<br />
<b>Warning</b>:  Use of undefined constant STJERNESYMBOL_ALT_TEKST - assumed 'STJERNESYMBOL_ALT_TEKST' (this will throw an Error in a future version of PHP) in <b>/var/www/martinus.dk/public_html/da/artikeldatabase-old2/i_bodystart.php</b> on line <b>22</b><br />
STJERNESYMBOL_ALT_TEKST


Palabras:     Palabras enteras     Inicio de palabra  Ayuda   

Lista de artículos

M2110
Piedra, agua, aire y espíritu
por Martinus

1. Materia sólida, líquida, gaseosa y en forma de rayos
Algo de lo primero que la persona que piensa comienza a experimentar es que se encuentra como centro de un océano infinito de fuerzas que crean movimiento y desencadenan una serie de procesos de transformación. No percibe inmediatamente todas estas fuerzas como movimiento, por el contrario. Muchas clases de movimiento son percibidas como quietud, como algo que está en reposo. Cuando vemos una gran piedra en el campo, no lo consideramos como una expresión de movimiento. Las formaciones rocosas y las cimas de montañas también se perciben a través de nuestros sentidos como algo que expresa quietud absoluta. En todas partes donde observamos el mundo mineral, percibimos sus detalles como inmóviles, de hecho, casi como inmutables, como un mundo muerto. El mundo mineral difiere a través de nuestros sentidos de todo lo que podemos ver que está en movimiento y bajo transformación. Vemos el movimiento del agua en arroyos, riachuelos y ríos, el oleaje del océano y el paso fugaz de las nubes por el cielo. Sentimos la brisa ligera o la tempestad precipitándose sobre tierra y mar, de la misma manera que también nos hemos dado cuenta poco a poco de los movimientos de los cuerpos celestes en el espacio. Experimentamos cómo el agua se evapora y el vapor se condensa, y cómo otras materias se transforman a grados determinados de calor y temperaturas bajo cero. Reconocemos que la transformación de las materias puede dividirse en cuatro grandes partes o cuatro tipos principales de estados: sólido, líquido, gaseoso y en forma de rayos
El último estado es algo menos conocido que los otros tres, ya que no es directamente accesible a los sentidos físicos. Se niega por lo tanto en gran medida la existencia del estado en forma de rayos, a pesar de que la aceptación de este estado se ha acelerado recientemente a través del conocimiento de la electricidad, las ondas de radio y otras formas de rayos y ondas, con las cuales la ciencia técnica trabaja, y de las cuales cada persona ya hace uso en su vida diaria. Hay que reconocer que existen energías invisibles o fuerzas que pasan libremente a través de las materias sólidas. Son estas energías que se intenta medir en frecuencias y longitudes de onda, pero de las que, después de todo, todavía se tiene poco conocimiento. Durante miles de años los seres humanos vivieron sin conocimiento de este cuarto estado de la materia. Tenían, sin embargo, una idea instintiva de que existía y en esta idea de fuerzas invisibles estaba basado su concepto de un «mundo espiritual».
2. La relación del instinto religioso con el mundo en forma de rayos
Los hombres primitivos tenían una sensación instintiva inquebrantable de la existencia de un mundo invisible, poblado además de seres vivos. Estaban incluso completamente seguros de que en este mundo invisible existían seres, que eran aun más poderosos que los seres físicos, tanto para bien como para mal. Dioses y diosas, ángeles y diablos, espíritus guardianes y demonios llenaban su mundo imaginario. Y es cierto que estos seres espirituales estaban, por decirlo así, «creados a imagen del hombre» en el sentido de que la imaginación humana y la fantasía se manifestaban cuando el hombre formaba imágenes de ellos para adorarlos o componer mitos y relatos sobre ellos. De ahí que en tiempos posteriores se ha creído que un mundo espiritual o invisible con seres invisibles era exclusivamente un producto de la fantasía de hombres primitivos. Pero millones de hombres no han podido vivir y morir durante miles de años en la creencia en algo que no existe en absoluto. La fe es una facultad y una facultad no puede existir sin ser una función orgánica. Y como es imposible que una función orgánica pueda crearse sin una influencia de la naturaleza, la naturaleza debe haber influido en los seres vivos de tal manera que esta facultad haya surgido. El mundo espiritual no es una «invención» de hombres primitivos, no es un producto de su fantasía. Sino que, al contrario, la creencia del hombre en la existencia del mundo espiritual es un producto de la influencia de rayos y ondas a la que los seres humanos en este planeta han sido expuestos en forma de impulsos cósmicos, desde que, como hombres-animales primitivos, comenzaron a poder distinguir conscientemente entre « yo» y «ello». Que los hombres con su fantasía vistan al mundo espiritual o en forma de rayos y