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M1698
Enfermedades mentales 4 – Defectos de los sentidos y desviación del deseo de vivir
por Martinus

1. El fomento de una sed no natural
El organismo del ser vivo y, con él, su destino son mantenidos y regulados por medio de un principio fundamental, que conocemos con el concepto «hambre y saciedad». Cuando los núcleos de talentos de este principio no están dañados, por medio de este principio su origen sabrá lo que tiene que comer y beber. Estará en condiciones de distinguir exactamente entre todas las vitaminas o sustancias alimenticias especiales que su organismo necesita. En el animal este principio aún se encuentra en forma pura. Pero en los hombres, los núcleos de talentos de este principio son, en gran medida, defectuosos.
Muchos hombres han fomentado una sed artificial. A esta sed la podemos denominar alcoholismo. En algunos seres este alcoholismo se vuelve crónico, no pueden dominar esta sed. En otros todavía está en su comienzo. Esta sed está tan extendida y es tan general que ha entrado a formar parte de la cultura como una parte de la etiqueta. En cada situación festiva hay que brindar con este alcohol destructor de la razón. Pero, como se ha convertido en un factor cultural, es más, se ha vuelto una necesidad, que uno no puede eludir sin ser considerado como un bicho raro, la mayoría sufre, por consiguiente, de incipiente alcoholismo. Esta sed es una cuestión de honor. La cultura mundial está aquí desviada.
Es un hecho que el alcohol actúa directamente sobre la psique o facultad de pensar del ser. Lo que sucede es que esta sed no puede ser apagada. Y, debido a ello, la persona puede seguir bebiendo, hasta que balbuceando y babeando se desploma donde, por razones naturales, no puede beber más antes de haber dormido la borrachera. Luego se despierta con una sed todavía más fuerte. Esta sed puede, al igual que el consumo de drogas, apoderarse totalmente de la voluntad de la persona. Finalmente no tiene ningún otro pensamiento que consumir o ingerir estos productos perjudiciales, y termina como una ruina física y anímica. Una sed artificial así es imposible de apagar. Así se puede ver que es una desviación.
2. El fomento de un hambre no natural
Pero de la misma manera que los hombres pueden fomentar una sed artificial, también pueden fomentar un hambre artificial. Pueden tener hambre de productos que no constituyen el alimento verdadero, de la misma manera que también pueden sobredimensionar el hambre de productos normales y, entonces, se acostumbran a tener que comer en exceso. Este exceso en el comer también se ha convertido en un factor cultural. Del mismo modo que se debe beber de manera especial en las celebraciones festivas, también se debe festejar comiendo. Así el hombre ha entrado en gran medida en la desviación de que vive para comer en vez de que debe comer para vivir.
En tales ocasiones festivas, lo festivo es, precisamente, la comida. ¿Qué quiere decir que la comida es festiva? Quiere decir que debe agradar en alto grado al gusto. Y a lo largo de cientos de años se ha competido para crear refinados placeres para el gusto, es decir, se han seguido encontrando refinamientos para el gusto que pudieran aumentar el buen sabor exigido originariamente por la naturaleza. Es comida destinada a saciar a las personas ya saciadas. ¿Qué es un postre? ¿No es, en principio, azúcar empapado de azúcar?
3. Desviación de la facultad original del gusto
¿Qué quiere decir que el sabor de algo se hace más sabroso y refinado? Quiere decir que el buen sabor que un saludable alimento normal tiene por parte de la naturaleza, y que es satisfactorio para la facultad natural del gusto, algunas veces se hace todavía más dulce o todavía más fuerte en la dirección del sabor que el producto tiene originariamente. Y de esa manera uno desvía su facultad originaria del gusto. El sabor, que, por lo demás, tiene el sano producto alimenticio, es en sí mismo demasiado suave. Uno se ha acostumbrado a que tenga que ser mucho más fuerte.
A veces, sucede también que la facultad de hacer las cosas sobredimensionadamente de buen sabor va a mayor rapidez que la rapidez del propio gusto en acostumbrarse. Entonces se ha tenido la idea de contrarrestar esto con medios que tienen un efecto contrario con respecto al sabor, o sea, haciendo las cosas menos sabrosas. Se esparce, por ejemplo, pimienta por encima y se comen pepinos extremadamente agrios o productos empapados de vinagre; esto ayudará un poco con respecto al alimento excesivamente gustoso. Este medio también puede usarse en situaciones en las que no se puede encontrar gusto a los productos que no saben fuerte, ni en dirección a dulce ni a agrio. Es esto lo que, en realidad, sucede detrás de los vasos de cristal de alta cualidad y la vajilla refinada.
4. El apetito de la vida desviado
A esta ridiculez se la llama comida de fiesta, y las personas también son ridículas. Son caricaturas del organismo humano. En tales comidas de fiesta o banquetes destructores de los sentidos se han decidido, y siguen decidiéndose, factores decisivos en la creación de cultura de los hombres. Pero, personas que tan imprudentemente vitorean estas fiestas destructoras de los sentidos, ¿pueden ser las legítimas y lúcidas creadoras de cultura? ¿Y cómo es, entonces, la cultura? ¿No se pueden encontrar aquí las mismas desviaciones? Cuando el carácter puede dejarse dirigir por el mal camino en una situación, también puede muy bien dejarse dirigir en otra situación, cuando las situaciones son, simplemente, de aceptación general, cuando se trata, simplemente, de algo que todos los demás también hacen. ¿No se tienen también aquí tendencias de querer sobredimensionar lo agradable? Lo cotidiano también debe ser, preferentemente, un disfrute de dulces o comidas festivas. Esto quiere decir que la sensación cotidiana, normal de la vida, que debería ser suficiente para darle al ser alegría y deseo de vivir, hace tiempo que ha sido aventajada por deseos más fuertes. En países con alto nivel de vida, hay casos en que tanto el padre como la madre, los hijos como las hijas tienen cada uno un coche de lujo, además de satisfacciones de deseos en muchos otros campos. Y su apetito sigue aumentando. Siguen teniendo hambre de más y más lujo. Su gusto o apetito de la vida está, así, en sumo grado desviado.
