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Lista de artículos

M2522
El fundamento de la vida del universo (los tres cosmos)
por Martinus

Macrocosmos
1. La deficiente manera de considerar las estrellas por parte de los hombres
Desde tiempos inmemoriales los hombres han contemplado las estrellas sin saber verdaderamente qué es lo que ven. Han descubierto que constituyen planetas, soles y vías lácteas o galaxias. Poco a poco, también han adquirido conocimiento sobre las órbitas de algunos de estos soles y planetas en el espacio. También han comenzado a abandonar la vieja superstición de que la Tierra era el único planeta que estaba habitado. También han adquirido un cierto conocimiento sobre las sustancias materiales de estos cuerpos celestes. También parece ser que, en cierta medida, pueden adquirir conocimiento sobre la distancia de la Tierra a estos soles y estrellas y, así mismo, sobre la velocidad con que se mueven y la intensidad de su irradiación. Pero, ¿qué les dice este conocimiento a los hombres? Sólo les habla a los hombres sobre las reacciones, las clases de movimiento y de vibración de las materias. También ven que en todas estas funciones de la materia tienen lugar procesos creadores lógicos. Pero, en todo caso, sólo ven la materia y sus movimientos y su transformación en fenómenos lógicos y útiles o condicionantes de vida para seres vivos, hombres, animales y plantas. Pero no ven que tras estos fenómenos hay una conciencia y un origen vivo.
2. ¿Es el macrocosmos, con sus planetas, soles y galaxias una masa de sustancia totalmente inanimada?
¿Cómo pueden estas inmensas masas de materia, estrellas, soles y galaxias, o lo que llamamos «macrocosmos» realizar los procesos creadores lógicos que crean condiciones de vida para todos nosotros y todos los seres a nuestro alrededor en la Tierra? ¿Cómo puede tener lugar una creación lógica sin un pensamiento previo? ¿No tiene una creación lógica, precisamente, que planearse antes? Pero, ¿quién ha planeado, entonces, la estructura de la Tierra y su ubicación en el sistema solar, de tal modo que podamos experimentar la vida y, además, cualificarnos para hacer que esta vida sea feliz? ¿Se han formado estas masas de materia sin conciencia, que llamamos macrocosmos, lógicamente al azar, se han formado de tal manera que se han convertido en espacio de vida con todas las condiciones para que experimentemos la vida en la zona física? ¿Puede ser científico percibir esta colosal configuración lógica o adecuada de materia como algo totalmente casual, sin ninguna colaboración en absoluto de una función de conciencia superior? ¿Puede ser lógico suponer que nuestro macrocosmos es exclusivamente una masa de materia sin conciencia? Si lo es, ¿cómo ha podido, entonces, crear condiciones tan totalmente perfectas para nuestra vida física y aparición aquí en la Tierra?
3. ¿Por qué creen los hombres que el macrocosmos es una masa de materias muertas?
Naturalmente, no puede tener lugar ninguna creación lógica sin conciencia. En el campo que los hombres han llegado a poder percibir, todavía no se ha visto nunca que pueda tener lugar una creación lógica sin una planificación previa, sin una comprensión previa de lo que se quiere crear. ¿De qué sirven, si no, la inteligencia o las facultades intelectuales? En el campo en el que estamos en condiciones de percibir totalmente, se experimenta como un hecho inquebrantable que ninguna materia en absoluto puede formarse por sí misma como creaciones intelectuales, lógicas. ¿Cómo podría un edificio construirse por sí mismo? ¿Y cómo tendría un constructor que poder crear una construcción si no tuviera inteligencia? ¿Cómo puede ser, entonces, que los hombres crean directamente que el macrocosmos sólo es una masa no consciente que, al azar, sin conciencia y sin inteligencia, ha podido formarse tan intelectualmente que se ha convertido en un mundo condicionante de vida para miríadas de diversos seres vivos, y de tal perfección que estos seres vivos pueden, además, evolucionar a una perfección en la que irradian tal amor universal, sabiduría y poder que manifiestan «la imagen y semejanza de Dios» ¿Por qué viven los hombres en una ignorancia y una ceguera tales que van contra todo pensamiento lógico, contra cualquier forma de hecho? Esta manera de considerar el macrocosmos por los hombres se debe exclusivamente a que todavía no han desarrollado el conjunto de sentidos que les da acceso a la percepción en zonas cósmicas o altamente psíquicas. Este conjunto de sentidos existe con la expresión «intuición». Esta facultad sólo se desarrolla en relación con el crecimiento de los hombres alejándose de la naturaleza animal en su psique, es decir, la falta de amor o el mal en el ser. Este mal desaparece según y como los hombres pasan por su karma oscuro. Aquí no puedo entrar en más detalles, sino que debo remitir a mi obra principal «Livets Bog».
