<br />
<b>Warning</b>:  Use of undefined constant STJERNESYMBOL_ALT_TEKST - assumed 'STJERNESYMBOL_ALT_TEKST' (this will throw an Error in a future version of PHP) in <b>/var/www/martinus.dk/public_html/da/artikeldatabase-old2/i_bodystart.php</b> on line <b>22</b><br />
STJERNESYMBOL_ALT_TEKST


Palabras:     Palabras enteras     Inicio de palabra  Ayuda   

Lista de artículos

M2045
La Verdadera Relación con Dios 2 – «El aposento privado»
Por Martinus

1. La verdadera relación con Dios
¡Queridos amigos! Esta noche me gustaría hablarles un poco más sobre la verdadera relación con Dios. Es un tema bastante extenso, que no puede dilucidarse completamente en unas pocas conferencias, y en estas dos conferencias sólo puedo tocar algunos aspectos importantes de este asunto. Esta noche me gustaría hablar un poco del lado más técnico de la relación entre el ser vivo y la Divinidad.
Puesto que es muy importante para todo ser humano entrar en contacto con la Divinidad, también es importante conocer y comprender mejor el aspecto técnico de la relación con Dios, pues sin este no será posible llegar a una correspondencia realmente perfecta con ella. Ahora que trabajamos tanto en los problemas espirituales, y les he presentado una variedad de análisis cósmicos, no es tanto para darles un conocimiento más teórico de aquellas cosas que los análisis cósmicos iluminan, sino más bien para que por medio de este conocimiento puedan dirigir su conciencia al punto fijo real en el universo. Sólo cuando se hayan convertido en unos genios para dirigir la conciencia hacia el verdadero punto fijo del universo, habrán encontrado la verdadera relación divina. Mientras el hombre no haya encontrado la verdadera relación divina –y no lo logrará mientras la Divinidad no sea para él más viva que sus semejantes– habrá inquietud, desasosiego e insatisfacción en su mente; tan pronto se interesa por una cosa, ya pronto la descarta, porque no ha encontrado con ello la paz y el equilibrio mental, entonces buscará probar algo muy diferente, para luego sentir de nuevo que en la nueva cosa en la que ha puesto su interés ha encontrado lo correcto, pero después de algún tiempo también pierde el interés en esto porque no era lo que buscaba, y entonces busca de nuevo.
El hecho es que a la larga un hombre no puede ser enteramente autosuficiente y por lo tanto en algún momento de su vida no puede dejar de buscar algún punto fijo fuera de sí mismo, – un poder superior que ordene todo, – porque en todo ser vivo – ya sea un ser en el microcosmos, el mesocosmos o el macrocosmos, hay una orientación hacia la Providencia. Esta orientación puede ser consciente o inconsciente, instintiva, emocional, inteligente, latente o culminante, según el estadio de la espiral en el que se encuentre el ser en cuestión. Es muy importante darse cuenta de que esta actitud nunca falta por completo en ningún ser vivo; pues sin ser consciente de ella, no se tiene una verdadera comprensión de la relación entre el ser vivo y la Divinidad. En el caso del hombre terrenal, esta actitud hacia la Providencia debe convertirse paulatinamente en el punto fijo sobre el que basa su existencia, para que pueda llegar a ser lo más perfecta posible, y para que el hombre terrenal pueda llegar a ser plenamente consciente de todo el universo y se «eleve hasta la propia atalaya de la Divinidad» y vea con perfecta claridad que «todo es muy bueno».
2. La relación íntima con Dios en el aposento privado
A través de mis análisis ciertamente se les ha dicho que «todo es muy bueno», pero esto por sí mismo no es suficiente si no se obtiene más que el mero y simple conocimiento de este hecho, y de eso concluyen que entonces no hay nada por qué orar, si es así, entonces este conocimiento más bien les alejará de la Divinidad, habrán tomado una actitud equivocada. La comprensión más profunda y la experiencia real de que «todo es muy bueno», en realidad, conduce a una relación más íntima con la Divinidad, en la que la oración en el «aposento privado» llega a desempeñar un papel muy significativo. Deben comprender que, aunque «todo sea muy bueno», sigue siendo necesario orar a Dios, ya que este rezo implica mucho más que una simple petición de algo. Debemos llegar a desarrollar una relación consciente e íntima con la Divinidad que va mucho más allá incluso de la relación material más íntima y armoniosa con su mejor amigo, sus padres, su cónyuge, su prometido o quien más amen. Esta relación consciente e íntima con la Divinidad es la que expresa el «aposento privado».
No se expresa tan claramente antes, pero esto es lo que realmente Jesús quiere decir en el Sermón de la Montaña: «Cuando ores, entra en tu aposento privado y cierra la puerta, y ora a tu Padre en secreto, y tu Padre que ve en secreto te pagará». «Aposento privado» es una expresión simbólica. No debe tomarse literalmente. No significa simplemente una habitación de cuatro paredes y una puerta cerrada. Cuando la relación con la Divinidad aquí se compara a un «aposento privado», es porque se trata de un principio, de un símbolo de un área grande(sic). El «aposento privado» es un principio que, por una parte, expresa el hecho de que, cuando se desea orar a la Providencia sobre una u otra cosa, hay que orar más bien en silencio y para uno mismo, en vez que de pie en la calle o en una plaza, como es costumbre en ciertos movimientos religiosos, pues una oración pública adquiere fácilmente un tinte fariseo, y, en segundo lugar, el principio del «aposento privado» expresa el hecho de que, de este modo, rezando en silencio y para uno mismo, en «soledad», es más probable que se entre en un contacto realmente íntimo y personal con la Divinidad, de modo que adquiera el carácter de una conversación personal y confidencial entre uno mismo y la Divinidad, sin que nadie interfiera. Mencioné que el «aposento privado» era un principio, pues cuando se tiene clarividencia cósmica, se ve todo como principios, sustancia, fuerza, etc. Todo lo que es accesible a la percepción puede entonces expresarse con cualquiera de los términos anteriores, porque todos estos términos son sinónimos de lo mismo.
3. El Camino a la Deidad
Ahora, cuando se habla del «aposento privado» se trata de entrar en un contacto personal e íntimo con la Deidad, por tanto, es muy importante encontrar a dicha Deidad, ya que sin encontrarla no se puede llegar al verdadero hogar en la vida. El camino correcto hacia el verdadero hogar tiene forma de espiral. En el pasado, he explicado esto como un viaje a través de los 6 reinos que expresan cada uno diferentes estados. Estos diferentes estados también los encontramos explicados en la parábola del hijo pródigo. En esta parábola también se nos muestra una imagen del camino a la Deidad.
Mencioné antes que cuando se dice que «todo es muy bueno», uno puede confundirse al creer que no hay motivo por el que orar. Vale decir aquí que aprender a pedir algo sería obviamente más importante si la vida consistiera en pedir cosas, pero afortunadamente no es este el caso. Imagínense si nunca pudiéramos reunirnos en nuestra vida diaria sin de inmediato tener que pedirnos algo entre nosotros, entonces sería una vida bastante aburrida y discordante la que tuviéramos, pero afortunadamente también es el caso que hacemos otras cosas cuando nos reunimos: intercambiamos pensamientos y nos contamos nuestras experiencias, nos agradecemos por algo que nos hemos dado mutuamente, nos entretenemos, nos damos algo sin que nos lo pidan, creamos calidez y bienestar entre nosotros, etc., y es maravilloso que sea así.
Y, en principio, lo mismo debería ocurrir con la Divinidad. Al igual que en nuestra vida cotidiana hacemos otras cosas además de pedir algo a los demás, nuestra oración en el «aposento privado» también debería consistir en otras cosas además de pedir ayuda a Dios en alguna situación en la que no podemos obtener ayuda de ningún ser humano, por ejemplo, en dar gracias a Dios por las muchas cosas que en parte recibimos y en parte experimentamos. Pero si finalmente necesitamos ayuda, es importante no utilizar a Dios como una especie de recurso de emergencia. Si utilizas esta práctica de pedir ayuda a Dios, debe ser algo que hagas a diario, no sólo para salir de un apuro, sino para pedir fuerza y fortaleza cada vez que tengas que hacer algo importante, para que salga lo mejor y más amoroso, también para los demás. Así, por ejemplo, sería conveniente que un conferencista rezara una oración cada vez que tenga que dar una charla, un actor justo antes de salir a escena, un empresario antes de tener que tomar una disposición o decisión importante, etc. Y, por último, también forma parte de la verdadera oración en el «aposento privado» el hecho de que cada noche, antes de ir a dormir, uno haga una especie de «inventario» personal de su comportamiento durante el día, para poder hacer cuanto antes las manifestaciones de ese día en cosas del pasado y sacar su esencia, para tomar conciencia de lo que no le gustaría tanto hacer en otra ocasión.
