Hay un montón de personas que piensan en mí con amor, debo decir que he tenido una vida muy divina y todavía la tengo. ¡Cuánta simpatía percibo cuando ahora veo a todas estas personas! Y hay muchas más que las que están en la sala. Naturalmente, estoy contento por estas muestras de agradecimiento que me han mostrado, pero deben comprender que se las paso a la Providencia.

Lo que he hecho no podría haberlo hecho por mí mismo. Conjuntamente con la Divinidad he tenido que trabajar en mis vidas anteriores para alcanzar este conocimiento que tengo. Si hoy tengo este conocimiento, no es porque la Providencia me haya favorecido, no es en absoluto así. La Providencia no favorece a nadie. Lo que estoy en condiciones de hacer, lo estarán todos los hombres a medida que vayan evolucionando. Y lo que estoy en condiciones de hacer, también lo han estado los que están delante de mí. No estoy por encima de otros, deseo tutearme con todos los hombres y que todos nos comprendamos. No deseo ninguna diferencia de clases ni ser superior a otros, deseo solamente que haya amor mutuo.

Fue el espíritu de Dios, es decir, la fuerza de la conciencia de Dios lo que dio lugar a la creación. Pero, ¿qué es el espíritu de Dios? No es nada que esté muy lejos, ni nada que sea difícil obtener. En este momento, vivimos en este espíritu de Dios. Este espíritu de Dios comenzó en el reino mineral, de hecho, no hay ningún comienzo, pero podemos seguirlo desde el comienzo del ciclo de la espiral. El espíritu de Dios se encarnó en el cuerpo físico de los hombres en virtud de órganos especiales para la experimentación de la mayor sensación de goce. Este espíritu de Dios o máxima sensación de placer se desencadena en el acto sexual de apareamiento. Antes, esto era algo de lo que no se hablaba, porque era pecaminoso o indecente, pero es lo más elevado que existe. Lo que se desencadena por medio del acto de apareamiento es, precisamente, el poder o la fuerza y la sensación de placer divinos. A este acto y a esta sensación de placer los he denominado en «Livets Bog (El Libro de la vida)» «el fuego supremo». Por medio de este fuego pudo la Divinidad o Providencia hacer que tuviera lugar el ciclo. Sin este fuego, el ciclo no podría desplegarse. Donde hoy el universo brilla y resplandece, habría una «nada». Pero lo que sucede es lo contrario. Existe un algo.

El enamoramiento y el apareamiento son impulsados por procesos hormonales y de las glándulas. Es cierto que este enamoramiento ha sido alabado de manera genial por escritores y artistas como amor. Pero no es amor. El enamoramiento es un proceso hecho para que pueda tener lugar la reproducción. Está tan sabiamente dispuesto, que esta experiencia divina está enlazada con el acto de apareamiento o acto de reproducción. De este modo, también surge una simpatía hacia la pareja del apareamiento y la descendencia, y es esto lo que es la luz en el mundo del animal. Es la luz hasta el estadio de mono.

En realidad, los primeros hombres eran mamíferos, y los hombres siguen siéndolo. Pero el objetivo de la vida no es que el ser tenga que seguir siendo un mamífero. El polo contrario se encarga, precisamente, de que se convierta en algo totalmente distinto. El ser tiene que convertirse en el hombre a imagen y semejanza de Dios. Pero, ¿qué es la imagen de Dios? La imagen de Dios es, claro está, el amor universal. Sin amor universal no se puede tener la más alta sabiduría como la Divinidad. Dios ama con amor universal, es omnisciente y omnipotente, y por medio del amor universal, que es el objetivo de todo, los hombres son conducidos hacia este estadio.

De lo que quería hablar es aquello con lo que ahora estoy trabajando, a saber, El Tercer Testamento (1), que trata de esta degeneración humana y muestra que la humanidad aún no es cristiana. Lo que rige a los hombres no es el cristianismo, todavía viven en la época de Moisés. La nueva época, la época de Cristo, sólo está, al contrario, comenzando ahora. No hay que creer que el cristianismo está muerto simplemente porque los dogmas no se consideran nada especial.

La nueva época mundial ha comenzado, y es estimulada desde un sistema en el centro de la Vía Láctea. El primer impulso vino en el cambio de siglo y el siguiente en 1920 y, ahora, en el verano de 1973 hay un tercer impulso (2) que comienza a actuar. Este último impulso hará evolucionar a los hombres en un grado muy alto, para que se conviertan en hombres perfectos. Por lo tanto, podemos comprender que hoy los hombres se encuentran en una situación en la que en parte están en una época agonizante, la época de Moisés o del matrimonio, y en parte en una incipiente época nueva, la época de Cristo o del amor.

Pero el cristianismo de las iglesias está en decadencia cuando, por ejemplo, bendice armas homicidas. Cristo dice: «Mete tu espada en la vaina». ¿Qué significa, de hecho, una espada junto a una bomba atómica? Hoy ni siquiera se puede utilizar una espada, se usan bombas atómicas y cosas, cuya utilización algún un día quizá aún sea peor para los hombres. Por lo tanto, no es extraño que la gente no pueda aceptar el cristianismo en la actual época de Moisés. Pero ahora comienza el verdadero cristianismo. Al mismo tiempo que crece el amor universal, el matrimonio se queda pequeño. Pero no hay que asustarse, porque esto no es nada que suceda en un día. Es algo que crece en cada hombre y le llega a uno tras otro. Mientras se sea feliz y se esté contento en el matrimonio y se puedan cumplir sus obligaciones con fidelidad hasta la muerte, como se dice, entonces existe el matrimonio. Pero alrededor del mundo hay hoy en día millones de hombres que están muy lejos del matrimonio. Están en esta nueva época en la que estos sentimientos se desarrollan en ellos y a veces se desbandan y se extravían.

