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M1440
El origen de la fuerza vital
por Martinus

1. La humanidad terrena está más o menos desviada
Entre los hombres de nuestro tiempo existe una gran cantidad de desviaciones, tanto desviaciones sexuales como desviaciones que consisten en un uso desmesurado de drogas y alcohol. Tales desviaciones podrán llevar a los hombres en futuras encarnaciones a mayor o menor debilidad mental o a defectos físicos congénitos, que los seres desviados habrán superado a lo largo de algunas encarnaciones. Estos seres, que han atravesado el estado oscuro de una desviación, estarán especialmente provistos de experiencias y capacidad de compasión, de manera que, cuando hayan recobrado de nuevo su salud, serán la mejor ayuda y guía para semejantes que se encuentren en un estado desviado semejante al que ellos mismos han atravesado.
Es cierto que «no hay mal que por bien no venga», como dice el refrán. Esto no significa, sin embargo, que, con ello, quiera recomendar a mis semejantes que se desvíen en los campos citados, es posible hacer las experiencias de vida necesarias sin ir por ese camino. Ciertamente, ningún hombre terreno puede llegar a la conciencia cósmica si no es a través de experiencias, entre ellas experiencias desagradables que, en sí mismas, son una especie de desviación. Visto cósmicamente, sucede de hecho que, por así decirlo, toda la humanidad terrena de hoy está desviada en muchos campos. No digo esto, naturalmente, como crítica ni expresión de que esté indignado sobre la situación. La humanidad terrena no puede ser distinta en este momento, dado que va de camino de un estado animal a un estado de verdadero hombre. Pero puede ser distinta, y será distinta.
2. La experimentación falsa de la vida
Cuando uso la expresión «desviado» sobre el estado actual de la humanidad terrena, lo que quiero decir con ello es que una gran cantidad de hombres terrenos se han alejado de la manera de ser que es una condición si uno quiere liberarse de las dificultades y el sufrimiento de la vida cotidiana. Muchos representan, al contrario, una manera de ser que hace que tengan una experimentación falsa de la vida. La vida se forma para ellos como «mala», lo cual es la mayor ilusión que existe. La vida no es mala en sí misma, la vida es amor radiante. Pero se basa en lógica, lo cual quiere decir que de ninguna manera permite que nadie pueda impunemente causar a otros seres vivos sufrimiento ni dolor. «Impunemente» tampoco es la verdadera expresión, ya que puede llevar a la gente a creer en un dios «enojado». Lo que llamamos el «mal» no es un castigo en el propio sentido de la palabra, es un fenómeno basado en la ley de causa y efecto. Y es un fenómeno absolutamente necesario, porque sin él ningún ser vivo podría adquirir conciencia y volverse un ser con capacidad de crear libremente, que estará en condiciones de constituirse en señor sobre la vida y la muerte y convertirse en «el hombre a imagen de Dios». Cada hombre terreno se encuentra, en este momento, en un estadio evolutivo donde, en el pasado, ha creado una cantidad de causas cuyos efectos desencadenan, de diversas maneras, ahora y en un futuro cercano destinos desdichados. El mundo se muestra, por consiguiente, como un «valle de lágrimas», como algunos creyentes lo denominan, o como un «infierno», como otros prefieren denominarlo. Ambas expresiones expresan mucho más el estado de ánimos de quien las pronuncia que el mundo que quieren describir con su expresión. Si se quiere denominar al mundo un «valle de lágrimas» o un «infierno», esto sólo puede ser expresión de una imagen del universo absolutamente falsa, y, por otra parte, caracterizar una facultad de experimentar la vida más o menos enferma.