4. Experimentar a la Deidad como una unidad y una pluralidad
La idea es llegar a un punto en el que la Divinidad se vuelva tan viva para la propia conciencia que se llegue a hablar con ella incluso más íntimamente que un hombre habla con su vecino, haciéndole preguntas y obteniendo explicaciones para ellas; así es, por ejemplo, mi relación con la Divinidad. En realidad, la relación es que nos gustaría alcanzar un estado en el que hablemos con el Señor del universo de forma plenamente consciente y comprendamos que todos nuestros semejantes son una especie de «respuesta» viva de la Divinidad, adaptada a nuestra conciencia y capacidad de comprensión. Entender correctamente estas «respuestas» es un placer para el que no hay absolutamente ningún paralelo. Llegar a experimentar este placer todo el tiempo es el verdadero sentido de su vida, es a lo que todos los seres vivos son conducidos. Cuando han alcanzado un estado en el que experimentan constantemente este placer, tienen lo que conocemos como «conciencia cósmica». Cuando han llegado a este punto y han adquirido conciencia cósmica, se ha producido una transformación en ustedes desde su estado anterior, entonces se han convertido en «uno con el Padre» o la Divinidad, entonces ven a la Divinidad no sólo como una multiplicidad sino también como una unidad.
Ustedes están acostumbrados a ver todo lo que existe, las fuerzas de la naturaleza, los planetas, soles, estrellas, sistemas de la Vía Láctea, humanos, animales, plantas, minerales, etc., como una pluralidad, y como han aprendido a través de mis análisis que todo esto en su conjunto es la Deidad, entonces significa que ven a la Deidad más como una pluralidad, pero ver a la Deidad como una pluralidad no conduce a ninguna relación íntima y verdadera con Dios. Por lo tanto, existe otro principio en la existencia que lleva a ver a la Deidad como una unidad, y este segundo principio es lo que yo llamo el «aposento privado». En el «aposento privado» se puede manifestar la forma más alta e íntima de «oración». La oración no es algo que se va a quedar obsoleta algún día y por lo tanto desaparecer. Por lo contrario, el hombre desarrollado llegará a usar la oración todos los días en una medida que hoy solo puede imaginar vagamente. Después de todo, la oración es un principio que está depositado en todo ser vivo como una actitud intrínseca hacia la Providencia.
5. El grito de miedo del animal es una primera oración
Esto comienza a ser especialmente visible en los animales. Los animales que están tan avanzados en la evolución que pueden emitir un grito, lo hacen cuando tienen miedo a la muerte. Este grito de muerte, como he dicho antes, lo lanzan sólo cuando se ha perdido toda esperanza de salvación. El grito de muerte no se dirige al cazador ni a los perseguidores, se dirige a lo desconocido. El animal no sabe conscientemente que en lo desconocido hay una Providencia. Cuando grita en el momento de la muerte, es porque el animal tiene como talento o hábito de su espiral anterior emitir un grito cuando toda esperanza de salvación ha desaparecido. El hombre primitivo también usa el principio de la oración, por ejemplo en sus sacrificios y otros actos religiosos, para apaciguar a los «dioses», cuya existencia intuye instintivamente. El hombre civilizado también usa el principio de la oración mientras es creyente, mientras que el hombre civilizado más materialista se ha alejado tanto de la Deidad que incluso niega su existencia o, en el mejor de los casos, la considera superflua. Sólo en los casos en que tal hombre no se encuentre con una muerte demasiado repentina, inmediatamente antes de la «muerte» volverá a estar en sintonía con la Providencia.
Así hemos visto ahora que ni los animales ni los hombres terrenales se pueden apartar completamente de estar sintonizados con la Providencia, y dado que los seres aún superiores viven en una correspondencia permanente con la Deidad, se hace evidente que no existe ningún ser vivo en absoluto que no tenga algún tipo de relación con Dios, «oración», o sintonización en una Providencia, aunque el hombre terrenal puede llegar temporalmente a un estado en el que este principio no sea muy aparente. Hemos visto que este principio puede manifestarse de muchas formas diferentes, no solo como un grito de muerte de los animales, sino también como un afán hacia ideales más elevados en los humanos, un afán hacia la luz.
6. La luz divina de la religión
En nuestra educación infantil se nos enseñó que Dios ordenó: «¡Hágase la Luz!» ¿Qué era esa luz? No era la luz del sol la que iba a iluminar los continentes del mundo. Era una luz mental, era la propia mentalidad de Dios. Fue este llegar a ver y experimentar a Dios como un ser vivo con el que se sigue en correspondencia, del que se obtiene un conocimiento de primera mano de la vida y del universo. Es la luz hacia la que todos anhelamos y hacia la que la bestia lanza su grito de angustia. Podemos seguir esta luz a medida que se desarrolla a través de las religiones. Uno de los primeros lugares donde lo encontramos en la religión cristiana es en Caín y Abel, donde hacen sacrificio a Dios. El relato de su sacrificio a Dios es simbólico. Encendiendo un fuego cada uno, buscan llamar la atención de la Providencia sobre su existencia y complacer a esa Providencia. El humo del fuego de Abel se dirigió directamente hacia arriba, por lo que supo que la Divinidad estaba complacida con su dirección, mientras que el humo de Caín se dirigió a lo largo del suelo, por lo que no tuvo dudas de que su dirección no era agradable a la Providencia. Y así es con los hombres de hoy. Algunos, como Caín, recibirán una respuesta aparentemente negativa a su petición; otros, como Abel, encontrarán que se les responde inmediatamente.
Podemos seguir la evolución de la luz y verla de nuevo en el sueño de Jacob de la escalera hacia la luz. El sueño de Jacob también es simbólico. Expresa la aspiración del ser vivo hacia un estado más luminoso que aquel en el que se encuentra.
Así continúa el desarrollo hasta llegar a la civilización moderna. Consideremos un ejemplo en el contexto de la civilización moderna, por ejemplo un soldado que se encuentra en el campo de batalla y acaba de dar el golpe de gracia a un enemigo, y ahora se podría pensar que, habiendo derrotado al enemigo, se sentiría como un héroe, pero no siempre es así; al contrario, muchos soldados se encuentran en un estado de desesperación por lo que han hecho.
Esto es también una forma de «oración», el dirigirse a la Providencia o una forma de afán hacia la luz. Pero no es sólo en el campo de batalla donde las personas se encuentran en estados de desesperación, donde todo su dolor, ansiedad y angustia parecen como una forma de «oración» a la Providencia. También en muchas otras situaciones vemos que el hombre moderno y desarrollado, a pesar de haber llegado a comprender muchas cosas, sigue a menudo en un estado de angustia y desesperación. El hecho es que aunque uno se haya vuelto conocedor de muchas cosas, permanecerá en un estado de angustia y desesperación mientras no haya encontrado el camino hacia la luz.
7. El camino hacia la luz es el camino hacia la Deidad
En nuestras lecciones de infancia hemos aprendido que el camino siempre se dirige hacia la luz. Lo mismo ocurre con las demás religiones principales, el budismo y el mahometismo. También allí se aprende que el camino va hacia la luz. He simbolizado el camino hacia la luz por la escala evolutiva de las diversas especies de seres. En lo alto de la escala evolutiva se encuentran el tipo de seres de los que vienen los redentores del mundo: vienen por ejemplo del verdadero reino humano. La redención del mundo tiene, entre otras cosas, la tarea de hacer a los seres conscientes de la Deidad. Pero cuando se va a hacer conscientes a los seres de la Deidad, debe ser por medio de energía. Las energías que recibe el hombre terrenal no son todas energías físicas terrenales. Cuando el hombre terrenal ha de hacerse consciente de la Deidad, debe ser por medio de una energía superior que irradia hacia la tierra desde el centro de la Vía Láctea. Esta energía superior, que es lo mismo que, según hemos aprendido, la luz hacia dónde va el camino, en la zona terrenal se encuentra contaminada debido a la primitiva capacidad de manifestación de los seres. Pero a medida que la evolución avanza, los rayos de luz se perciben más y más claros. Los seres entran cada vez más en un estado de amor e intelectualidad. El centro del camino hacia la luz es un punto específico, a saber, la Deidad. A lo largo del tiempo se han formado muchas nociones diferentes sobre el aspecto de la Deidad, y se han formado muchas imágenes de él, de las cuales, sin embargo, todas son imperfectas, ya que la Deidad está por encima de cualquier forma de creación de imagen.