a sus seres de maneras muy concretas, por ejemplo, figuras con alas, sólo significa que les resulta difícil imaginarse la naturaleza del mundo formado por rayos y las leyes que rigen allí. Por lo tanto, han imaginado, en gran medida, este mundo como un cielo o un mundo de aire, cuyos habitantes debían tener alas para moverse, tal como vieron que los pájaros tenían. Tenían que hacer uso de la fantasía y el sentido lógico, que poseían. Sólo cuando el hombre esté evolucionado para poder percibir en estado de conciencia diurna las materias en forma de rayos, entonces ya no hará falta que se haga ideas de carácter más o menos supersticioso, sino que experimentará el mundo de los rayos y a sus seres como algo tan natural como el mundo físico con sus seres que tienen organismos construidos por materias sólidas, líquidas y gaseosas. Antes de que sean capaces de conseguir tal contacto consciente con el mundo de rayos, hay una especie de estado de transición después de haberse deshecho de la fe ciega, contra la que su inteligencia que está despertando se rebela. Entonces se encuentran en una especie de tierra mental de nadie, en la que sólo creen en lo que pueden experimentar con los sentidos físicos. Es en tal estado de convicción puramente materialista que tantos hombres se encuentran hoy en día.
3. La forma de superstición del hombre materialista
A medida que el hombre evoluciona intelectualmente, la fe comienza a vacilar y la duda a dominar. El hombre niega la existencia de un mundo espiritual y llega incluso tan lejos que cree que los pensamientos son un producto de los procesos químicos de las materias físicas. No se da cuenta de que así cambia una vieja superstición por una nueva. El mundo espiritual no desaparece porque se deje de creer en su existencia, y a medida que los hombres dependan menos de su sola inteligencia y desarrollen sus facultades intuitivas, obtendrán una visión general, no sólo de piedra, agua y aire, de materias sólidas, líquidas y gaseosas, sino también del concepto espíritu y de las materias en forma de rayos, que este concepto abarca.
En realidad el hombre materialista no se da cuenta de lo paradójica e inconsecuente que su actitud es, y que cuanto más niega y trata de justificar su negación de la existencia del mundo espiritual, tanto más ha tenido que hacer uso de «materia espiritual». Su negación no es un producto físico, que ha sido capaz de crear con herramientas físicas, es un producto de materia espiritual, una construcción de pensamiento que expresa una idea o un concepto. Y como el mundo espiritual es, precisamente, un mundo de rayos, el ser vivo entrará cada vez más en la materia de este mundo, sin importar que confirme o niegue su existencia. Cuantas más hipótesis e ideas se postulan como prueba de que el mundo espiritual no existe, tanto más se prueba en sí mismo que existe. Toda la función del hombre cuando piensa o trata de obtener una visión general de la relación de causa y efecto es precisamente una manifestación en materia espiritual, y su negación de la existencia de esta materia se puede comparar con un hombre a nado, que postula que el agua en que nada, no existe. El hombre está rodeado por un océano de energía o materia espiritual, pero como no se puede ver, oír, sentir, saborear u oler directamente, no cree que exista. No piensa que no sería capaz de experimentar nada a través de los sentidos físicos, si la materia espiritual no existiese, ya que es en esta materia que todas las imágenes auditivas, visuales, olfativas, táctiles y gustativas se forman en su conciencia.
4. La materia, en forma de rayos, de la conciencia como el factor principal del organismo
Una persona física aparece como una combinación de cuatro estados. Tiene en su organismo una materia que expresamos como sólida, el esqueleto. El estado líquido está representado por varios líquidos del cuerpo, además de la sangre. Que también el estado gaseoso está representado, lo nota cualquier persona cuando respira. Estos fenómenos del ser vivo son accesibles a la percepción directa y, por lo tanto, no se niegan. Pero la mayoría de las personas están, probablemente, listas a admitir que constan de más que minerales, líquido y aire. De hecho, también constan de la llamada materia orgánica, de la cual las glándulas, el corazón, los pulmones, los riñones, etc. están construidos. Pero además constan de algo que piensa. ¿Es la materia orgánica que piensa? ¿Son el corazón, los pulmones o los riñones que piensan? «No, es el cerebro», alguien responderá. El cerebro es un instrumento, construido de materia orgánica, y eso quiere decir en realidad combinaciones especiales de «piedra, agua y aire.» Es atravesado por impulsos eléctricos, y sin estos impulsos está muerto y pronto se desintegrará, ocasionando la muerte de la persona. Cuando un organismo se ha convertido en