el hombre acabado experimente el espíritu de Dios en la forma del «fuego supremo» y, con ello, la sensación máxima o culminación de placer, bienestar, luz y calor con cualquier hombre acabado con el que entre en contacto, y sin ninguna atadura conyugal ni de procreación, así como sin ningún estado de ser de sexo masculino o de sexo femenino condicionante. Un reino formado por tales seres sólo puede ser un reino de amor. ¿Y no es precisamente un reino así el que se ha anunciado a la humanidad, a lo largo de milenios, bajo el nombre de «reino de los cielos»? Este reino es un mundo donde los seres humanos viven unidos precisamente por el amor universal, es decir, se aman los unos a los otros.
19. El incipiente amor universal en la humanidad
No es difícil darse cuenta de que este mundo de amor está en desarrollo. Ya hay muchos hombres que han terminado de hacer la guerra, asesinar, y matar, ni siquiera pueden matar animales, porque ya no tienen corazón para causar daño a los seres vivos. También vemos cómo los estados trabajan para ofrecer ayuda a las personas enfermas e inválidas, y otorgan pensiones a quienes han llegado al inicio de la ancianidad; vemos que muchos hombres desean colaborar en la creación de ayuda a las poblaciones hambrientas y que sufren de los países aún subdesarrollados y, así mismo, ofrecer ayuda a los desdichados que se hallan en los campos de refugiados. Vemos también que hay muy buena voluntad para ayudar a quienes se encuentran en áreas afectadas por catástrofes naturales, terremotos, ciclones e inundaciones. En muchos sectores se muestra una gran simpatía cuando se trata de ayudar a los seres dolientes y necesitados. ¿Qué es esta simpatía? No es la simpatía propia del enamoramiento o apareamiento, ni es un interés conyugal el que la promueve. Sin embargo, existe como un hecho inalterable. Nosotros juzgamos a los hombres según su simpatía. A los que poseen mucha simpatía de este tipo los calificamos de seres altamente evolucionados, mientras que a aquellos en los que esta simpatía sólo está presente en un grado muy reducido, los calificamos de seres primitivos o menos evolucionados y, en el peor de los casos, de brutales o insensibles y belicosos. Tendría que ser evidente que es más agradable y mucho más saludable y hermoso vivir en una zona poblada por los primeros seres que en una poblada por los segundos. Y esta nueva simpatía es nada menos que el amor al prójimo o amor universal, que se encuentra en un proceso de desarrollo.
20. El amor universal reemplazará al amor conyugal
Se puede comenzar a ver que una esfera de amor tal ya ha comenzado a desarrollarse y ha hecho un buen trecho de camino. Y seguirá avanzando hasta su culminación en la conducta del ser humano. Este amor hace que el hombre ame a su prójimo como a sí mismo. Pero, cuando todos los hombres evolucionan irradiando un amor tan divino hacia todo y todos, este amor hace inexorablemente palidecer al amor familiar, fraternal y conyugal. Cuando cada ser irradia hacia su prójimo un amor y un afecto mucho más grande y totalmente carente de egoísmo, los matrimonios y el amor familiar son sobrepasados por el amor universal. Pero, cuando entre los hombres surge un amor que finalmente eclipsa en muy alto grado el amor familiar y conyugal, esta última forma de amor se hace totalmente superflua. Como ya hemos dicho, el principio del matrimonio o instinto de apareamiento sólo existe como una estructura orgánica provisional, para que a través de ella el espíritu de Dios o la máxima fuerza de la vida pudiese afluir a los seres que estaban en la oscuridad, a los seres que aún carecían por completo de amor universal o amor al prójimo. A través de la estructura orgánica de los seres como seres de sexo masculino y de sexo femenino, dos seres de sexo contrario podían juntos realizar «el acto de apareamiento». Mediante la culminación de este acto, estos dos seres experimentaban la culminación de una sensación de placer que no puede ser superada por ninguna otra. Esta sensación era nada menos que la fuerza suprema de la vida que atravesaba a los seres en cuestión, y esta fuerza era el espíritu de Dios. En virtud de este espíritu divino los seres eran estimulados y alentados para vivir en la oscuridad. Aún no podían experimentar esta fuerza divina, esta luz divina como una experiencia real de otra manera que no fuese a través del acto de apareamiento con un ser del sexo opuesto. Éste era el único modo mediante el cual podían experimentar la más elevada sensación de placer de la vida o la vivencia del espíritu divino, aún desconocido para ellos. Vivían en el mundo de la oscuridad. Los seres aún estaban totalmente desprovistos de amor universal. El único camino hacia la luz era exclusivamente a través del apareamiento con un ser del sexo opuesto y de la descendencia que este acto engendraba. Como ya hemos dicho, todos los demás seres eran más o menos hostiles. Allí los seres tenían que luchar o vivir en continua guerra para poder conservar su vida. En caso contrario, lo único que les aguardaba era la muerte. Un mundo de seres sin ningún talento para el amor sólo puede ser un mundo insensible y, por consiguiente, un mundo de oscuridad o sufrimiento. Pero con el crecimiento del amor universal, éste reemplazará gradualmente al amor conyugal y la humanidad se transformará en una humanidad a imagen y semejanza de Dios.