8. La luz y el ideal del principio mortífero
El camino o la marcha hacia la luz también se puede visualizar de otra forma. Si examinamos las condiciones aquí en la tierra y observamos la relación entre las naciones, cómo son ahora y cómo se desarrollarán, también encontramos en esto una imagen del camino hacia la luz. La gran catástrofe que estamos viviendo ahora es el resultado directo del hecho de que los gobiernos de las diversas naciones hayan cultivado ideales que no son en absoluto adecuados para crear ningún estado satisfactorio para las demás naciones. Los gobiernos de algunas naciones quisieron colonias o riquezas de aquellos que tenían más que ellos, y como estos no estaban dispuestos a renunciar voluntariamente a dichas colonias y riquezas, tenía que producirse la conflagración mundial que asola la tierra actualmente.
Si observamos a los seres humanos individualmente, vemos que ellos también están enfocados en diferentes direcciones y tienen diferentes ideales. Algunos están enfocados en el ideal del principio mortífero, resumido en el concepto de «poder antes que justicia», mientras que otros se basan en el ideal opuesto. Pero también hay personas que poseen ambos ideales en su conciencia simultáneamente, más uno de ellos resulta dominante periódicamente. Estas personas suelen estar interesadas en un sinfín de cosas materiales, pero como el verdadero concepto de justicia aún no está plenamente desarrollado en ellas, a menudo se convierten en víctimas de la ambición, del ansia de poder y de abrirse paso a codazos por delante de los demás. Sin embargo, los tipos de pensamiento que subyacen estos estados pertenecen a las zonas inferiores e inevitablemente crean sufrimientos, angustia y pena. Lo mismo es cierto en los estados mentales donde el principio mortífero predomina, y la gente piensa que es «genial» poder vengar, odiar y aniquilar. Pero resulta que el miedo y la pena son justamente los factores básicos que causan impulsos u «oraciones» dirigidos a la eterna Providencia. Como se ha dicho anteriormente, los hombres están sintonizados en parte de su conciencia con lo opuesto al ideal del principio mortífero. El hecho de que también celebren lo opuesto al ideal del principio mortífero, es decir, el ideal del amor al prójimo, demuestra que están sintonizados con la luz en dicha parte de su conciencia. La «luz» es el nuevo impulso mundial a través del cual todos los seres alcanzarán el estado que yo llamo «conciencia cósmica». La Luz es la «semilla en la que serán bendecidas las generaciones del mundo». A través de ella todos alcanzarán una correspondencia viva con la Providencia. Pero el hombre terrenal, en su camino hacia la luz, no suele estar todavía muy en sintonía con la Providencia. Debe aprender a través de la satisfacción de sus anhelos lo que realmente llevaban en su seno. Debe entenderse que es divino y amoroso que tenga anhelos e intereses que den lugar a la oscuridad, la angustia, la pena y la desesperación, pues sin la satisfacción de estos anhelos e intereses sería del todo imposible que pudiera alcanzar la sabiduría. En este estadio de la vida del hombre terrenal, suele ser cierto que «la muerte de uno es el pan de otro». Es en este estadio cuando el anhelo del hombre va en la dirección de convertirse en un poderoso vencedor material. Deben entender que todo esto no lo digo para criticar, sino para mostrar lo que realmente sucede en la vida.
9. Guerra mundial en el mundo interior y guerra mundial en el mundo exterior
La manifestación de todos estos ideales es, de hecho, la expresión de los arcos de destino que se emiten, y la gran conflagración mundial que estamos viviendo ahora es básicamente el efecto de estos arcos de destino que regresan. Hemos aprendido que «lo que se siembra, se cosecha». Para la Tierra, el retorno de estos arcos de destino está ahora en pleno auge. Nunca antes en la tierra ha habido un despliegue tan colosal del principio mortífero, y nunca volverá a haberlo. Si miramos a los hombres individuales, lo mismo aplica para ellos. Aquí también regresan los arcos de destino, y esto hará que experimenten una «guerra mundial» en su interior. Cuando los arcos de destino regresen en cantidad abrumadora, los hombres en cuestión, que las han emitido, llegarán a experimentar un estado de ansiedad y angustia. Habrá oscuridad y caos en su conciencia, de manera similar a lo que conté anteriormente sobre el soldado en el campo de batalla, cuyo estado mental completo era una especie de grito de ayuda a la Providencia. Después de experimentar esta oscuridad y caos en la conciencia tantas veces que este deseo de matar a otro ser humano casi se haya llenado en su totalidad, llega a anhelar cada vez más a la Providencia, a entrar en contacto con otras fuerzas que puedan conducirle a poner orden en su conciencia. Una vez que haya logrado el orden en su conciencia, llegará a manifestar cada vez más el amor al prójimo, llega al vivir para servir y no para ser servido. Entonces, habrá armonía en su conciencia. Esta se encontrará en perfecto equilibrio, de modo que todos sus centros de conciencia se enfoquen hacia la Deidad. Se convertirá en un investigador espiritual y todo su organismo en una herramienta para la manifestación del amor.
Lo mismo ocurre con la tierra. Cuando el poderoso fuego mundial se haya extinguido, todas las naciones de la tierra entrarán en armonía. Todas las naciones compartirán por igual los diferentes valores que existen en la tierra. Todos estarán en sintonía con la paz y la armonía. Todos los gobiernos estarán sujetos a un gobierno común para todo el globo, y para entonces el verdadero reino humano será un hecho en la tierra. Entonces la tierra se habrá convertido en «un solo rebaño con un solo pastor». Para el individuo, como he dicho, esto significará que tendrá todos sus centros de conciencia sintonizados con la Divinidad. Entonces comprenderá que todos los seres vivos juntos son la Divinidad, y que todos los seres con los que está rodeado –ya sean seres que están en su contra, que le son desagradables, que le insultan y calumnian, o que son seres que le son afectuosos y comprensivos con él– son todos expresiones de algo que la Divinidad le quiere enseñar. Entonces comprenderá que no sólo él, sino todos los seres, están constantemente expuestos a la influencia de la Divinidad. Cuando el individuo comprenda esto, ya no habrá lugar para la indignación contra nada ni nadie, actúe como actúe; a lo sumo habrá que «poner la mejilla derecha», que es lo mismo que dar la inteligencia: luego sigue su camino y no tiene ningún trato con los que han intentado insultarlo o molestarlo. Es una expresión de la cultura dejar que «el otro vaya a la derecha cuando tú vas a la izquierda». De este modo, el hombre adquiere la tranquilidad en la conciencia y la comprensión viva de que todo lo desagradable que experimenta es la forma en que Dios lo está remodelando. Mientras no haya recibido una comprensión viva de esto y no tenga su conciencia plenamente concentrada en todo lo que sea bueno, brillante y perfecto en la vida, es evidente que debe haber confusión y conmoción, un estado de guerra y enfermedad constante en su conciencia. Cuando el individuo tenga todos sus centros de conciencia sintonizados con la Divinidad, con la luz, entonces habrá completado el camino hacia la luz.
10. Cómo se siente por dentro el caminar hacia la luz
Ya les he hablado del camino hacia la luz, y ahora les mostraré cómo se siente este caminar por dentro. El camino hacia la luz es lo mismo que el camino hacia una actitud directa hacia la Divinidad. Cuando uno está en sintonía directa con la Divinidad, entonces siente a todo el universo, a todos los seres vivos, como un solo ser; entonces toda la existencia se convierte en una correspondencia con un este solo ser: la Divinidad. Toda la existencia se convierte en una gran «oración» a la Divinidad en el «aposento privado». Se convierte en una gran concentración de toda nuestro despliegue de energía. Todo lo que hacemos a nuestro prójimo se convierte en algo que hacemos a la Divinidad. Pero, así como no podemos hacer nada a nuestro prójimo, a la Divinidad, sin utilizar nuestros instrumentos sensoriales, tampoco la Divinidad puede hacer nada por nosotros sin utilizar instrumentos sensoriales. Si la Deidad nos va a percibir, tiene que ser a través de herramientas sensoriales. Entonces, quiénes son las herramientas sensoriales de la Deidad? Son todos los seres vivos que existen. Cuando la Deidad nos «habla» a través de uno de los seres vivos que son sus herramientas sensoriales, irradia energía. Esta energía no sale al espacio vacío. Se encuentra con una ola de energía emitida por otro ser, y donde se encuentran, ocurre la creación. Lo mismo ocurre con el ser humano individual. Ningún ser humano puede hablar, comer, oír o ver sin irradiar energía. Ningún ser humano puede vivir sin irradiar energía. Ya sea que respire, se mueva, piense, hable, coma, beba o haga lo que haga, irradia alguna forma de energía. Pero todo este despliegue de energía no significaría nada si no fuera una reacción a otra radiación de energía proveniente del centro del universo. Donde las energías del ser vivo individual se encuentran con las energías de la Deidad, surge la creación, surge una reacción entre la fuerza de la Deidad y la fuerza del ser vivo individual. Cuando ustedes escuchan algo y lo absorben con sus sentidos, ha ocurrido una reacción entre la energía que emiten con la ayuda de sus sentidos y la energía que emite ese ser que les está hablando.
