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M1741
La conciencia nocturna y el paraíso
por Martinus

1. Dos formas de conciencia: conciencia diurna y conciencia nocturna 
En la zona física, todos los seres vivos experimentan la vida de dos formas. Una de estas formas de experimentar la vida es la que denominamos nuestra «conciencia diurna» despierta. La otra forma de experimentar la vida es la que experimentamos cuando dormimos en la zona física o de otra manera estamos no conscientes. La denominamos nuestra conciencia nocturna. Como estas dos formas de experimentar la vida están fundamentalmente separadas, de modo que los seres las experimentan independientemente la una de la otra, y en el estado de conciencia diurna despierta no pueden recordar las experiencias de la conciencia nocturna, la conciencia nocturna se percibe como un estado no consciente. Lo expresamos principalmente como lo que llamamos «sueño». Como el organismo físico no puede funcionar ininterrumpidamente sin descanso, está tan sabiamente organizado que recibe este descanso durante el sueño, ya que la conciencia diurna del ser entonces es transmitida a la conciencia nocturna y funciona en la zona espiritual. Cuando el ser está despierto con conciencia diurna en la zona física, su experimentación espiritual de la vida es, por así decirlo, una conciencia nocturna cerrada herméticamente. El ser no tiene, normalmente, ningún recuerdo de esto y lo denomina, por ello, falta de conciencia o inconsciencia.
2. La evolución de la conciencia nocturna en dirección a convertirse en la conciencia primaria o más importante del ser
Pero la conciencia nocturna de los seres no es en absoluto un estado de conciencia no consciente. Está prevista para convertirse en igual de despierta que la conciencia diurna física. Es la esencia de las experiencias de la conciencia diurna física. Es creada por las experiencias físicas de los seres. Y está prevista para constituir la conciencia o la forma de experimentar la vida que continuará más allá de la destrucción del organismo físico del ser o la presunta «muerte». A través de las vivencias de la conciencia diurna despierta física del ser, las experiencias y los sufrimientos, los actos malos y buenos, la sabiduría y la razón y, sobre todo, a través del amor universal, la capacidad espiritual del ser llega a una perfección tal que culmina en la manera de ser del amor y la sabiduría y, con ello, es la imagen y semejanza de Dios. La conciencia nocturna del ser es, así, su incipiente conciencia espiritual que, a través de las experiencias de su conciencia física diurna despierta, adquiere una capacidad tal que el ser, en virtud de ella, puede convertirse en tan perfecto que, finalmente, sin el organismo y el estado físico puede vivir en los mundos supremos donde solamente culminan el amor y la sabiduría.
3. La capacidad física del ser y su facultad espiritual de experimentar
El estado físico y la facultad física de experimentar del ser son decisivos para la capacidad con que puede experimentar en su estado espiritual. Como los hombres terrenos todavía son seres inacabados, su capacidad de experimentar espiritualmente estará, así, de modo correspondiente, inacabada. Cuando el objetivo de la evolución de los seres es el amor culminante hacia el prójimo o amor universal, no es difícil ver que los hombres todavía no son seres acabados. Viven en guerra, enfermedad, dolor y sufrimiento de clases muy diversas. Todas estas pruebas del estado humano inacabado de los hombres, y debido a las cuales los seres se encuentran, precisamente, en el mundo físico, son las que tienen que eliminarse. La facultad de experimentar espiritualmente de los hombres está inacabada o es imperfecta en el mismo grado en que los hombres, de manera correspondiente, están inacabados.
4. La conciencia nocturna es el lugar donde los seres experimentan la más alta forma de existencia o luz suprema. El paraíso
El hecho de que los hombres estén sin acabar no impide que su experiencia espiritual durante el sueño esté destinada a ser un estado de luz mientras los hombres todavía son inhumanos, malos y mortíferos, incluso tienen el principio mortífero como condición de vida y, con ello, como buena moral. Esta moral ha sido directamente el camino de los hombres muy primitivos hacia su más alto paraíso. Tenemos el relato sobre la mitología nórdica y el más alto paraíso de esta mitología, «el Valhala». Aquí la bienaventuranza era haber vencido a todos sus enemigos y atiborrarse de tocino y aguamiel y tener hermosas mujeres, «las Valkirias» para gozar de ellas.