21. Los seres dejan de ser hombre y mujer
Ya hemos mencionado que los seres-adán fueron transformados en seres-eva para, de esta manera, ser predestinados a poder experimentar y manifestar la oscuridad desarrollándose así para vivir en la luz. Como no tenían ningún rastro de amor universal, tuvieron necesariamente que crear y vivir en la oscuridad. Pero sin el espíritu de Dios en el acto de apareamiento no hubiesen podido vivir en la oscuridad. Pero lo divino de la oscuridad o sufrimientos es que, precisamente, crean en el hombre la facultad de amor universal. Es con el desarrollo de esta facultad que los seres llegarán a experimentar a Dios, no solamente a través de un ser del sexo opuesto, sino a través de todos los seres sin ningún condicionamiento de sexo. Como hemos mencionado, los seres están sufriendo la trasformación del estado unipolar al bipolar. Esto significa que dejan gradualmente de ser seres de sexo masculino y seres de sexo femenino. Se convierten en seres totalmente bipolares y, como consecuencia de ello, no son ni hombre ni mujer.
22. La humanidad y el cambio de cultura mundial
Cuando dos épocas mundiales se hacen mutuamente sombra, la una en degeneración y en decadencia y la otra como el comienzo de una concepción de la vida y un modo de ser nuevos y crecientes, no es extraño que domine una gran confusión entre los hombres. No comprenden lo que están presenciando. Ven que conceptos morales, que antes eran considerados como las bases inconmovibles de la vida, que principios culturales y modos legítimos de vivir o de ser, ahora son considerados como algo carente de importancia y son ignorados. Estas concepciones morales o ideales religiosos fueron una vez, en tiempos muy remotos, adecuados para la todavía insignificante inteligencia y capacidad cultural que los hombres poseían. Si la enseñanza moral hubiese sido dada en una forma superior, no habría sido entendida en absoluto. Pero los hombres no siguen estando siempre en la misma etapa. Evolucionan del primitivismo a la intelectualidad, de la inhumanidad al humanitarismo, de la brutalidad al amor. Cuando los hombres se encontraban en la etapa inhumana y brutal y no tenían talento para ninguna otra cosa, no habría servido de nada darles ideales de amor. No tenían madurez para estos ideales ni estaban hambrientos de ellos. A medida que la evolución avanza, los hombres se vuelven cada vez más receptivos para una cultura, un humanitarismo y una moral más elevados. Y la humanidad continúa avanzando con la ayuda de los nuevos preceptos morales. Ahora se encuentra, precisamente, inmersa en el incipiente comienzo de una nueva cultura mundial de este tipo, con una visión de la humanidad y de la imagen eterna del universo basada en la ciencia del espíritu.
La nueva cultura mundial todavía está en sus primeros albores. Una cantidad extraordinaria de hombres, especialmente entre la juventud, ya ha alcanzado la madurez suficiente para recibir esta cultura, pero todavía no la conocen y no tienen acceso a ella. Es por ello que vacilan y no saben a dónde dirigirse en busca de ayuda en la situación en la que se encuentran. Sólo saben que la religión tradicional de iglesia ya no se adapta a ellos, ni les proporciona ninguna información sobre la transformación orgánica del hombre y la mujer que se ha hecho visible, de un modo muy acentuado, en medio de la confusión provocada por el cambio cultural.
23. Los mandamientos bíblicos para dos épocas mundiales
Lo que se hace sentir de una manera muy particular, es la «muerte de Eva». Esta muerte es lo mismo que la transformación de los seres-eva, o seres unipolares, en seres bipolares. Esto significa la transformación del hombre y la mujer de «animal» en «hombre». Vemos cómo la parte femenina crece en el hombre y la masculina en la mujer. Con esta transformación ya comenzaron a desarrollarse las tendencias humanas en el avanzado ser-simio. Pero el talento humano, que esta transformación de los polos engendra en los seres, hasta el momento sólo ha engendrado facultades humanas como la inteligencia y el sentimiento no intelectual. Esta situación es la que ha dado lugar al gran desarrollo humano en el campo de la ciencia materialista. Hasta ahora, la transformación de los polos no ha afectado en gran medida al principio del matrimonio o apareamiento de los hombres. Pero no sigue siendo así. A medida que los sufrimientos engendran la facultad de amor universal en los hombres, esta facultad también comienza a hacerse sentir en su mentalidad y en su modo de ser cotidiano. Y aquí tenemos el auténtico y absoluto amor universal que es análogo al amor de Dios, y que es absolutamente desinteresado porque no busca nada para sí mismo. Con tal amor, el hombre da gustoso su vida para salvar la de otros. Que este amor es el principal objetivo de la creación del hombre por Dios se manifiesta en la expresión de la ley de la vida que dice: «Amarás al Señor tu Dios sobre todas las cosas (...) y a tu prójimo como a ti mismo» (Mat.22, 37-39). Esta ley o mandamiento tendría muy poco sentido si la facultad divina no se desarrollase en el hombre. Además, muestra que la humanidad evolucionará hacia una época de vida distinta a la matrimonial, una época en la que no se contraerá matrimonio. ¿Acaso no se le ha dado otro mandamiento al hombre del período matrimonial? ¿Este mandamiento no dice precisamente que el hombre abandonará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y llegarán a ser una sola carne? ¿Y no se le dice a la mujer que el hombre es su «cabeza»? ¿No significa esto, exactamente, que ella es una unidad con él o que debe serlo? Si fuera del matrimonio, la mujer ama a otro hombre como se ama a sí misma, comete adulterio y, por lo tanto, es una mujer infiel. ¿No ocurre lo mismo con respecto al hombre? Si éste, fuera del matrimonio, ama a otro hombre o mujer como a sí mismo, también comete adulterio y es infiel con respecto a aquella con la que debería formar una sola carne. Vemos, pues, que la Biblia da normas para las dos épocas de vida. En la una, el amor matrimonial es el principal mandamiento. En la otra es el amor universal lo que es el principal mandamiento. Éste se expresa como aquel amor que convierte al ser en un hombre a imagen y semejanza de Dios. Por lo tanto, los hombres se encuentran actualmente entre dos grandes épocas mundiales, una que está muriendo y otra que está a punto de nacer.