11. La correspondencia completa con la Deidad
Cuando me escuchan a mí, eso es una correspondencia completa. Analizan lo que les digo y lo ponen en su propio lugar en su conciencia. Luego puede que dirijan sus pensamientos hacia el espacio, hacia otros seres, y también allí surja una reacción, surge creación. Dentro de todo el conjunto de reacción frente al entorno, uno es capaz de continuar la creación del propio organismo para que se vuelva cada vez más fino y adecuado para una correspondencia completa con la Deidad. Todo el tiempo hay una reacción, una cooperación entre las propias energías y las energías del entorno, de la Deidad. Todo lo que el hombre puede producir es el resultado de esta cooperación. Las sillas en las que se sientan no podrían haber sido hechas por el carpintero sin madera. No pueden construir su organismo sin comer y beber; pues la creación de su organismo no sucede sólo por medio de fuerzas desde dentro de su yo, sino también tiene que haber algo desde fuera, desde vuestro entorno, desde el universo, desde la Divinidad. Necesitan todo desde fuera, desde el exterior. Cuando respiran, necesitan aire del exterior, cuando comen y beben, necesitan alimentación, cuando oyen, necesitan captar vibraciones sonoras del exterior, ya sean el habla de otra gente, el canto de los pájaros y similares. Cuando piensan, también se basará en algo que hayan recibido de afuera, algo que hayan leído o escuchado. Por lo tanto, no pueden vivir un solo momento sin tener alguna forma de energía suministrada desde el exterior. Siempre tiene que haber una reacción entre la energía de la Providencia que reciben del exterior y la energía que irradia de ustedes mismos.
Es importante que entiendan que no podemos existir ni un solo segundo sin interactuar con las fuerzas que se están poniendo a nuestro alcance. No son una expresión de fuerzas «muertas», aunque muchas de las fuerzas que están disponibles para los humanos, por ejemplo, las fuerzas de la naturaleza, generalmente se perciben como fuerzas «muertas». Por el contrario, son la expresión de la más alta intencionalidad; cada una de ellas tiene una sensibilidad y una forma de reacción muy definida; están sabia y lógicamente organizadas y dispuestas, de modo que cuando estamos suficientemente desarrollados podemos ver que son la expresión de una dirección de la Divinidad a nosotros. Cuando experimentamos algo, podemos ver que viene de una gestión de otro ser, y de la misma manera la intención es que lleguemos a ver todo lo que sucede, ya sea una fuerte ola de frío, o sean malestar y calumnia de otras personas, la furia de los elementos, la guerra mundial, el desempleo, la enfermedad, etc., como una gestión de la Divinidad a nosotros.
Y ahora cuando yo les cuento todas estas cosas, es para que tomen conciencia de esta gestión y lleguen a la verdadera relación con Dios. Es necesario tomar conciencia de todas estas cosas de las que les hablo – lo hago no solo para darles conocimiento de estas cosas para que puedan presumir con ello, sino para que con este conocimiento puedan llegar a experimentar una existencia verdaderamente armoniosa y estar en contacto con las leyes de la vida. No es expresión de una vida verdaderamente armoniosa el mero hecho de saber teóricamente que se vive después de la muerte. Realmente no saben para qué han nacido y cuál es su destino. No tienen conocimiento real de lo que experimentaron en los primeros años de su existencia, si lo saben ahora, es algo que escucharon de sus padres, pero cuando obtienen la conciencia cósmica, pueden experimentar de manera realista que uno vive después de la muerte, y pueden experimentar para qué han nacido realmente, cuál es su destino, etc. Entonces tendrán una experiencia verdaderamente divina, entonces podrán experimentar estas cosas directamente de la Deidad, entonces podrán obtener respuestas directas a todo lo que le pregunten a la Deidad. Puede que suene como fantasía para ustedes, pero es perfectamente cierto, no obstante. Entonces habrán completado el camino hacia la luz, entonces habrán entrado en contacto con la Divinidad, entonces toda su existencia será una gran correspondencia con la Divinidad, entonces hablarán con la Divinidad como un hombre habla con su vecino, entonces toda su forma de ser será una gran «oración» en el «aposento privado».
12. Estadios del camino hacia la luz
Ahora les hablaré un poco de las los distintos estadios del viaje hacia la luz, tal como se forman para el ser vivo, desde el animal hasta el verdadero ser humano que ha alcanzado la conciencia cósmica.
El primer estadio de este camino es el del animal. Si examinamos la conciencia del animal, veremos que no hay equilibrio entre su sentimiento e inteligencia. El animal tiene un sentimiento dominante comparado con la poca inteligencia que posee. El animal vive casi exclusivamente del instinto y la conciencia habitual de una espiral anterior. Es esta conciencia habitual la que le hace gritar de miedo cuando su vida está en peligro. El animal, por pura costumbre, emite automáticamente su grito de muerte cuando toda esperanza de rescate ha desaparecido. Este grito de muerte no se dirige al animal ni al cazador que lo persigue, sino a lo desconocido. El animal no tiene conciencia diurna de que en lo desconocido hay una providencia. El grito de muerte del animal es la primera forma incipiente de «oración» o relación con Dios. Este es un pequeño paso adelante en su viaje hacia la luz.
13. Estadios del hombre primitivo y del hombre creyente
Gradualmente se vuelve cada vez más consciente en sus gritos de miedo y llega a desarrollar su inteligencia, y entonces ya no es un animal sino un ser humano primitivo. Por lo tanto, hemos llegado al siguiente estadio. En el hombre primitivo hay un poco más inteligencia que en el animal, pero todavía no hay equilibrio entre sentimiento e inteligencia. El sentimiento sigue dominando sobre la inteligencia. Esto significa que el ser en este estadio es un ser creyente. Cree firmemente en la existencia de una providencia, pero no tiene un conocimiento realista de ella. Lo mismo ocurre con el hombre civilizado que va a la iglesia. También en él siguen siendo el sentimiento y la función habitual del instinto los que dominan. No están muy regulados por la inteligencia cuando se trata de campos espirituales. Un hombre puede ser excelente en la investigación material y, sin embargo, ser un cristiano creyente que no puede utilizar su inteligencia en los campos espirituales. En este estadio la Divinidad comienza a ser percibida como un ser vivo, pero uno no tiene absolutamente ningún conocimiento de ella. En esta situación se encuentran muchas personas modernas, que siguen viviendo bajo alguna forma de fe.
14. El estadio ateo en la que domina la inteligencia
En el siguiente estadio llegamos a un ser que ha desarrollado su inteligencia hasta el punto en que esta ha tomado el control. Aquí también hay un estado de desequilibrio. El ser comienza ahora a regular los diversos estados de conciencia por medio de la inteligencia, así como comienza a controlar su voluntad por medio de ella. Empieza a ganar experiencia en muchos campos: campos científicos materiales o campos comerciales. Utiliza su sentido común en todos los campos en que pueda, y donde no pueda usar dicho sentido común, no cree en absolutamente nada. Dado que tiene muy pocos sentimiento en proporción a la inteligencia, no puede entrar en contacto con los reinos espirituales y tener experiencias de sentimientos más elevados, y como tampoco puede aplicar la inteligencia a estos campos, la conciencia de la existencia de Dios desaparece completamente de su mente durante un tiempo. De este modo entra en un estado de conciencia en el que incluso niega que haya algún Dios, o en el caso más afortunado lo considera superfluo, lo que en realidad significa que no cree que haya ningún Dios. En este estadio no se trata de que el ser se dirija a la Providencia. A estas alturas no sabe nada de la oración en el «aposento privado». Lo considera anticuado y desprecia a quienes se dedican a ello. Pero era precisamente este estadio que el ser debía alcanzar. Este estadio forma el contraste extremo con la luz, y sin haber experimentado el contraste extremo con la luz, uno nunca apreciará realmente la luz, la verdadera relación con Dios.