Sólo los guerreros y asesinos más fuertes eran los que iban a este paraíso. Todos los demás seres, que no eran tan asesinos y que, quizá, tenían directamente aversión a ello, iban a una especie de «infierno» del pasado. Se creía que estos seres languidecían aquí en el aburrimiento y la ociosidad. No se comprendía, así pues, que estos seres también iban a un paraíso adecuado para ellos y donde eran felices no teniendo que matar. Y permanecían allí hasta que de nuevo tenían que nacer en la zona física. ¿Cómo podría otro estado de experimentar la vida que, precisamente, el mortífero, que era el ideal y afición de los seres mortíferos, ser paraíso para estos seres? Pensamientos, vivencias y experiencias, que nunca habían tenido y que, por consiguiente, ignoraban totalmente, no podían de ninguna manera desplegarse en su estado de experimentación espiritual o conciencia nocturna. Algo que la persona nunca ha experimentado y, por lo tanto, ignora totalmente, es más, algo contra lo que sentiría una gran antipatía, si entrase en contacto con sus desconocidos tipos de pensamiento, moral y género de vida, es imposible que le parezca un paraíso a un ser así. Un estado de experimentación, que será como un paraíso para un ser, tiene que ser un estado de experimentación que para el ser sea su deseo de vivir, su alegría y su afición. ¿Cómo podría un paraíso cristiano, donde el amor al prójimo es el estado de experimentación más alto y feliz, y donde se siente aversión hacia el asesinato y el homicidio, se siente aversión hacia todo estado de guerra, toda intolerancia, soberbia y opresión de otras personas, ser un paraíso para seres con una forma de vida contraria? Vemos que el Helheim (1) no era, por consiguiente, ningún infierno para los seres que no mataban, sino un paraíso porque esto es, precisamente, lo que era moral para estos seres.
5. El paraíso empieza a experimentarse entre cada vida física terrena
El paraíso no sólo es, de esta manera, el objetivo final del gran plan creador de Dios para con el hombre, algo que éste sólo experimentará cuando se haya convertido en el hombre acabado a imagen y semejanza de Dios. Es una experiencia de vida feliz, a la que el ser tendrá acceso a lo largo de todo el proceso en el que experimenta la vida física. Pero, se ha creado la posibilidad a este acceso cada vez que el ser se encuentra en la existencia espiritual entre sus encarnaciones físicas y, así mismo, cada vez que logra tener un sueño normal, totalmente independiente del estadio evolutivo en que se encuentre. El paraíso se acomoda siempre al estadio evolutivo en el que el ser se encuentra en la situación dada.
6. El comienzo de la conciencia diurna física (reino vegetal)
¿Cómo es que los mundos espirituales pueden ser un paraíso para todos los seres vivos? Lo que sucede es que el proceso creador de Dios, que fomenta la creación de la conciencia del ser vivo desde la forma de vida mineral hasta la forma de vida acabada, tiene lugar con un aumento gradual del perfeccionamiento de la facultad de experimentar la vida. Como el espíritu o la conciencia de la vida mineral se encuentra en la zona espiritual, puesto que aún no tiene conciencia física diurna, está, así, permanentemente en el paraíso. La forma de vida vegetal está también principalmente en la zona espiritual, ya que su única facultad de experimentar físicamente es «la facultad de percibir vagamente». El resto de su conciencia está en el paraíso o zona espiritual. Después tenemos a los animales, que, claro está, han desarrollado los sentidos físicos y, por lo tanto, viven en la experiencia física. Estas experiencias físicas del animal también les dan a los animales una especie de experimentación paradisíaca o una experiencia espiritual, entre las encarnaciones o vidas físicas, especialmente adaptada a cada especie animal. Y aquí comienza la existencia del hombre terreno, ya que el hombre terreno inacabado sólo es un animal avanzado.