24. La zona de los matrimonios desdichados
En algunas personas los ideales y preceptos de la época mundial antigua todavía son muy fuertes y vigorosos. Se trata de hombres y mujeres que son acentuadamente unipolares. Para ellos el matrimonio continúa siendo un santuario intocable y la luz suprema. A los seres con este enfoque les resulta difícil encontrar una pareja con esa misma orientación con respecto al matrimonio. Porque hay muchos hombres para quienes el matrimonio ya no es lo único que da felicidad. Sin embargo, pueden enamorarse, y durante el período de enamoramiento no ven en absoluto el estándar espiritual del otro. Ambos están tan llenos de deseo sexual que, durante el acto de apareamiento, sólo se ven mutuamente como ángeles puros e infalibles. Es natural que tengan prisa en casarse y hacer vida común. Pero cuando han estado juntos sexualmente algún tiempo, y una cierta saciedad se deja sentir, la luz sexual palidece y se ven mutuamente como realmente son, entonces esta imagen es, en muchos casos, un gran desengaño. Algunas veces se hace evidente que una de las partes de la unión contraída está muy orientada hacia el matrimonio mientras que la otra lo ha vivido a fondo hasta un punto que casi le da asco. Entonces el matrimonio es desdichado y, como regla general, termina en divorcio. Estos seres tratan repetidamente de contraer nuevos matrimonios, pero el resultado es el mismo. Vemos tantos problemas en los matrimonios, tantos divorcios y tanta infidelidad conyugal, que hemos llamado a esta esfera «la zona de los matrimonios desdichados». A una persona que está realmente inclinada hacia la vida matrimonial le resulta muy difícil encontrar un cónyuge que, por lo que respecta al matrimonio, se halle en la misma longitud de onda que ella cuando el enamoramiento ha terminado. Al ser que ha dejado atrás el matrimonio, si a pesar de su orientación se casa, le es difícil tomar seriamente su moral y las obligaciones que éste comporta. Muchos cónyuges descuidan a su consorte y a los hijos que puedan tener.
También hay seres que han perdido casi por completo su talento para el matrimonio y, por consiguiente, viven en la soltería. Puede, naturalmente, haber excepciones, puede haber seres que estén solteros por otras razones, pero esto no es lo más común. Con la degeneración del matrimonio surgen muchas desviaciones con respecto a la práctica sexual. Perversiones sexuales de muchos tipos florecen por todas partes. Naturalmente, también es lógico que la prostitución femenina y masculina surjan con sexualidad desenfrenada. Los estupefacientes y otros venenos que destruyen las facultades mentales también ganan terreno entre los hombres que ya no están firmemente arraigados en un matrimonio feliz o en una idea religiosa o moral y que, mentalmente, van a la deriva por las olas de una cultura mundial en decadencia, hallándose el amanecer de una nueva cultura mundial todavía en su incipiente comienzo. Las nubes de la guerra, negras como la noche, cubren todavía la Tierra que se halla en la oscuridad.
25. El amor universal transforma al ser en un hombre a imagen y semejanza de Dios
A pesar de que la humanidad vive en medio de una desintegración cultural y de un caos, en medio de matanzas y guerras, detrás de esta agitación cultural tan grande está, sin embargo, naciendo un sol en el corazón de los hombres. Este sol naciente, es el crecimiento y el despliegue del talento de amor al prójimo. Desde hace mucho tiempo, ha comenzado a manifestarse en la vida cotidiana una simpatía o amor que no tiene nada que ver con el enamoramiento o el amor matrimonial. Ya hemos mencionado que había seres que podían sentir una simpatía íntima por seres de su propio sexo, y que esto contribuyó a introducir desconcierto en la concepción de la vida de los hombres durante el presente cambio cultural. La aparición de este nuevo talento en la mentalidad humana ha sido incomprensible para la mayor parte de la humanidad, en la cual la evolución de dicho talento aún no está tan avanzada, que se haya podido manifestado más allá de un mayor o menor vulgar sentimiento de simpatía y amabilidad para quienes se hallan en la necesidad y la penuria, y a lo que ya nos hemos referido anteriormente con el título «El amor Universal y el reino de los cielos» (Kosmos, edición danesa, no. 23, página 275). Pero el amor universal no es un capricho ni una afición temporal de ayudar a otros, semejante a cualquier otra afición que los hombres puedan tener. Es una realidad totalmente perdurable y en crecimiento. Constituye el incipiente e inconmovible fundamento de la futura conciencia humana absoluta, libre de todo tipo de naturaleza animal y diabólica, es decir, la conciencia que transforma al ser vivo en hombre a imagen y semejanza de Dios.