15. La cosmovisión materialista
Por lo tanto, no hay razón alguna para culpar a estas personas por haberse alejado lo más posible de la Divinidad y de hecho adorar a la «muerte». En este estadio, no creen que sea posible llegar a la verdad a menos que se utilicen los métodos de investigación «científicos» consagrados, que consisten en pesar, medir y registrar; consideran que todas las demás formas de acercarse a la verdad son ingenuas y no científicas, pero esto sólo se debe a que todos los demás métodos de investigación, como la investigación de las expresiones de la vida, están más allá de su comprensión. Y como no es posible aplicar la investigación de medir y pesar a la esfera religiosa, también consideran las realidades que entran en esta esfera como superstición y fantasía. Para tales personas, que se adhieren a la visión materialista del mundo, no les es posible, cuando envejecen, contemplar tranquilamente la muerte como una «amiga», como un cambio de organismo, porque consideran que sería una expresión de ingenuidad creer en una vida después de la muerte, ya que ésta, en su opinión, no existe. Sin embargo, cabe señalar que la conciencia habitual de que hay un Dios y una vida después de la «muerte» no se puede erradicar por completo, a lo sumo puede ser adormecida por un tiempo.
16. La relación con Dios del materialista moribundo
Cuando un hombre que se adhiere a la visión materialista del mundo está en su lecho de muerte, su conciencia habitual de la existencia de un Dios se despierta de nuevo, comienza a sentir de nuevo que hay un Dios y que seguirá vivo después de la «muerte», y este sentimiento le tranquiliza, pero esto sólo ocurre si tiene una larga enfermedad en cama, más no si tiene una muerte repentina por accidente o algo parecido. Mientras este hombre que cultiva la visión materialista del mundo esté sano y en buena forma, luchará contra toda forma de espiritualidad y considerará la visión materialista del mundo como el único camino digno del hombre moderno hacia la verdad. Pero en este estado, en el que ha abandonado por completo la creencia en Dios y los ideales más elevados, y en su lugar ha formado ideales dentro de las áreas materiales, que a menudo caen bajo el principio mortífero, es inevitable que el ser en cuestión tenga un destino correspondientemente oscuro en forma de graves enfermedades, dificultades económicas, incluso ruina económica, desempleo, angustia y miseria, y en general todo tipo de dificultades que se presentan aquí en la tierra. Debo agregar aquí, que tal ser bien puede experimentar unas pocas vidas, donde sea un gran y poderoso matador1 material y vive en riqueza y bienestar, pero los arcos de destino que ha emitido al cultivar los ideales que pertenecen al principio mortífero le harán tener invariablemente un destino infeliz y llegará a un estado similar al del soldado en el campo de batalla, tal como he dicho anteriormente. Este estado de desesperación, de angustia y dolor del alma es realmente una especie de grito de auxilio a Dios, y desde el momento en que un hombre ha llegado a ese estado comienza a ser cada vez más capaz de utilizar su inteligencia en los campos espirituales.
17. Expresiones de vida y la existencia de Dios como un hecho consciente
Es entonces, cuando este hombre ya no puede creer que sólo existan resultados de medida y peso. Comienza a darse cuenta de que hay otros tipos de resultados, a saber, resultados de expresiones de vida. Con esto, ha comenzado a explorar los reinos ocultos, y con eso crea un montón de nuevas experiencias que permiten cada vez más que la Deidad se convierta en un hecho verdaderamente consciente para él o ella. Estas experiencias harán que su inteligencia consiga estar a la par con su sentimiento, el cual ha sido desarrollado a través de todos los sufrimientos que le trajo la adoración de los ideales dentro del área del principio mortífero. Cuando la inteligencia ha llegado a la par con el sentimiento, hay equilibrio entre ellos, y en este estado de equilibrio, su innata conciencia habitual de la existencia de la Deidad se ha realizado plenamente. Ahora examina todas sus experiencias con la ayuda de la inteligencia y gradualmente se vuelve plenamente consciente de que la Deidad existe. Aquí ha alcanzado un estado en el que tiene un conocimiento diurno de la existencia de Dios. A este estado lo llamo «estado de conciencia cósmica». Una vez que el ser haya llegado a este estado, podrá experimentar la Deidad constantemente, todo el tiempo, y entonces ocurre la experiencia que llamo «el gran nacimiento».
18. Seres en el plano físico y en la primera esfera así como seres en los planos superiores
En las situaciones que ahora les contaré, tratamos a seres en el plano físico, seres en la primera esfera y seres en los planos superiores, es decir: el verdadero reino humano, el reino de la sabiduría, el mundo divino, etc. La primera esfera está compuesta por la parte del verdadero reino humano que linda inmediatamente con el plano físico. Es aquí a esta primera esfera que, entre otras cosas, los humanos llegan cuando «mueren». Pero aquí hay que tener en cuenta que cuando se trata de planos y esferas espirituales, no se debe pensar que están en un lugar específico. Los «planes y esferas» espirituales son, de hecho, en realidad expresiones de estados y se encuentran por todas partes.
Con la primera esfera tenemos mucho que ver, porque aquí hay un ejército de seres que tienen la tarea de ayudar a los humanos terrenales a ponerse en contacto con la Deidad, es decir promover el cumplimiento de las «oraciones» rezadas en «el aposento privado». Así como normalmente no podemos llegar a ayudar a nuestros semejantes sin que ellos nos pidan que lo hagamos de alguna manera, y ni podemos percibir su acercamiento a nosotros sin usar nuestros sentidos, de la misma manera tampoco la Divinidad puede percibir nuestras oraciones sin usar las herramientas de los sentidos, y estas herramientas sensoriales incluyen los seres psíquicos en la primera esfera. Nuestras oraciones son «interceptadas» por estos seres psíquicos, cuya tarea es hacer todo lo posible en favor al cumplimiento de nuestra oración, es decir, todo lo que no entre en conflicto con nuestro destino.
19. El destino de los humanos
En relación a nuestro destino, hay que decir que todos tenemos un objetivo determinado que debemos alcanzar en cada vida. Antes de que tuviéramos un nuevo organismo físico, fue determinado en el mundo espiritual qué suma de experiencias, qué objetivos tenemos que lograr en esta encarnación, no de ninguna manera terrenal con apuntes en libros y protocolos, sino que se determinó automáticamente basado en nuestro destino en la encarnación anterior, basado en el plan mundial mismo y basado en la calidad y composición de nuestros núcleos de talento. Así, según nuestro destino, debemos alcanzar cierta suma de experiencias en cada encarnación, y estas experiencias las debemos atravesar a toda costa. Cuando nuestras propias ondas de destino regresan del universo y alcanzan nuestra conciencia, lo experimentamos como destino de luz u oscuridad, según el tipo de ondas de destino que hayamos emitido. Cuando uno puede ver desde el mundo espiritual que inevitablemente nos volverá una serie de ondas oscuras de destino y que no hay nada que hacer porque son experiencias que necesariamente debemos tener, pues entonces no vale que oremos para obtener ese o aquel puesto de gerente, o que ganemos el gran premio de la lotería cuando esto entre en conflicto con nuestro destino. Es cierto que es inevitable que oraciones como las que acabo de mencionar sean interceptadas por los seres psíquicos cuya tarea es servir a los humanos de la tierra, pero en tales casos los seres psíquicos no nos podrán ayudar. En general, hay que decir que los seres del plano psíquico, desde el que se pueden ver las ondas del destino, ayudan lo mejor que pueden, pero allí donde pueden ver que tal o cual experiencia debe pasar por tal o cual ser, y que, por tanto, sería una desafortunada interferencia con su destino que ayudaran, y por tanto contrario a las leyes de la vida, allí no pueden, aunque quisieran, ayudar.
20. El contacto con el mundo espiritual a través de la oración en el aposento privado
La primera de las situaciones especiales que pueden surgir en el plano físico, y en la que sería útil aplicar el principio del «aposento privado», se refiere a una persona que se ha visto envuelta en una situación desagradable, por ejemplo, ha entrado en dificultades financieras. Se dirige a un compañero tras otro, pero sus solicitudes resultan infructuosas; todos le dan la espalda, y al final no sabe qué hacer. Es en tal situación que sería conveniente orar a la Divinidad en el «aposento privado». La persona en cuestión envía entonces una oración o un impulso hacia lo desconocido, y este impulso es recogido por un ser psíquico, e inmediatamente este ser se orientará en cuanto a dónde puede intervenir, y entonces enviará un impulso a otro ser en el plano físico, y este impulso hará que este otro ser se dirija a él (ella) que estaba en dificultades financieras, y será ayudado. No tiene por qué ser alguien que ya conocía que ahora viene a ayudarle. La ayuda puede venir de un completo desconocido. A veces las personas se reúnen, aparentemente por casualidad y aparentemente sin la intervención de nadie, pero como no existen las casualidades y el «algo» no puede salir de la «nada», la explicación lógica y real es que en esos casos las personas han sido reunidas por «algo», concretamente por la intervención de seres espirituales.