3. Los instrumentos «defectuosos» de los hombres
Lo más importante del mundo para todos los hombres es encontrar el camino que aleja de las enfermedades, que aleja de los sufrimientos y hace salir de la experimentación falsa de la vida. Pero, ¿cómo se aleja uno de ella? Del «yo» del ser vivo sólo se puede decir, como yo tan frecuentemente he escrito y dicho, que es «algo que es». Por consiguiente, no se puede decir que el yo es falso y es causa de una experimentación falsa de la vida. La vida en sí misma, todo el universo vivo, que despliega su fuerza vital basada en leyes eternas, tampoco es nada falso. Los minerales tienen su despliegue de vida, aunque los hombres no lo perciban. Las plantas tienen el suyo y los animales el suyo. En el micro y macrocosmos, con sus «partículas y espacio vacío», también existe un despliegue de vida, del que los hombres comienzan a tener una percepción vaga. Nada de esto es expresión de falsedad. Lo único que puede ser falso es cómo los hombres se imaginan el universo, y esto sólo pueden hacerlo porque los instrumentos o herramientas que usan o bien están poco desarrollados o bien son defectuosos, porque han sido objeto de abusos.
Con «instrumentos» de los hombres no me refiero aquí a telescopios, microscopios y otras formas de prolongación técnica de su facultad física de percepción. Me refiero a los instrumentos de experimentación de la vida, defectuosos o deficientes, de los propios hombres, su organismo. Cuando digo esto, muchos creerán que me refiero especialmente al organismo físico de los hombres. Pero no es así, porque el organismo físico sólo es, en realidad, un órgano de un organismo mucho mayor que no consta de materia física y, por lo tanto, se evade a la percepción física o no es accesible por ella. Es este organismo cósmico lo que actualmente no le puede dar al hombre la verdadera experimentación de la vida o la experiencia perfecta de la vida del universo o Divinidad eterna. Las deficiencias o algo defectuoso de los organismos físicos de los hombres es exclusivamente un efecto de algo que falta o es defectuoso en sus organismos cósmicos. El camino que aleja de la experimentación falsa de la vida y, con ello, de las enfermedades y los sufrimientos, el camino a la vida o de la experiencia de vida perfecta sólo puede establecerse creándose para sí mismo un instrumento de experimentación de la vida perfecto. Para poder hacerlo, se deben conocer las leyes para la creación y saber con qué tipo de materias se está en contacto. Y se me ha dado la tarea de analizar estas cosas para el investigador que busca, de mostrarle a él o a ella un mundo que no es falso y una imagen del universo donde el presunto mal es «el bien desagradable» y así se convierte en una parte del gran resultado final: «Todo es muy bueno».
4. El cuerpo eterno del ser vivo y sus órganos reemplazables
Además del órgano del organismo cósmico, que el hombre conoce como su cuerpo físico, este hombre posee otros cinco órganos o cuerpos cósmicos que también son partes del organismo cósmico. Todos estos seis órganos o cuerpos pueden reemplazarse y renovarse y están, por lo tanto, en la dimensión temporal o sometidos a los conceptos principio y fin. Esto, en cambio, no está vigente para el organismo cósmico del ser vivo, en el que dichos cuerpos son órganos reemplazables. El organismo cósmico es eterno, es por esto que en mis análisis también lo designo como el cuerpo eterno del ser vivo.
El yo o el creador, con su facultad creadora y su cuerpo eterno, es una realidad trina sin principio ni fin, y por esto todos los seres vivos son seres eternos. Pero su experimentación de la vida en sí se basa en que «algo», que es eterno, crea y experimenta a través de «algo» que contiene principios y fines y que, sin embargo, es eterno en su sustancia. El cuerpo eterno del ser vivo representa esta propiedad; este cuerpo es eterno y permanente como instrumento de la facultad de creación y experimentación del ser vivo, pero sus seis órganos, su órgano del instinto, su órgano del peso, su órgano del sentimiento, su órgano de la inteligencia, su órgano de la intuición y su órgano del recuerdo están sometidos a transformación y, con ello, a principio y fin, al que siempre le sigue un nuevo principio.