5. La necesidad de la reencarnación para regresar al apetito natural de la vida
Cuando se piensa que el sentido de la vida es que cada hombre ha venido al mundo para servir a otros, pero no para aprovecharse de otros ni para dejarse servir, tarde o temprano les vendrá a estos hombres hambrientos de lujo una seria cura de deshabituación. Aquí se ve claramente que la reencarnación es necesaria. ¿Cómo tendrían, si no, estos seres que ser curados de su enfermo apetito de la vida y regresar de nuevo al apetito de la vida natural?
Pero, ¿dónde se ve el apetito natural de la vida? ¿Es este apetito especial en los seres religiosos? No, su gusto de la vida también ha sido atado a un deseo no natural. Exigen que uno se convierta a su manera de ver las cosas, a su creencia y manera de ser, en caso contrario uno forma parte de los seres que más bien hay que evitar. Entonces se forma parte de los hijos del diablo. Por parte de estos seres, el infierno nos está garantizado. Crean una relación sin amor con su entorno. Se encuentran en una especie de desviación mental que, al igual que todas las otras desviaciones, exige tarde o temprano deshabituación para regresar a una actitud normal hacia sus semejantes.
¿Son los políticos de manera especial representantes del apetito normal de la vida? No, sólo representan el principio religioso de una forma nueva. Predican la conversión a su propio partido y muerte y destrucción sobre los otros partidos. ¿Tienen los empresarios, entonces, el correcto enfoque del apetito de la vida? No, también representan una forma del principio religioso. Predican la reducción de salarios y el aumento de precio de los productos que producen. ¿Tienen los obreros la actitud totalmente correcta? No, predican lo contrario, aumento del salario por el trabajo y reducción del precio de todos los productos.
6. Cada satisfacción no natural tiene su cese
Cuando la satisfacción normal de la vida no es satisfecha de una manera normal, el ser tiene hambre de la satisfacción normal de la vida, y esta hambre es sana. Pero si el ser satisface su apetito de hambre normal de la vida de una manera sobredimensionada, se habitúa a esta manera sobredimensionada y será desdichado si, repentinamente, se le obliga a sólo poder tener la satisfacción normal. Ser desdichado y estar descontento de la existencia o estar deprimido puede muy bien ser provocado por un estado de saciedad sobredimensionada.
La mayoría de estados de depresión se deben, en general, a que un estado especial de disfrute o saciedad ha terminado repentinamente. Uno ha sido, repentinamente, llevado por el destino de un alto nivel de vida, donde podía satisfacer todos sus deseos habituales, a un estadio inferior de vida, donde ya no puede satisfacer estos hábitos y tendencias. Esto sólo significa, en realidad, que repentinamente uno ha entrado en un estado de deshabituación. Es, de hecho, el mismo sufrimiento que el que el alcohólico padece en una rigurosa cura de deshabituación. Aquí hay que sentirse afortunado. Todas las satisfacciones no naturales tienen su cese. El hombre rico, para el que la riqueza lo significa todo, debe saber que le llegará la cura de deshabituación.
7. El deseo de servir al prójimo es el verdadero fundamento de la vida
Pero también puede haber personas ricas que hace tiempo se han deshabituado, y a quienes la pérdida de la riqueza no causará ninguna angustia especial. Pero esta es, precisamente la ventaja de los métodos de deshabituación de la naturaleza, que cuando se ha vencido esta angustia, entonces ya no se está atado a deseos no naturales en los campos en cuestión. Se pueden disfrutar cosas agradables, si se presentan, pero no lo significan todo para uno. Uno no es desdichado al perderlas.
Todos los seres que hoy viven con un hambre y sed no naturales o con un apetito excesivo de la vida tienen que contar con que, tarde o temprano, serán deshabituados. Tienen que contar con que ninguno en absoluto de los fenómenos creados, ninguna riqueza, ningún cargo honorífico les puede garantizar una felicidad permanente y, por consiguiente, no puede ser el verdadero fundamento de la vida.
Ser rico en el deseo de servir a su prójimo es lo único que puede ser el fundamento inconmovible de la vida. El hombre está destinado a tener apetito de amar a su prójimo como a sí mismo. Por esto, todos los demás apetitos, tarde o temprano, fracasarán. El hombre está creado para ser a imagen de Dios. Pero la imagen de Dios no es amar las cosas muertas a costa de los seres vivos. Es, al contrario, ser una alegría y una bendición para todo lo vivo.
El artículo es un manuscrito no terminado para la conferencia n.º 19 de la serie «La imagen del universo y losa problemas de la vida» que Martinus escribió como preparación de una conferencia en la sala de conferencias del Instituto el domingo 7 de febrero de 1954. Generalmente, Martinus no seguía su manuscrito durante la conferencia, en la que hablaba libremente e inspirado. Pequeñas correcciones y títulos de los apartados de Ole Therkelsen. Aprobado por el consejo el 01.04.2011. Publicado por primera vez en el n.º 7, 2011 de la revista Kosmos, edición danesa. Título original danés: Mentale sygdomme 4 – Tankedefekter og livsbegærets afsporing, traducido del danés al español por Martha Font (2016) con la colaboración del equipo de lengua castellana. Número ID de artículo M1698.

© Martinus Institut 1981, www.martinus.dk

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