26. Cuando el amor universal ha vencido al amor matrimonial
¿Cómo podría un ser convertirse en el hombre a imagen y semejanza de Dios sin este supremo talento de la conciencia? ¿Puede el hombre a imagen de Dios vivir con un despliegue de amor fuertemente limitado, con un amor que es pecaminoso cuando se le muestra a un ser que no es el propio cónyuge? ¿Puede el hombre a imagen de Dios tener una naturaleza que debe que ser celosa y rencorosa? Si un cónyuge no tiene esta naturaleza, ya está influido por el amor universal que comienza a crecer en su mentalidad y que algún día le convertirá en el hombre a imagen de Dios. ¿La naturaleza del amor universal, no es precisamente «mejor dar que recibir», mientras que la naturaleza del amor matrimonial, o del enamoramiento es «mejor recibir que dar»? El amor universal es desinteresado y, por consiguiente, absolutamente incondicional, mientras que el amor matrimonial es egoísta. Exige ser amado por su objeto. En caso contrario desencadena celos u odio contra el objeto mencionado. Y de este odio proviene todo el mal que hay en el mundo. En relación con esto se puede comprender a Cristo cuando habla sobre los seres que no contraen matrimonio (Luc. 20, 34-36).
27. El incipiente amor universal y su persecución
Muchos hombres ya han avanzado tanto en su desarrollo que el amor universal no sólo se muestra como una práctica general de bondad y amabilidad, sino que empieza a manifestarse desde una dimensión superior comenzando a crear en el ser la necesidad de acariciar más o menos íntimamente. Este amor busca la activación de un contacto caluroso con otros seres por medio de caricias. Como el amor que el ser desea activar no es un amor matrimonial, no va dirigido contra ningún sexo opuesto. Esto quiere decir que su objetivo no es ningún ser de sexo masculino ni femenino. El codiciado objeto dador de vida que el hombre evolucionado desea acariciar no es «el hombre» ni «la mujer» como tal. En realidad, es el ser que se halla detrás del cuerpo de la mujer o del hombre el que provoca el deseo de acariciar. Pero, ¿cuáles son las condiciones para un despliegue tal de caricias entre los hombres, la mayor parte de los cuales está precisamente formada por seres de sexo femenino y masculino? Aquí no hay verdaderamente cabida para una caricia íntima de amor universal. Hasta la fecha, esto ha producido una terrible desdicha para los seres en los que este talento de amor universal ha comenzado a formar parte de su naturaleza. El objeto de esta necesidad de acariciar ya no está reservado a un ser del sexo contrario. Es más, en sus primeros estadios, este objeto son especialmente seres del mismo sexo, y esto es lo que precisamente ha despertado horror, desdén y burlas, calumnias y persecución e incluso encarcelamiento y condena para los seres que han comenzado a diferenciarse de la mayoría.
28. ¿Por qué el hombre primitivo persigue al amor universal?
¿De dónde proviene esa terrible animosidad que, en ciertos seres, limita directamente con el odio y la persecución? La antipatía de este ser con respecto a esta simpatía íntima por su propio sexo tiene sus raíces en la estructura de autoconservación de la naturaleza. Los animales tienen, en cierto grado, la tendencia de matar a los seres de su propia especie que son anormales, que, de algún modo, se desvían de la norma, y que además no pueden hacer frente a las condiciones de vida de su especie. Y esta tendencia es la que, tal como podemos ver, sigue repitiéndose en el hombre todavía fuertemente unipolar que aún carece totalmente de la necesidad de acariciar íntimamente a seres de su propio sexo. Es más, directamente puede odiar y perseguir a un ser de este tipo. Pero gradualmente, a medida que la evolución de los polos avanza, y se manifiesta cada vez en más hombres y se hace evidente que esta transformación de la unipolaridad a la bipolaridad es un proceso natural, una necesidad vital para la conversión del ser de animal en hombre, se va a ir viendo una actitud de comprensión y simpatía para con los seres que se encuentran en este estadio evolutivo, que va a ser muy diferente a la que con anterioridad se ha estado en condiciones de adoptar.
29. El individuo homosexual o bipolar y la mayoría
Dicha transformación se apoyará en una base moral adecuada a ese estado transformado. Y entonces se reconocerá el hecho de que ser «homosexual», que es lo mismo que ser bipolar, no debe necesariamente significar que se sea un paria, un descarriado, un perverso o un criminal sexual, ni que se hayan adquirido hábitos equivocados, que se sea un tipo raro, anormal o que se sufra de alguna otra anormalidad mental que los hombres parecen relacionar con la mentalidad y psique del ser homosexual o bipolar. Mientras el ser homosexual o bipolar no sea un hombre acabado puede, naturalmente, tener una serie de vicios y anormalidades, lo mismo que los seres unipolares. Pero considerar los vicios y anormalidades u otros aspectos inacabados del hombre como pertenecientes de un modo particular al individuo bipolar es totalmente erróneo, y una opinión de por sí anómala. La homosexualidad en su forma auténtica no es, pues, ningún vicio ni desviación. Orgánicamente está arraigada en la bipolaridad y el amor al prójimo, y es el fundamento de la vida sin el cual un verdadero mundo de luz, en su forma más pura, sería totalmente imposible.