21. El contacto mental con los difuntos
En la siguiente situación, se trata de un joven cuyo ser querido ha muerto. Aquí, naturalmente, los pensamientos se dirigen al querido difunto. Estos pensamientos amorosos no pueden evitar ser captados por un ser en el plano espiritual. – No hay manifestación de conciencia que pueda evitar ser captada por los seres del nivel psíquico que tienen la tarea de servir a los seres del nivel físico. No podemos de ninguna manera estar tan quietos que no suceda nada en nuestra conciencia, y esto no puede evitar ser «escuchado». – Estos pensamientos amorosos pasan a un ser psíquico que es especialista en recibir impulsos de amor, y si este ser no puede ponerse en contacto con el difunto, él pasa los pensamientos a otro ser psíquico que puede hacerlo, y este ser luego se pone en contacto con el difunto, en que el joven en el plano físico pensaba amorosamente. Entonces el impulso de amor ha llegado a su destino por lo que el difunto se ve afectado por unos impulsos de amor.
22. El contacto mediumnista con los difuntos
La siguiente situación involucra a una persona fallecida que está pensando en alguien que está en el plano físico. Puede ser una madre o un padre que hayan muerto y dejado a un hijo. Entonces envían impulsos hacia el niño como expresión de que les gustaría conectar con él. Este es el tipo de cosas que impiden a los seres de la 1ª esfera seguir adelante, pues uno de los propósitos de la permanencia allí del ser recién desencarnado es que olviden todo lo que todavía les «ata» al plano físico. Pero en la situación de la que hablo aquí, los difuntos han enviado así un impulso hacia el plano físico, y se establece una conexión. No siempre esta conexión se hace directamente entre el difunto y el que está en el plano físico. Si esto no es posible, los seres psíquicos crean situaciones en las que se puede establecer una conexión, por ejemplo, a través de otro ser en el plano físico, es decir, uno que llamamos médium.
Para que se establezca una conexión mediúmnica a través de otro ser, es necesario que un organismo físico se ponga a disposición del ser psíquico que va a transmitir el pensamiento amoroso que el difunto desea enviar a su hijo. Pero para que un organismo físico se ponga a disposición de un ser psíquico, el ser físico propietario del organismo debe retirar su conciencia de él, y esto se llama «caer en trance». Hay situaciones en las que la existencia de médiums puede ser importante, pero en general hay que decir que este entrenamiento para convertirse en médium es poco afortunado, ya que se expone a situaciones y fuerzas que pueden ser peligrosas para sus practicantes. Si uno cultiva estos poderes sin conocer bien su alcance, pueden ocurrir las cosas más terribles. El hecho es que la 1ª esfera, como se ha mencionado, es inmediatamente adyacente al plano físico. Como resultado, en la 1ª esfera hay muchos seres con los mismos rasgos de carácter imperfecto, por ejemplo, ambición, malicia, venganza, que aquí. Si, por ejemplo, son ambiciosos y quieren desempeñar un gran papel, pueden encontrar divertido en esas ocasiones intentar hacer creer a los seres del plano físico que ellos son ese o aquel gran personalidad fallecida. A menudo, por ejemplo, en las sesiones espiritistas los seres psíquicos pretenden hacer creer a los participantes que son Cristo, Buda o algo parecido. Y los participantes en la sesión de espiritismo suelen estar completamente entregados a lo que se dice. Es muy importante ser consciente de que es muy peligroso dedicarse a estas cosas sin la orientación de un experto. En realidad, estas cosas sólo deberían tener lugar en laboratorios bajo la supervisión experta de científicos que trabajan para encontrar la verdad absoluta de lo que están tratando. Ahora bien, estas cosas suelen tener lugar en forma de culto con cantos de himnos, etc., pero eso es un estadio primitivo. En el futuro, la investigación psíquica se llevará a cabo en laboratorios cósmicos-químicos, donde sólo se permitirá el acceso a los seres que trabajen de manera que estas cosas beneficien a la humanidad.
23. Seres psíquicos median el contacto entre el plano físico y el espiritual
Pero sí se puede lograr establecer una conexión con seres en lo desconocido, y esta conexión no puede establecerse sin la intervención de seres psíquicos, y es a estos seres psíquicos a los que alude Jesús cuando dice: «¿No se han enviado todos estos espíritus a los que han de heredar la bienaventuranza?» Así que lo que llamamos lo desconocido no es, pues, un espacio vacío. Está claro que la Deidad debe tener algo por medio de lo cual pueda percibir, de la misma manera que no podríamos percibir, si no tuviéramos un organismo con diferentes herramientas sensoriales. Por lo tanto, no puede existir una conexión con la Deidad sin herramientas sensoriales: las herramientas sensoriales de la Deidad y nuestras herramientas sensoriales. Los seres psíquicos que proporcionan la conexión entre los seres en los distintos planos, por ejemplo entre un ser en el plano físico y un ser en la primera esfera, son en su más alto análisis, las herramientas sensoriales de la Deidad. En la primera esfera están tanto los llamados «bandidos y traidores, como los ángeles y santos», y en esta esfera todo lo que pertenece al principio mortífero, todo lo que ata a los seres al plano físico, debe ser quitado de la conciencia, antes de que puedan pasar el umbral a la siguiente esfera.
En la siguiente esfera, toda la oscuridad se ha quitado de la conciencia. Aquí hay armonía, paz y felicidad. Aquí comienza la verdadera vida del mundo espiritual. Aquí el hombre terrenal ha regresado a su verdadero hogar. Limpio de toda forma de oscuridad mental, experimenta ahora la belleza cuya existencia, a través de su sentimiento religioso, sospechaba que existía. Ahora se encuentra en la propia atalaya de Dios, y su vida se siente como una experiencia radiante de luz y belleza, de intuición y dicha.
24. El organismo y las herramientas sensoriales de la Deidad
Además de lo que les he dicho en esta conferencia sobre el «aposento privado», hay otras cosas que deben conocer para entender a cabalidad el significado de este «aposento privado». Deben darse cuenta de que el Hijo de Dios, el ser vivo, tú, yo, cualquier ser del microcosmos, del mesocosmos y del macrocosmos, está en todo momento en medio de la Divinidad, y que la Divinidad está, por tanto, por encima de ustedes, por debajo de ustedes, a su alrededor, en el macrocosmos, en el mesocosmos y en el microcosmos, de hecho, en todas partes. En efecto, no pueden señalar un punto, por pequeño que sea, fuera de ustedes en todo el universo, que no sea la Divinidad. Además deben saber que todos los reinos de la espiral, el reino mineral, el reino vegetal, el reino animal, el reino del humano verdadero, el reino de la sabiduría y el mundo divino, están representados en el Hijo de Dios así como en la Divinidad, de modo que ambos tienen campos dentro de si a través de los cuales se puede establecer la conexión en el «aposento privado». Así, tenemos por ejemplo un campo por el cual podemos sentir las plantas. Nuestra musculatura por ejemplo no es más que un organismo vegetal en un estadio más avanzado. Con el campo dentro de nosotros formado por la energía de peso, la energía explosiva o mortífera, sentimos reacciones que representan el «reino animal» o «la zona del principio mortífero». Es de manera similar con los campos en nosotros que representan los otros reinos de la espiral. La Deidad también tiene representados en ella los 6 reinos de la espiral, y los organismos de todos los seres vivos, que pertenecen a los 6 reinos de la espiral, son, como he mencionado antes, las herramientas sensoriales de la Deidad. Es la forma externa, el organismo, que es la herramienta sensorial. El yo detrás es el mismo para todos los hijos de Dios. Al darse cuenta de que uno está en cualquier momento en medio de la Deidad, y que la Deidad tiene «ojos», «oídos», etc. por todas partes con los que nos puede percibir, de manera que no estamos ni por un segundo completamente abandonados por la Deidad, al darnos cuenta de que no podemos expresar un suspiro lo suficientemente pequeño sin que sea recibido por la Deidad a través de otros seres vivos que son sus herramientas sensoriales, de verdad, entonces no se puede evitar que obtengamos una sensación de seguridad, a la que no hay absolutamente nada igual.