7. La vida física y espiritual del ser
El hombre terreno ha desarrollado progresivamente su mentalidad o conciencia y la ha formado en un mundo de ideas registradas, cuyos detalles se designan con lenguaje, palabras y texto. Estos detalles constituyen el conocimiento y las experiencias del ser, formados en copias espirituales de las experiencias y acontecimientos físicos. Estas copias o imágenes espirituales de las experiencias físicas del ser son su conciencia diurna física despierta o mundo de pensamientos. Este mundo físico de impresiones visuales, sonidos, colores e imágenes constituye, por consiguiente, el resultado conjunto de la percepción física del ser. Este resultado conjunto es transmitido a la conciencia nocturna o estado espiritual del ser por medio de su cerebro físico, del mismo modo que este ser puede enviar su mundo interior de percepción al cerebro físico y aquí, por medio del organismo físico, manifestarlo a otros seres físicos. La conciencia nocturna del ser surge, así, de sus experiencias con conciencia diurna en la zona física, del mismo modo que lo que comunica por medio de su habla física y demás manifestaciones es el resultado de sus experiencias físicas convertidas en pensamientos y conciencia diurna. La evolución espiritual del ser tiene, por lo tanto, lugar por medio de una interacción entre la estructura y el estado físico del ser y su estructura y estado espiritual. Y esta interacción se produce de manera que el estado espiritual se convierte en un estado de reposo frente al estado físico, que es un estado de trabajo. Esta interacción tiene, por lo tanto, lugar en virtud de la reencarnación, que condiciona que el ser tenga alternativamente una vida física y una vida espiritual.
8. Los hombres de la Tierra y el mundo espiritual y el paraíso
Los seres para los que el mundo espiritual y la experiencia del paraíso tiene una actualidad especial son los que, poco a poco, han desarrollado una incipiente conciencia física de importancia. La evolución física de estos seres ha dado lugar a una correspondiente conciencia espiritual. Aquí daremos un pequeño esbozo de su paraíso. Estos seres son los hombres inacabados, a los que los hombres de la Tierra pertenecen en mayor o menor grado. Cuando un ser muere y entra en la zona espiritual, ¿qué experimenta, entonces? Experimenta un paraíso que constituye la más alta alegría o estado de felicidad que su estadio evolutivo le permite percibir. En los estadios humanos primitivos, los seres son, claro está, guerreros y conocen muy poco sobre humanitarismo o amor al prójimo. En la mentalidad guerrera, los vencedores son héroes, aquí se trata de ser el más fuerte. Y este culto a los héroes también es la incipiente religión de estos seres. Sus dioses sólo pueden ser vistos como formidables héroes del asesinato o de la guerra que están por encima de todo y son muy poderosos. Y sólo esto puede ser el ideal de estos seres y, por consiguiente, su deseo tiene que ser experimentarse verdaderamente a sí mismos como unos guerreros poderosos e invencibles así. No siempre pueden ver cumplidos tales deseos en la zona física. Sobre todo los que son oprimidos por otros héroes de guerra todavía más talentosos. Pero en la zona espiritual pueden experimentar que tales sueños se cumplan y, según el ideal de sus mejores sueños, experimentarse a sí mismos como poderosos guerreros o vencedores sobre otros hombres. Si es la mentalidad de cazador lo que es el más alto ideal de la vida física de uno, aquí también puede experimentarse a sí mismo como un cazador extraordinario o un señor de los campos de caza, aunque en la zona física todavía sea un cazador muy mediocre. El paraíso es un estado de vida en el que a los seres, mientras evolucionan y están en estado inacabado, se les permite experimentar el cumplimiento de sus más hermosos sueños. Estas experiencias espirituales se limitan, naturalmente, a lo que el ser puede asimilar y comprender según el estadio evolutivo al que ha llegado, y a lo que su fantasía puede imaginarse.