Pero una humanidad, a la que por medio de sus religiones, sectas y sociedades se le ha predicado la sentencia de muerte de la ley de Moisés para los seres del mismo sexo que se acariciaban íntimamente, ¿cómo iba a poder comprender un talento que aún no estaba en vigor en su propia mentalidad y modo de ser? Sus miembros todavía tenían, en muchos casos, un apetito sexual muy fuerte por el sexo opuesto. Y sólo podían considerar al amor universal como una monstruosidad, una desviación que debía ser castigada y exterminada. Pero ¿cómo se puede destruir el plan de Dios? Esta mayoría tan severa y sus sacerdotes y sistemas jurídicos no comprendieron, y todavía no lo comprenden hoy, que lo que se ataca y sabotea, persiguiendo el crecimiento del amor universal en el hombre, es la creación del hombre por parte de Dios a su imagen y semejanza.
30. Un reino mundial internacional
Pero, ¿qué aspecto tendría el mundo si el amor universal no llegase a ser un talento en el hombre? Seguiría siendo la morada de un mundo bestial y mortífero, transformándose incluso en un mundo diabólico en su forma más auténtica. Si los efectos de los sufrimientos que los hombres causan a otros seres no regresaran a su origen y se convirtieran en su destino, dicho origen se convertiría en un ser diabólico en permanente culminación.
Toda conciencia diabólica, toda guerra, odio y persecución, celos, envidia, intolerancia y cosas semejantes se deben, exclusivamente, a la falta de amor universal. Pero como todo sufrimiento, precisamente a causa del karma, engendra en el ser el talento de amor al prójimo o amor universal, ningún ser, y por lo tanto ninguna humanidad, puede seguir viviendo en la oscuridad, guerra o época de cataclismo. El creciente amor universal de la humanidad la conducirá, de esta manera en lo sucesivo, a formar un verdadero reino de amor en la Tierra donde todos «amarán a todos», en contraste con la vida en la Tierra hoy, en que «todos están en guerra contra todos». En este reino mundial futuro todas las naciones y estados estarán unidos en un solo estado o reino. Este reino tendrá un gobierno común para todas las naciones existentes. En este estado mundial todo estará tan perfectamente organizado y regido, que el dinero será suprimido. Entonces, la única moneda será la facultad de trabajo del ser humano. Nadie podrá pagar con otra cosa. No voy a entrar en detalles sobre este reino futuro, pero remito al lector al cuarto capítulo del volumen I de mi obra principal «Livets Bog (El Libro de la Vida)», donde este reino está detalladamente descrito. Sólo mencionaré aquí que todo trabajo manual será ejecutado de una forma totalmente automática por medio de máquinas. Ningún hombre realizará trabajos pesados y agotadores de ningún tipo. Como sólo se trabajará el número de horas que la propia vida exige para la satisfacción de sus necesidades, el horario de trabajo será muy diferente a lo que hoy se está acostumbrado. Apenas sobrepasará dos horas semanales, y esto dará acceso a un estándar de vida que cubre las necesidades modernas de un estadio cultural muy elevado. Pero sin amor universal, los hombres sucumbirían totalmente en el caos, cataclismo o infierno más oscuro de un mundo diabólico. Es por ello, que no está bien perseguir el incipiente crecimiento del amor universal en los hombres.
31. La misión de Moisés y la misión de Cristo
Contemplando a Moisés y a Cristo no es difícil ver que estos dos seres tan importantes fueron instrumentos de Dios para guiar a la humanidad a través de dos grandes épocas de vida divergentes entre sí. Moisés fue el gran profeta de la época del matrimonio, pero Cristo fue el sumo representante de la época del amor universal que está comenzando, y con eso fue un hijo de Dios redentor del mundo. Moisés fue el experto unipolar de las leyes y castigos, pero Cristo es el hombre a imagen y semejanza de Dios. Es el modelo de la creación del hombre por Dios a su imagen y semejanza. Todos llegaremos a ser como él. Si no se es un ser-cristo es imposible transformarse en un hombre acabado a la imagen y semejanza de Dios.
32. Materialización y desmaterialización
Dado que los hombres se están desarrollando hacia la bipolatidad, y el estado masculino y el femenino cesan y, a causa de ello, el acto de apareamiento unipolar y el matrimonio también, entonces ¿qué sustituirá a esta forma física de existencia de los hombres? La creciente bipolaridad de los hombres es el comienzo de su transformación en un ser espiritual. Y los seres espirituales no necesitan organismos físicos, ya que la materia del mundo espiritual se forma automáticamente según los pensamientos del ser. Simplemente con su capacidad de pensar y con su voluntad, puede formar la materia en la esfera espiritual enteramente según sus deseos. Aquí el ser crea con su simple capacidad de pensar y sin la ayuda de ningún cuerpo material. A medida que el hombre avanza tanto en su evolución que ya no puede nacer de una mujer, pero no obstante todavía no ha terminado totalmente con la esfera física, en ese intervalo ha ido entrenando su capacidad de pensar en la esfera espiritual hasta tal punto, que no sólo puede crear una copia de su cuerpo físico anterior con la materia espiritual, sino que con la fuerza de su pensamiento y de su voluntad también puede dejar que este cuerpo materializado por el pensamiento continúe existiendo vistiéndose con sustancias físicas apropiadas, de modo que directa y rápidamente surja un cuerpo físico. Y entonces el ser puede experimentar y manifestarse transitoriamente en la esfera física. Y con la misma rapidez puede hacer que este cuerpo físico provisional se disuelva y desaparezca.