La parte física de un ser vivo, su órgano del peso, sólo es, por consiguiente, un órgano concreto del cuerpo eterno de este ser, y es un órgano que puede reemplazarse. Esto tiene lugar por medio del proceso que se llama «muerte». Antes de que el ser se cree otra vez un nuevo órgano físico en su cuerpo eterno, o sea, un nuevo organismo físico, hay una pausa en la que su conciencia diurna es soportada por su cuerpo del sentimiento, su cuerpo de la inteligencia, su cuerpo de la intuición y su cuerpo del recuerdo, por turno, lo cual significa que, a través de las mundos espirituales, este ser experimenta un ciclo que puede experimentarse por medio de tales cuerpos. Lo mucho o lo poco que un hombre experimenta en estos mundos espirituales, o en forma de rayos, entre dos encarnaciones físicas depende del grado de evolución de sus respectivos cuerpos u órganos espirituales. Como estas esferas en forma de rayos no son la sede de experiencias dolorosas ni estados de sufrimiento, el mundo en el que entra el hombre cuando «muere», como se llama a esto, es, por consiguiente, un mundo de luz. No se puede acentuar suficientemente que no tiene ningún sentido tener miedo a la muerte. El primer paso de esta transición puede ser un poco difícil para ciertas personas, si tienen muchos pensamientos oscuros, angustia o remordimientos de conciencia. Pero es, precisamente, todo esto lo que un hombre debe probar de vencer mientras experimenta a través de su organismo físico. Es por esto que se encarna en materia física, para aprender a vencer todo lo que se le opone; primero violentamente y a la fuerza, esto forma parte de los estadios primitivos, y luego con conocimiento y amor al prójimo. Es esto lo que hace salir al ser de la experimentación falsa de la vida.
5. La experimentación de «yo» y «esto»
Dado que el cuerpo físico es un órgano de un organismo espiritual más grande, no se encuentra físicamente en su forma pura. A través de este cuerpo actúan fuerzas espirituales, y si no lo hicieran, los propios procesos físicos se detendrían. A través de las funciones del cuerpo físico se revela experimentación y creación. Hay «algo» que experimenta y crea a través de él. No son los ojos los que ven, y no son los oídos los que oyen, este conjunto de aparatos sensoriales simplemente registra. Esto se manifiesta todavía más como un hecho por medio de nuestra sensación de la vida, que se experimenta en dos detalles esencialmente diferentes. Tenemos la sensación de algo que somos nosotros mismos, y de algo que no lo es. Tenemos la sensación de algo a lo que podemos vincularnos y desvincularnos de nuevo, algo a lo que podemos estar atados y de lo que podemos liberarnos. ¿Dónde está el límite entre lo que nosotros somos y lo que no somos?
No es difícil ver que no somos nuestro entorno, que no somos los otros seres ni tampoco somos las cosas que nos rodean. Pero, ¿no somos acaso nuestro cuerpo físico? No, no lo somos; decimos: «Mi cuerpo, mis ojos, mis oídos, mis miembros, etc. «Mío» y «mis» expresa aquí el yo, que es algo distinto al cuerpo y sus órganos. Tenemos la sensación de que hay algo «detrás». Pero no podemos ponernos detrás del yo. Todo lo que podemos percibir y experimentar está separado de este yo, y todo lo que percibimos puede encerrarse en la palabra «esto». «Esto» es algo a lo que podemos vincularnos o de lo que podemos liberarnos, pero nadie puede liberarse de su propio yo, que no es nada que uno tiene o no tiene, sino algo que uno es. El yo es eterno y puede vincularnos o liberarnos de «esto», donde «esto» se muestra con una infinita masa de variaciones y combinaciones de energía que en parte son creadas, es decir, mezcladas por el yo y la facultad creadora de otros seres vivos, y en parte por nosotros mismos y nuestra facultad creadora. Nuestra experimentación de vida es en sí una interacción entre las combinaciones de materia o «esto» que nosotros mismos hemos puesto en marcha, y las combinaciones de materia de la naturaleza y de otros seres vivos o yos, que es otra variación de «esto». En realidad, esta última variación de «esto» es, claro está, todo el universo, que es un gran organismo cósmico, íntimamente vinculado y vivo, del ser vivo en el que todos «vivimos, nos movemos y somos», es la Divinidad eterna. Por consiguiente la experimentación de la vida del ser es una interacción eterna con Dios, con «tú que estás en los cielos».