un cadáver, es porque los impulsos eléctricos o impulsos en forma de rayos han dejado de fluir a través del organismo. Lo que queda son solamente los componentes del cuerpo, «piedra, agua y aire», de los cuales también están construidas las materias orgánicas. ¿Qué es lo que ya no está en el cadáver? Es la materia en forma de rayos, que daba vida al organismo. Es la materia en la cual se forman pensamientos, vivencias, experiencias, del mismo modo que es la materia que pone en funcionamiento los movimientos de la materia física, sean las funciones internas del organismo físico o sean los movimientos del cuerpo en el espacio exterior o sean los movimientos que se manifiestan como la capacidad del ser para trabajar y crear. Ya que el cuerpo físico sólo adquiere vida y movimiento a través de la fuerza de la conciencia del individuo o su capacidad de manipular la materia en forma de rayos, no es difícil ver que la composición de la materia física en un organismo es una consecuencia de la materia en forma de rayos, y que la materia sólida, líquida y gaseosa en su conjunto constituye algo secundario en relación con la materia de rayos. El mundo de rayos es el hogar real del ser vivo, y que se encarne en materia física simplemente significa que de forma temporal también crea efectos en «piedra, agua y aire» a través de su materia de rayos.
5. Todo son ciclos de pensamientos en diferentes estadios
A través de todo el movimiento de la materia, su modificación y transformación y la planificación o lógica así revelada, que es la característica del espíritu perfecto o conciencia, se le revela al investigador evolucionado que hay más entre el cielo y la tierra que «piedra, agua y aire». El hombre que ha perdido la fe ciega y tal vez durante un tiempo ha estado en »la tierra de nadie» de la duda, pero que ha conseguido hacer de la duda algo positivo en lugar de un estado exclusivamente negativo, descubrirá poco a poco que la realidad de la vida misma o de la existencia es un estado o una naturaleza que lo puede penetrar todo. Es una naturaleza que puede transformar espíritu en aire y aire en agua y agua en piedra. Y viceversa transformar piedra en agua y agua en aire y aire en espíritu. Suena como magia o milagros, pero se basa en leyes de ciclos cósmicos que los hombres aún no conocen. La Divinidad, que es en sí el universo vivo en el cual vivimos, nos movemos y existimos, hace de sus pensamientos piedra, agua y aire, y de piedra, agua y aire hace pensamientos o materia en forma de rayos. Todos los movimientos, toda la creación, todo lo que sucede a nuestro alrededor y en nosotros, es, de hecho, ciclos de pensamientos en estadios diferentes. Es espíritu o pensamiento en el proceso de formar la materia física y así convertirse en experiencia y vivencia, es decir volver a ser pensamiento o materia espiritual. Incluso detrás de los movimientos en la materia mineral «sólida», inaccesibles a los sentidos físicos del hombre, hay pensamiento e intención. Toda manifestación o movimiento en cualquier forma que se manifieste – como las órbitas de los cuerpos celestes, como los movimientos de las partículas elementales en el microcosmos o como los pensamientos y acciones de un hombre terreno – todo son pensamientos que están en camino del estadio espiritual de sus yos respectivos a transformarse en aire, agua y piedra y de allí otra vez en agua, aire, piedra y pensamiento para enriquecer a los seres vivos del universo con nuevos impulsos y variaciones de la experiencia de vida. Con su propio mundo de pensamientos y su ciclo de conciencia el ser vivo o »hijo de Dios» experimenta poco a poco la revelación de la vida y la conciencia de la Divinidad. Aprende a ver el «mal» como el bien desagradable en un estadio particular del ciclo, y que nada puede ser destruido, nada se pierde, nada puede ser inútil, sino que todo es enriquecedor para el pensamiento, es renovación de la vida y perfección, y así el resultado cósmico más alto es que todo es muy bueno.
Título original danés: Sten, vand, luft og ånd. De una conferencia en el Instituto Martinus, el domingo 19 de Octubre de 1947. El manuscrito ha sido revisado por Mogens Møller y aprobado por Martinus. Publicado por primera vez en la edición danesa de Carta de Contacto nº. 5, 1967. Traducido del danés al castellano por Else Byskov con la colaboración del equipo de lengua castellana. ID de artículo: M2110.

© Martinus Institut 1981, www.martinus.dk

Se permite poner un link al artículo arriba mencionado, con información de copyright y referencia de su origen. También está permitido citar de él según la ley de copyright. No se permite reproducir al artículo entero sin permiso escrito del Instituto Martinus.

 


Se ruega enviar comentarios a info@martinus.dk.
Se puede enviar información sobre errores, fallos y problemas técnicos al webmaster.