Pero ahora viene El Tercer testamento (1) y mi tarea ha sido continuar y mostrar la ley de la transformación sexual y la ley de la actual degeneración y construcción del nuevo mundo. Algo de esto vendrá en El Tercer Testamento, porque esta información no está en la Biblia. Por lo que sé, en la Biblia no hay nada sobre el aborto, el aborto provocado o la interrupción voluntaria del embarazo. En la Biblia no hay ninguna orientación, y es por esto que Dios les manda ahora a los hombres toda esta información a través de mí.

Ahora los hombres creen que el propio Cristo vendrá como un profeta que hablará a los hombres, pero no es de ninguna manera así. Él lo ha dicho claramente de diversas maneras: «En tal tiempo, si alguno os dice: El Cristo está aquí o allí, no lo creáis. Porque aparecerán falsos cristos y falsos profetas, y harán grandes maravillas y prodigios».

¿No es también esto lo que vemos? Hoy en día, hay muchos que hacen creer que son Cristo y redentor del mundo y cosas parecidas. Pero no hay que creer que la persona en cuestión es verdaderamente redentor del mundo. El consolador no es un hombre, sino una ciencia. Los hombres tenían que recibir una ciencia, y el espíritu santo es la ciencia santa. El espíritu no es un hombre, el espíritu es conciencia, y conciencia es pensamientos y conocimiento. El espíritu santo tiene, por consiguiente, que ser pensamientos santos y conocimiento santo. Toda mi obra, Livets Bog (El Libro de la Vida), y todo lo que he escrito muestra que todo lleva al resultado final, amor universal. ¿Puede una información universal ser mejor? Esta es la respuesta que puedo dar cuando me preguntan: «¿Cómo puedes saber que lo tuyo es lo correcto? Esto lo dicen todos». Yo puedo decir que mis análisis son correctos, porque no hay un solo lugar en el que no muestre que todo es el plan de Dios, que todo es el espíritu de Dios. El creador, el espíritu de Dios se cierne sobre las aguas. Podemos ver que este espíritu de Dios crea en todas partes, y que mis análisis llevan al resultado más alto, que hay que amar al prójimo como a sí mismo. Cuando se ama al prójimo como a sí mismo, entonces se ama a Dios sobre todas las cosas, porque entonces se ama a todo lo vivo,  la naturaleza, etc.

Lo que nos espera es la entrada de la nueva época mundial o época de Cristo en el mundo. El cristianismo se convertirá en una ciencia, no es una religión, pero tuvo que serlo cuando fue necesario tener una autoridad y unos dogmas. Pero hoy el cristianismo no tiene que basarse en ninguna autoridad. Yo no soy ningún Cristo ni ninguna autoridad, en la que la nueva época tenga que basarse. Sólo soy un instrumento para hacer análisis y mostrarles a los hombres como es la vida. Luego cada cual con su propia inteligencia, juicio y evolución tiene que ser su propio maestro, su propio redentor del mundo, si se puede decir así. La verdadera imagen del universo o la verdadera ciencia del universo es el verdadero cristianismo, y esto es lo que ahora va a manifestarse. Anteriormente sólo había una pizca aquí y allí en forma de las disposiciones humanas ya nombradas. Todas las cosas humanas, por ejemplo, hospitales, establecimientos sanitarios y todo tipo de ayuda a personas enfermas sólo son pizcas de cristianismo. Es el buen samaritano en carne y hueso de hoy, del que Cristo creó la base en sus parábolas. Es el verdadero cristianismo futuro. Pero lo que en la iglesia se llama cristianismo está degenerando. Así tenía que ser, porque los hombres tenían que desarrollar su inteligencia y pasar por el estado de conciencia que ahora se manifiesta en forma de lo que yo llamo «conciencia diabólica». Pero sin experimentar la más profunda oscuridad no se puede llegar a experimentar la más alta luz. Sólo se puede experimentar la luz en relación con el contraste que se tiene de la luz. No se puede experimentar nada en absoluto si no es a base de un contraste. Y esto es lo que tenía que suceder.

Mis análisis no tienen de ninguna manera que encerrarse en asociaciones, sectas ni sociedades. Están abiertos para todos, no son ninguna dictadura: «tú tienes que ser así, y tú tienes que ser así, y tú tienes que hacer esto». No lo son en absoluto. Están abiertos para todos, se puede tomar de los análisis lo que se comprende o usar y dejar el resto.

Así están las cosas ahora con mi movimiento, y que haya llegado tan lejos se debe a todo el amor que me rodea y del que se me han dado pruebas esta tarde. Una vez más quiero darles mis más sinceras y cordiales gracias. Todo el agradecimiento que se me ha mostrado debo hacerlo llegar a la Divinidad, y también debo pedirles a ustedes que lo hagan, porque, claro está, no se trata de mí personalmente. Yo no tengo que ser ninguna autoridad ni nada por el estilo. Deseo ser igual a todos y tutearme con todos.

Gracias por esta tarde tan agradable y gracias por este amor tan hermoso.