Pero hay grandes diferencias en la medida en que los seres individuales utilizan sus instrumentos sensoriales para conectarse con la Divinidad. En algunos momentos los seres vivos están muy seguros de sí mismos y no ejercen casi ninguna energía para conectarse con la Divinidad, y aquí la Divinidad retira sus instrumentos sensoriales. Aquí el ser no escucha mucho lo que la Deidad tiene que decirle. En otras ocasiones, el Hijo de Dios está en un «valle de olas» mental y grita, como el soldado en el campo de batalla, en su desesperación a la Providencia por ayuda, y aquí la manifestación energética de la Deidad es grande. Donde el Hijo de Dios está en necesidad, la Deidad está más cerca, o como dice el refrán: «Donde la necesidad es mayor, la ayuda está más cerca». Este principio, que he esbozado aquí, se aplica en todas partes. Está claro que donde tenemos éxito, somos nosotros los que dominan, y donde tenemos adversidades, somos nosotros los más pequeños, y es el entorno el que domina.
25. La Deidad experimentada como multiplicidad y como unidad
Nos encontramos, como he dicho, en medio de la Divinidad. Esta vasta multiplicidad que nos rodea, minerales, plantas, animales, seres humanos, etc., es el organismo de la Divinidad. La Divinidad tiene un yo y una supraconciencia detrás de todas las cosas visibles que componen su organismo. Hay un «algo» detrás del organismo, y es ese «algo» con el que deberíamos conectar. Cuando nos dirigimos a un ser, no nos dirigimos a sus ojos, oídos, nariz o pies cuando decimos «tú», sino al yo, al «algo» vivo que hay detrás del organismo. Hay, por así decirlo, una dirección desde un punto en nosotros a un punto en el ser al que nos dirigimos. Es el «creador» detrás del organismo al que nos dirigimos. Mientras nos fijemos solo en el organismo mismo y su aparente «diversidad», es equivalente a que consideramos a nosotros mismos como una colección de materia, como «ojos», «oídos», «nariz», «boca» etc. Pero sabemos que esto no es así, también nos consideramos como mucho más que esto. Nos consideramos como seres vivos con inteligencia, emoción, etc. detrás de toda expresión física, con un centro que puede hacer que los pies se muevan instantáneamente, que el cerebro funcione, etc. Pero este centro es invisible, es inaccesible a la percepción, y por eso cuando nos dirigimos a otro ser humano, nos dirigimos básicamente a lo invisible que hay en él. Y así debíamos llegar a dirigirnos también a la Divinidad.
Mientras sigamos viendo sólo los minerales individuales, las esferas, los globos, los soles, las estrellas, los planetas, etc., como entes separados y no tomemos consciencia de que son seres vivos que a su vez constituyen los instrumentos sensoriales de la Divinidad, entonces el mundo nos seguirá apareciendo como una cosa muerta y básicamente la Divinidad no existirá para nosotros. Allí vemos la Divinidad exclusivamente como una multiplicidad, pero deberíamos aprender a ver la Divinidad no sólo como una multiplicidad, sino más bien como una unidad, como lo único que realmente existe, como el centro que puede dirigir todo lo demás. Sin embargo, aquí la Providencia también viene en nuestra ayuda: está todo tan bellamente dispuesto que no podríamos verlo todo a la vez; si pudiéramos, sería difícil percibir la Divinidad como una unidad. Ahora siempre hay algo que podemos abarcar con nuestros sentidos. Eso es lo conocido. Esa es la multiplicidad. Además, hay algo que no podemos abarcar con nuestros sentidos: lo desconocido. Pero podemos dirigirnos a lo desconocido en «el aposento privado». En el «aposento privado», que tenemos donde quiera que estemos, ya sea en el océano, en el desierto, en el bosque, o donde sea, allí podemos recurrir a la Divinidad como una unidad. Lo desconocido es, de hecho, el «aposento privado» donde encontraremos a la Divinidad.
26. La frontera entre lo conocido y lo desconocido
En la Divinidad, como he dicho, están representados los seis reinos que han conocido a través de mis análisis. No pueden percibirlos todos, pero yo puedo verlos y analizarlos para que puedan captarlos a través de la inteligencia. Puedo verlo en detalle. La Divinidad no se convierte en una multiplicidad para mí, sino que sigue siendo una unidad todo el tiempo. Los hombres no podrán llegar a ver a la Divinidad como una unidad hasta que hayan llegado a experimentar efectivamente que hay una conexión divina entre todo lo que existe. Es esta conexión divina la que hace que todo sea una unidad. Y es esta experiencia la que deberían lograr a través del conocimiento y comprensión de «el aposento privado». Al lado del mundo físico hay un campo desconocido. Y ahora comienzan a explorar este campo desconocido cada vez más con la ayuda de los análisis cósmicos y su propia experiencia personal.
Hay un «algo» en ustedes que siempre estará en el límite entre lo conocido y lo desconocido. Es su yo. Es en el campo desconocido donde el animal efectúa su grito de angustia. Si se trata de un hombre primitivo, él se formará una noción de que hay una Providencia en las piedras, los árboles, etc., pero sigue siendo sólo una noción de lo desconocido. El hombre cristiano también tiene su noción de la Divinidad. Pero poco a poco las nociones sobre la Divinidad desaparecen, porque la Divinidad no debe ser adorada en la forma. La conciencia habitual de la existencia de la Divinidad, que encontramos por primera vez en los estertores del animal, comienza a hacerse cada vez más viva en la conciencia en forma de una idea «superior» de un Dios, y a través de todas las muchas situaciones oscuras que el ser experimenta, no puede evitar llegar a situaciones en las que se encuentra con la Divinidad, y entonces sucede que el yo envía un rayo de energía, un impulso, hacia lo desconocido, donde intuye que hay un Dios. Estos impulsos u oraciones, como he señalado antes, son siempre recibidos, pero no siempre pueden ser actuados en el orden deseado por el propio ser. Las oraciones se dividen en diferentes categorías según los estadios que alcanzan. Algunos alcanzan sólo los estadios inferiores, otros van un poco más allá, y algunos alcanzan el estadio más alto, donde los seres cósmicos se encargan de su transporte.
27. El desarrollo de centros cerebrales latentes susceptibles a las energías cósmicas superiores
A través de todos los estados oscuros que experimentan los humanos, gradualmente se vuelven conscientes de que realmente hay un sistema en la existencia y que todo es expresiones de vida. Cada vez están más capacitados para comprender que hay seres vivos detrás de todo. Se acostumbran cada vez más a dirigir su conciencia hacia la Providencia, y aprenden que todo sufrimiento es básicamente una expresión de amor, que básicamente no existe «castigo» o «pecado», que nadie puede cometer una injusticia o sufrir una injusticia, que todo lo que sucede en el mundo es aprendizaje, son reacciones de los propios actos de los seres, y que estos vuelven y muestran cómo funciona ese o aquel tipo de despliegue de conciencia. De ahí surge la sabiduría. Cuanto más uno ve la perfección en todo, más grande se vuelve el amor por todos los seres vivos y por la Providencia en cuyo abrazo uno se encuentra.
Este estudio de la ciencia espiritual hace que unas células cerebrales latentes, que están a la espera de ser puestas en acción, comiencen a desarrollarse, de modo que por medio de la inteligencia y el sentimiento combinados uno comienza a explorar las realidades cósmicas. Gradualmente se siente un cierto impulso de desarrollar estos centros cerebrales latentes, lo que hace que se entrenen cada vez más para volverse receptivos a las energías cósmicas superiores, y entonces sucede algo peculiar.
28. Experiencias cósmicas o iniciaciones de diversos grados
Un buen día, en el que comienzan a comprender que deben ser amorosos con los seres que les resultan desagradables, con los seres que no les gustan, y a su vez puedan comprender todo lo desagradable que encuentren y puedan ver la perfección en ello y descubran que todas sus vivencias son respuestas de la Divinidad dirigidas a ustedes, entonces, pondrán la mejilla derecha cuando les golpeen en la izquierda, entonces liberarán el amor en todas partes y, por lo tanto, se volverán cada vez más receptivos a las energías de amor del universo, el amor directo de la Divinidad misma a través de los estados más elevados, de manera que no será necesario transformarlo hasta estados más primitivos, porque entonces estarán directamente en contacto con los instrumentos sensoriales más elevados de la Divinidad. Entonces descubrirán que, cuando menos lo esperen, serán irradiados por la energía de la intuición. Entonces se encontrarán en un colosal mar de fuego, cuya fuerza depende del grado de iniciación que hayan alcanzado. En el primer estado, este «mar de fuego» se percibirá como una luz blanca con sombras azules. En este «mar de fuego» podrán percibir figuras en movimiento, figuras que son simbólicas y cuya apariencia dependerá de sus intereses particulares. En el siguiente estadio, el «mar de fuego» será más dorado, y en el estadio más alto, el «mar de fuego» aparecerá como si fuera de «oro». En este estadio el «mar de fuego» actúa como «hilos» que emanan de uno mismo, de las mesas, de las sillas, este inmenso «mar de fuego» de «hilos dorados» irradia desde todas las cosas. Todo este proceso tendrá un efecto tremendo en los nuevos centros, y tendrán su facultad sensorial expandida a tal fuerza que por medio de ella podrán tener una experiencia completa de ser admitidos ante la eterna providencia, y gozarán de una experiencia de dicha que jamás olvidarán.