6. Supra y subconciencia
Por medio de su facultad eterna de crear y experimentar y sus instrumentos, órganos o cuerpos, siempre cambiantes, el yo eterno experimenta una cadena de causas y efectos en interacción con «esto» que, en realidad, es las manifestaciones del Tú eterno o Divinidad o su respuesta a los pensamientos y actos del ser vivo. El ser siembra y debe cosechar como ha sembrado y, así, forma su destino de encarnación a encarnación. La humanidad terrena actual ha sembrado ella misma su estado «desviado» o experimentación falsa de la vida. Este estado ni es el resultado de las medidas punitivas de un dios enojado ni de casualidades, sino exclusivamente un efecto de los órganos psíquicos y físicos, deficientes o en parte deteriorados, por medio de los que los hombres hacen experiencias y crean.
Cada ser vivo tiene, como se ha dicho, seis cuerpos, todos ellos órganos de su cuerpo eterno, y cuando el ser está encarnado, su conciencia diurna es soportada por su cuerpo físico, que yo llamo cuerpo del peso. Hoy en día hay una gran cantidad de hombres que están envueltos en la ilusión de que este cuerpo físico es su único cuerpo, es más, muchos incluso caen en el error de que este cuerpo es idéntico a ellos mismos. En realidad, este cuerpo es una combinación de energías que el yo ha vinculado a sí mismo y del que este yo más tarde o temprano se liberará por medio de «la muerte». Nos liberamos de nuestro cuerpo físico, en cierto grado, antes de que «muramos», lo hacemos cada vez que dormimos. Lo que sucede es que, cuando estamos encarnados físicamente, tenemos tanto una «conciencia diurna» como una «conciencia nocturna», y mientras la conciencia diurna es soportada por el cuerpo físico, la conciencia nocturna es soportada por los otros cinco cuerpos. Los seis cuerpos y la conciencia diurna y nocturna representan conjuntamente lo que en «Livets Bog» califico de «subconciencia» del ser vivo. Esta subconciencia, que es soportada por cuerpos que están sometidos a la transformación, a principio y fin, también tiene, naturalmente que estar sometida a los mismos principios y, por lo tanto, estar en las dimensiones espacio y tiempo. Pero al igual que los seis cuerpos en las dimensiones espacio y tiempo sólo pueden existir, porque sus transformaciones tienen lugar dentro del cuerpo eterno del ser vivo, que no está en las dimensiones espacio y tiempo, la subconciencia, que está en las dimensiones espacio tiempo, también sólo puede existir, porque está enraizada en algo que no está en las dimensiones espacio tiempo, a saber, el factor de la eternidad que denomino «supraconciencia» del ser vivo. La supraconciencia es el órgano eterno por medio del cual los valores de la conciencia del ser se transmiten de un cuerpo subconsciente a otro, al mismo tiempo que esta supraconciencia es «almacén» y «fichero» para energías de la conciencia que actualmente no son utilizadas a través de los cuerpos subconscientes.
7. La función supraconsciente y subconsciente
Al igual que para existir como un ser que crea y experimenta eternamente, el ser vivo tiene que poseer tanto un cuerpo eterno como órganos o cuerpos reemplazables en las dimensiones espacio y tiempo, este mismo ser también tiene que estar en posesión de una supraconciencia, que es de una naturaleza eterna, y una subconciencia, que es cambiante y en las dimensiones espacio y tiempo. La supraconciencia es, como ya se ha dicho, un órgano permanente de organización y almacenamiento de las energías de la conciencia. Pero no es suficiente con que energías y valores sean organizados y guardados; la organización y almacenamiento de las energías de la conciencia no da ninguna experiencia. Y sin hacer experiencias, el ser vivo se debería considerar como una máquina funcionando automáticamente. Pero el ser vivo no aparece así. Dado que la supraconciencia, a través del elemento de destino con sus núcleos de talentos (el órgano para la organización y almacenamiento de energía) transmite energías de conciencia a los órganos o cuerpos subconscientes, las energías llegan a convertirse en algo que el yo puede experimentar con conciencia diurna despierta. La experiencia con conciencia diurna tiene, así, lugar a través de los cuerpos subconscientes (por lo que respecta al hombre terreno, actualmente a través del cuerpo del peso), mientras que la supraconciencia y el cuerpo eterno, al contrario, garantizan la organización eterna de energía del ser vivo, su almacenamiento de núcleos de talentos y renovación de facultades por medio de la creación de nuevos núcleos de talentos.