4. Por qué la ciencia materialista no puede explicarles a los hombres la verdadera estructura de la vida del macrocosmos
Que la ciencia o los científicos no puedan describir la identidad macrocósmica como vida o ser vivo se debe a falta de intuición. Educación superior en la ciencia material no desarrolla la facultad de la intuición. Esta facultad no puede adquirirse en centros de enseñaza ni escuelas. Como se ha dicho, sólo crece automáticamente en relación con el desarrollo de las facultades para la simpatía de los hombres, es decir, el amor al prójimo o amor universal, el amor que, con la evolución, lleva a los hombres a poder amar a su prójimo como se aman a sí mismos. Con el desarrollo de este amor crece la intuición. Como se ha dicho, no puede ser enseñada. Surge automáticamente según y como el hombre se desarrolla el amor universal. Que uno sea experto, profesor o doctor en conocimiento o ciencia puramente material no significa, por consiguiente, nada con respecto a la adquisición de conciencia cósmica. Esas personas han adquirido un conocimiento en virtud de su inteligencia. Pero conciencia y conocimiento cósmico sólo pueden exclusivamente experimentarse por uno mismo en virtud de intuición y amor. Si uno no ha desarrollado estas dos grandes cualidades humanas, no puede experimentar conciencia cósmica por medio de sus otros sentidos. Es más, en el peor de los casos tampoco creerá en la experiencia hecha por otros de este alto estado de conciencia.
5. Los críticos o comentaristas materialistas modernos de literatura altamente cósmica
Por esto, también se puede observar que críticos modernos que comentan libros y revistas se quedan cortos cuando se trata de comentar libros, revistas y conferencias basadas en conocimiento cósmico. Como todavía no han desarrollado ninguna intuición particular y, por lo general, también tienen una facultad muy limitada de amor al prójimo, no tienen, claro está, ninguna sensibilidad con respecto a la existencia del mundo cósmico tras el físico. Sólo pueden imaginarse la alta literatura cósmica como una superstición o una confusión de conceptos. Y a falta de amor al prójimo y con confianza en su propia capacidad infalible, pueden, incluso, ser bastante despiadados desfigurando y ridiculizando la literatura y ciencia cósmica que, en virtud de su posición como críticos tienen que comentar para el público. A un crítico así hay que disculparlo. Evidentemente, él mismo no sabe lo colosalmente que revela su ingenuidad e ignorancia con respecto a la conciencia cósmica o más alta conciencia que durante milenios se les ha proclamado a los hombres como su punto culminante o resultado final, como «el hombre a imagen y semejanza de Dios», y sin la cual jamás se alcanzaría verdadera paz duradera en la Tierra. Pero la conciencia cósmica crece automáticamente en cada hombre, también en el crítico negativo, como un eslabón en el plan de Dios con respecto a la creación y, por consiguiente, es imposible que sea detenida por seres no conscientes o ignorantes, bastante indiferentemente del título con el que puedan brillar, e indiferentemente de lo inteligentes que puedan ser en sentido materialista.
6. ¿Qué es lo que se ve cuando se dirige la mirada hacia las estrellas?