29. Una nueva percepción cósmica
A menudo sucede que las personas tienen la sensación de haber experimentado tremendos fenómenos luminosos de carácter similar a los que he descrito aquí. Esto no es inusual. Pero si las personas que las experimentan sólo obtienen la sensación de dicha, y nada más la acompaña, es decir, una transformación completa de su cerebro, entonces no ha sido la experiencia correcta. Cuando ciertos nervios están en desorden, bien puede esto percibirse como moscas volantes. Uno debe tener cuidado de no dejarse ilusionar por tal experiencia.
Pero si ha sido la experiencia correcta, entonces después de la primera de tales experiencias se dará el caso de que todos los lugares en los que solían ver a ciegas, se han «abierto» para ustedes de modo que ven claramente. Sentirán los rayos de luz que salen de ustedes y los rayos de luz de la Providencia que entran en ustedes. Se encontrarán en un inmenso océano de luz. Entonces verán más allá de los planetas, los océanos, las ciudades estelares, más allá de todos los mundos físicos. Si dirigen su conciencia hacia el mundo espiritual, éste también se abrirá a ustedes. Pueden experimentar en una fracción de segundo lo que les llevaría meses describir. Yo mismo lo he experimentado. Nunca he leído nada sobre estas cosas. Esta experiencia es, de hecho, el encuentro con el Padre, y este encuentro con el Padre lo alcanzarán inevitablemente todos los hijos de Dios con el tiempo, de manera que lo verán en la realidad viva detrás de todas las cosas, lo verán en cada ser vivo, verán la cohesión entre todos los seres vivos.
La persona con conciencia cósmica ve el universo todo el tiempo como un océano radiante de luz, ve el mismo halo de luz ya se trate de un asesino o un santo, ve la misma luz en todas partes. Entonces uno sólo puede dedicarse enteramente a la Divinidad y hacer suyas las palabras de Cristo donde dice: «Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya voluntad divina». Si uno tiene conciencia cósmica, no necesita preguntar a nadie en absoluto si hay algo que le gustaría saber. En el momento en que surge el deseo de saber algo, se dirige su conciencia hacia ello. El universo se abre ante uno y se ve libremente lo que quiere. Cuando quiero aclarar algún problema, me siento a la máquina de escribir. Entonces mi conciencia cósmica se abre y veo muchas cosas, y luego las describo. Una y otra vez sucede que en fracciones de segundo me llegan tantas cosas que no puedo escribirlas todas. Entonces hago símbolos y siempre puedo usarlos después para describir lo que he visto.
30. La divinidad se concentra directamente en cada individuo
Pero lo peculiar y maravilloso de tener conciencia cósmica no es sólo el hecho de tener acceso de primera mano a todo el conocimiento del mundo por medio de la facultad sensorial expandida, sino el hecho de que al mismo tiempo uno se vuelve «uno con el Padre». En este estado ya no se ve sólo la forma exterior de los seres. También se ve a los seres como instrumentos sensoriales de la Divinidad. Así se comprende que la única forma real de amar a la Divinidad es amarlo a través del prójimo, amando al prójimo como a uno mismo. En este estado, la relación entre el Hijo de Dios y la Divinidad es tan perfecta como puede ser, porque aquí se comprende verdaderamente que en todo el universo sólo hay dos seres: uno mismo y el Padre. Se comprende que cuando ha alcanzado tal estado de conciencia, ya no es necesario fijarse de este o aquel pequeño campo local, ya no es un problema para uno si este o aquel poder prevalecerá, si este o aquel planeta perecerá o no, si la rotación del mundo tendrá esta o aquella velocidad, etc. No, entonces puede verse que todas las cosas son detalles del mismo escenario magnifico que la Divinidad despliega ante nuestros ojos asombrados. Entonces se ve que la vida es un gran despliegue de amor, y que todo lo que ocurre es una demostración del enorme poder creativo de la Divinidad. Entonces entienden que todo este juego existe exclusivamente para ustedes solos. Así es como finalmente la Divinidad se enfocará en cada ser vivo.
En realidad es así que la Divinidad está directamente concentrada en cada individuo, y entonces comprenden seguramente que la oración no se va a convertir en algo anticuado que uno suprimirá porque adquiere más conocimientos; al contrario, la obtención de más conocimiento hará que uno se ponga cada vez más a tono para convertirse en un genio en la aplicación de la oración en el «aposento privado» y decir: «¡Padre, que estás en el cielo!» sin imaginar, por tanto, ese «tú» en forma de una imagen que, por supuesto, es limitada.
31. Vivir en comunión consciente con la Deidad
Mi relación con la Deidad es tan perfecta que le hablo como un hombre habla con su prójimo, y la Deidad me muestra en esta «conversación» todo lo que quiero ver en todo el universo. Todo lo que he descrito en mis análisis, y todo lo que les daré antes de dejar esta zona, es algo que la Deidad me muestra. No tengo mi conocimiento de nada que he leído, sino de todo lo que veo, y veo que todo lo que sucede es una expresión de amor radiante, aunque vivo en medio de una zona donde se desarrolla el principio mortífero inmensamente y donde culmina la guerra. Veo que todo es luz radiante, y sé que todos ustedes anhelan esta luz radiante.
Sería maravilloso para ustedes gozar de un destino feliz y llegar a un estado en el que todo sea luz agradable, en el que sean uno con el Padre, y en el que en cualquier situación se encuentren en la misma atalaya con la Divinidad, desde la que vean que nunca más pueden caer bajo sufrimiento e injusticia, en el que todo sea una revelación radiante de amor, demostrada en todas las formas existentes de manifestación de color, de energía, de manifestación corporal, en realidad todo lo que se pueda imaginar. Cuando uno comprende que todo es una revelación radiante y culminante de amor, no puede evitar llegar a vivir en comunión consciente con la Divinidad, y esta comunión es la mayor experiencia que existe. Esta comunión con la Divinidad es la «luz» hacia la que se precipitan inconscientemente cuando sienten el impulso de escuchar lo que tengo que decir, porque hay algo en ustedes –como en el animal cuando lanza su grito de angustia– que clama por la Providencia en lo desconocido.
Cuando vienen aquí a escucharme, a estudiar estas cosas y a usar su cerebro para encontrar explicaciones a las cosas que experimentan, es esto realmente una continuación del grito de muerte del animal. Es el grito de muerte del animal en un estadio más desarrollado. Es el anhelo de unirse a la Divinidad lo que les hace tener el impulso de explorar la vida, estudiar mis análisis y asumirlos. Esta orientación en el amor al prójimo como a uno mismo, que constituyen los análisis cósmicos, no puede dejar de llevarles hacia la brillante mañana en la que la Divinidad se les aparezca luminosa – y a partir de ese momento se habrán convertido en «uno con el Padre» y sólo podrán manifestar una luz radiante y un comportamiento amoroso hacia su entorno, y entonces sólo podrán crear amor y alegría donde quiera que se muevan.
Nota
1. Nota del traductor: conservamos la traducción literal del danés de la palabra «matador», refiriéndose a alguien que es exitoso y poderoso, advirtiendo que no hace referencia a la expresión castellana equivalente a «torero».
El presente artículo proviene de un resumen de una conferencia de Martinus pronunciada en marzo de 1942 en el bureau de Livets Bog. El resumen se basa en un estenograma de Hans Bønnelycke et al. La ortografía nueva y los títulos de los párrafos de Ole Therkelsen han sido aprobados por el consejo el 08/09/2013. Publicado por primera vez en la carta de contacto n.º 14-18, 1942. ID del artículo: M2045.
Nota del traductor: En la traducción de este resumen al español se han adaptado algunos signos de puntuación y expresiones para darle continuidad con el estilo de las traducciones anteriores de la literatura de Martinus.
Título original: Det sande gudsforhold 2, Lønkammeret. Traducido del danés al castellano por David Pinzón Cadena y Else Byskov en mayo de 2022.

© Martinus Institut 1981, www.martinus.dk

Se permite poner un link al artículo arriba mencionado, con información de copyright y referencia de su origen. También está permitido citar de él según la ley de copyright. No se permite reproducir al artículo entero sin permiso escrito del Instituto Martinus.

 


Se ruega enviar comentarios a info@martinus.dk.
Se puede enviar información sobre errores, fallos y problemas técnicos al webmaster.