33. Métodos sobrenaturales de creación, los milagros
El hombre, en su última etapa como ser físico en su condición acabada, puede con su pensamiento y fuerza de voluntad, y según su deseo, ser alternativamente un ser físico y un ser espiritual. Además, mientras se encuentra en su materialización física, puede materializar y desmaterializar cosas y objetos físicos. En este estado espiritual acabado tan sublime como hombre a imagen y semejanza de Dios, tiene acceso a un caudal de fuerzas cósmicas u ocultas. Con ellas está en condiciones de manifestar fenómenos que no pueden ser producidos con los usuales e incompletos métodos de creación de los hombres inacabados. Estos fenómenos son los que se definen como «milagros». Tales seres humanos ya acabados también pueden materializarse físicamente en otros planetas y ayudar con su conocimiento y saber sobrenaturales a hombres todavía primitivos a avanzar espiritualmente y a crear cultura. El que semejantes hombres sobrenaturales materializados sean considerados como dioses y ángeles por los pueblos para los que se han materializado y a quienes han ayudado, es muy natural. ¿De qué otro modo podrían percibirlos? La Biblia se refiere en varias ocasiones a seres sobrenaturales de este tipo que se han materializado ante hombres terrenos.
34. Los seres humanos acabados en las revelaciones de la Biblia
¿Quiénes fueron los tres hombres que visitaron a Abraham en el encinar de Mambré y que fueron considerados como Dios y dos ángeles? (Gen. 18, 2). Poco después los ángeles fueron a Sodoma y Gomorra, que se hallaban ante un gran desencadenamiento de karma oscuro e iban a ser destruidas. Lot los invitó a su casa, pero prefirieron quedarse en la calle. Insistió tanto que entraron en la casa y les ofreció un banquete. Antes de que se hubiesen acostado, los hombres de la ciudad, los hombres de Sodoma y gente de todas partes rodearon la casa. Entonces Lot fue a su encuentro y les suplicó que no hiciesen ningún mal a aquellos hombres. Pero los hombres forcejearon con él y querían forzar la puerta. Entonces los ángeles extendieron sus manos, hicieron entrar a Lot en la casa y cerraron la puerta. Y los hombres que estaban fuera fueron cegados por los ángeles. Luego los ángeles salvaron a Lot y a sus hijas antes de destruir la ciudad y sus alrededores, cosa que precisamente habían venido a hacer (Gen. 19).
¿Quiénes eran esos tres hombres forasteros y desconocidos que visitaron a Abraham y que además tenían el poder de destruir en un instante una ciudad entera junto con su población? Abraham sabía que tenían este poder, en caso contrario no les habría suplicado que salvaran la ciudad del desastre (Gen 18). ¿No eran precisamente hombres ya acabados a imagen y semejanza de Dios, hombres que podían materializarse y desmaterializarse, instrumentos de la conciencia primaria de Dios? ¿Quiénes podían ser si no? Dios sólo puede manifestarse por medio de instrumentos. ¿Cómo podrían si no los seres vivos comprenderle? ¿Por qué tenía Abraham que creer que eran Dios y ángeles si no eran especiales, excepcionales y distintos y muy superiores a todos los otros seres habituales, con facultades y poderes que los hombres de la Tierra no tenían?
¿Quién le habló a Moisés a través del fuego de la zarza ardiente y le dijo?: «Así pues, el clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto además la opresión con que los egipcios los oprimen. Ahora, pues, ve; yo te envío al Faraón, para que saques a mi pueblo, los israelitas, de Egipto» (Ex. 3, 9-10). Y aquí también fue a través de un instrumento, «un ángel del Señor», que Dios habló a Moisés. Por lo demás, éste tuvo varias «conversaciones con Dios», y a través de ellas siguió recibiendo las instrucciones de cómo guiar al pueblo de Israel. Estas instrucciones también provenían, naturalmente, de un ser superior, «un ángel del Señor», y le fueron dadas, ante todo, cuando se hallaba en soledad en el Monte Sinaí (Ex. 3, 9-10).
Sobre el sacerdote Zacarías, la Biblia nos relata, entre otros hechos, lo siguiente: «Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. A la hora del incienso, toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración. Se le apareció el ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verle Zacarías se turbó, y el temor se apoderó de él. El ángel le dijo: No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan» (Lucas 1, 8-13). Y el ángel siguió hablándole acerca del hijo, que sería «Juan Bautista».
De igual modo dice la Biblia que un ángel del Señor también anunció el nacimiento de Jesús a la Virgen María de Nazaret. «Y el ángel entrando dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita eres entre todas las mujeres. Ella se conturbó por estas palabras y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: No temas María, porque has hallado gracia delante de Dios, vas a concebir en tu seno y vas a dar a luz a un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin» (Lucas l, 28-33).