8. La energía materna o madre y las seis energías básicas
Con la supraconciencia tenemos el primer encuentro con lo que llamamos energía. A la energía en esta primera fase la llamo «energía materna». Y, al igual que los seis cuerpos de la subconciencia son órganos del cuerpo eterno, las energías de las que consta este cuerpo son seis vibraciones o clases básicas distintas de la energía materna. Estas seis energías son: instinto, peso, sentimiento, inteligencia, intuición y recuerdo. Que haya seis órganos en el cuerpo eterno se debe a que el yo tiene un órgano en el que domina una de estas energías, mientras que las demás están en crecimiento, bajo degeneración o totalmente latentes en dicho órgano. La masa conjunta de energía de toda la existencia está compuesta de estas seis clases básicas de energía, y la facultad de cada ser vivo de experimentar y crear se basa en su facultad de manejar estas energías y combinarlas y mezclarlas en infinitas variaciones. Todas las sustancias sólidas, líquidas y gaseosas son distintas mezclas de estas seis energías, pero lo mismo es válido para las fuerzas en forma de rayos que los hombres, en cambio, no perciben como sustancia. Se trata, simplemente, de otras mezclas de las mismas energías. Esto quiere, por consiguiente, decir que bien se hable de los más duros metales o las más duras piedras, de líquidos o gases o bien de electricidad u otras formas de rayos y ondas, por ejemplo, los pensamientos, sentimientos, ideas y recuerdos de los hombres, todo es distintas clases de mezclas de las seis energías básicas del universo. Cada energía tiene, al igual que los tonos de una escala, de «grave» a «agudo». Pero también más allá del «grave» y el «agudo» en zonas que no son accesibles para la percepción humana terrena normal. En algunas de estas octavas, las energías son material para seres macrocósmicos, y en otras son material para seres microcósmicos, y entre ambas existe lo que denomino «las octavas mesocósmicas», el mundo de seres vivos que podemos percibir con nuestros sentidos físicos, a saber, plantas, animales y hombres terrenos, además de seres psíquicos que no pueden experimentarse con sentidos físicos. En el mesocosmos, especialmente donde se trata de hombres, se sabe que conciencia y energía tienen algo que ver la una con la otra. Por lo que concierne a los animales, se puede aceptar que tras su despliegue de energía hay una forma primitiva de conciencia. Ya con respecto al reino vegetal, se puede, ciertamente, hablar de vida, pero no de conciencia. Y cuando se trata del mundo mineral, este mundo es percibido como «muerto», aunque se tenga que reconocer que es energía, que está atada, que puede ser liberada, y que, cuando es visto desde una microperspectiva, consta de partículas con espacio vacío. Pero no se tiene ni idea de que tenga que tener alguna relación con el concepto conciencia, porque las únicas leyes de la vida que, por el momento, se conocen son las leyes físicas.