9. Como la mentalidad de los seres es distinta, su paraíso es, de manera correspondiente, distinto
Los hombres inacabados están en estadios evolutivos muy distintos. Por consiguiente, todavía no conciben la vida y la existencia de la misma manera. Viven vidas físicas muy diferentes. Y como el talento y la vida espiritual de los seres evolucionan a partir de su vida y talento físicos, sus ideas religiosas, sus supersticiones y su ciencia, su humanitarismo y amor, etc., su manera de concebir el paraíso estará, naturalmente, formada según las experiencias, el conocimiento y el humanitarismo que hayan llegado a practicar en su existencia física. Como los sueños del ser forman su paraíso en la zona espiritual, la experiencia de paraíso de los seres será el cumplimiento de los deseos individuales de cada ser con respecto a su vida, independientemente del eventual destino oscuro del ser en la zona física. Para un ser en un estado físico desdichado, la presunta muerte llega como una liberación temporal de esta oscuridad, este mal, es más, en ciertos casos como un fin total de este mal particular. En el mejor de los casos, nacerá posteriormente en un cuerpo físico nuevo y sano y estará totalmente liberado de la enfermedad o dicho mal. El acto creador divino es tan luminoso que los seres, en medio del acto creador oscuro y lleno de sufrimiento, por medio de la reencarnación tienen, en su transformación de animal en hombre, una pausa muy agradable, luminosa y renovadora de vida en la que pueden descansar.
10. El paraíso animal del hombre inacabado y su paraíso humano
Como el hombre inacabado es, en realidad, un animal que, en mayor o menor grado, ha desarrollado un cierto grado de conciencia humana, su entrada en el paraíso tras la muerte es algo distinta a la del verdadero animal, que todavía es un animal en su forma pura. El hombre tiene, por consiguiente, dos formas de conciencia. Tiene un cierto grado de naturaleza animal, de la que todavía no ha evolucionado, y un cierto grado de conciencia humana hacia la que poco a poco ha ido evolucionando. Por esto, habrá hombres cuya afición o sueños son de naturaleza animal. El paraíso de estos seres acentuadamente egoístas tiene, necesariamente, que formar parte del paraíso del reino animal. Pero hay otros hombres cuyos sueños son de naturaleza humana, que son altruistas, humanos y amorosos. Estos seres comienzan, de modo correspondiente, a experimentar paraísos humanos. Los paraísos animales son los que, como ya hemos mencionado, experimentan los seres primitivos, belicosos y mortíferos, porque sólo pueden experimentar sueños dentro de este ámbito evolutivo de la conciencia.
11. Cuando el camino al paraíso es de fácil acceso
Pero, ¿qué experimenta, actualmente, el hombre moderno, religioso, cuando muere? Si vive en armonía con sus semejantes y practica su concepción religiosa o fe y muere con confianza en las ideas de su religión, entra fácilmente en el paraíso que constituía su sueño o ideal en la zona física y, aquí, hace una experiencia de vida de tanta luminosidad o felicidad como la que está en condiciones de percibir en virtud del estadio evolutivo que ha alcanzado. Posteriormente, cuando llega el tiempo para ello, nace de nuevo en la zona física y continúa su vida física en un organismo nuevo mientras éste es útil. Después va de nuevo al mundo espiritual y desde aquí de nuevo al mundo físico y así continuando.
12. El purgatorio. Obstáculos para el acceso al paraíso
Pero, si este ser aún no hubiera vencido la intolerancia o el resentimiento hacia hombres que no tenían los mismos puntos de vista que él, entonces no podría entrar tan fácilmente en el paraíso. Tendría que ser detenido en la primera esfera del mundo espiritual y aquí descubrir que no se puede entrar en el paraíso humano, cristiano del amor con intolerancia, resentimiento o ira. Si los hombres pudieran desplegar su naturaleza animal e inhumana en el paraíso, el paraíso se convertiría en un campo de batalla, al igual que el mundo físico. Es a esta primera esfera a la que denominamos «purgatorio». Todos los hombres que tienen el verdadero paraíso, divino y de amor universal como ideal o sueño, como fundamento de su concepción religiosa, no pueden en absoluto tomar sus hábitos o tendencias consigo en el paraíso. Con ellos sólo pueden entrar en la primera esfera o purgatorio.