¿Acaso no vemos en Cristo a un hombre de este tipo, sobrenatural y totalmente acabado? Cumplió la ley del amor y perdonó a sus enemigos, además, tenía tanto la facultad de materializarse como de desmaterializarse, al mismo tiempo que dominaba los milagros o las fuerzas sobrenaturales de éstos. ¿Y no lo vemos también como un instrumento de Dios, como redentor del mundo? ¿Y no fue precisamente él quien en la potente luz camino de Damasco estuvo en condiciones de hablarle a Pablo y transformarlo de alguien que odiaba a Cristo en uno de sus más grandes apóstoles? (Hechos 22, 7-8). Lo que observamos en el comportamiento de estos seres bíblicos superiores no es, pues, la capacidad común del hombre inacabado en cuanto a conocimiento, saber y comportamiento. Todos estos seres son hombres acabados a imagen y semejanza de Dios. A través de la reencarnación en vidas físicas anteriores en otros mundos, todos han tenido que vivir la culminación de la oscuridad para transformarse, precisamente, en los seres angélicos que constituyen la conciencia primaria de Dios.
35. El rostro de Dios
Estos seres son los órganos e instrumentos de Dios para su creación, guía y gobierno de la humanidad. Son ellos los que forman la unidad orgánica divina, o amalgama de seres, que constituye la redención del mundo. Dichos seres forman el órgano por medio del cual Dios experimenta a los hombres y simultáneamente son su órgano por medio del cual se manifiesta a los hombres y a todos los seres del mesocosmos. Es a esta colectividad de seres a la que van las oraciones que todos los seres vivos dirigen a Dios, y por la que son escuchadas. Estos seres son los que, como ya hemos mencionado al referirnos a la Biblia, pueden revelarse a los hombres y hacerse presentes, ya materializados, ya desmaterializados, para ayudarles en las situaciones difíciles. Están detrás de la humanidad y guían su destino y la situación en que se encuentra, de modo que pueda cumplir el plan de creación de Dios, es decir, que llegue finalmente a ser la humanidad a imagen y semejanza de Dios. Estos seres constituyen, pues, la parte de la conciencia de Dios y de sus instrumentos sensoriales con los cuales éste experimenta las manifestaciones de los hombres y, así mismo y tal como ya hemos mencionado, gobierna y guía a la humanidad a través de ellos. Estos mismos seres constituyen la parte de Dios que es accesible a la percepción humana y a la invocación a Dios por medio de la oración. Son seres espirituales y, por lo tanto, no se manifiestan en la esfera física. Desde un punto de vista personal son anónimos pero, en determinadas situaciones, pueden materializarse o revelarse a los hombres, como por ejemplo el ser que le habló a Moisés a través del fuego de la zarza ardiente, y los tres seres que, como Dios y dos ángeles, visitaron a Abraham junto al encinar de Mambré, además de las otras muchas revelaciones y visiones que en los relatos bíblicos se consideran como Dios y ángeles. Todos los seres de las más sublimes de estas revelaciones son seres que, a través de su desarrollo del amor universal en la esfera física, se han convertido en hombres acabados a imagen y semejanza de Dios. Han llegado a ser uno con Dios. Son el rostro de Dios. Por lo tanto, en las situaciones en que se materializan o se revelan a los hombres, son considerados como idénticos con Dios. Por eso se dice en la narración bíblica que «Dios» le habló a tal o a cual. Que «Dios» visitó y le habló a Abraham, que habló a Moisés, etc. A otros seres, que están más o menos evolucionados en el amor universal, se les llama «ángeles» en las narraciones de las revelaciones bíblicas. ¿Y no es precisamente a estos ángeles a los que la Biblia se refiere cuando dice: «¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?» (Heb. 1,14).
36. Por qué no era bueno que Adán estuviese solo
Con esto nos hemos dado una pequeña idea del divino proceso de vida que se expresa como «la creación del hombre por Dios a su imagen y semejanza». Hemos visto que el matrimonio y el acto de apareamiento sólo era algo transitorio, algo secundario en relación con la vida verdadera y fundamental para la cual ambos son una preparación. Para evolucionar hasta llegar a poder experimentar la vida en los mundos de luz suprema, más allá de toda existencia física, el hombre debe primero experimentar la vida en la más profunda oscuridad, una oscuridad en la que el amor universal absoluto está ausente, una oscuridad que, en consecuencia, es la sede de la culminación del odio y de la hostilidad, una esfera o zona donde la condición vital es matar para vivir. Pero aquí hemos visto que Dios ha creado las condiciones para que el hombre no camine solo o en solitario a través de esa oscuridad. Según la Biblia dijo Dios: «No es bueno que el hombre continúe solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada» (Gen. 2, 18). Y con la creación de Eva, es decir, con la transformación de los seres en unipolares, dos seres de sexo opuesto podían, a través del apareamiento y el acto de apareamiento, recibir a través del otro el espíritu de Dios que ilumina y da calor como una sensación suprema y culminante de un placer que todo lo irradia. En medio de un mundo donde culmina la oscuridad, donde el amor universal no existe, y en el que la condición de vida es matar para vivir, experimentan así un rayo proveniente de la región eterna de la luz del espíritu de Dios que se encuentra más allá de todo llanto y crujir de dientes terrenos, un rayo de luz proveniente de un mundo donde no hay lamentos de muerte, clamor, ni dolor. En medio del reino animal y dominio de la esfera del diablo, en medio de un mundo de seres hostiles, «el fuego supremo» de su comunidad sexual se transformó en un templo de luz que les confirió ganas de vivir, fuerza y vigor para continuar su marcha por la vida, por ese camino mortífero cubierto de espinas que lleva del reino animal al reino humano, del ser diabólico al hombre-dios a imagen y semejanza de este Dios. Por eso era bueno que el hombre no estuviera solo en su camino a través de esta oscuridad. ¿Cómo habría podido recorrerlo sin el fuego supremo, es decir, sin el espíritu de Dios en el acto de apareamiento?