9. Energía y conciencia, los hijos de Dios y la Divinidad
Incluso la sustancia más sólida, cuando se la ve desde una microperspectiva, consta de partículas y espacio vacío, y el espacio vacío está impregnado de energía, rayos y ondas en movimiento. Donde hay energía y movimiento también hay vida, aunque sea de una materia que es percibida por la conciencia física diurna de los hombres como materia «muerta». Pero con la visión cósmica hay que ir más lejos y decir que donde hay vida, hay también conciencia. Todo despliegue de vida del universo, tanto se despliegue en lo que desde la perspectiva de los hombres es microcosmos como macrocosmos, es creado por la conciencia de seres vivos, seres vivos que forman universos y sustancias los unos para los otros. Todos «viven, se mueven y son» en el universo vivo que es la conciencia de Dios, y, por consiguiente, la Divinidad está igual de cerca de cada ser, ya se trate de un átomo, un hombre o una galaxia. Y, por esto, todos los seres vivos tienen la misma importancia, independientemente del tamaño y la perspectiva temporal. Por esto, para la Divinidad eterna que experimenta por medio de todas las perspectivas temporales a través de todos los seres que son los órganos de Dios, un día es como mil años y mil años cómo un día. Para los seres del microcosmos, ciertas octavas de la escala material de las energías básicas son para la creación de cuerpos psíquicos y físicos, la creación de conciencia y actividad intelectual y la consiguiente actividad creadora fuera de sus organismos en la materia que los rodea. Otras octavas son usadas por seres del mesocosmos, entre ellos los hombres terrenos, y otras por seres-planeta, seres-sistema solar y seres-galaxia y todavía seres más grandes del macrocosmos. Es decir, que tras todos los movimientos y funciones de la energía en todo el universo vivo hay una conciencia que crea y experimenta, cuyo origen son seres vivos dentro de seres vivos. Y la expresión o denominación «imagen de Dios» puede, precisamente, analizarse como «seres vivos dentro de seres vivos». Por esto, el hombre también es «a imagen y semejanza de Dios», dado que tanto su cuerpo físico como sus cuerpos psíquicos están construidos de microseres vivos que «viven, se mueven y son» en estos universos que dichos cuerpos constituyen para ellos. Pero entre la Divinidad eterna y todos los demás «hijos de Dios», que viven en «ella» en el ciclo de espiral dentro de un ciclo de espiral, hay la fundamental diferencia de que mientras los hijos de Dios siempre serán tanto macroseres con respecto a los seres vivos del microcosmos o espirales por debajo de ellos, como microseres con respecto a los seres del macrocosmos o ciclos de espiral por encima de ellos, al mismo tiempo que hacen su experiencia hacia el exterior en el mesocosmos, la Divinidad eterna no tienen ningún ser por encima de ella ni fuera de ella y «ella» hace su experiencia, exclusivamente, en su propio mundo interior, donde «su» conciencia es soportada por los hijos de Dios que son sus órganos e instrumentos. En todas las octavas de energías básicas de la espiral los seres vivos interactúan entre sí, y como la conciencia de todos estos seres es una parte de la conciencia de la Divinidad, lo que experimentan se convierte en una parte de la experiencia de Dios. Dios está igual de cerca de cada ser, cada suspiro, cada grito, cada dolor, cada alegría, todo el sufrimiento, todo el regocijo, todo el anhelo y tanto toda la necesidad de crear como toda la alegría y gratitud ante una creación acabada, que atraviesan la conciencia del ser vivo, atraviesan también la conciencia de Dios por medio de seres psíquicos que son «sus» órganos de recepción. Pero, como todos los seres «a su imagen», la Divinidad no sólo tiene órganos de recepción, sino también órganos de emisión, y esto quiere decir seres vivos que representan el principio del ángel guardián y el principio de la redención del mundo. O sea, seres que colaboran en la ayuda y protección donde es adecuado para la creación de destino de otros seres vivos y para fomentar la evolución, por ejemplo, dentro de una zona como la de la humanidad terrena.
10. La energía del sentimiento, energía vinculante
Desde estas grandes perspectivas cósmicas, vamos a volvernos hacia algo que para el hombre terreno está, actualmente, muy cercano en su cuerpo físico y su fuerza vital. Pero, primero, debemos concentrarnos en la materia física como totalidad. Tanto la casa donde se encuentran en este momento, como la casa donde viven constan de energía de conciencia. Debe ser así, cuando hay energía en todas partes. Todas las seis energías tienen que estar en una casa así. Allí hay tanto energía del instinto, del peso, del sentimiento, de la inteligencia, de la intuición como del recuerdo. Que no estén acostumbrados a percibirlo así se debe a que dichas energías aparecen aquí en octavas que, en general, no pueden ser experimentadas por el hombre terreno como energías de conciencia, sino, al contrario, como sustancia o materia. Es debido al principio cósmico de perspectiva que es así. Es un despliegue de la conciencia de seres vivos que, visto cósmicamente, están muy «lejos» del hombre terreno. Pero, ¿cómo se puede saber que es energía de conciencia? Veamos cómo reacciona la energía que llamo energía del sentimiento, cuando la vemos desde diferentes perspectivas.