¿Qué es, entonces, el macrocosmos visto con el conjunto de sentidos desarrollados de la intuición? Dirigir la mirada hacia el macrocosmos, este inmenso océano de estrellas, esta profusión de soles, planetas y galaxias, es para la visión intuitiva penetrar en el interior de un ser vivo inmenso. Vemos este interior tan gigantescamente aumentado para nuestra visión cósmica, que sus menores detalles se nos muestran con tamaños macrocósmicos. Nuestro conjunto de sentidos y nuestra aparición ante esta gigantesca zona, esta inmensa expresión de vida, es tan microscópica que vemos sus detalles más pequeños con tamaños gigantes. ¿Cómo se muestran, entonces, los detalles más pequeños de estos seres gigantes ante nuestra vista? Se muestran como partículas y espacio vacío. Las partículas son de tamaño y despliegue muy distinto. Y el espacio vacío es muchísimo más grande que las partículas. ¿Y qué son estas partículas y este espacio vacío? Constituyen el cielo estrellado, los soles, planetas y galaxias que la humanidad a lo largo de miles y miles de años ha contemplado sin saber qué era lo que veía, sin saber que las partículas luminosas y oscuras del claro firmamento, es decir, sus soles y planetas respectivamente, con sus movimientos y reacciones son funciones de vida en el interior de un ser gigantesco. Pero este ser está, a su vez, en el interior de un ser más grande, que de nuevo está dentro de un ser todavía mayor, y así continuando hacia arriba infinitamente. La estructura cósmica del mundo de las estrellas nos muestra, por consiguiente, aquí que nos encontramos dentro de las funciones de vida de un ser vivo, que, por su parte, es lo mismo que funciones de un organismo. Nos encontramos, por consiguiente, dentro del organismo físico de un ser vivo. El origen de este organismo tiene su conciencia diurna y experimentación física de la vida, su estado de reencarnación y de experimentación de su creación de animal y ser diabólico en «hombre a imagen y semejanza de Dios» fuera de este organismo, exactamente igual a lo que tiene lugar con los hombres terrenos en su espiral. Pero el macroser se encuentra, simplemente, en una espiral de evolución situada encima de nuestra espiral de evolución. Todos los seres del universo se encuentran, así, en espirales de evolución cada vez más elevadas. Aquí, también debo remitir a mi obra principal «Livets Bog».
Mesocosmos
7. Cómo nosotros mismos somos un macroser y morada para microseres
¿Podemos confirmar la existencia de una estructura de vida macrocósmica, como la que hemos visto aquí, dentro del campo sensorial puramente humano terreno? Sí, podemos hacerlo en gran manera. Sólo necesitamos observar detalladamente nuestro propio organismo. Hace tiempo que es un hecho para los científicos que nuestro organismo consta de miríadas de formas diversas de vida o seres vivos, células, moléculas y muchas más en el microcosmos: átomos, electrones, etc. Todas estas unidades de fuerza son expresión de vida. ¿Cómo podrían, si no, moverse? Estos seres forman nuestros órganos, corazón, cerebro, pulmones, hígado, riñones, musculatura, glándulas, nervios, tendones, esqueleto, etc. Esos órganos, además de ser microseres en nuestro organismo, constituyen con su organismo un pequeño mundo por sí mismo, que también es morada para microseres y satisfacen sus necesidades de vida. Que su vida sea bastante distinta a la nuestra no cambia el hecho de que son seres vivos en un macrocosmos vivo. Este macrocosmos es, a saber, nuestro organismo conjunto. Es, por lo tanto, un macrocosmos para seres vivos. Nosotros somos, así, un ser en el que los seres vivos «viven, se mueven y son». En este macrocosmos, que constituimos con nuestro organismo físico, nos sentimos como un yo dirigente que decide sobre este organismo. Pero, por el hecho de ser un macrocosmos con espacio vital y condiciones para la experimentación de la vida por seres vivos provistos de conciencia, voluntad y facultad de pensamiento, tenemos aquí, en nuestra propia estructura y condición de vida, la revelación de que el macrocosmos, que hemos citado anteriormente y en el que nosotros mismos «vivimos, nos movemos y somos», también tiene un yo dirigente que puede decidir sobre el macrocosmos o mundo en el que nos encontramos y que, por lo tanto, es el organismo físico de este yo. La Tierra y todo lo que está a nuestro alrededor y que llamamos naturaleza: planetas, soles y galaxias, es, así, órganos y funciones de vida de este macroser gigante, controladas y dirigidas por el yo, la conciencia, la facultad de pensamiento y voluntad de este ser.