13. Otras formas de paraíso y la misión de los ángeles de la guarda
Aquí, en el purgatorio, se producen las circunstancias que hacen que los ángeles de la guarda puedan liberar a estos seres de las tendencias animales, de modo que después de ello sólo puedan mostrar manifestaciones humanas, es decir, pensamientos amorosos. Entonces, han sido purificados y pueden entrar libremente en el paraíso o luz, y aquí se dedicarán a los más altos ideales de su fe. Pero, si esta misma persona tiene otros ideales humanos, por ejemplo, la ciencia, y si ésta es una afición o un sueño tan fuerte que es más fuerte que la fe o los ideales religiosos del ser y, así, tiene más deseos de ocuparse de la ciencia que de la fe, entonces se integrará, de manera correspondiente, en otro paraíso espiritual tras haberse purificado en el purgatorio. Este paraíso es una esfera del reino de la sabiduría donde experimentará los más altos ideales de sus sueños como la más alta felicidad, aunque aquí también se ocupara, ciertamente, de su eventual fe religiosa. Pero su verdadero paraíso es, de esta manera, su investigación y ciencia. Pero, también puede suceder que este científico no crea ni en Dios ni en el mundo espiritual, pero, sin embargo, sea humano y amoroso, entonces también vivirá su paraíso en el mundo de la sabiduría.
14. El paraíso de los artistas. El reino de la bienaventuranza
De manera similar sucede con los artistas en los distintos ámbitos, tanto en música, pintura y otras formas de arte verdadero. Puesto que el arte es la afición más grande de estos seres, su paraíso tras la muerte y el purgatorio será una gran zona espiritual, divina que conocemos como «el mundo divino». Aquí, los artistas tendrán la posibilidad de ver todas las posibles ideas que se les puedan ocurrir como realidades en sustancia y materia. Aquí, lo que domina con respecto a la percepción son las zonas de la intuición. Esta zona es la morada de las ideas del arte y la ciencia, si el artista también es religioso, aquí también experimentará sus ideales religiosos bajo la más alta luz. Tras sus experiencias en los mundos más altos pasan a formar parte del reino de la bienaventuranza. Aquí experimentan todos sus recuerdos de sus vidas anteriores en copias de oro o apareciendo en una forma enaltecida, agradable y fomentadora de alegría que infunde al ser alegría de vivir y anhelo de la zona física, donde nace cuando se presentan las condiciones para ello.
15. El paraíso del hombre acabado. Aquí el ser está permanentemente en el paraíso y ya no tiene que encarnarse en materia física. Ahora es uno con Dios y coopera en irradiar su espíritu sobre la transformación de los seres de animal en hombre a imagen y semejanza de Dios en los mundos del tiempo y el espacio. Y he aquí que Dios vio que toda su creación «era muy buena». El hombre fue alzado a las cimas de la luz y del amor
Cuando el ser se ha ido desenvolviendo poco a poco de la naturaleza animal y se ha convertido totalmente en un hombre y sólo puede pensar según el amor universal y, así, es una bendición luminosa para su entorno, deja de encarnarse en materia física. Entonces pasa a residir en el mundo espiritual, donde ahora tiene una conciencia para poder vivir aquí, en la luz suprema, durante millones de años. Aquí vive, por consiguiente, en un mundo donde no tiene que comer el pan con el sudor de su frente, sino en un mundo donde no hay gritos ni tortura, en un mundo donde el homicidio y el asesinato, la guerra, el dolor y el sufrimiento no pueden de ninguna manera existir. Y aquí los seres son, literalmente, uno con Dios, uno con el amor universal, uno con la sabiduría. Los seres viven aquí en las cimas de la vida e irradian el espíritu, el amor y la sabiduría de Dios sobre los seres vivos que todavía están bajo el proceso de transformación en el hombre a imagen y semejanza de Dios en el mundo físico, en los mundos materiales del espacio y el tiempo.
NOTA, (1): Helheim el reino de la muerte, en la mitología nórdica.
Título original danés: «Natbevidstheden og paradiset I y II», publicado el los números 1 y 2 de 1971 de la revista Kosmos en danés. Traducido del danés al castellano por Martha Font con la colaboración del equipo de lengua castellana. ID de artículo: M1741.

© Martinus Institut 1981, www.martinus.dk

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