La energía del sentimiento es vinculante, una energía que contrae. Debemos reconocerlo, cuando se trata de la vida afectiva de los hombres terrenos. Los sentimientos de amor unen a los hombres, bien se trate sólo de dos personas o de un mayor o menor grupo de personas. Lo que se denomina patriotismo es un sentimiento vinculante de este tipo, el sentimiento de linaje y de familia igualmente. ¿No hay en el amor de madre unos lazos afectivos muy fuertes? Tan fuertes que, en ocasiones, puede suceder que el niño, a una edad determinada, cuando desea mayor libertad e independencia, se siente demasiado atado y busque liberarse. Con su fuerza vinculante, los sentimientos pueden ser algo positivo en el amor, la amistad, la colaboración y el contacto mutuo entre seres vivos. Pero también pueden actuar de forma negativa. Pueden convertirse en lazos que actúan vinculantes hacia el interior, en la mente de la propia persona. Se pueden convertir en «cárceles mentales» que pueden atar el mundo de pensamientos de una persona en tal grado que sólo los ángeles custodios, que ayudan al hombre en el estado de transición tras la muerte, pueden sugestionar al ser en cuestión para que salga del infierno o purgatorio, que él mismo ha creado, que consiste en celos, amargura, odio o sentimientos parecidos. O quizá angustia y remordimientos de conciencia debido a los actos que dichos sentimientos, en periodos en los que dominaban totalmente la conciencia de la persona, le hicieron cometer. Pueden actuar hacia fuera, hacia el entorno y pueden actuar hacia dentro, en la mente. Pero siempre actúan como energía vinculante.
11. Relación de tensión entre el fuego y el frío
Como la energía del sentimiento, al igual que las otras energías básicas, actúa en una serie infinita de octavas hacia arriba en el macrocosmos y hacia abajo en el microcosmos, al mismo tiempo que cada una de ellas conserva su naturaleza y facultad de reaccionar eterna ante las otras energías, esto quiere decir que la energía del sentimiento en octavas macro y microcósmicas también vincula y contrae. ¿Dónde se encuentra el hombre terreno ante una fuerza de la naturaleza que, en su actual estadio evolutivo, no está en condiciones de experimentar como conciencia, pero debe reconocer que es una fuerza vinculante? Lo hace ante la fuerza de la naturaleza que es el frío del universo. El frío es energía del sentimiento, y ésta es una fuerza que en todas partes y siempre atará y unirá lo que llega a dominar. Pero el universo no es sólo una combinación de materias atadas por el frío. De la misma manera que la energía del sentimiento existe en infinidad de octavas por encima y por debajo de la facultad diurna consciente de experimentación mesocósmica del hombre terreno, existe su contraste total, también en octavas macro, meso y microcósmicas, y este contraste es la energía del peso. Fuera de las octavas de la conciencia del hombre terreno, aparece como calor y fuego, una fuerza que quiere dilatar todo aquello con lo que entra en contacto. La relación de tensión entre estas dos energías cósmicas o universales, el sentimiento que ata y el peso que dilata, que actúan en todas las octavas micro, meso y macrocósmicas de las energías básicas, son el fundamento de toda la fuerza vital y la fuerza de manifestación de los órganos de reemplazo físicos y psíquicos de todos los seres vivos, a través de los cuales tienen una experiencia con conciencia diurna. Y, de esta manera, dicha relación de tensión se convierte en el fundamento de toda la fuerza vital, tanto física como psíquica.