8. Cada ser vivo es a la vez un macroser y un microser
Pero, cuando así estamos dentro del sistema de un macroser, que da alojamiento y espacio vital a hombres, animales y plantas, ¿qué pasa con nuestros propios organismos físicos? ¿No son también un sistema macrocósmico que da espacio vital a miríadas de seres vivos de tamaño microcósmico? Sí, es esto, precisamente, lo que hacen. De este modo, nuestro organismo se convierte en un macrocosmos para estos seres, y nuestro yo en su origen dirigente. ¿Cómo tendrían, si no, que poder existir físicamente todos los microseres que experimentan la vida en nuestro interior? Para la existencia de cada ser vivo es, por consiguiente, una condición de vida que este ser exista en un ser vivo que es macrocosmos y él mismo constituya un macrocosmos para seres vivos. ¿Cómo le sería posible vivir en un organismo físico que no conste al cien por cien por seres vivos? Que esto es imposible es un hecho tan inalterable como lo es que el organismo de cada ser vivo consta, precisamente, de seres vivos. Pero estos seres vivos que existen en cada ser vivo también tienen, claro está, un organismo que, a su vez, constan de seres vivos. Debido a ello, estos seres también se convierten en macroseres para microseres seres vivos que, a su vez, también tienen organismos consistentes en seres vivos, y así sucesivamente de forma continua. Todos los seres vivos se muestran, así, como macroseres para los microseres vivos de sus organismos. Pero ellos mismos se convierten también en microseres para los macroseres en cuyos organismos experimentan la vida. Cada ser vivo físico es, así pues, a la vez tanto un macroser como un microser. Esto es un principio de vida que es una condición absolutamente inconmovible para que cada ser vivo pueda manifestarse y experimentar la vida en la zona física o material.
9. Por qué vemos el macrocosmos y el microcosmos como partículas y espacio vacío
Pero, al igual que nuestro macroser es un mundo exterior para nosotros, nuestros microseres, para quienes somos macroser, son un mundo interior para nosotros. Nos encontramos, así pues, en un estado mesocósmico. Todos los seres: hombres, animales y plantas, constituyen, así, un mesocosmos en nuestro ciclo de espiral. Limitamos hacia abajo con el microcosmos, y hacia arriba con el macrocosmos. Dado que nosotros, como seres mesocósmicos, no podemos ver nuestros seres microcósmicos ni nuestros seres macrocósmicos en su estado mesocósmico, el estado en el que experimentan con conciencia diurna sus formas de vida, sólo los podemos ver en el último análisis de su estado microscópico. El último análisis de la sustancia del ciclo de espiral se muestra como partículas y espacio vacío. Si analizamos materias microcósmicas en su principio fundamental último, se muestran como un cielo estrellado con soles, planetas y galaxias. Aquí hemos llegado al límite de la materia física del microcosmos. Si miramos hacia arriba, hacia nuestro macrocosmos, también lo vemos en lo que es su último análisis microscópico para nuestros sentidos. Y entonces también vemos la materia aparecer aquí como partículas y espacio vacío, o sea, como cielo estrellado con sus soles, planetas y galaxias.
10. Dios se le muestra como un hecho al investigador evolucionado
Nuestro mundo primario es, por lo tanto, el organismo macrocósmico en el que vivimos, nos movemos y somos, de la misma manera que nuestro organismo es el mundo primario para los seres vivos que viven dentro de él. Nuestro organismo es, por consiguiente, un mundo macrocósmico para estos seres, al igual que nuestro yo se convierte en el supremo origen determinante de estos seres. El yo constituye, así, un supremo origen determinante en cada organismo o macrocosmos. Pero, como un macrocosmos no puede existir sin ser un microcosmos en un macrocosmos superior, todos los macrocosmos son órganos del mismo organismo. A este organismo lo denominamos universo. Y los yos de todos estos macroseres, de los que está constituido el universo, constituyen una unidad cósmica o un gran yo único. Y es este yo lo que a través de todos los tiempos ha sido la base de la percepción instintiva por parte de los hombres de un dios y de su manera de imaginárselo. Dado que tanto todos los macrocosmos como microcosmos de este universo constituyen, de esta manera, una unidad condicionante de vida que trabaja conjuntamente, aquí tenemos a la Divinidad viva, todopoderosa como un hecho. Todos somos, por consiguiente, dioses, tal como Cristo ha dicho. El organismo de cada ser vivo es, así, un macrocosmos con un yo dirigente. Cada hombre es, así pues, una divinidad para los microseres vivos de su organismo. Nosotros colaboramos en la creación de sus posibilidades de vida, tanto su sufrimiento como su felicidad y bienestar.