Como hemos visto, el matrimonio no es la meta divina definitiva del ser vivo. El ser destacadamente de sexo masculino y el ser destacadamente de sexo femenino, ambos en su forma más pura, sólo pueden existir como animales en su forma también más pura. Esta estructura la adquirieron con la unipolaridad o creación de Eva. De este modo, fueron predestinados a ser un ser de la oscuridad, un ser que mata. Pero al mismo tiempo, por medio de su unipolaridad, fueron formados para poder recibir el espíritu estimulante y donador de vida de Dios, o «fuego supremo», a través del acto de apareamiento con un ser del sexo opuesto. Como el amor universal no se hallaba en absoluto presente en esta zona de oscuridad, la simpatía del acto de apareamiento era la única luz existente.
37. El estado de hombre diabólico
Pero esta simpatía sólo iba dirigida a la pareja del apareamiento, al ser del sexo opuesto y a la descendencia, y no era amor universal. Con ella el ser no podía transformarse en el hombre a imagen y semejanza de Dios. Para llegar a serlo se le exigía amor auténtico, un amor totalmente altruista, un amor mediante el cual se podía amar al prójimo, es decir, a todos los seres con los que se tiene contacto. Pero como este amor sólo puede transformarse en un talento en el ser en virtud de los efectos de los sufrimientos que este ser ha causado a otros seres, era pues una condición imprescindible para que el ser desarrollase su facultad de amor universal, que atravesase la zona de la vida en la que culmina la oscuridad. Pero para atravesar esta oscuridad, el espíritu luminoso y promotor de vida de Dios era, tal como ya hemos dicho, igualmente una condición imprescindible. Y esta condición se satisfacía por medio del apareamiento y del acto de apareamiento de los seres. Pero a medida que se desarrollaba el amor al prójimo, la simpatía del apareamiento se haría cada vez más superflua. Con el tiempo, el amor universal llegaría a ser aquello que todo lo irradiaría o dominaría. Por lo tanto, era necesario que los seres fueran liberados de su estado unipolar, de modo que también pudieran amar a seres de su mismo sexo. Y a medida que el amor universal se desarrollaba en ellos, fueron convirtiéndose gradualmente en seres cada vez más bipolares. Y con la bipolaridad, la inteligencia humana comenzó a manifestarse cada vez más. Este talento creció más rápidamente que el amor universal. De este modo el ser vivió una época en la que tenía inteligencia humana pero aún era un ser más o menos falto de amor, y adquirió conciencia diabólica. Así tuvo la oportunidad de desarrollar una zona de sufrimiento que era mucho mayor que la de los animales. Por consiguiente, también pudo recibir un karma oscuro que, de un modo proporcional, también era más oscuro que el de los animales. Es en este estado en el que al ser inacabado se le denomina «hombre diabólico».
38. El ser humano acabado a la imagen de Dios y el reino de los cielos
Por medio de este karma oscuro, crece el amor universal del ser llegando a su culminación, y éste se transforma en el hombre acabado a imagen y semejanza de Dios. Es bipolar en su forma más pura y puede amar a su prójimo como a sí mismo, y de este modo cumplir totalmente la ley de la vida. De un ser que vivía en la oscuridad y sólo podía mantener su travesía por este mundo mortífero en virtud del espíritu de Dios en forma del fuego supremo del acto de apareamiento con un ser del sexo opuesto, pero que por lo demás estaba en guerra y enemistado con todos, es ahora, en su estado como hombre acabado a imagen y semejanza de Dios, un ser liberado del nacimiento y la muerte de las reencarnaciones. Puede libremente por medio de la materialización y desmaterialización, siempre a voluntad, revelarse en la esfera física en situaciones en las que es el órgano de Dios para hablar a los seres que se hallan en necesidad. Puede hablar a través del fuego de la zarza ardiente, y a través de la luz camino de Damasco. Puede ser el instrumento de Dios como redentor del mundo para la humanidad de un planeta, y también puede tener otras misiones cósmicas siendo uno con la gran estructura orgánica que constituye la conciencia primaria de Dios y que es su órgano principal con respecto a todos los seres vivos del mesocosmos. Es el órgano de Dios para gobernar y guiar al género humano en su marcha a través de la oscuridad hasta la profusión de luz eterna de los mundos cósmicos o espirituales superiores. En estos mundos brilla y centellea el amor universal como la luz eterna de Dios en forma del «fuego supremo» que va de un ser a otro como un encuentro con Dios, y convierte cada contacto con el prójimo en una sensación culminante o suprema de placer, bienestar y felicidad. La creación del hombre a imagen y semejanza de Dios ha terminado. Estamos en ese reino prometido, a través de los tiempos, al hombre acabado a imagen y semejanza de Dios. Estamos en el reino de los cielos.
Título original: Ægteskabet og alkærligheden. Publicado por primera vez en la edición danesa de Kosmos n.º 22-25, 1969. Traducción: Martha Font, con la colaboración del equipo de lengua castellana. ID de artículo: M2600.

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