En las octavas en las que los hombres terrenos manejan estas dos energías en su conciencia, dichas energías son determinantes para el despliegue de fuerza vital psíquica. Pero la tensión entre peso y sentimiento también es de suma importancia para su fuerza vital física. Pero allí está en octavas, donde se muestra como fuego y frío. En el cuerpo físico del hombre terreno, la relación de tensión entre el fuego y el frío universal, o sea, entre la energía del sentimiento y del peso, se muestra como la temperatura de este ser, lo cual tiene en sumo grado que ver con la fuerza vital física del hombre. Si la temperatura de una persona oscila algunos grados por encima o por debajo de lo normal, puede notarse en la fuerza vital física del ser en cuestión, y puede que no esté muy lejos de que la fuerza vital desaparezca de la zona física, o sea de que este ser muera. La temperatura normal de la Tierra también se basa en el equilibrio entre calor y frío, y si esta relación de equilibrio cesase, si, por ejemplo, el calor llegase a dominar, la Tierra tendría «fiebre alta», y esto podría conducir a la muerte de toda la vida animal de su organismo, entre ella los hombres terrenos. Pero los hombres no necesitan temer esto, aunque muchos, debido a la situación mundial, precisamente opinan quizá que un acontecimiento así podría estar cercano. La situación mundial no muestra, sin embargo, que la Tierra esté enferma y a punto de morir. Muestra, al contrario, una evolución que, por lo que respecta a la conciencia, tiene que ver con la relación de tensión entre peso y sentimiento.
12. El equilibrio psíquico y físico
La temperatura normal del hombre terreno muestra cómo este ser ha logrado, durante largo tiempo y las experiencias de muchas encarnaciones, crear un cuerpo de reemplazo con equilibrio entre peso y sentimiento. Este cuerpo se ha convertido en genial y función automática. Lo mismo está en vigor para el ser-Tierra en su espiral, por esto armonizamos con su organismo. Esto quiere decir que tanto el ser-Tierra como nosotros hemos llegado a tener la tensión entre fuego y frío bajo control y mantenemos esta tensión en una relación permanente, que es lo mismo que fuerza vital física. En el organismo tienen lugar explosiones, pero todas están bajo control, al igual que en un motor. Los latidos del corazón, la circulación de la sangre y cada movimiento en el organismo y del organismo es puesto en marcha por esta tensión controlada. Pero, ¿cómo es la relación entre peso y sentimiento en la zona psíquica del ser-Tierra y de los hombres terrenos? Las explosiones, ¿están también, a través de la voluntad, equilibradas por la vinculante energía del sentimiento? No lo están, y esta es toda la causa del actual estado del ser-Tierra y de la humanidad. Pero el ser-Tierra está a punto de adquirir este equilibrio psíquico en su conciencia y, con ello, de adquirir sobre su psique el mismo poder que tiene sobre su organismo. Esto tendrá lugar dentro de poco, visto desde la perspectiva de tiempo del ser-Tierra. Entonces la Tierra adquirirá conciencia cósmica. Esto, visto desde la perspectiva de tiempo humana terrena, tardará unos 3000 años, en cuyo espacio de tiempo los hombres lograrán, cada uno individualmente y algunos antes que otros, alcanzar equilibrio psíquico entre peso y sentimiento. Esto quiere decir, que lograrán dominar su mente, de manera que no explote con odio, ira e irritación ni tampoco se convierta en una «cárcel» de sentimientos de amargura, celos, decepción, angustia y depresión. La fuerza vital del hombre, que según el plan de la Providencia se unirá con energías espirituales superiores, tiene en los mundos en las dimensiones de tiempo y espacio su origen por medio del equilibrio del peso y del sentimiento, y cuando el hombre terreno alcance sobre su mente un dominio semejante al que normalmente tiene sobre su cuerpo físico, su fuerza vital en forma de amor y sabiduría, fuerza según la cual se actúa, alcanzará tales alturas que hoy uno se inclinaría a creer que sólo era un cuento de hadas. Pero ningún cuento puede relatar nada tan radiante y maravilloso como lo que los propios hombres experimentarán una vez, cuando el peso y el sentimiento de su conciencia estén bajo el control de la voluntad y la razón.
Título origina: Livskraftens oprindelse. De una conferencia de Martinus en el Instituto Martinus el domingo 21 de febrero de 1954. El manuscrito de la conferencia ha sido elaborado por Mogens Møller. Publicado por primera vez en la edición danesa de Kosmos n.º 14-16, 1968. Traducción del danés al castellano por Martha Font (2017), con la colaboración del equipo de lengua castellana. N.º id del artículo: M1440

© Martinus Institut 1981, www.martinus.dk

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