En nuestra experiencia del universo, hemos visto un boceto de su estructura de vida. Hemos visto que el universo es una combinación de seres vivos, distribuidos de tal forma que se encuentran como un macrocosmos o como un universo para seres vivos que, en relación con ellos mismos, tienen microtamaño. Y como esto es válido para cualquier ser vivo, todos los seres vivos están indisolublemente vinculados. Con lo cual, el universo se muestra como un ser vivo que se manifiesta y experimenta. Como este ser vivo constituye la totalidad del universo, difiere de todos los otros seres por el hecho de ser el absolutamente único macrocosmos que, simultáneamente, no es microcosmos en un ser vivo más grande. No es, así, extraño que este ser se convierta, con ello, en el ser absolutamente supremo. Dado que este ser, como ya se ha dicho, constituye la totalidad, es, por consiguiente, un hecho que dicho ser tiene todo el poder, toda la sabiduría y ama con amor universal. Que un ser así sólo puede considerarse como la eterna, absoluta y verdadera Divinidad es un hecho inalterable para el investigador evolucionado.
11. La conciencia primaria y secundaria de Dios. Dios como el fundamento de la vida del universo o un ser absolutamente vivo en el que todos nosotros «vivimos, nos movemos y somos»
Todos los seres vivos son, así, microseres del organismo de Dios (universo). Por consiguiente, estos seres vivos constituyen conjuntamente el instrumento por medio del cual Dios crea y mantiene su conciencia. Como la conciencia se crea, está siempre supeditada al espacio y al tiempo. Por lo tanto, para que Dios pueda tener una conciencia, que siempre está en su punto máximo, debe estar en una renovación constante. Esta renovación tiene lugar por medio del paso de los seres vivos por la oscuridad. Esta oscuridad está constituida por los seres del organismo de Dios y cuya conciencia está degenerada. Dios ya no puede experimentar ni desplegar su amor universal, total y, con ello, toda su sabiduría y poder a través de ellos. Por esto, forman la oscuridad, es decir, un estado de vida que renueva nuevamente a estos seres con conciencia cósmica. Pero, de esta manera, se convierten en instrumentos para la creación por Dios de su «conciencia primaria» y manifestación primaria de vida, hasta que su conciencia cósmica degenera de nuevo. Entonces su conciencia debe ser nuevamente renovada, y esto tiene lugar a través del ciclo cósmico. A medida que su conciencia cósmica degenera, son conducidos de nuevo del reino de la bienaventuranza (reino mineral), a través del reino vegetal y animal, al verdadero reino humano, donde de nuevo han adquirido conciencia cósmica y donde de nuevo pasan a formar parte de la conciencia primaria de Dios como células o unidades de vida, hasta que degeneran de nuevo y deben pasar de nuevo por la oscuridad o mundo físico para adquirir conciencia cósmica y convertirse, conjuntamente con todos los demás seres cósmicos, en instrumentos para el mantenimiento de la conciencia primaria de Dios. Como seres en la oscuridad del mundo físico sólo pueden, claro está, constituir la conciencia secundaria de Dios. Pero el ciclo hace, por lo tanto, que la conciencia de Dios sea, permanentemente, primaria y esté en su punto máximo.
Aquí hemos visto el fundamento de la vida u organización de la vida del universo, y que esta vida es una Divinidad todopoderosa, omnisapiente y que ama con amor universal, en la cual todos nosotros vivimos, nos movemos y somos.
El artículo reproduce el manuscrito de una conferencia dada por Martinus en el Instituto Martinus el lunes 5 de octubre de 1970. Los títulos de los apartados son de Martinus. Texto escrito de Torben Hedegaard. Aprobado por el consejo el 31.05.2008. Publicado por primera vez en el n.º 9, 2008 de Kosmos en danés.
ítulo original danés: Verdensaltets livsfundament. Traducido del danés al castellano por Martha Font con la colaboración del equipo de lengua castellana, (2017). ID de artículo: M2522.

© Martinus Institut 1981, www.martinus.dk

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